Jesús Gil (GIL) renuncia a presentarse a las elecciones generales para detener «el acoso judicial, político y mediático» contra él

Apeado de su habitual soberbia y revestido de un sorprendente victimismo, Jesús Gil anunció ayer que no se presentará a las próximas elecciones generales. Dice que su salud no ha sido capaz de soportar la operación de «acoso y derribo» a la que ha sido sometido, y para justificar su debilidad esgrimió incluso un certificado médico. Se lamenta de haber sido víctima de los dos grandes partidos, que han arremetido contra él temerosos de los votos que les podía quitar. Lo dice como si hubieran sido el PP y el PSOE los que han llevado a cabo los desfalcos que han puesto a Gil bajo la lupa de los tribunales. «Acoso y derribo» llama Gil a las revelaciones sobre sus tejemanejes con el dinero del Ayuntamiento de Marbella, el del Atletico de Madrid y el de su partido que ha hecho la prensa, y particularmente este periódico, y que han sido fundamentales para entender el tinglado financiero del alcalde de Marbella en el que, al final, los que pierden son los ciudadanos. Sin embargo, él mismo reconoció que ha habido cierta «confusión» entre los distintos fondos. A nadie se le escapa que la intención de Gil es detener la maquinaria judicial que está en marcha para dilucidar si esa «confusión» es legal o ilegal, y si, aprovechando el río revuelto hubo ganancia para ciertos pescadores. Pero la justicia actúa independientemente de las intenciones políticas de Gil y, para demostrarlo, debe seguir indagando las irregularidades sobre sus finanzas. Que achaque esa investigación a una operación política demuestra que se consideraba intocable y no acepta ver que no lo es. Ahora incluso bromea con la idea de ir a la cárcel…