9 abril 1994

El primer cambio relevante desde la llegada al frente de la empresa editora de Arthur O. Sulzberger Jr.

Joseph Lelyveld es nombrado nueva cabeza de THE NEW YORK TIMES reemplazando a Max Frankel

Hechos

El 9.04.1994 se hizo público el nombramiento de Joseph Lelyveld como nuevo Editor ejecutivo de THE NEW YORK TIMES.

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sulzberger_hijo Este es el primer cambio en la dirección de THE NEW YORK TIMES desde que Arthur Sulzberger Jr. asumió el liderazgo de la empresa editora reemplazando a su padre.

01 Julio 1994

Joseph Lelyveld sustituye hoy a Max Frankel al frente del «New York Times»

Juan Manuel Fernández

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HOY, 1 de julio, el periódico más influyente del mundo cambia de director. Por primera vez aparecerá el nombre de Joseph Lelyveld como nuevo «executive editor», cuando el diario ha cumplido sus 143 años de historia y se aproxima a su número 50.000.

Lelyveld, de 57 años, sucede en el cargo a Max Frankel, de 64, que ha dirigido el Times desde noviembre de 1986.

Graduado en Harvard e hijo de rabino judío de Cincinnati, el nuevo director ha pasado por todos los puestos que en este diario -al que se incorporó hace 32 años- prestigian la trayectoria de un redactor: reportero en Washington, corresponsal en medio mundo (Londres, Nueva Delhi, Hong Kong y Johanesburgo), subjefe y jefe de la sección de Internacional y adjunto al director desde 1990. Además, ganó el Pulitzer en 1986 por su libro sobre la situación en Sudáfrica.

Al conocerse su nombramiento, Lelyveld declaró que quería hacer un periódico «más penetrante y más ágil».

Desde hoy recoge un diario que ha mejorado en su diseño y planificación, potenciando las secciones de Local y Deportes -tradicionalmente criticadas- y se ha situado más cerca de las preocupaciones de sus lectores, lo que se refleja en un aumento de las ventas (1.200.000 ejemplares diarios y 1.700.000 los domingos). Con Frankel, el carácter de «servicio» (suplementos impecables sobre Hogar, Ocio…) ha mejorado enormemente en elTimes.

Pero Lelyveld también se hace cargo de una publicación que ya no siempre es la primera en sacar a la luz historias relevantes, especialmente en el ámbito de la política y la sociedad de Estados Unidos.

Por eso, nadie duda de que el primer objetivo del nuevo director es reforzar el reporterismo de investigación, para lo que ha contratado como adjunto a uno de los más destacados periodistas americanos de su generación, Eugene Roberts, antiguo corresponsal en Vietnam y redactor-jefe del diario de Nueva York, que abandonó en 1972 para dirigir con extraordinario éxito el Phila- delphia Inquirer. Actualmente era profesor en la Universidad de Maryland, a la que ha anunciado que volverá dentro de tres años.

De todas formas, los cambios en el New York Times no afectan a la mayor parte del equipo directivo en la etapa anterior y el propietario, Arthur Sulzberger, insiste en la continuidad: «Sé que en los próximos años Lelyveld construirá sobre la herencia de Frankel, añadiendo su personalidad a nuestra forma de hacer información».

La huella de Frankel no se va a borrar del periódico. La obsesión del anterior director fue «hacer un diario más fácil y agradable en el que nuestros lectores encuentren lo que buscan». Nada más llegar ordenó que los artículos de la primera página no tuvieran más de 900 palabras, se emplearan párrafos cortos y se incluyeran con frecuencia fotografías de mayor tamaño, gráficos y recuadros.

Puso paz en el interior de la redacción, convulsionada permanentemente por el iracundo A.M. Rosenthal, su predecesor, y promovió a mujeres (Soma Golden como jefa de información nacional) y a negros (Gerald Boyd como jefe de Internacional) a puestos nunca alcanzados, aunque los blancos son aún claramente mayoritarios en los cargos de dirección.

Frankel dio autonomía a sus jefes de sección, fomentó el trabajo conjunto de los reporteros, reforzó la cobertura informativa de los barrios de clase media, alejados de los centros del poder financiero, e hizo tratar con más profundidad los problemas sociales de la ciudad. Deja para las vitrinas del Times una quincena de premios Pulitzer.

También deja errores en el tratamiento de algunos asuntos de especial sensibilidad, precisamente aquéllos en los que el periódico había fundado su reputación como estandarte de la Prensa seria y de calidad.

En 1991, en el juicio a William Kennedy Smith por presunta violación, el diario publicó el nombre de la joven agredida -como ya antes había hecho alguna televisión-, saltándose el secreto judicial con que se pretendía proteger a la víctima. Algo se rompía en el interior del Times en ese momento como comentó entonces Anna Quindlen, la columnista estrella -y única mujer- de la página «Op-Ed», que criticó con dureza la decisión de su director.

Frankel se dedicará ahora a escribir en el dominical sobre asuntos relacionados con los medios de comunicación. Atrás queda una trayectoria que empezó hace cuarenta años desde los puestos más bajos de la redacción y le llevó a informar de la Casa Blanca y ocupar la jefatura de la oficina de Washington entre 1968 y 1972, dirigir la edición dominical y la página editorial.

Cree que «el trabajo del periodista es averiguar hacia dónde se mueve el mundo y llegar allí antes». Y eso es lo que intentó hacer en sus ocho años al frente del Times.