19 julio 2016

El partido de Albert Rivera se muestra indignado con el inesperado apoyo de algunos diputados separatistas

La ex ministra Ana Pastor es elegida nueva presidenta del Congreso con los votos de PP, Ciudadanos y 10 diputados nacionalistas

Hechos

El 19 de julio de 2016 Dña. Ana Pastor fue elegida presidenta del Congreso de los Diputados.

Lecturas

El 19 de julio de 2016 el Congreso de los Diputados vota la nueva mesa del Congreso que estará presidida por Dña. Ana Pastor Julia, del Partido Popular, la votación fue secreta, pero dado que la Sra. Pastor Julia logró 179 votos, mayoría absoluta (cuando el PP y Ciudadanos sólo suman 137 diputados) se asume que el PDeCAT y PNV han tenido que votar a favor de la Sra. Pastor.

PRIMERA VOTACIÓN 

Dña. Ana Pastor – Apoyada por 169 diputados (PP + Ciudadanos)

D. Patxi López – Apoyado por 85 diputados (PSOE)

D. Xavier Domenech – Apoyado por 71 diputados (Unidos Podemos)

D. Francesc Homs – Apoyado por 8 diputados (Convergencia).

17 votos en blanco.

SEGUNDA VOTACIÓN

Dña. Ana Pastor – Apoyada por 169 diputados (PP + Ciudadanos + CC + Convergencia + PNV)

D. Patxi López – Apoyado por 155 diputados (PSOE + Unidos Podemos)

25 votos en blanco.

21 Julio 2016

El caso de los diez votos

Fernando Ónega

Leer

A la España ingobernable sólo le faltaba esto: una Agatha Christie que escribiese “El misterio de los diez votos”, basada en el hecho real de unas votaciones en el Congreso de los Diputados. La trama es muy suya: en el recuento aparecen diez papeletas depositadas por diez manos ocultas. Los periodistas y la mayoría de los diputados se disfrazan de policías y empiezan a buscar pistas en la lógica. Coincidencia general: han sido los indepes de Convergència y los nacionalistas del PNV y Coalición Canaria. Toda España los señala, como se puede comprobar en los periódicos del día siguiente. Los más afamados cronistas ponen su nombre en su libreta. Se intuyen los móviles del crimen, sobre todo en el caso catalán: la pela es la pela y Homs empuñó el arma para tener grupo parlamentario y los dos millones de euros que lo acompañan. Aumenta el misterio al seguir aplicando la lógica: ¿qué le han dado a Rajoy a cambio? ¡La investidura!, concluyen los investigadores, elevando así a la categoría de mítica su cualidad de negociador. Ya está la trama, con su cuerpo y sus motivos del delito.

Capítulo segundo. Preguntado Francesc Homs por sus intereses y si tiene coartada, niega que su grupo sea el autor, lo niega como si le acusaran de un crimen, pero aumenta las sospechas al decir que el voto es secreto. ¿Desde cuándo no se sabe lo que vota un partido?, preguntan los sabuesos. Encima mienten, protestamos los curiosos espectadores. Por la piel del país se extiende la sombra de la sospecha como si se tratara de una conjura: han pactado, ¡Rajoy y Homs han pactado y además con nocturnidad!, pero es un pacto tan vergonzante que no se puede ni confesar.

Y el más difícil todavía, en el capítulo tercero. En la parte acusadora aparece un personaje decisivo llamado Ciudadanos: si Rajoy acordó algo con los que quieren romper España, ellos retiran su abstención técnica y vuelven al no. Conmoción general: por la mañana, los periódicos veían que los nacionalistas consagraban a Rajoy en el poder; a mediodía, Rajoy podía ganar 10 votos, pero perdía 32. El sudoku volvía a ser irresoluble. Y lo de siempre: la cuestión catalana, el referéndum y la unidad nacional volvían a complicar la formación de gobierno. Agatha Christie estruja su imaginación para construir un desenlace coherente. Dicen que tiene serias dificultades.

Comentario de texto: ¡ay, si fuese verdad que el PP se entiende con los nacionalistas! Si fuese posible, habría una cierta escandalera en los frentes conservador español y el independentista, pero se habría empezado a rehacer uno de los puentes destruidos; Pedro Sánchez quedaría aliviado de la responsabilidad de condenar al país a las terceras elecciones; España habría alcanzado el nivel de país gobernable, con los territorios más díscolos integrados en los objetivos estatales… Pero no puede ser. Esperemos que Agatha Christie tenga la solución.

21 Julio 2016

La señal

Enric Juliana

Leer

Dice Fernando Ónega que el caso de los diez votos prestados en el Congreso es digno de una novela de Agatha Christie. Repasadas una y otra vez las votaciones para la Mesa, queda claro que esos diez votos sólo pudieron ser emitidos por los soberanistas catalanes y los nacionalistas vascos. Quizá con apoyo canario.

