20 junio 1940

Financiado por el Estado, competirá con los diarios privados de la tarde: INFORMACIONES, MADRID y EL ALCÁZAR

La Organización Sindical del franquismo crea su propio periódico, PUEBLO, con Jesús Ercilla Ortega como Director

Hechos

El 20.06.1940 salió el primer número del diario PUEBLO.

Lecturas

NACE PUEBLO

De manera paralela a la Prensa del Movimiento el Estado crea el periódico Pueblo como órgano de expresión de la Organización Sindical con quienes compartirá inmueble. Su primer director será Jesús Ercilla Ortega. PUEBLO nace con el objetivo de ser la voz de los obreros y de los Sindicatos verticales en el régimen, eso sí, sin dejar por ello de ser un periódico pro-Dictadura del General Franco, pues no deja de ser un diario sufragado por el presupuesto del Estado al igual que el diario ARRIBA o el diario MARCA, aunque en su caso el diario PUEBLO no dependerá en última instancia del ministerio de la Secretaria General del Movimiento, sino del ministerio de relaciones sindicales.

En su primer número PUEBLO publicó dos editoriales, uno titulado ‘PUEBLO’ donde hacía una declaración de intenciones y otro en el que saludaba al resto de periódicos. Los que más podían sentir su aparición eran los otros tres periódicos de la tarde, INFORMACIONES, MADRID y EL ALCÁZAR. Se da la circunstancia de que PUEBLO se financiará con el presupuesto del Estado (la Organización Sindical es una institución pública por lo que el periódico PUEBLO será un diario público), mientras que los tres periódicos restantes son empresas privadas que deben financiar sus accionistas.

PUEBLO, 17-06-1940

primer_pueblo

Aparece este periódico en un momento decisivo para la excelencia de los españoles. Recogemos el hecho como un don de la fortuna y como símbolo de la razón de nuestra presencia en la calle de España. No es casualidad que en la hora en que se tiene abajo todo un estado de cosas, establecida en el mundo o esta y en contra de España, salga a la luz un diario que se llama PUEBLO. Y que aspira ambiciosamente, a ser el diario del español laborioso y fecundo.

Cuando veía Goethe en la batalla de Valmy el alumbramiento de la nación, democrática y amorta, no percibía que también se consumaba la ruina del pueblo como sujeto y potencia de la Historia y su arrinconamiento para muchas décadas. Hoy, sobre las teorías y las fórmulas, prevalece la realidad, y en la hora en que decaen las nacionalidades surgen en la historia los pueblos, las sociedades humanas con misión propia. Estamos ya en el momento anunciado por José Antonio, en el que cuantro o cinco grandes pueblos iban a ganarse con su sangre el derecho a regir al resto de los humanos. Es la hora de las decisiones, para la que España tiene ya designado su puesto ye nla que ningún español puede renunciar a su destino. En esta hora ve la liz PUEBLO. Pero nuestro pueblo no es aquel. No entendemos el Pueblo como aquella masa amorfa liberal, manejada para fines particularistas, si en la que el hombre ganaba el derecho a votar a costa de la amputación de su ser histórico y de su derecho a subsistir con holgura económica. Mucho menos es para nosotros el Pueblo español la suma de los rencores y los resentimientos con los bajos instintos que el marxismo cultivaban , para lograr también con su infecundidad asear las fuentes de su potencia para las empresas justiciadas. Ni la cantidad ni la pueden definir a nuestro Pueblo, superior casi siempre en vitalidad y anhelo generoso a sus directores.

Un grupo de hombres, con una misión común y cuyos límites alcanzarán donde zesba su voluntad de poder, forman el Pueblo español. A servirle y orientarle en sus objetivos viene cada hoja diaria. Porque hay si Estado y el Pueblo se necesitan para pervivir queremos incorporar al Pueblo español a las tareas de Estado, armarlo para que dañada de su ciudadanía estatal, darle consignas claras y corregir sus errores, el necesario fuere. Prestarle conciencia de su fuerza y de la necesidad de mostrarla para vivir.

Como para los primitivos romanos para nosotros no hay otro pueblo que el pueblo armado y encuadrado militarmente. El pueblo dispuesto a probar y a conquistar. ¡Arriba España!

Nuestro saludo a la prensa

Nacemos hoy a la luz con toda la orgullosa satisfacción española de sabernos cumplidores de un sagrado mandato nacional. Nuestra voz diario reforzará a la medida de nuestras fuerzas estas otras voces diarias, bizarras y entonadas que claman y pregonan la suprema realidad de la Patria, la dignidad del Pan, lo indeclinable de la Justicia. Al servicio del Trabajo Nacional agotaremos todas nuestras posibilidades de acción o inducción. Y en ese diario nerviosismo de nuestro primer saludo porque tenemos la convicción entrañable de camaradería y hermandad saludamos a la prensa diaria española con nuestro mejor saludo falangista: brazo en alto.