31 enero 2004

Medem acusa a la AVT por estar manipulada por el Gobierno del PP

Gala de los Goya 2004 – ‘Un Instante en vida ajena’ (José Luis López Linares) vence a ‘La Pelota Vasca’ (Julio Medem), documental que había indignado a las víctimas de ETA por su equidistancia

Hechos

El 31.01.2004 se celebró la Gala de entrega de premios de la Academia del Cine Español.

Lecturas

Dña. Iciar Bolláin fue la ganadora oficial de la Gala de los Goya del año 2004, pero su triunfo fue más discreto que otros años dado que por primera vez toda la atención mediática se centraba en el Goya a ‘Mejor Documental’ en lugar de en los Goya de ‘Mejor Película’ y ‘Mejor Dirección’, ambos para Dña. Iciar Bolláin por ‘Te Doy Mis Ojos’.

Entre los derrotados estuvo D. Javier Fesser cuya película de ‘Mortadelo y Filemón’ estuvo nominada a cinco goyas pero no logró ninguno.

GANADORES DE LOS GOYA 2004

  • Mejor Película – Te Doy Mis Ojos.
  • Mejor Dirección – Dña. Iciar Bollaín por ‘Te doy mis ojos’.
  • Mejor Actor – D. Luis Tosar por ‘Te doy mis ojos’.
  • Mejor actriz – Dña. Laia Marull por ‘Te doy mis ojos’.
  • Mejor actriz de reparto – Dña. Candela Peña por ‘Te doy mis ojos’.
  • Mejor actor de reparto – D. Eduard Fernández por ‘En la ciudad’.
  • Mejor Dirección Novel – Dña. A. González-Sinde por ‘La Suerte Dormida’.
  • Actriz Revelación – Dña. María Valverde por ‘La flaqueza del bolchevique’.
  • Actor Revelación – D. Fernando Tejero por ‘Días de Fútbol’.
  • Guión Original – Dña. Iciar Bollain y Dña. Alicia Luna por ‘Te doy mis ojos’.
  • Guión Adaptado – Dña. Isabel Coixet por  ‘Mi Vida Sin Ti’.
  • Mejor Documental – D. José Luis López Linares por ‘Un instante en vida ajena’.
  • Mejor Película Europea – ‘Good Bye, Lenin’.

Miguel Bosé y Luis Tosar desafiaron a las víctimas de ETA que se manifestaban ante el Palacio Municipal de Congresos.

 La Asociación de Víctimas del Terrorismo, formada por familiares de víctimas de ETA, se manifestó a las puertas del teatro donde se celebraba la Gala de los Goya para protestar contra el documentar del Sr. Medem por su equidistancia entre asesinos y asesinados. Dña. Mercedes Sampietro, presidenta de la Academia del Cine Español hizo un alegato en favor de la Libertad de Expresión de los artistas de cine pero evitó mencionar directamente al Sr. Medem para no provocar a los representantes de la AVT, opción que no tomaron ni D. Miguel Bosé ni D. Luis Tosar, que se enfrentaron a estos en sus intervenciones. Si el Sr. Bosé mandó un saludo directo al Sr. Medem en la intervención en la que debía dar el premio a mejor dirección, D. Luis Tosar al recoger el galardón de ‘mejor actor’ aprovechó para presentar al Sr. Medem como el referente de la libertad de expresión y reprochar a la AVT que pretendiera coartar esa libertad.

LA DECEPCIÓN DE MEDEM: «ESTOY HARTO DE LAS QUEJAS DE ESOS PERSONAJES IMPRESENTABLES»

El Sr. Medem, presente en la gala, al salir no ocultó su decepción a los periodistas por no lograr el Goya: «Estoy harto de las quejas de estos impresentables y no me refiero a las víctimas de la AVT, sino a sus cabecillas, que son peligrosísimos, los del PP, son personajes malignos muy contaminantes, gentes perversas. El infierno de las víctimas será mucho peor pero para mí esto ha sido también un infierno, una pesadilla y ha sido muy injusto. Me alegro de que se acabe todo. Abandono. Vuelvo a la ficción».

D. Fernando Savater («Basta Ya»): «Los que defienden a Medem en nombre de la libertad de expresión que nadie ataca, se olvidan que los que de verdad carecen de libertad de expresión en el País Vasco son las víctimas de ETA. Sus declaraciones posteriores de persecuciones del PP me parecen tan ridículas, como si la víctima del terrorismo fuese él».

Dña. Goztone Mora («Foro de Ermua»): «Le he pedido a la presidenta de la Academia del Cine, Dña. Mercedes Sampietro, que recuerde que somos nosotros, las víctimas de ETA y no él, los que estamos en peligro por defender la libertad de expresión».

