1 mayo 1964

Numerosos periodistas falangistas suscriben la iniciativa del ex ministro Girón de solidarizarse con el periodista ante su condena

José María Gil Robles se querella contra el periodista Rodrigo Royo (Revista SP) por asegurar que había cobrado del dictador Trujillo

Hechos

En su número del 1 de mayo de 1964 la revista SP acusó al ex diputado y ex ministro, D. José María Gil Robles, de cobrar del dictador panameño Trujillo. El político demandó al director de la revista, D. Rodrigo Royo, que fue condenado.

Lecturas

SP_GilRobles

En junio de 1968 el Tribunal Supremo condenó a D. Rodrigo Royo a cuatro meses de arresto mayor, multa de 30.000 pesetas, pago de las costas procesales e indemnizar a D. José María Gil Robles con 200.000 pesetas.

La sentencia fue dictada por los magistrados D. José María González Díez, D. José Espinosa Herrera y D. Francisco Pera Verdaguer.

POLÍTICOS Y PERIODISTAS FALANGISTAS RESPALDAN A ROYO

Ante la condena al Sr. Royo el ex ministro D. José Antonio Girón publicó un manifiestó para anunciarle su apoyo e incluso ofrecer su ayuda para abonar la multa. La iniciativa fue respaldada por un gran número de periodistas y políticos vinculados a la familia falangista:

Políticos que respaldaron al Sr. Royo – D. José Antonio Girón (ex ministro), D. Raimundo Fernández Cuesta (ex ministro), D. Alejandro Fernández Sordo, D. Jesús Fueyo Álvarez, D. Juan García Carrés, D. Tomás García Rebull, D. Tomás Garicano Goñi (ex ministro), General D. Carlos Iniesta Cano, D. Francisco Labadie Otermín, D. Emilio Lamo de Espinosa, D. Donato León TIerno, D: Cruz Martínez Esteruelas, D. Adolfo Muñoz Alonso, D. José Miguel Orti Bordás o D. Miguel Primo de Rivera.

Periodistas que respaldaron al Sr. Royo – D. Manuel Blanco Tobío (Director de ARRIBA, de la Prensa del Movimiento), D. Emilio Romero (Director del diario PUEBLO de la Organización Sindical, del Movimiento), D. Francisco de Cáceres (Director del diario ALERTA, de la Prensa del Movimiento en Cantabria), D. Francisco Sanz Cagigas (director del diario SUR, del a Prensa del Movimiento en Málaga), D. Rafael García Serrano (ex director de ARRIBA), D. Ismael Herraiz (ex director de ARRIBA), D. Jaime Campmany (ARRIBA), D. Antonio Izquierdo (ARRIBA), D. Enrique de Aguinaga (ARRIBA, Cronista de la Villa),  D. Juan Blanco (ARRIBA), D. Cristobal Páez (ARRIBA), D. Félix Morales (ARRIBA), D. Pedro Rodríguez (ARRIBA).

NO FIRMÓ NADIE DE LAS OTRAS FAMILIAS DEL FRANQUISMO

Ningún periodista ni político de la familia Opus Dei firmó el manifiesto de solidaridad con el Sr. Royo (como podían ser los responsables de los diarios EL ALCÁZAR o MADRID, Sres. Cebrián Boné, Fontán o Calvo Serer). Tampoco ninguno que perteneciera a la familia monárquica del franquismo (familia Luca de Tena, Sr. Fernández de la Mora o Sr. Anson) o a la familia democristiana o propagandista católica (diario YA, Sr. Herrera Oria, D. Aquilino Morcillo…etc). Cada familia del franquismo cuidaba a los suyos y no a los de las familias rivales.

