24 enero 2005

El Delegado del Gobierno de Madrid, Constantino Méndez, anuncia que la policía tiene identificados a los agresores y que son militantes del PP

La manifestación contra ETA acaba en polémica por los abucheos contra el ministro Bono, que denuncia haber sido agredido

Hechos

  • El 22.01.2005 se desarrolló una manifestación en Madrid convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, tras la cuál el ministro de Defensa, D. José Bono, que participó en ella, denunció haber sido insultado y agredido por participantes en ella.

Lecturas

Durante la marcha, manifestantes lanzaron gritos contra el Gobierno Zapatero, el alto comisionado de víctimas, Sr. Peces Barba y Dña Pilar Manjón, a los que acusaban de cobardías o complicidades con ETA.

Simancas_Acebes Al contrario que su compañero Sr. Bono, el líder del PSOE madrileño, D. Rafael Simancas, estuvo en la cabecera de la manifestación junto al Secretario General del PP, D. Ángel Acebes, sin que su presencia causara problemas.

DOS MILITANTES DEL PP DETENIDOS POR ABUCHEAR A BONO

IsidoroBarrios_AntoniadelaCruz D. Isidoro Barrios y Dña. Antonia de la Cruz, militantes del Partido Popular, fueron detenidos por un grupo de policías encabezados por el comisario D. Rodolfo Ruiz después de que el Delegado del Gobierno de Madrid, D. Constantino Méndez (PSOE) asegurara que la policía tenía identificado a los ‘agresores’ del Sr. Bono. Sin embargo en breve han sido soltados al no haber pruebas de ninguna agresión física.

24 Enero 2005

Agresión intolerable

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Los incidentes que se produjeron el sábado en Madrid durante una manifestación de solidaridad con las víctimas del terrorismo suponen, además de una agresión intolerable a dos políticos electos, uno de ellos ministro del Gobierno, una prueba de la preocupante escalada de la agresividad en la política española. Aunque la inmensa mayoría de las decenas de miles de manifestantes tuvo un comportamiento intachable y los intentos de agresión a José Bono los protagonizó un grupo pequeño de ultraderechistas, lo cierto es que los insultos al Gobierno socialista fueron generalizados durante una marcha cuyo objetivo era demandar la unidad de los demócratas con las víctimas.

Los vándalos ultraderechistas consiguieron dar la razón a aquellos que no acudieron a la concentración por temor, se ve que justificado, a que fuera manipulada con fines partidistas. Que parte de estos energúmenos acudieran posteriormente a la sede de la cadena SER, en la Gran Vía, para continuar su agresión verbal contra un medio de comunicación demuestra que habían acudido para convertir la manifestación en algarada antidemocrática. El Gobierno y todos los partidos han condenado estos incidentes, como no podía ser menos. Pero la condena no puede ser relativizada, tal como ha hecho el PP, aludiendo a ciertas ausencias, justificadas o no, como la del comisionado para las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba, por cierto, también insultado repetidas veces por la multitud.

Nadie puede negar a las víctimas del terrorismo -especialmente a las de ETA- una especial sensibilidad ante cualquier noticia o rumor sobre posibles contactos del Gobierno con la banda terrorista. Pero las discrepancias políticas o las críticas a la gestión del Ejecutivo en absoluto pueden servir de coartada a los violentos que agredieron al ministro y a su compañera de partido Rosa Díez, que en todo momento le acompañó durante los incidentes. Comienza a percibirse una clara tendencia agresiva en la política española a la que no son ajenos ciertos medios de comunicación. Y si algunos creen poder justificar sus insultos de asesino a Bono recordando los proferidos en estos términos contra el Gobierno de Aznar en las manifestaciones contra la guerra en Irak, lo cierto es que el sábado vimos cómo la violencia verbal puede convertirse rápidamente en agresión física. Todos -incluidos los dirigentes del PP- deberían reflexionar sobre lo ocurrido el sábado. Y las organizaciones de las víctimas harían bien en replantearse los intentos de manipulación de que son objeto, precisamente para evitar descalificaciones interesadas. Hoy, convocadas por Peces-Barba, tendrán ocasión de buscar fórmulas eficaces para hacerlo e impedir que se repitan incidentes tan lamentables.

