25 septiembre 1986

El Duque de Suárez y sus incondicionales, Viana y Sahagún, mantienen un férreo control por la designación de puestos

2º Congreso del CDS – Jesús María Viana elegido nuevo Secretario General en un congreso eufórico por el triunfo electoral

Hechos

El II Congreso del CDS celebrado en Septiembre de 1986 reeligió al Duque de Suárez como Presidente del CDS y eligió a D. Jesús Viana como Secretario General.

Lecturas

El 14 de septiembre de 1986 se celebra el II Congreso del CDS, el partido del Duque de Suárez, en un ambiente triunfalista por los buenos resultados del partido en las elecciones generales del 22 de junio de 1986 (19 escaños y tercera fuerza política).

En el congreso D. Adolfo Suárez González es reelegido presidente del CDS y nombra a D. Jesús María Viana Santacruz como nuevo secretario general en sustitución de D. José Ramón Caso García, que seguirá en la dirección del partido.

El Comité Nacional del CDS, por designación directa del Duque de Suárez queda formada de la siguiente manera.

• D. Adolfo Suárez Duque de Suárez (Presidente)
• D. Jesús María Viana Santacruz (Secretario general)
• D. Agustín Rodríguez Sahagún
• D. Rafael Calvo Ortega
• D. José Ramón Caso García.
• D. Fernando Castedo Álvarez.
• D. Emilio Pujalte
• D. Alejandro Rebollo Álvarez-Amandi.
• D. Manuel de Sárraga Gómez.
• D. Francisco Villodres García.
• D. Federico Ysart Alcover.
• D. Joaquín Abril Martorell.
• D. León Buil Guiral
• D. Gerardo Harguindey Banet.
• D. Alfredo Marco Tabar.
• Dña. Laura Morso Pérez.
• D. Manuel Garrido Martínez.
• D. José Luis Garro.
• D. José Luis Merino Hernández.
• D. Raúl Morodo Leoncio.
• D. Lorenzo Olarte Cullén.
• Dña. Rosa Posada Chapado.
• D. Carlos Revilla Rodríguez.
• D. Javier Soto Carmona.

El nuevo Comité Nacional fue elegido con el apoyo de 619 delegados y el voto en blanco de 145. Los delegados que votaron en blanco criticaban al Duque de Suárez haber elaborado personalmente la lista de miembros del Comité Nacional (junto a los Sres. Viana y Rodríguez Sahagún) sin consultar con las federaciones territoriales. De formación falangista, el Duque de Suárez apostaba por un modelo de dirección personalista.

Quedan, por tanto, fuera del Comité Nacional del CDS los dirigentes D. José Luis González Quirós, D. Abel Cádiz Ruiz, D. Alfredo Marco Tabar, D. Miguel Ángel Eced y D. José Antonio Escudero.

D. Manuel Jiménez Parga Cabrera, de la ejecutiva elegida durante el I Congreso ya había abandonado el CDS antes de las elecciones de 1986 considerando que al partido le iría mal en las elecciones por presentarse en solitario. Después de las elecciones el Sr. Jiménez de Parga remitió una carta al Duque de Suárez admitiendo su error.