01 Mayo 1964

LA FORTUNA DE TRUJILLOAL SERVICIO DE GIL ROBLES

Rodrigo Royo

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El crack de la Societá Financiera Italiana, puesta en liquidación por el Ministerio del Tesoro el 17 de febrero último ha dado lugar a ‘muchos comentarios entre los hombres de Negocios de Milán, de Turín’, de Génova y de Roma. A raíz de ello ha trascendido al público una serie de manipulaciones político económicas, protagonizadas por prestigiosos financieros italianos, hombres de paja de la democracia italiana, el banquero catalán Julio Muñoz Ramonet y un político que tuvo fama durante la II República:José Ma´ria Gil Robles.

Todo ello en torno a la cuantiosa y misteriosa fortuna del difunto dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. La historia, tal y como la cuentan en Milán y Turín comienza en 1959. Aquel año, Carlos Baldini, consejero delegado de la Societá Financiera Italiana, adquirió de la Banca Uniones de Milán, el paquete mayoritario que él poseía del Crédito comerciale e Industriale de Roma.

A pesar de la modestia de sus depósitos y del giro de sus negocios relativamente exiguo, el Crédito Commerciale e Industriale gozaba de todas las prerrogativas y derechos de un Banco. Baldini, un improvisado financiero corpulento y de rostro congestionado, con contactos subterráneos en la Democracia Cristiana y en el Partido Socialista de Roma realizó por aquel entonces una serie de felices operaciones de Bolsa que le dieron gran confianza en sí mismo. Pero, en 1962 se produjo un periodo de depresión que colocó a la Societa Financiera Italiana en una situación crítica. Fue entonces cuando Baldini, Caballero de la Orden del Santo Sepulcro y de la Benéfica de San Carlos, recurrió a Monseñor Santini, un nombre que poco dice al hombre de la calle, pero no así al mundo de las finanzas. Y éste le puso en contacto con un grupo que operaba en Suiza, y que, le dijo, él consideraba como ‘uno de los más serios y mejor preparados de Europa’. De este modo, Carlos Baldini conoció a don Julio Muñoz y a don José María Gil Robles.

El banquero catalán.

El instinto financiero y la aguilidad comercial han hecho de don Julio Muñoz Ramonet, una de las excepciones del tipo hombre de negocios catalán, conservador y cauteloso. Los primeros años de la postguerra civil, la vieron convertirse en un verdadero tycoon de la industria textil catalana. Los capitales que huían de Europa y los cupos de materias primas, contribuyeron a su desarrollo, y para los años cincuenta, cuando se inició el boom español, había logrado ya crear una gran fortuna y se había relacionado con la gran banca, casándose con María del Carmen Villalonga. Por ese tiempo comenzaba a extender sus redes financieras en el extranjero. Comarsa Ltd, de Londres, y Fidecomar Geave, de Suiza, fueron sus primeros pasos. El Holding Amtrapan y los Bancos Schwizurrische Spar und Kreditbank, Banque Genevole de Commerce et de Crédito y la Casa di Hispamio di Son Callo, vinieron después.

Donde se cruzan los caminos

En la noche del 31 de mayo de 1961, Rafael Leónidas Trujillo, el ‘Benefactor de la Patria’, fue asesinado en las afueras de la capital del país que había gobernado con mando de hierro durante más de 30 años. Sus hijos no fueron capaces de conservar el poder durante mucho tiempo.En noviembre del mismo año abandonaban la isla del Caribe los últimos herederos, no sin llevar a cabo dos de ellos – Ramfis Trujillo y José Luis León Estévez – un trágico arreglo de cuantas, asesinando en la Hacienda María en San Cristóbal, a nueve detenidos que indirectamente habían participado en el magnicidio contra el ‘Padre de la Patria Nueva’, por lo que pesa sobre ellos demanda de extradición. El cadáver de don Rafael Leónidas Trujillo fue trasladado en un avión especial a París y recibió sepultura en el cementerio del Padre Lachaise. Su yate ‘Angelita’ zarpó de la República Dominicana con los archivos del Estado, documentos y dinero.