24 Enero 2005

LOS EXTREMISTAS DESHONRAN LA MEMORIA DE LAS VICTIMAS

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La actuación de un grupo de derechistas exaltados que obligaron al ministro de Defensa y a Rosa Díez a abandonar la manifestación en solidaridad con las víctimas del terrorismo generó ayer un intenso debate político y social. El Gobierno decidió intervenir en el asunto, con la apertura de una investigación policial para descubrir a los responsables del acoso contra José Bono y el anuncio de que convocará a las asociaciones de víctimas con el fin de «atajar» «la manipulación con fines partidistas de orientación extremista».

Estos manifestantes virulentos que llamaron «asesino» a Bono pretendían sin duda pagar al Gobierno socialista con la misma moneda con que otros exaltados, esta vez izquierdistas, trataron en la manifestación de Barcelona a Rodrigo Rato y Josep Piqué el 12 de marzo. El desgraciado episodio -que incluyó una protesta ante la Cadena Ser- remite también a las concentraciones que se celebraron ante las sedes del PP el día de reflexión.

Lo que pasó el sábado en las calles de Madrid es, desde luego, igual de condenable que el acoso que sufrieron en su día los gobernantes del PP. En estas mismas páginas censuramos la falta de diligencia de la dirección del PSOE para desvincularse de la actuación de los grupos radicales que cercaron las sedes del PP. Ahora también tenemos que lamentar la falta de contundencia de la dirección popular a la hora de distanciarse de estos hooligans, cuya conducta únicamente sirve para avivar el conflicto de las dos Españas, al que es ajena la abrumadora mayoría de los ciudadanos.Se echa de menos, en este sentido, una llamada de solidaridad de los máximos dirigentes del PP al ministro. Aunque de ningún modo se puede responsabilizar al partido de la oposición del comportamiento de este sector. Tal vez no llegara a ser «una mayoría», como dice el lógicamente ofendido Bono, pero tampoco era un grupo aislado, como dice la Asociación de Víctimas.

Es importante que la reacción del PP sea rotunda para que nadie pueda interpretar que incidentes así son una respuesta de un sector de sus votantes a la política de acuerdos con Zapatero puesta en marcha por Mariano Rajoy. Si hay algún militante del PP entre los implicados debe ser expulsado. Hay que recordar, y lamentar, que la dirección del PSOE no haya hecho lo propio con los afiliados que enviaron mensajes animando a acudir ante las sedes del PP el 13-M.

Dicho lo cual, lo más triste de este episodio es que una causa que debería ser la de todos esté siendo empañada por estos incidentes que dan lugar a debates en los que los partidos se tiran los trastos a la cabeza, con mayor o menor sutileza. Por ello la AVT, convocante de la manifestación, cometió un error al no contar con el Gobierno y los partidos para organizar la marcha. El Gobierno, que reunirá a las asociaciones de víctimas para evitar que se repitan incidentes así, debería haber hecho un llamamiento a manifestarse. Así, como señaló ayer ¡Basta Ya!, «los extremistas se hubieran quedado en minoría».

En definitiva, todos los que tienen alguna responsabilidad deben predicar y extremar la moderación. Alvaro Cabrerizo, que perdió a su mujer y a sus dos hijos en el atentado de Hipercor, asistió a la manifestación de Madrid y dijo: «Hemos dado la sangre de nuestras familias para que ésta sea una nación unida, no separada».

26 Enero 2005

¿Quién pegó a Bono?