Los vascos, los canarios y la rama catalana republicana lo han negado, estos últimos de forma muy vehemente. (Al partido del triángulo hay que hacerle caso. Ellos no han sido.) La otra rama catalana se ha limitado a comentar que el “voto es secreto”. Puesto que esa rama se halla en situación de necesidad –parte de su patrimonio está embargado y ha tenido que cambiar de nombre–, la conclusión parece fácil: “Lo han hecho por dinero”.

Todo el mundo asiente. Poseer grupo parlamentario propio garantiza una subvención por elector, una cantidad por gastos de mailing y un pago adicional para asesores. En el caso de CDC, 1,5 millones de euros este año y 350.000 los años siguientes, según cálculos de José Antonio Zarzalejos, buen conocedor del reglamento. Sin esos ingresos, la refundada Convergència podría padecer un grave quebranto económico. Puesto que los sospechosos pertenecen a un pueblo calificado muchas veces de fenicio y judaizante, la explicación es redonda: “Todo lo hacen por dinero”. Así concluye la novela.

Discrepo de ese final, aunque sea por llevar la contraria. (Cuando los estudié en la escuela, los fenicios me cayeron muy bien.) Las novelas de Agatha Christie siempre avanzan mediante preguntas. Me permito formular la siguiente: ¿el Partido Popular y el PSOE están dispuestos a que ERC tenga el monopolio de la representación parlamentaria catalana en el Congreso? ¿Desean que ERC sea la única Minoria Catalana?

Rafael Hernando, portavoz parlamentario del Partido Popular en el Congreso de los Diputados
Rafael Hernando, portavoz parlamentario del Partido Popular en el Congreso de los Diputados (EFE)

Les avanzo la respuesta. No. Rotundamente, no.

Puedo asegurar que CDC habría obtenido grupo en el Congreso –no en el Senado–, pese a no haber alcanzado el 15% de los votos en las provincias de Barcelona y Tarragona. Lo habría conseguido sin emitir esos votos misteriosos y subrepticios. Seguro. Ni PP, ni PSOE, ni siquiera Podemos, les habrían negado auxilio. El grupo lo habrían tenido.

Los diez votos misteriosos salieron de las filas del PNV y CDC y obedecen a un pacto político con el partido de Mariano Rajoy, que envía tres mensajes: 1) El PP no está aislado y puede intentar gobernar con apoyos parciales y concretos que vayan más allá de Ciudadanos. 2) El PSOE lo tiene difícil para armar una mayoría alternativa. 3) Es posible una cierta distensión con Catalunya.

El caso de los diez votos prestados es un éxito táctico de Rafael Hernando, jefe parlamentario del PP, y un problemón para Francesc Homs, puesto que hay cosas que son muy difíciles de explicar el mismo día que en Barcelona se pacta con la CUP la doctrina de la ruptura unilateral.

El caso de los diez votos prestados radia un mensaje: Rajoy no está aislado. Este es el pacto.

21 Julio 2016

Agustí, vas cojo

Salvador Sostres

Leer

A finales de 1983, Pujol quería prescindir del que había sido su primer consejero de Agricultura, Agustí Carol, pero no se atrevía a decírselo. Llamó a Lluís Prenafeta, su hombre de confianza para que le ayudara a encontrar la manera. Y Prenafeta, que siempre ha sabido resolver problemas, le dijo un día al conseller. «Agustí, vas cojo», y le mandó a un médico amigo, previamente avisado, que le convenció de que tenía que operarse inmediatamente, porque lo que tenía —que era nada— podía ir a peor. Y así, fue el propio Carol quien le presentó la renuncia al presidente, para poder someterse cuanto antes a la intervención. Cuando el hombre se recuperó, Pujol se ocupó de que recibiera una agradable oferta de una empresa de su sector. Así se han hecho siempre las cosas en Convergencia. Creando soluciones más graves que los problemas y con un paternalismo a la siciliana.

El partido se metió en el lío de la independencia para no parecer menos nacionalista que Esquerra y ahora han cambiado de nombre porque tampoco saben cómo decirle Mas que el problema es él. Si Homs ha podido llegar tan lejos es igualmente que nadie se ha atrevido a ponerle en su sitio.

Del mismo modo, la votación de ayer tuvo que ver con la visibilidad y el millón de euros que supone tener grupo parlamentario, pero sobre todo con que los convergentes no saben cómo decirle a Esquerra que se han hartado de sangrar en la marginalidad y que quieren empezar a reconstruir los puentes con el Estado, o lo que es lo mismo, con el Partido Popular.

Es altamente improbable que Homs y Convergència hagan el menor gesto en favor de Rajoy que pueda comprometerles públicamente, del mismo modo que se inventaron la cojera del pobre conseller, y hasta le operaron, para evitarse el mal rato de tenerle que cesar.

Pero eso sí, le buscaron una salida respetable, que es exactamente lo que Homs se buscó ayer en el Congreso para cuando la culpa de todo vuelva a ser de Esquerra, de la CUP, y pierdan las elecciones o se pierdan en la eterna pantomima del desafío que nunca llega, y necesiten que alguien les reconozca como interlocutores, les tolere los chanchullos y les arregle el final de mes.