Pero si la familia del dictador no pudo conservar el poder después de su muerte, sí logró guardar una gran parte de su fortuna, que había puesto a buen recaudo en los impenetrables y mudos bancos suizos. Más de 300 millones habían sido depositados por Rafael Ramfis Trujillo, el primogénito del benefactor en Bancos Extranjeros, especialmente en la Societé de Banque Suisse, de Ginebra, protegidos por el Sifmer Registeres Trust, entidad creada bajo las leyes del Principado de Liechtenstein. Del Sifmar eran beneficiarios los hijos de Ramfis, al revés Sifmar, posteriormente, y para castigar a su ex esposa, Ramis desheredó a todos sus hijos y nombró heredera unieral y única a su madre. Se calcula que unos 100 o 200 millones de dólares más fueron depositados en diversos Bancos Suizos en el corto periodo que transcurrió desde el magnicidio del benefacor hasta la huida de sus hijos y familiares, de Santo Domingo, cinco meses y medio después. El 22 de junio del año siguiente, 1962, se fundaba en Luxemburgo la Societé Holding Bancaire et Financiere Europeenne S. A. en la que don Julio Muñoz figuraba como miembro del Consejo de Administración. La sociedad se creó con un capital nominal de 70 millones de francos, en el que el grupo Muñoz participaba con las dos séptimas partes, salidas de los fondos de los Trujillo, según datos que fueron revelados en los medios financieros por un hombre que había participado en las operaciones. Aquella suma y los cuatro millones invertidos en la creción de la compañía suiza Sfintex no constituían sino una pequeña parte alrededor de cinco por ciento del capital amasado por la familia Trujillo en los largos treinta años que había regido en la República Dominicana.

PRIMER ROUND

Carlos Laldini, Julio Muñoz y su abogado, José María Gil Robles, se entendieron pronto y no tardaron mucho en firmar un contrato preliminar, que preveía la entrada del grupo hispano-dominicano en la Societé Financiera Italiana, con un control del 30% del capital y en el Crédito Commerciale e Industriale de Roma con un sesenta por ciento, es decir, al control mayoritario de este Banco Italiano. A cambio de ello, la Sociedad Financiera Italiana recibía una cuota minoritaria en el Holding luxemburgués, creado meses antes por don Julio Muñoz y los Trujillo, así como una inversión inmediata de cien millones de pesetas y la apertura de una cuenta corriente para atender a las necesidades futuras de la SFI y de su Banco Filial. La operación resultaba beneficiosa para ambas partes. Baldini recibía así una saludable inyección monetaria en un momento crítico, mientras que el ‘grupo Muñoz’ ensanchaba su campo de operaciones a Italia como antes lo había hecho a Luxemburgo, desde el centro financiero de Suiza. Era un modo de ir haciendo realidad la Europa de los seis. Pero los nuevos socios tenían sus exigencias. Muñoz y Gil Robles exigieron estudiar los balances de la Societá Financiera Italiana. Baldini se alarmó y las preocupaciones aumentaron cuando Muñoz, en uno de sus viajes de Barcelona a Roma, le propuso una modificación del contrato. Entonces Baldini le ofreció crear una nueva empresa similar a la SFI, pero destinada a operar en el Mercado Común Europeo. Y en lugar del 30%, que le Grupo Muñoz le iba a corresponder en la Compañía Italiana propuso un ‘fifty fifty en la nueva Sociedad, para la que tenía hasta el nombre ‘Generale Intercontinentale’. Muñoz aceptó la idea, con la condición de seguir teniendo un 10% en la SFI y así se firmó un nuevo contrato preliminar. Unos días después, el banquero catalán y su abogado volvían a pedir que, en calidad de socios minoritarios de la Societa Financiera Italiana deseaban reconocer el estado de las cuentas de la misma. Esto era lo que Laldini temía como la peste. Tal exigencia para él, que ya había recibido los 100 millones de pesetas con los que comenzaba a salir de apuros, le llenaron de inquietud. Pero entonces fue cuando llegó a sus oídos el rumor que desde hacía unas semanas circulaba en los cerrados círculos financieros europeos, de que aquel dinero del Grupo Muñoz procedía del Caribe y tenía su origen en las terribles historias que se atribuyen al benefactor asesinado.