Ignacio Villa

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Estoy deseando saber quién pegó al ministro de Defensa, José Bono. Después de la operación policial montada por el Delegado del Gobierno en Madrid quiero saber quién agredió a Bono el pasado sábado en Madrid. Desde luego Constantino Méndez parece muy empeñado en encontrar a algún culpable entre las filas del Partido Popular en un deseo desmesurado por complacer al Ministro del Interior.
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¿Quién pegó a Bono? ¿O es que, quizá, no fue nadie? De momento, la historia ha entrado en una dinámica reductora. De la barra de hierro hemos pasado a un palo de madera; ahora es un mástil roto de una bandera de España. Lo cierto es que nadie ha visto a ninguna persona pegar a Bono. Es más, no existe imagen alguna que recoja esa agresión que está empezando a pasar a ser una historia más de la imaginación que de la realidad.
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Lo que nos queda claro por el momento es que el Delegado del Gobierno deberá ofrecer explicaciones sobre los motivos que le han llevado a esta operación. Una iniciativa más propia de la persecución de delincuentes, que de la búsqueda de unas personas que aparecen en una imagen junto al ministro Bono.
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Lo que está pasando es escalofriante. La Policía ha recabado la declaración de dos militantes del Partido Popular por aparecer en una foto. Parece que -como muy bien decía el ministro Bono- estamos regresando al franquismo, pero no por la vuelta a la violencia en la calles. El retorno a la dictadura está, más bien, determinado por el peligro que significa ahora salir en una foto cerca de Bono. A este paso nadie se va a querer acercar al ministro de Defensa, no sea que el Delegado del Gobierno le envíe una patrulla a casa.
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Quede claro que toda agresión es condenable. Lo que ocurre es que por el momento falla la mayor. ¿Quién pegó a Bono?

24 Enero 2005

Bono no es la víctima, antes al contrario

Federico Jiménez Losantos

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Es lamentable que un grupo de extremistas increpe y zarandee a un ministro que se suma como un ciudadano más a una manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Es todavía más lamentable que ese ministro, José Bono, haya querido o diríase que quiere utilizar esa manifestación para ornar su perfil de socialista distinto y preocupado por España, separándose de los demás representantes políticos del PSOE y del PP —Sevilla, Simancas, Esperanza Aguirre, Acebes, Gallardón— que iban en las mismas y seguras condiciones y que no fueron increpados ni agredidos, aunque unos fueran aplaudidos y otros no. Es tristísimo que Bono se haya convertido en protagonista de un incidente previsible, que se recree en ese sectarismo bochornoso típico de las izquierdas y que tenga la cara dura de achacar al PP la responsabilidad del incidente. Es, en fin, repugnante que Bono sirva de coartada a Llamazares, que apoya el Plan Ibarreche junto a la ETA, para insultar a las víctimas del terrorismo separatista con el que se han aliado Madrazo e IU.
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Pero el ministro de Defensa quiso ser aclamado como el ciudadano particular Pepe Bono olvidando muchas cosas, demasiadas. La primera, que su Gobierno viene perpetrando una política de manipulación de las víctimas del terrorismo del 11-M, presuntamente islámico, contra las víctimas del terrorismo etarra, y que ha creado al efecto desde su aplastante mayoría pediática una especie de minipasionaria en Pilar Manjón para achacar la masacre del 11-M a Aznar, para legitimar el cierre de esa comisión parlamentaria, y para ningunear clamorosamente a la AVT. La segunda, que la muy publicitada e izquierdista Manjón y el nombrado Alto Comisario del Gobierno para las Víctimas, Gregorio Peces Barba, habían despreciado públicamente participar en esa manifestación. La tercera, que las negociaciones con la banda terrorista ETA están siendo sugeridas o proclamadas desde el mismo Gobierno al que pertenece Bono, cosa que ofende a los españoles y muy especialmente a las víctimas del terrorismo etarra. Si además se añade que buena parte de las víctimas de ETA han sido militares, policías y guardias civiles que pueden sentirse agraviados por gestos antiespañoles del Gobierno, algunos protagonizados por el propio Bono (el cambio del himno en el 12-O, la retirada a instancias de Esquerra Republicana del lema “A España, servir hasta morir” en unas instalaciones militares leridanas), el hecho de que algunos elementos ofendidos, nerviosos, extremistas o con afán de vengar tantas humillaciones, marginaciones y penurias hayan aprovechado la imprudencia calculada de Bono para decirle y tratar de hacerle lo que querrían hacerle a Peces Barba o Zapatero es todo menos sorprendente.
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Imprudencia calculada, sí, porque Bono no quiso desfilar como los demás políticos sino diferenciarse de ellos escoltado por Rosa Díez y Ana Vidal Abarca, como si dos personas apreciadas en la oposición al separatismo terrorista pudieran compensar la política del PSOE en este campo, que se limita a negar todo lo realizado por el PP. Sólo faltaba que Bono se proclamase víctima, a fuer de antifranquista, de esa intolerancia minoritaria, criticable, perseguible, previsible y evitable. Insultar a las víctimas del terrorismo asociándolas a la Dictadura es una tradición de la Izquierda, siempre más cerca de la ETA que de la Guardia Civil. Lo hizo el PSOE en la Oposición y en el Gobierno González, cuando negaba a la AVT el dinero que se regalaba a sandinistas, lesbianas e investigadores de la lenteja en Mauritania. Y lo vuelve a hacer el Gobierno de ZP y de Bono, despreciando a las víctimas del terrorismo. Entre las que no se encuentra, por cierto, el ministro de Defensa. Y no nos referimos a Trillo, por supuesto.

