11 abril 2006

Giro a la izquierda en italia, y también vuelta a la inestabilidad

Elecciones Italia 2006 – ‘La Unión’ de Romano Prodi derrota a ‘La Casa de las Libertades’ de Berlusconi y asume el Gobierno

Hechos

  • El 11.04.2006 se celebraron elecciones italianas en las que ‘La Unión’  logró el triunfo con 348 escaños, frente a ‘La Casa de las Libertades’ (Forza Italia de Berlusconi + Alianza Nacional de Fini + Liga del Norte de Bossi + Alternativa Social de Alessandra Mussolini) que logró 281.

12 Abril 2006

Suspiros italianos

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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«Por un suspiro», gracias al voto de los emigrantes para el Senado, logró Romano Prodi y su Unión de centro-izquierda alzarse con la victoria oficial en las reñidas elecciones italianas. Pero de forma irresponsable el actual primer ministro y líder de la derecha, Silvio Berlusconi, se negó ayer a aceptar la derrota de su Casa de las Libertades proclamada por el Ministerio del Interior de su Gobierno y pidió un recuento de «millares» de votos dudosos, ante la diferencia de 36.000 papeletas que le separan de su rival en los comicios a la Cámara de Diputados. Berlusconi parece aplicar las lecciones de Bush frente a Gore en 2000.

Aunque se abre un periodo de incertidumbre que puede ser largo y pernicioso para Italia, de momento, el vencedor oficial es Prodi. Que su primera proclamación haya sido para asegurar que la paz y Europa estarán en el centro de la política de su Gobierno debe ser motivo de satisfacción para el conjunto de la UE. No tanto para la Casa Blanca, pues Prodi se ha comprometido a retirar las tropas italianas de Irak, lo más rápidamente posible en concertación con las autoridades iraquíes. Pero si las va a retirar lo mejor que puede hacer es no demorarse, para evitar que se le complique la situación.

Un problema central es que, junto a una mayoría exigua en el Senado, Prodi está al frente de una compleja coalición, lo que no garantiza ni la estabilidad de su futuro Gobierno, que no podrá formarse antes de dos meses, ni su longevidad política. Puede ser un Gobierno débil, aunque en los últimos lustros otros Ejecutivos sin gran peso son los que han llevado a cabo más reformas estructurales. Italia las necesita, empezando por un saneamiento a fondo de sus cuentas públicas. Al menos, la victoria del gris Prodi es garantía de que Italia no contempla salirse del euro.

Si estas elecciones eran una suerte de plebiscito sobre Berlusconi, los resultados indican que hay Cavaliere para rato. Su derrota pone fin, al menos temporalmente, a la anomalía italiana, la de un primer ministro que suma el control de los medios de comunicación públicos a su condición de mayor magnate mediático del país, y la capacidad de cambiar las leyes para protegerse de las acusaciones de corrupción. No parece haber llegado aún el fin político de Berlusconi, que intentará evitar todo suplicatorio y agrupar a toda la derecha -su Forza Italia que sale como el primer partido del país, y sus socios de la Liga del Norte y la Alianza Nacional-, bajo una única organización.

Berlusconi ya fue derrotado en 1996 por el Olivo de Prodi, que duró sólo dos años. Este precedente y la posición de bloqueo adoptada ayer son garantía de que la derecha no favorecerá el reencuentro de una sociedad profundamente dividida entre izquierda y derecha -aunque aspire mayoritariamente a ser gobernada desde el centro- y entre Norte y Sur. Berlusconi no parece querer despedirse, y, si se ve forzado a ello, más que con addio, intentará un arrivederci

16 Abril 2006

Contumaz Berlusconi

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Si cabía alguna duda sobre el carácter atrabiliario, inmunidad al sentido del ridículo, y endiosamiento mundial que se dan cita en Silvio Berlusconi, el espectáculo que está dando para no aceptar que el líder de la coalición de centro-izquierda, Romano Prodi, ha vencido en las legislativas italianas de los pasados días 9 y 10, bastaría para otorgarle el oro en la competición de gobernante impresentable del año.