Entonces, Carlos Baldini, Caballero de la orden del Santo Sepulcro y de la Benéfica de San Carlos, hizo saber a don Julio Muñoz y a su abogado Gil Robles su profundo disgusto así como que su conciencia de católico le impedía llegar a un acuerdo y vincularse a un dinero manchado de sangre. Explicó que podría reclamar por los daños morales inferidos, pero que renunciaba a ello ‘pro bono pacis’. Ahora bien, no devolvía la fianza de los cien millones de pesetas, que estaba ya comprometida, pero para demostrar su buena voluntad ofrecía en venta el paquete de acciones del Crédito Commerciale e industriale de Roma, por la cifra de 350 millones de pesetas, de los que se descontaría la fianza.

Segundo Round

Julio Muñoz y Gil Robles protestaron ante monseñor Santini, que lo había vinculado a Baldini, pero, con tal de no perder la fianza de los cien millones, aceptaron la farisaica argumentación del Caballero de la Orden del Santo Sepulcro y entregaron el resto de la suma pedida. Al fin y al cabo conseguían así su objetivo: el control del Banco Romano, esto fue en noviembre de 1962. Pero no abandonaron la partida. Y pronto supieron por intermediario de algunos expertos suizos, que habían enviado a Italia para informarse del estado financiero del Crédito Commerciale e industriale, que parte de los depósitos habían sido invertidos por Baldini, antes de cerrarse el trato, en empresas de la SFI, en condiciones beneficiosas para esta. Y pasaron al contraataque. Don Julio Muñoz se dirigió al gobernador del Banco de Italia y le puso al corriente de los hechos. La investigación iniciad apor éste, se destuvo poco después por intervención de la Secretaría Nacional de la Democracia Cristiana, según se dice en Milán y Roma Parce que Carlos Baldini había pedido a ésta que le devolviera los ciento cincuenta millones de pesetas, que había entregado con destino a la Agencia Italia. Alfonso Spataro, el hijo del ex ministro, intervino como mediador de la operación, para echar tierra al asunto.

Cuando don Julio Muñoz vio que los correligionarios de su abogado, José María Gil Robles, le cerraban el paso con influencias políticas, amenazó a Baldini con denunciarle a la autoridad judicial, si la SFI no procedía inmediatamente a saldar al descubierto. El Caballero de la Orden del Santo Sepulcro comprendió que ya no era hora de escandalizarse con el fantasma Trujillo y sus dineros supervivientes en los bancos suizos y se comprometió a devolver las sumas en el plazo de pocos meses. La situación había cambiado radicalmente y don Julio Muñoz había vencido en toda la línea. De este modo, el Crédito Commerciale e Industriale pasó a ser controlado por el ‘Grupo Muñoz’ que abrió así una importante brecha en Italia. Por el contrario Carlos Baldini, perdió el control de este banco romano y se vio obligado finalmente quinientos millones de pesetas, después de haber recibido sólo trescientos cincuenta millones.

Al servicio de la política

Hace dos semanas, en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de Ginebra, Dr. Luis Aquiles Mejia Guzmán, secretario de Estado para las Relaciones Exteriores del Gobierno dominicano, intervino para exponer el punto de vista de su país en la reunión, donde dramáticamente, se ha planteado el problema de las naciones ricas y de los países pobres. “La descapitalización no sólo se produce por la llamada fuga de capitales – dijo – Ella es consecuencia también, y en algunos casos con carácter decididamente grave, cuando la corrupción de algunos gobernantes inescrupulosos, que por desventura tienen que soportar nuestros pueblos, saquean impunemente nuestros tesoros y los transfieren definitivamente al exterior”.

