26 abril 1968

Análisis sobre el complejo papel del falangismo en España

Juan Luis Cebrián escribe un artículo sobre ‘sus amigos falangistas’ en el diario INFORMACIONES reflexionando sobre esa ideología

Hechos

El 26 de abril de 1968 el subdirector de INFORMACIONES, D. Juan Luis Cebrián, publicó un reportaje sobre la ideología falangista titulado ‘Mis amigos falangistas’.

Lecturas

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D. Juan Luis Cebrián Echarri, era hijo de D. Vicente Cebrián Carabias, que fuera director del diario ARRIBA (principal periódico de la Prensa del Movimiento) y de la agencia PYRESA (Agencia de Noticias de la Prensa del Movimiento), ambos órganos controlados directamente por el Estado. También estaba emparentado por D. Xavier de Echarri, director de LA VANGUARDIA Española y también ex director del ARRIBA. A pesar de estos parentescos franquistas (el Sr. Cebrián Carabias se definía como ‘falangista de toda la vida’) su hijo pronto se fue alineando con el franquismo aperturista que representaban figuras como D. Manuel Fraga Iribarne.

El Sr. Cebrián, formado bajo las alas de D. Emilio Romero en el diario PUEBLO – donde llegó a ser redactor jefe a pesar de su juventud – decidió acompañar a D. Jesús de la Serna en su pase al diario INFORMACIONES para llevar a cabo el llamado ‘milagro INFORMACIONES’ con el que el diario, adquirido por la banca privada (Banco Santander, Banco Central, banco Banesto y Banco March) se logró levantar la tirada del vespertino gracias a una línea aperturista, pero sin vinculación al Opus Dei, como los otros aperturistas de la tarde. Es decir, al estilo de lo que hacía el diario YA en la prensa matutina.

En aquel equipo de INFORMACIONES D. Juan Luis Cebrián era el segundo de a bordo. En ese contexto estábamos cuando el joven Cebrián redactó a página completa el artículo ‘Mis amigos falangistas’ en el que el periodista hacía una amplio análisis sobre el falangismo en España. Su análisis completo, interesante y en tono crítico resultaba muy atendible para todo interesado en conocer la materia.

Aquel título de su artículo – ‘Mis amigos falangistas’ – resultaría en un futuro incómodo para el periodista. Aunque de su lectura se deduce en seguida que el análisis de Cebrián no es, precisamente, para loar aquella ideología. El artículo reconocía abiertamente, que estaba vinculado personalmente a falangistas y mantenía amistad con muchas personas que la ejercían, algo que chocaría mucho con la imagen de líder de la izquierda mediática a partir de asumir en 1976 la dirección EL PAÍS al que colocaría en posiciones en progresistas.

Uno de los ‘falangistas’ más destacados en el periodismo de aquel momento era D. Jaime Campmany. Y su condición de ‘amigo’ de INFORMACIONES quedaría acreditado cuando, al ser despedido el Sr. Campmany del diario ARRIBA, el diario INFORMACIONES le ofreciera sus páginas como columnista. Llegando a publicar una columna al lado de la del Sr. Cebrián. Algo que se volvería irónica cuando años después los Sres. Campmany y Cebrián pasaran a ser enemigos viscerales al estallar el llamado ‘caso Sogecable‘.

26 Abril 1968

MIS AMIGOS FALANGISTAS

Juan Luis Cebrián

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MIS AMIGOS FALANGISTAS

Cualquier extranjero con mediano interés por el avatar político que visite este alucinante país se tiene que ver enormemente sorprendido. En una sociedad no pluralista como la nuestra, sin asociaciones políticas reconocidas, la calle hace sus clasificaciones según le conviene. No hay partidos políticos, pero hay partidarios, lo cual no deja de ser un contrasentido. Y a través sólo de quienes integran los grupos se puede establecer un juicio sobre los grupos mismos. De la premisa no se salvan ni las agrupaciones más abiertamente comprometidas con el Régimen. La Falange como tal no existe, pero tampoco se atreven muchos a decir que exista, desde el momento en que toda agrupación política ha sido desterrada de nuestro suelo y no pervive más que Movimiento – comunión de todos –

(….)

La Falange como organización de partido, se ha visto tremendamente de(…)da. La ideología falangista como tal, que se había acuñado en las luchas callejeras de la pre guerra está realizando un equilibrio de supervivencia poco fácil y bien arriesgada. Numerosos de los grandes pensadores que la Falange tuviera han colgado sus camisas azules en los percheros de la posguerra mundial y, sin embargo, sigue habiendo falangistas. Algunos lucharon en las trincheras de nuestra conteinda civil. Otros, no. Y ahra están todos interpelando en las COrtes o escribiendo en los periódicos a la búsqueda de un camino nuevo, quién en la continuidad, quién en la ruptura, dispuestos a desempolvar sus viejas camisas y quién esté sí hasta a lanzarse a la calle ‘cuando el servicio a la Patria así lo requiera’.

El fenómeno en si es demasiado complejo y no tolera un análisis rápido. La historia de la Falange está llena de oscuridades que sólo el tiempo, curadas las heridas que todavía perviven, podrá venir a desvelarnos. Pero nadie puede dejar de comprender que entre los grupos vinculados al Régimen, la Falange es mirada como el más estrechamente comprometido y los falangistas serán presentados como quienes más directamente pilotaron la singladura política española en los últimos treinta años.