Nueva polémica por la negativa de actores a ponerse la pegatina ‘No a ETA’ como hicieran el año pasado con ‘No a la Guerra’

Desde los medios de comunicación como la Cadena COPE o el diario LA RAZÓN se criticó que los actores rechazaran ponerse las pegatinas ‘No a ETA’ que ofrecían una delegación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo como protesta por la nominación al premio a mejor documental a ‘La Pelota Vasca’ un documental sobre el País Vasco que para la AVT era equidistante entre víctimas y verdugos.

goyarazon Eso sí, el presidente fundador del periódico LA RAZÓN, D. Luis María Anson, publicaría varios artículos críticos contra la ministra de Educación, Dña. Pilar del Castillo por subvencionar una Academia del Cine que le era hostil.

01 Febrero 2004

No a Pilar del Castillo, que no ha sabido impulsar cinco películas con mensaje distinto a la de Medem

Luis María Anson

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O se está con la libertad de expresión o se está contra la libertad de expresión. Si se está con la libertad de expresión, hay que hacerlo con todas sus consecuencias. Julio Medem tiene derecho a dirigir películas con el mensaje que le venga en gana. Si en alguna de esas películas cometiera un delito, el peso de la ley caería sobre él. Sí rotundo al ejercicio de la libertad de expresión de Julio Medem en La pelota vasca, película documental, cinematográficamente excelente, por cierto, subvencionada de forma indirecta por el Gobierno vasco y de la que ideológicamente discrepo.

No, en cambio, a Pilar del Castillo que, atosigada por tantas inauguraciones deshuesadas y tantos cócteles ofidios, no ha sabido subvencionar ni directa ni indirectamente cinco películas dirigidas por directores vascos con mensajes diferentes o contrarios al de Julio Medem. Ya tuvimos cuarenta años de dictadura soez para que juguemos ahora a prohibir, perseguir, censurar o linchar a los que, dentro de la ley, ejercen su derecho a la libertad de expresión. De lo que se trata no es de satanizar a Medem, sino de introducir en el mercado cinematográfico, con el impulso del Gobierno que representa la opinión mayoritaria de los españoles, película que den testimonio de la dictadura del miedo que padece Euskalherría, de la situación asilvestrada que sufren los vascos no nacionalistas, del padecimiento de los ciudadanos que en las provincias vascongadas malviven malheridos y apestados como los judíos bajo la opresión nazi.

Luis María Anson

02 Febrero 2004

La libertad de expresión

Diego Galán

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En cada ceremonia de los Goya se descubre que a lo largo del año ha habido numerosas películas españolas que merecen sobresaliente, y que hay talentos, muchos de ellos anónimos, que las hacen posibles. Tanto si ganan o no esos feos trofeos que llaman estatuillas. Y también se descubre, aunque esa es otra historia, que todos los cineastas están muy enamorados, tienen hijos y una enorme parentela a la que citan como guía telefónica. Parece increíble que quienes son capaces de admirarnos en la pantalla, tengan luego tan escaso sentido del espectáculo. Aunque, por supuesto, no todos ellos. Firme y clara en el escenario estuvo Mercedes Sampietro defendiendo la libertad de expresión, apoyada como una piña por los anteriores presidentes de la Academia: un acto valiente y rotundo, que puede hacer historia.

Las víctimas del terrorismo habían conseguido convertir la película de Julio Medem en el foco de atención. Premiar o no La pelota vascala piel contra la piedra podría equivaler, nada menos, a que la Academia del cine español estuviera o no a favor de ETA, tal es la distorsión con que últimamente se maneja lo que ocurre en este país. Aún habrá alguien más que mantenga este disparate. Y aunque no premiaron finalmente La pelota vasca, Medem se llevó la que quizás fue la mayor ovación de la noche cuando Luis Tosar le dedicó su premio. Daba la misma impresión de unión entusiasta que el año pasado se fue haciendo contra la guerra a lo largo de la noche.

No fue una sorpresa que Te doy mis ojos, la magnífica película de Icíar Bollaín con guión de Alicia Luna, acaparara siete premios Goya, todos merecidamente. Había sido, desde su estreno, la clara favorita. La segunda en premios fue La gran aventura de Mortadelo y Filemón, a la que correspondieron, lógicamente, cuantos se refieren a una producción de tal envergadura. Pero cualquiera de las otras películas nominadas los podrían haber obtenido igualmente. Y sus actores y sus actrices…

Ha sido un buen año para el cine español, viendo al menos esta síntesis que los académicos muestran con sus nominaciones. Por eso no hay realmente perdedoras, como se insiste en repetir cansinamente uno y otro año. ¿Cómo puede ser perdedora una película si la nominación en sí es ya un triunfo? Soldados de Salamina, de sus ocho nominaciones, obtuvo sólo el Goya a la (espléndida) fotografía de Javier Aguirresarobe, pero con igual justicia podría haber conseguido varios premios goyas más. Como otras películas que se quedaron en el tintero, Las horas del díaCarmenLa vida mancha… En esto de las nominaciones y los premios suele haber contradicciones.

