8 marzo 1922

El diario ABC culpa a 'la mano maléfica' del ministro de Hacienda la caída del Gobierno

La dimisión de Cambó tumba el Gobierno Maura, el Rey Alfonso XIII nombra a Sánchez Guerra nuevo Presidente

Hechos

El 8.03.1922 se formó un nuevo Consejo de ministros presidido por D. José Sánchez Guerra.

Lecturas

D. José Sánchez Guerra es nombrado presidente del consejo de ministros de España por el rey D. Alfonso XIII el 8 de marzo de 1922. El Sr. Sánchez Guerra pertenece al Partido Conservador y sustituye al gobierno de coalición de D. Antonio Maura Montaner, formado en agosto de 1921, que tuvo que retirarse ante la dimisión del ministro catalanista D. Francesc Cambó Batlle.

  • Presidente – D. José Sánchez Guerra.
  • Estado – D. Joaquín Fernández Prida.
  • Fomento – D. Manuel Argüelles.
  • Gobernación – D. Salvador Pinies.
  • Gracia y Justicia – D. José Beltrán Musitu.
  • Guerra – D. José Olaguer Feliu.
  • Hacienda – D. Francisco Bergamín.
  • Instrucción Pública – D. Cesar Silio.
  • Marina – D. Mariano Ordoñez.
  • Trabajo – D. Abilio Calderón.

Permanecerá en el gobierno hasta el 7 de diciembre de 1922. El descontento, el desorden y el caos se mantienen en España.

¿CAMBÓ EL RESPONSABLE DE LA CRISIS POLÍTICA?

francesc_cambo1918 El líder de la Lliga Regionalista, Sr. Cambó Batlle, fue señalado por la prensa conservadora como el culpable de la crisis política que causó la caída del Gobierno.

MINISTROS DEL GOBIERNO SÁNCHEZ GUERRA

FernandezPrida D. Joaquín Fernández Prida – Minisro de Estado

salvador_pinies D. Salvador Pinies – Ministro de Gobernación

AbilioCalderon D. Abilio Calderón – Ministro de Trabajo

Bergamin D. Francisco Bergamín –  Ministro de Hacienda

OlaguerFeliu D. José Olaguer – Ministro de la Guerra

Josebeltran D. José Beltrán – Ministro de Gracia y Justicia

ManuelArgüelles D. Manuel Argüelles – Ministro de Fomento

D. César Silio – Ministro de Instrucción Pública.

D. Mariano Ordoñez – Ministro de Marina

08 Marzo 1922

Editorial

ABC (Director: Torcuato Luca de Tena Álvarez Ossorio)

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La verdad oficial es que el Gobierno del Sr. Maura ha caído porque se le ha retirado uno de los ministros liberales. La verdad verdadera es que ese ministro se ha retirado muy poco antes, unas horas antes de la retirada general del Gobierno. El Gobierno estaba ya exánime, públicamente desunido, imposibilitado por la discordia; si hubiera querido sobrevivirse, tapando y soportando su descomposición, tampoco hubiera podido resistir las hostilidades que le había suscitado el Sr. Cambó en el país y en el Parlamento, donde ayer mismo le aguardaba una prueba peligrosa. La crisis no tenía remedio ni demora, y el conde de Romanones, que ha cuidado amorosamente la vida del Gobierno, le hizo ayer el último favor ‘despeinándolo’ y ayudándole a morir del mejor modo, no sin aprovechar la coyuntura para colocar frente al tendido del sol el brindis oportuno: “¡Vaya por las garantías!”. De otro rango son las muchas y buenas obras que nosotros estimamos en el ilustre político, y que en los últimos años han enaltecido su reputación de gobernante capaz y patriota, pero hay que reconocer que estos lances de gracia y destreza tienen también su valor para el público que asiste a la parte aparatosa y escénica de la política.

Ni presupuesto nivelado, ni ordenación ferroviaria, ni liquidación del problema de Marruecos… Todo su programa se lo lleva intacto el Gobierno caído, a pesar de los concursos extraordinarios que reunía. No ha podido hacer nada, cumplir ninguno de sus compromisos, sin que desde fuera nadie se lo haya estorbado. El estorbo iba dentro. La empresa ministerial mejor trabajada y más lucida, la de Marruecos ha tenido el saboteo insidioso y tenaz de dos ministros que cuando la impetuosa corriente de la opinión popular, en un alarde generoso imponía el desquite y la reparación, se prestaron a entrar en el Gobierno muy a gusto, más por lo visto con sórdidas y pérfidas reservas mentales.