El representante del pobre y sufrido pueblo dominicano hablaba por la sangrienta herida abierta por esos quinientos o seiscientos millones de dólares colocados por la familia Trujillo en las cajas fuertes de los bancos suizos existentes a muy poca distancia de donde tiene lugar la Conferencia. La iniciativa dominicana, que encontró una favorable acogida en varias delegaciones hispanoamericanas, pasó a la comisión de Problemas de Financiamiento, donde ahora será estudiada. Esas sumas fabulosas, ya sin Patria, siguen hoy intrincados caminos. En algunos casos como el crack de la Sociedad Financiera Italiana, se levanta levemente el velo de la esfigie y se intuye la laberíntica madeja y sus incrustaciones políticas. A veces, el rumor popular imposible de confirmar señala que alguno de esos dineros amasados con sangre y dolor en una isla del Caribe están siendo empleados por abogados y políticos profesionales para financiar en Italia campañas anti-españolas y que esos símbolos apasionantes para el hombre de la calle que son las acciones, los títulos, los bonos y los pagarés, se convierten en armas diplomáticas en burdos carteles y panfletos de propaganda, cuando no en pistolas y bombas de plástico.

El hombre de la calle no entiende mucho de esas cosas, sólo desea la paz y la justicia. Pero quisiera que algún día en algún lugar, una de las tantas comisiones internacionales, investigara sobre los orígenes y destinos de ciertas fortunas e hiciera la luz en esos misterios del capitalismo internacional, tan vinculados a la política.

11 Julio 1968

El riesgo de servir

Rodrigo Royo

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Servir a la Patria es siempre una profesión noble y arriesgada. El militar sirve a la Patria con graves riesgos para su persona y con perfecta conciencia de esos riesgos. El aviador civil, el marino mercante, el minero, el metalúrgico, el electricista corren sus riesgos. El torero corre sus riesgos. Desde todas las profesiones y oficios, si se ejercen con estímulo de superación y con limpieza, se sirve a la Patria y se corren mayores o menores riesgos.

La profesión periodística es, en este sentido, particularmente arriesgada. Es como un ejercicio circense sin medidas de seguridad. El periodista trabaja todos los días cara al público, representado sin cesar números no ensayados, en el trapecio más elevados de la carpa y sin red que le protege. El día que se resbala un pie o una mano, el periodista se rompe la clavícula o la cabeza contra la arena de la pista, sin remisión. Porque la grandeza y la servidumbre de la letra impresa periodística es su irrevocabilidad. La letra impresa es indeleble y no tiene marcha atrás, lo dicho queda.

Yo no sé todavía cuántos huesos me he roto en una caída de trapecio, de cuyo traumatismo aún no me he recuperado. El Tribunal Supremo, como informó ayer DIARIO SP, me ha condenado a cuatro meses de arresto mayor, 30.000 pesetas de multa, pago de costas y pago de 200.000 pesetas en concepto de indemnización a don José María Gil Robles, por injurias graves cometidas en artículos publicados por la Revista SP cuando yo era director de esa publicación en 1964.

Deseo hacer constar que yo me tengo por un ciudadano muy respetuoso de la ley y de los tribunales de la nación y que acato el veredicto del Tribunal Supremo con resignación y disciplina. El Tribunal Supremo, como toda rama judicial del Estado español, está servido por hombre integérrimos. La objetividad de sus criterios y la independencia con que ejercen su función son cosas de las que nos enorgullecemos a diario todos los españoles. Sólo mediante la prevalencia de la ley el acatamiento de los dictámenes pronunciados por hombres tan ecuánimes, independientes y objetivos como los que componen el Tribunal Supremo se puede disfrutar de un auténtico estado de derecho, base indispensable para la convivencia armónica y pacífica de una sociedad política.

No pretendo, por lo tanto, con este artículo adoptar en modo alguno una actitud de protesta ni de desacuerdo con las decisiones del Tribunal Supremo. Antes al contrario, me ratifico en mi acatamiento absoluto y quiero agregar a este acatamiento la distinción nada difícil de establecer, ciertamente, de que lo que tengo que decir sobre el señor Gil Robles – no sobre sus actividades privadas o profesionales como abogado y, por supuesto, sin ánimo de mermar su prestigio – no se vaya a confundir o a interpretar como sombra siquiera de desacato a la alta magistratura judicial.