EL CAMINO DEL PODER

La instalación de la Falange en el Poder, unificando en ella todas las diversidades políticas, fue su triunfo y a la vez la causa definitiv del debilitamiento orgánico del partido. Resulto que muchos miembros de éste se convirtieron en funcionarios de la Administración con un escalafón bien definido oque se andaba desde la corneta de un campamento pasando por el SEU, hasta los mullidos sillones oficiales. Le ha faltado a la Falange mucha dialéctica en estos treinta años y le ha sobrado, quizá mucho cargo público. Ahora algunos miran para atrás, como si les pesara la historia, pero bien poco se preocuparon de hacerlo hacia adelante cuando el yugo era tan suave que lo podían llevar sin gran esfuerzo, en las solapas. Y están aquí, mis amigos falangistas escindiéndose cena a cena, reunión a reunión, del Mindanao a un restaurante de la calle de Toledo, de éste a un club de jóvenes activistas universitarios. Y están aquí pidiendonos que vayamos a ellos, que nos recibirán con los brazos abiertos y seremos todos del Movimiento que el Movimiento es la Falange.

Pero resulta que el Movimiento no es sólo la Falange: lo somos todos ¿no? Se nace del Movimiento un poco como se nace madrileño. Está convirtiéndose, quierase o no, en una condición casi geográfica. Tiene unos principios básicos que no son un programa de acción político, sino un reconocimiento de valores humanos y sociales. Así que se necestiaría que alguien explicara bien clarito qué es preciso hacer, si preciso es hacer algo, para integrarse en el Movimiento, aparte de venir al mundo en la Clínica de la Concepción o en una maternidad leonesa. No vayan a quedarse muchos – por ignorancia – fuera del Movimiento – comunión de todos – que es nacional, pero no sólo falangistas.

Pero ahora están aquí mis amigos falangistas, sin entenderlo bien bastante de ellos, preguntándose que pasa, con una revolución nacional-sindicalista en la que se prepara – a los treinta años – una ley Sindical y se discute la verticalidad de los sindicatos. Están aquí, deseando no pocos un Estado corporatitvo, a la hora en que en España se abren difícil paso hacia el futuro algunas facetas la ideología de un mundo liberal que rechazaron. Ahora están aquí, cansados muchos de ellos, perplejos los más arrogantes los jóvenes, preguntándose como el existencialista al cuento o el cristiano que hace los ejercicios de San Ignacio: ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿Para qué fuimos creados?

MONARQUÍA SÍ, MONARQUÍA NO

Mis amigos falangistas…. en los campamentos se cambió el color de las camisas: de azul a gris. Y desde lejos los muchachos del Frente de Juventudes apenas se distinguen ya de los boy scouts. Vieron marcharse de su seno el control de la Prensa Experimentaron un vaivén de gentes de ir y venir y cuando llegó a constituirse el último Consejo Nacional del Movimiento algunos se fijaron casi cicateramente había quien iba de chaqué. No era preciso ponerse la camisa azul para ser del Movimiento.

Mis amigos falangistas… tienen una organización de base que se cruza y entrecruza con los lazos de la Administración. Han defendido y votado en referéndum la institución monárquica para el futuro de España. Y ahora insisten en la Regencia  que es una solución de recambio y prevista en última instancia en la ley – para explicar la contradicción interna en que incurrieron. Mis amigos falangistas… Resulta – dicen – que están perdiendo el control del Poder. E incluso algunos de ellos afirman que no lo tuvieron nunca. Pero la Historia les considerará como losa administradores de los aciertos y fallos del Régimen. Resulta – dicen – que etán a un lado de la carretera. Se encuentra en una pretendida superación ideológica de la izquierda y la derecha, cuando en el mundo las superaciones que se producen son más que nada económicas. Mis amigos falangistas… Ponen una nota de color poético en medio de este mundo amigo de la tecnocracia. Son gentes honradas, pero no encuentran fácil acomodo intelectual. Se lo quitó, probablemente, la facilidad que tantos tuvieron para acomodarse en el poder.

Juan Luis Cebrián

El Análisis

EL VERDADERO TRASPIÉS CEBRIÁN

JF Lamata

¿Era un traspiés para el Sr. Cebrián escribir un artículo reconociendo que tenía amigos falangistas en 1968? No tenía por qué haberlo sido, entre otras cosas porque era francamente difícil ejercer el periodismo en aquella época (o cualquier otra profesión vinculada con la política) sin tener algún colega falangista. Y además porque, en el caso del Sr. Cebrián, tratar de desvincularse del falangismo hubiera sido utópico con un padre ‘falangista de toda la vida’, como tantos otros.

Por lo tanto, ni su padre, ni su presencia en PUEBLO podían ser considerados auténticos traspiés en su contra. Lo que le costaría caro, su auténtico traspiés, sería aceptar la dirección de informativos de Televisión Española (TVE) durante el Gobierno de D. Carlos Arias Navarro para tratar de ayudar a la apertura que intentaban D. Pío Cabanillas y D. Juan José Rosón, ese sería, sin duda, lo que más se convertiría en un hachazo en su contra tras su evolución del franquimo al progresismo, como demostraría el hecho de que sus enemigos mediáticos en los años venideros no pararan de recordárselo (a él y a todos los que siguieron una evolución similar como ‘Cándido’).

J. F. Lamata