13 Septiembre 1986

La musculatura de Suárez

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

Leer

El Congreso del Centro Democrático y Social (CDS) que se celebra este fin de semana en Barcelona, con asistencia de un millar de delegados, tendrá lugar en condiones bastante diferentes de las que presidieron, hace cuatro años, su congreso constituyente. La mayoría de los delegados era entonces ex miembro de la ya casi fenecida UCD y acudía unida, antes que por cualquier programa o planteamiento ideológico, por la fidelidad a su líder, Adolfo Suárez, y el rencor hacia quienes habían dinamitado el edificio centrista. Formado en gran parte por latiguillos destilados de la desgraciada experiencia vivida en los meses precedentes, el ideario del nuevo partido mezclaba conceptos arcaicos con fórmulas recién descubiertas en manuales de derecho político, como la del personalismo comunitario o la primacía del poder civil, pero todo ello bajo el signo de unas convicciones democráticas tanto más apasionadamente abrazadas por cuanto acababan de ser puestas a prueba por el golpe del 23-F.Suárez, cuyas características personales le hacen proclive a fracasar y triunfar alternativamente, pero siempre a manos llenas, anunció desde el primer momento que su objetivo prioritario era construir un partido sólido y desdeñó cuantas propuestas de pactos coyunturales -y oportunistas- le llegaron. desde diversas trincheras. Su travesía del desierto terminó el pasado 22 de junio, cuando su tenacidad se vio recompensada con el salto de 2 a 19 diputados, y ello sin necesidad de haberse cobijado, como Alzaga, en embarcaciones patroneadas por otros. El CDS ha madurado en la travesía, el entusiasmo de su joven tripulación no ha decaído y la unidad sin fisuras mantenida contra viento y marea ha sido un ejemplo para los demás.

En resumen, el CDS aborda su congreso de Barcelona en un clima de euforia, sabiéndose la tercera fuerza política del país y con posibilidades de crecimiento tanto por la derecha como por la izquierda. Actualmente la posición de centro reclamada por el CDS no se apoya tanto en un programa equidistante de la derecha y la izquierda como en la combinación de actitudes características de ambas. La campaña de las legislativas confirmó, por una parte, el fuerte tirón personal de Adolfo Suárez, al que las encuestas sitúan en segundo lugar, tras Felipe González, en la clasificación de popularidad de los políticos en activo; por otra, que su mensaje populista es lo suficientemente ambiguo como para atraer simultáneamente votos de la izquierda desencantada yposmoderna y de sectores de la derecha con nostalgia de gestosheroicos. Pero también que queda lejos la posibilidad de que su partido se convierta en alternativa de poder frente a los socialistas.

Su definición como partido «democrático, reformador, popular y progresista» coincide con la de los sectores más dinámicos, y probablemente mayoritarios, de la sociedad española actual, pero resulta demasiado genérica para acreditar una imagen suficientemente diferenciada respecto al socialismo gobernante. Por ello, el CDS se enfrenta en este congreso al reto de definir una estrategia orientada simultáneamente a disputar a Coalición Popular el papel de principal fuerza de oposición al socialismo -lo que implica ganarse la confianza de sectores de la derecha moderada- y a afirmar su identidad como alternativa autónoma de poder.

El resultado puede ser una línea orientada antes a moderar el poder socialista que a arrebatárselo. Es decir, una línea dirigida a agrupar las fuerzas suficientes como para, sin desmentir la vocación modernizadora y reformista proclamada, resultar determinante en la política desarrollada por los socialistas. Más concretamente, en las condiciones actuales de España, un centro democrático y social podría jugar el papel que en el pasado desempeñaron los partidos republicanos, expresión de la burguesía urbana democrática, en alianza con la izquierda tradicional.

En el fondo, los problemas que actualmente conmocionan a Coalición Popular, desde la fuga de Alzaga a las convulsiones en la cúpula de AP, son expresión de la falta de representación eficaz de ese sector social en el actual sistema de partidos. Esa ausencia ha permitido al PSOE ampliar desmesuradamente su espacio electoral por la derecha, pero ello produce una distorsión respecto a la realidad social y política del país, por lo que es previsible que alguna formación política acabe ocupando ese terreno. Del actual congreso depende en medida importante que el CDS se convierta en aspirante solvente a ser ese partido en la perspectiva de actuar como bisagra entre la derecha y la izquierda. El objetivo sería desde ya influir en la política de los socialistas y, a más largo plazo, forzar a éstos a concluir un pacto de legislatura, con o sin participación en el Ejecutivo, que prepare las condiciones para aspirar a constituirse en auténtica alternativa autónoma de poder.