Lo que tengo que decir es que la filosofía política del señor Gil Robles en mi opinión no es buena para la nación como demostró no serlo en 1936.

El periodista tiene el deber de informar a la opinión pública de las cosas de interés general que pasan a su alrededor. Y yo veo a mi alrededor, en este momento, demasiada demolición, demasiada inclinación y prisa por echar tierra a cosas que pasaron hace treinta años y que no deben volver a suceder. Y para que no se repitan, entiendo que es preciso no perder del punto de mira las causas que las produjeron. Pues bien, una de esas causas de llama José María Gil Robles y su política partidista demoliberal, framgentadora de la unidad nacional. Ahora, don José María Gil Robles, como se deduce de sus actividades, quiere volver a las andadas y reponer en escena el vetusto estilo de los partidos, el viejo expediente de la lucha política que llevó a España a la catástrofe del 36.

A esto es a lo que yo me permito decir que no y recomendar a mis lectores que digan que no, que es agua pasada. Yo abogo por el Régimen fundado por Franco, por la España nueva surgida de la sangre, el sudor y las lágrimas que se vertieron en 1936 y repudio cualquier marcha atrás y cualquier intento de demolición de lo que con tanto esfuerzo se ha construido desde entonces. Ahora está muy de moda hacer leña, no del árbol caído, sino del que muchos se suponen que va a hacer. No caerá. No les caerá esa breva. Es hora de partir, otra vez, a la conquista del futuro. La juventud española está lista para la marcha. Y dispuesta a no dejarse arrebatar el futuro.

Rodrigo Royo

12 Julio 1968

Carta de José Antonio Girón a Rodrigo Royo

José Antonio Girón de Velasco

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Por su edición de anteayer tuvimos noticia de la sentencia del Tribunal Supremo que le condena, entre otras cosas a pagar a don José María Gil Robles, en concepto de indemnización, la suma de 200.000 pesetas.

Estamos convencidos de la rectitud de la sentencia pronunciada por hombres que, a través de su vida, son ejemplo inmaculado de insobornable independencia para la aplicación de la justicia. Esta consideración en suficiente para que nosotros acatemos la decisión de hombres que ejemplarizan a la patria con sus virtudes y que al margen de cualquier consideración están decididos en todo momento a dar a cada uno lo que le corresponda.

El rigor con que estos hombres aplican las disposiciones legales les obliga a inspirarse en principios inflexibles de leyes que constantemente están decididos a aplicar con absoluta objetividad.

Desde otro ángulo, digno, respetable y honesto, la actuación política está hecha de matices, llenos de la sustancia que da en cada momento la medida exacta de los actos realizados en defensa de los principios que la determinarían. Fieles nosotros a los principios que determinan la política que surgió el 18 de julio de 1936, hemos encontrado en su periódico una interpretación esencialmente coincidente con los que nosotros creemos que son esos principios y la forma en que deben defenderse.

Por estas razones y conociendo, a la vez, las dificultades económicas y financieras con que forzosamente ha de tropezar ese DIARIO SP, en el primer año de su nacimiento y haciéndonos cargo de la limitación económica en la que se desenvuelve la vida de los que ejercen con espíritu de abnegación la profesión del periodismo – hombres que, como usted, se dedican apasionadamente al servicio de la comunidad nacional y de sus ideales – proponemos la apertura de una suscripción popular destinada a reunir los fondos necesarios para hacer frente al pago de la indemnización al Sr. Gil Robles.

A tal efecto, se han abierto cuentas en los Bancos Español de Crédito [Banesto], Coca, Esterior, Ibérico y Banco Central, tituladas “Ayuda a Rodrigo Royo”, donde toda persona que desee contribuir al objetivo propuesto puede efectuar desde hoy mismo sus ingresos.

Por nuestra parte, ya hemos hecho, en ese sentido, lo que cada uno hemos estimado posible y conveniente.

Deseando contribuir con esto a la consolidación de su joven y meritorio DIARIO SP, le envían un afectuoso saludo.