Algo deja, sin embargo, el Gobierno caído. Deja un Arancel de carestía y hambre, botín de negocios inicuos. Una guerra de carifas con Francia, la ruptura probable con los demás países y el derrumbamiento de la riqueza exportadora. Aumentada casi al doble la deuda flotante, y enormemente acrecida la inflación fiduciaria. Un régimen del Banco Nacional ocasionado a producir la depreciación de la moneda. Una federación oficial y privilegiada de los Bancos para favorecer el predominio y el provecho de las oligarquías financieras. Por unas cuantas horas no ha dejado también un decreto ilegal, conculcador de los códigos para conseguir – ¡y de qué manera! – el salvamento del famoso Banco de Barcelona…

Todo esto, única labor del Gobierno – exceptuando la campaña marroquí –  esta labor y la discordia que ha destruido al Gobierno, son de una sola mano: la mano maléfica del Sr. Cambó. Conste para su gloria y como título para nuevas hazañas en la política nacional.

08 Marzo 1922

Siguen gobernando las derechas

EL SOL (Director: Manuel Aznar Zubigaray)

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Nadie esperaba ya que la crisis surgiera por la retirada de los ministros liberales. Pero, no bien desvanecida esta causa de dimisión, ya apuntaban otras porque al Gobierno fenecido le ocurría lo que al perro flaco. Pero de pronto, el conde de Romanones resuelve sus perplejidades y pide al Sr. Maura que le devuelva la prensa del marqués de Cortina que, sin saberlo, se ha quedado en seco. Quizá haya alguien que arroje sobre la cabeza del jefe liberal la responsabilidad de los fieros males que se imaginan inminentes. Nosotros creemos que, por el contrario, lo único que cabe hacer con un Gobierno muerto y ya descompuesto, es enterrarlo con la mayor rapidez posible. Pero esto no quita para que examinemos el resultado útil de la crisis.

Por centésima vez, en los tres últimos años, han sido llamadas las derechas al Poder; tampoco ahora se ha encontrado propicia la ocasión para el advenimiento de una política liberal. Las derechas siguen en la privanza y en el monopolio del Gobierno. Nada tiene, pues, de extraño que los males originados por sus procedimientos sigan, al no alterarse estos, el proceso de su agravación. EL Partido Liberal conservador va a encontrarse frente a frente con los mismos problemas que, en parte originó, y en parte empeoró durante su última etapa, y, sin otros instrumentos que los mismos ensayados entonces. La más elemental previsión aconsejaba que, después del desastre de Annual y el desastre no menos trágico de la Hacienda española, consumados en sus manos, aunque no sean de su exclusividad las responsabilidades, el Partido Conservador quedará ausente del Poder, al menos el tiempo necesario para repararlos. Pero no; cae el señor Maura y sube al Gobierno otra representación conservadora.

En otros países, la mecánica de la crisis es bastante diferente. El previsto de fuerza para derribar un Gobierno, es el llamado a sustituirle; es un resultado puramente dinámico. Pero en nuestras costumbres políticas actuales, así como el que ejerce decorosamente la oposición en el Parlamento atrae sobre su cabeza la enemiga general, quien bascula un Gobierno queda, por el mismo hecho, excomulgado y un riesgo de lapidación. Son los liberales quienes han derribado al Gobierno, y ni siquiera se hace ademán de contar con ellos para la solución.

¿Resultado útil de la crisis? Continuarán siendo idénticas la relación del Poder público con las organizaciones obreras, la desgraciada política internacional, la ruina de la Hacienda,, y, lo que es acaso más importante, nuestra situación en Marruecos. Todo seguirá igual.

Repetimos que era menester dar tierra al cadáver del Gobierno. Pero ante la perduración de la misma política, un solo camino queda abierto a los liberales. Y es extender pr todo el ambiente nacional lo que tan eficaz ha sido  en el recinto de las Cortes. Ahora, el viento que ha de aventar esta política sólo puede ser el de la opinión pública. La emoción que ha encendido en el país el último debate sobre las garantías constitucionales señala una rutaclara a los liberales. Por ella, por los resultados logrados puede aprender el Sr. Álvarez lo que le vale el esfuerzo incansable y continuado, el ataque sostenido contra la vieja política, que siempre esperamos de él, aunque inútilmente. Los Gobiernos muertos resucitan indemnes, el tercer día de los desastres, y la vieja política continúa incólume. Por consiguiente, algo más útil y menos fatigoso que derribar Gobiernos muertos es producir una opinión pública que haga imposible su renacimiento.