6 octubre 1983

Juan María Bandres Molet se querella contra Ricardo de la Cierva Hoces por llamarle ‘encubridor de asesinos’ en el YA

Hechos

El diputado de Euskadiko Ezkerra (EE), D. Juan María Bandrés, demandó al columnista del YA, D. Ricardo de la Cierva, por su artóculo del 6.10.1983.

Lecturas

Contra DIARIO16 se querelló el columnista del YA, don Ricardo de la Cierva, atacado con frecuencia en DIARIO16, en especial por su director adjunto, don José Luis Gutiérrez. El juez decretó fianza de cinco millones tanto contra el Sr. Gutiérrez como contra don Pedro José Ramírez por aquello, los querellados se defendieron en nombre del derecho de la libertad de prensa. Lo original es que el entonces querellador, Sr. De la Cierva, se amparó igualmente en la libertad de prensa cuando fue él el querellado por el diputado abertxade Sr. Bandrés al que había llamado “encubridor de asesinos” en un artículo en el YA.

 

06 Octubre 1983

LA SOCIEDAD SUICIDA

Ricardo de la Cierva

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Bandrés desbarró con su habitual cinismo, insultador parlamentario y encubridor de asesinos. Alguien tendría que recordar alguna vez al siniestro personaje que comparte con Santiago Carrillo el más sombrío nidal de la transición.

Nadie tomó el lunes por la tarde la foto del mes: el ministro de Educación, José María Maravall, paseando del brazo con su antecesor, José Manuel Otero Novas, por las calles de Boadilla del Monte, mientras la alcaldesa Matilde Múgica, trataba de sacar el príncipe de Asturias con poco éxito, del corro de muchachos empeñados en retratarse con él. Inaugura Maravall las escuelas nacionales Príncipe Felipe que construyó Otero; y gracias al excepcional sentido cívico de un ayuntamiento moderado no se repitió en Boadilla del Monte aquella escena triste de la calle de San Bernardo hace más de un siglo, cuando el creador del Canal de Isabel II, Juan Bravo Murillo, tuvo que presenciar entre el público, desde una cuarta fila, la llegada de las primeras aguas. Faltó la foto ministerial y el micrófono indiscreto, aunque algunos curiosos adivinaron que la sonriente conversación de los dos ministros versaba sobre la tergiversada frase de Otero Novas a propósito de la LODE, que había comparado a la invasión de Polonia. En la información de YA se interpretó correctamente la comparación; pero lo importante es el ejemplo de civismo que dieron los dos personajes por las calles de un pueblo decidido a convertirse en vanguardia y horizonte cultural de Madrid, como proclama, lejos del himno pasota y aberrante, su nuevo lema.

Una procesión cívica bien diferente, por desgracia, daba el espectáculo la tarde siguiente en el corazón de Madrid. Las partidarias del aborto montaban su aquelarre ante los portones de bronce de un Congreso convertido, gracias a una espantosa regresión histórica, en templo de Melkart. Feministas, lesbianas y demás ralea hacían la Carrera (de San Jerónimo) hasta que por orden del Presidente de la Cámara, don Gregorio Peces Barba, soltero y sin compromiso, la pOlicía las amontonó con pancartas y todo en un furgón, sin atender las protestas de una muchadumbre de once personas que insultaban abyectamente a Fraga y sus diputados.

Llegaba de Roma, como un eco fiel del Concilio Vaticano II, la nueva condena del aborto como pecado estructural en el Sínodo de los Obispos. Defendía su aborto el ministro Ledesma con argumentación peregrina: la Constitución dice que todos tiene derecho a la vida, pero todos son – para él – los nacidos, porque también todos tienen derechos a la enseñanza y a la sindicación y los fetos no pueden ir a la escuela ni sindicarse. ¿es que la nueva LODE polaca incluye clases para recién nacidos? ¿Es que don Nicolás Redondo posee, en su feudo amarillo de la UGT, también un sindicato de bebés? Un ministro de Justicia puede decir, y de hecho dice, disparates, pero no puede decir tonterías de tal calibre. Nervioso por el abandono general de escaños mientras subía a la tribuna, el diputado Bandrés desbarró con su habitual cinismo hasta que con sus característica nobleza le cortó en seco Alfonso Osorio. Nadie menos que Bandrés,, insultador parlamentario y encubridor de asesinos, tiene derecho a citar impunemente a la tortura y la muerte. Alguien tendrá que recordar alguna vez el siniestro curriculum de este personaje nefasto, que comparte con Santiago Carrillo, ya coherentemente recaído en su stalinismo constituyente, el más sombrío nidal de la transición española.

Un Congreso que representa, adecuadamente a una sociedad suicida se preparaba formulariamente para que tal sociedad pudiera – dentro de la ley – privar de la vida a un millón de españoles durante los tres p´roximos años. Un informe oficioso del Centro de Investigaciones sociológicas señalaba que una tercera parte de la derecha española estaba conforme con la regulación de laborto, por más que esa regulación, de la que se ha excluido, por imposición socialista, oda supervisión judicial seria, equivale a una legalización del aborto libre. Pese a las dudas de un sociólogo tan eminente como el profesor Vázquez, creo que por desgracia son ciertos los porcentajes del CIS; lo he comprobado en cientos de conversaciones. A la derecha española no le preocupa  el aborto. Los escaños vacíos o yermos de la derecha – fuera del testimonio – admirable de los médicos, los portavoces y los presentes – ofrecían una prueba sobrecogedora, pero trágicamente acorde con el mensaje abúlico de la sociedad suicida, incluidas las instituciones. La derecha española participa, parcial pero significativamente, en el desinterés anti-vital de la sociedad suicida, que se dispone a impedir saturnalmente el nacimiento de sus propios hijos. Esa es la evocación exacta: mientras un vacío espantoso helaba, en los rincones desiertos de la plaza de Lima, las palabras del Papa, el Gobierno socialista se disponía a celebrar lo que a otro propósito no menos absurdo llamaba un notable historiador socialista las saturnales de la libertad.

Ricardo de la Cierva