Este año, por ejemplo, había dos casos curiosos: Planta 4ª, de Antonio Mercero, era candidata a mejor película pero a ningún otro apartado, mientras que Cesc Gay era candidato al mejor director por En la ciudad, que no entraba en la categoría de mejor película.

En estrecha pugna con Suite Habana, parecía también claro que el Goya a la mejor película de habla hispana recaería en la original y conmovedora Historias mínimas, del argentino Carlos Sorín, aunque hubiera pasado desapercibida por nuestras carteleras cuando se estrenó. Carlos Sorín fue uno de los cineastas latinoamericanos que subieron al escenario. Dijeron que éste era el año del cine iberoamericano (acabarán llamándolo hispanoamericano, ya verán).

Un cine, dijo la presidenta de la Academia, Mercedes Sampietro, que quiere reflejar su propia realidad. Como igualmente quiere hacer en ocasiones el cine español, arriesgándose a todos los temas y desde todas las perspectivas. Y en libertad. Ese fue el mensaje de las pegatinas que lucían muchos académicos: un rechazo a los intentos de amordazar el cine y un rechazo indiscutible a la violencia.

02 Febrero 2004

El misterio de la pegatina

Maruja Torres

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La verdad es que nunca me había preocupado e interesado menos narrar en crónica alguna entrega de premios cual la de los de cierto pintor aragonés cuyo nombre no se puede asociar al galardón. Me aburrí como un merengue en una reunión de diabéticos. Y además, con esa sensación de haber sido bien enculada, junto con el ameno público en general.

En fin. Como canta Pablo Milanés, «el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos». Nos vamos volviendo ciegas, también, pues cuando salió Jorge Perugorría creí que era Milanés después de haberse vuelto blanco en donde Jackson recibe a los niños. Al fin supe que era él que llevaba pegatina.

Y nos vamos volviendo sordas y sordos y compañeras y compañeros, puesto que hubo grandes vacíos de sonido ambiental. Hubo momentos, por ejemplo, cuando recién entregado el premio al mejor documental que ¡España! temía recibiera Julio Medem, en aquel mismísimo instante se creó un hueco sonoro digno de Goya, a quien no debo nombrar porque, punto y aparte. Les cuento mi sorda visión.

El premio Los Desastres de la Guerra va, abierto en canal, al primero que me cuente qué puso, argentinamente, Leo Sbaraglia en su pegatina. Le echó retórica al asunto, para dolo del realizador -por cierto, la retransmisión de El Pardo más antigua de la historia de la humanidad-, que no sabía cómo alejarse del candente asunto.

De hecho, habría que premiar, con el galardón Los Premios de Televisión Producen Monstruos, a quienes supieron pasar del plano picado al primerísimo plano sin otear la solapa. Y, al fondo, la orquesta Charatoga y la retransmisión más antigua y franquista que conocemos los veteranos. Menos mal que doña Mercedes, la nueva presidenta de la Academia, le echó un par de ovarios al asunto y exigió lo imposible a nuestros próceres: sentido del humor, que encajen las críticas y que amen el cine. Menos mal que unos cuantos predecesores la apoyaron y, apoyándola, le dijeron al cine español que no está solo.

Entretanto, la platea bullía de glamour. Les juro que lo más interesante que pude otear fue a José Bono, aplaudiendo sin ton ni son.

Por fortuna, el cine no se rinde, y después del año que vivieron peligrosamente sobre todo los iraquíes, y pese a que, en escena, todo fueron alusiones, hay que reconocer el espíritu conciliador de la ceremonia, que, profusa y con política corrección, premió Te doy mis ojos -película que ganaría si sacaran las secuencias de terapia de grupo de acémilas y explicaran el vínculo sexual que une a la pareja- y a un montón de hombres y mujeres aquejados de abundancia familiar-.

Mientras que mi favorita, Torremolinos 75 -o setenta y otro, la ceremonia me ha aplastado-, quedó como quien dice en la cuneta. Gran película.

Volviendo a Los Desastres de la Guerra superpremiun magnum: la música, antigua e inadecuada, un guión inexistente -o existente: no estaba para dejar que hablaran, sino para impedirlo-, salvado por la pericia y el encanto de Diego Luna, desde ya les digo que es preferido de la ciudad, y la siempre eficazmente jezabélica Cayetana, cuyo nombre, oh dioses, cualquiera puede prohibirnos pronunciar en cualquier momento, ligada a Goya. Esa chica lleva muy bien los trajes sin tirantes y es la única que puede permitirse llamar cabecitas a los pesantes premios que reproducen la tremenda testa baturra del pintor.

Digo yo que los españoles deberíamos ir por ahí, a partir de ahora, guarnecidos de prospecto como los medicamentos, para explicar nuestras ideologías y calmar los desmanes. Que es, sin duda, lo que hizo Sbaraglia, pero el cámara no se acercó a su solapa, maldita sea.