22 marzo 1968

El dirigente comunista había perdido sus poderes dictatoriales en enero al perder el control del partido único

La dimisión del ex dictador Antonin Novotny como Jefe de Estado de Checoslovaquia confirma la deriva aperturista de Dubcek

Hechos

El 22.03.1968 Antonin Novotny dimitió como Presidente de Checoslovaquia, puesto en el que fue reemplazado por Svoboda.

Lecturas

La Primavera de Praga

Desde la llegada de Alexander Dubcek al poder en Checoslovaquia, el país había revaluado las competencias parlamentarias, suprimido la censura, la promulgación de la ley de asociaciones y establecimiento de un tribunal de garantías. La desaparición política ahora de Novotny, símbolo de la etapa stalinista del régimen comunista de Checoslovaquia.

23 Marzo 1968

Antonin Novotny dimite como presidente de la República de Checoslovaquia. Meridiano mundial.

ABC (Director: Torcuato Luca de Tena Brunet)

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Antonin Novotny, cabeza visible de la vieja guardia staliniana en el régimen comunista de Praga ha sucumbido políticamente, al fin, ante la purga incruenta desatada por los neomarxistas del grupo de Ducek.

La evolución política de Checoslovaquia parece tan imparable como de fondo. No ofrece ninguno de los visos propias de las intrigas de camarillas acampadas en el poder; es más, resulta difícil distinguir qué son ecos y qué las voces, si las actitudes de la nueva guardia o los clamores que, desde abajo – las fábricas, los escritores o las Univerisdades – piden la rápida y total consumación del proceso. Tampoco se circunscribe a revisar la lista de personalidades instaladas en el “aparato” pues pone en tela de juicio los supuestos clave sobre lo que éste se encuentra montado: sustitución de la economía ideologizada por otra racional, basada en la rentabilidad y en la individualización de las responsabilidades empresariales; apertura a la concurrencia política entre los seis partidos que existen de ‘jure’ en el país; revisión de las funciones del Partido Comunista, revaluación de las competencias parlamentarias; crítica de las líneas de la política exterior; supresión de la censura; promulgación de una ley de asociaciones y establecimiento de un tribunal de garantías constitucionales. Concurre a colorear de modo inequívoco el actual clima político de Checoslovaquia, el que en el periódico ‘Libertarny Lysti’ se pida el retorno del cardenal Beran, exiliado en el Vaticano desde 1966 y el que las nuevas autoridades checas pidan públicamente una investigación sobre la muerte de Juan Masaryk, defenestrado en 1953.

La liquidación de las viejas guardias stalinianas hace históricamente inviables las intervenciones de los carros de combate – al modo de Poznan o Budapest – como elementos de reconducción a la unanimidad política. La reciente fuga del general Sejna se debió a un intento fallido de sacar las tropas a la calle. Y, ahora mientras continúa la sesión constituyente y depuradora, del presídium del Partido Comunista chehco, se ha suspendido todo tipo de maniobras militares.

Desde el punto de vista ideológico, la evolución checa parece más interesante que la rumana o la yugoslava.