Berlusconi reclamó primero que había habido fraude electoral masivo; segundo, exigió que se revisaran una por una las papeletas nulas; y, por último, en una carta publicada ayer en un diario italiano repetía su exigencia de que se formara una coalición temporal de las dos fuerzas, centro-derecha y centro-izquierda, para afrontar los problemas del país, una situación económica mala y caótica -y algo se deberá a los cinco años de gobierno de Berlusconi- y en lo institucional, la sucesión del presidente Ciampi en mayo.

Pero de nada ha de valer cualquier reclamación electoral porque, si bien Prodi ganó por sólo 25.000 votos en la Cámara baja y tiene 158 escaños contra 156 de Berlusconi en el Senado, el número de papeletas invalidadas que inicialmente era de algo más de 82.000 ha quedado reducido a 5.266, con lo que el resultado es inamovible. El ganador, ex presidente de la Comisión Europea, ya ha dicho que para hablar lo primero que tiene que hacer Berlusconi es excusarse por haber tachado su victoria de fraudulenta. Y si la aceptación del líder de la derecha como socio parece descartable, el jefe de Democráticos de Izquierda, Piero Fassino, no negaba, en cambio, la posibilidad de «soluciones prácticas compartidas». La ajustada victoria de Prodi -que dijo que un empate sería mal resultado-, aunque le da todo el derecho a formar Gobierno, no le garantiza, ni mucho menos, la estabilidad en cabeza de una coalición heteróclita como es la Unión.

Tras eludir toda una serie de acciones legales, en ocasiones gracias a leyes de prescripción de los delitos -en su mayor parte económicos, así como de manipulación y soborno de la magistratura- aprobadas por su propio Gobierno, Berlusconi se enfrenta a la duodécima tentativa de llevarle a juicio, pero hoy como jefe de la oposición y ya no apoltronado en la jefatura del Ejecutivo.

03 Mayo 2006

Adiós al 'caimán'

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Berlusconi presentó ayer al presidente italiano Ciampi su dimisión como jefe de Gobierno tres semanas después de su estrecha derrota electoral ante Prodi. Abandona el cargo sin admitir su derrota, que achaca a irregularidades en el recuento de votos, ni felicitar al adversario, y con la idea de que el mandato de la coalición de centro-izquierda será muy breve porque la oposición será implacable.

Se ha despedido sentenciando que su Gobierno ha sido el mejor de la historia del país y pronosticando sin rubor que los italianos le echarán de menos pese a la grave crisis económica en la que deja el país y su pésima convivencia con la justicia por conflictos de interés. El magnate, retratado como el astuto caimán por el cineasta Nanni Moretti, está convencido de que volverá a gobernar por tercera vez, a pesar de que en otoño cumplirá 70 años.

Berlusconi, bajo su lógica y gracias al resultado electoral, tiene razones para creer que se marcha con posibilidades de regreso si se tiene en cuenta que, pese a los escándalos que ha protagonizado y con una gestión más que polémica durante los últimos cinco años, ha conseguido situarse a sólo 25.000 votos de la victoria. De todos modos, las derrotas siempre lo son, por agridulces que sean. Y como acertadamente dijo en su día otro saurio de la política, Andreotti, el poder desgasta a quien no lo tiene.

Prodi, pese a su tradicional optimismo y probada tenacidad, no puede tampoco sacar pecho. Bien sabe que le aguarda un camino repleto de dificultades, tal vez insuperables a medio plazo. Y no sólo por el hecho de que en un sistema bicameral simétrico como el italiano contará apenas con una mayoría de dos escaños en el Senado. La trabajosa elección de Bertinotti y Marini, los dos candidatos del centro-izquierda, para presidir la Cámara de Diputados y el Senado ilustra lo que será la aventura. El peligro lo puede tener en su propia casa, como ya le sucedió en 1998.

Prodi está preparado para presentar la lista de sus ministros antes del fin de semana si Ciampi le encarga la formación de Gobierno. Éste se interroga si no es más prudente dejar la tarea al nuevo presidente de la República, que las dos Cámaras deben elegir antes del próximo día 18 y que será una nueva prueba para calibrar la fortaleza de la nueva mayoría. Sin embargo, los serios problemas económicos que vive Italia deberían inclinar a Ciampi, economista de formación, a no aplazar por más tiempo el relevo en el poder.