04 Febrero 2005

Excesos

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Habrá que esperar a conocer los resultados de la investigación judicial para despejar las dudas sobre los incidentes ocurridos en la manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo del pasado día 22 en Madrid. Esa investigación debería permitir deslindar los hechos de las conjeturas. En el debate que siguió a la comparecencia parlamentaria del ministro del Interior, José Antonio Alonso, el asunto quedó en términos de palabra contra palabra: la del ministro diciendo que la policía actuó de oficio al detener a dos miembros del PP sospechosos de haber participado en la agresión contra el ministro José Bono, y la del portavoz del PP, Eduardo Zaplana, negando que existiera tal agresión y acusando al Gobierno de haber provocado esas detenciones por razones políticas.

La policía actuó de oficio, según el ministro, ante los indicios de que se había cometido un delito del artículo 550 del Código Penal que tipifica como «atentados contra la autoridad» los de quienes «acometan» o «intimiden gravemente» a la autoridad o sus agentes. Acometer equivale a agredir, según la jurisprudencia. Zaplana dijo tener informes policiales que concluyen que no hubo agresión. Sin embargo, de las imágenes de televisión y testimonios de testigos no sospechosos de parcialidad aparecidos en la prensa se deduce que como mínimo hubo zarandeos e intentos de agresión. Hay además un parte de lesiones de uno de los escoltas de Bono. Corresponde a los jueces valorar si esos comportamientos encajan o no en ese tipo penal.

Sin conocer los indicios que llevaron a la policía a llamar a declarar a dos miembros del PP, y a ponerlos a disposición judicial, es imposible saber si estuvo justificada esa decisión. Pero, como hizo ver el representante de CiU, convendría que el propio PP informase de si ha abierto una investigación sobre la actuación de esos militantes, como correspondería al compromiso de tomar medidas si aparecían responsabilidades. La policía vio indicios, y por eso los llamó a declarar, aunque no pudo ser, como confusamente decía una nota de la Delegación del Gobierno, «en condición de imputados». Sólo el juez puede imputar.

Sea como sea, la impresión que produjo el debate de ayer es que ha habido excesos por todas las partes: de quienes trataron de parasitar la movilización para atacar al Gobierno, de quienes identificaron al PP con la extrema derecha y de quienes compararon las detenciones con los comportamientos de la Gestapo. Pero lo peor es que sean los agredidos quienes sean puestos en cuestión y emplazados a dar explicaciones.