28 agosto 2017

El veterano periodista critica el procedimiento del burofax para despedirle

LA VANGUARDIA despide a Gregorio Morán tras censurarle un artículo comparando el periodismo en Catalunya con el franquista

Hechos

El 28.08.2017 D. Gregorio Morán informó que el periódico LA VANGUARDIA le había comunicado que prescindía de sus colaboraciones semanales que se remontaban a 1988.

Lecturas

«No lo esperaba. Había pasado por situaciones muy difíciles, nunca pensé que me iban a echar así. La situación ha cambiado del procés a acá tanto como para que una persona que escribía lo que pensaba lo puedan echar».

EL ARTÍCULO QUE LA VANGUARDIA RECHAZÓ PUBLICAR

Los medios del Movimiento Nacional

No estaba entre mis intenciones escribir sobre la situación en Cataluña. Imaginaba que un lector habitual estaría ya saturado y poco se podía añadir a lo ya dicho. Cambié de opinión a partir de varios artículos que me han conmovido y que parecen exigir cierto grado de compromiso. Basta citar los de Màrius Carol, de Xavier Vidal-Folch y el sensible y rotundo de Isabel Coixet. No podemos callar aunque estemos en pleno agobio veraniego y tengamos la sensación de que vivimos entre camellos pero sin ninguna experiencia de beduinos. Los artículos son un llamamiento a la responsabilidad y dejan una agridulce sensación de que estamos en un callejón de difícil salida a la que nos han llevado los talibanes que nos gobiernan y sus jaleadores, ¡que no supimos desenmascarar a tiempo!

Conozco a Màrius Carol desde hace años; fuimos amigos durante algún tiempo y luego dejamos de serlo. Punto. Me es indiferente que sea el director de este periódico, porque a lo que voy es a que su artículo del sábado –“Turbulencias”- me conmovió y al tiempo me lleno de zozobra. “Cuesta entender lo que está pasando, dice…Quedan días y veremos más cosas que no sorprenderán al mundo, pero sí que nos dejarán sin palabras a los catalanes”. No es una amenaza sino un desconsuelo que pretende aliviar una cita del socorrido Gaziel, que acaba en una frase inexorable: “El separatismo es una ilusión morbosa que encubre una absoluta impotencia”.

Escrito todo esto por quien tiene muchas razones para conocer la situación mejor que yo, no deja de inquietar y de obligarnos a postergar otros textos para asumir lo que se nos viene encima. Cuando el tiempo pase, nadie querrá asumir nada, y repetirán, como en antiguas épocas, “ yo era un disidente al que nadie quería hacer caso”. Los “nadies” en Cataluña se cuentan por miles y kilos de desvergüenza. Como en el resto de España, más o menos. Los muchachos de la CUP, más ignorantes que jóvenes, han cometido una patochada que les define. Un cartel de Franco para desprestigiar a quienes rechazan el referéndum. No hay dictador en la historia de España que haya convocado tantos referéndums como Franco y con un avasallador parecido con este en cuanto a las manipulaciones.

Entre el pasado sábado y éste ha ocurrido algo sumamente grave, dentro de las diversas gravedades de un proceso condenado al fracaso. No como dicen los fantasmas llamándolo “choque de trenes” sino a la ruptura brutal de la sociedad civil ¡No seamos petulantes, aquí no se trata de un choque de trenes, sino del enfrentamiento entre un expreso antiguo y apolillado, frente a un tranvía conducido por reclutas del servicio de transportes! Humildad por favor, abandonemos de una maldita vez el pujolismo de los delincuentes de altura y admitamos que somos un tranvía con aspiraciones de tren bala japonés.
Ahora bien, el cese de Albert Batlle como jefe de los mossos d’Esquadra y su sustitución por el delincuente legal, Joaquin Forn, –podría llamarse así a aquel que rompe la legalidad cuando le peta en función de sus intereses políticos-. Lo hizo en los Juegos Olímpicos del 92; la pitada al Rey; la campaña “Freedom for Catalunya”…Es decir, que a partir de ahora, quien controlará los Mossos d’Esquadra es un tipo dentro de toda sospecha, que no cumplirá la legalidad que no le exijan los ilegales. No quisiera incluir aquí su amplio currículo como talibán de la barretina.

Estamos en manos de un personal que bordea la ley, y que lo hace con el ánimo de no sólo de incumplirla, sino de imponer la suya, que no es otra que ir a la ruptura y provocar un conflicto no sólo cívico sino violento. Necesitan algún muerto que sirva de símbolo a la asonada. En ocasiones pienso que estamos rememorando las guerras carlistas a los que son tan agradecidos gran parte de estos fanáticos del enfrentamiento. “Un muerto salvaría a Cataluña”, es el lema escondido entre los conspiradores de esta farsa.

Baste decir que Artur Mas confiesa a los suyos que llegará el momento oportuno de ocupar los edificios estratégicos de Barcelona. Seamos serios, con un líder de mando único como Joaquín Forn, eso obligaría a situaciones sin salida y de alto riesgo para vidas y haciendas, no sólo para la ciudadanía pastueña que ve el panorama como si no fuera con ellos.

Nunca se hizo tan evidente, desde los tiempos del franquismo, el dilema de estar con el poder o contra el poder. Y aquí entramos los plumillas. Los fondos destinados a diarios como ARA, EL PUNT AVUÍ, TV3, que superan CANAL SUR de Andalucía o el canal de Madrid, que ya es decir, cantidades de todos modos exorbitantes que pagamos todos los ciudadanos, desde Cádiz a Girona, y donde sobreviven 7 directivos de TV3 con salarios superiores a los 100.000 euros, podrán parecer una nadería frente a las estafas reiteradas del PP, pero describen un paisaje. Cobrando eso, ¡cómo no voy a ser independentista! ¡Qué simples somos cuando decimos que esos medios no los ve ni los lee nadie! Se equivocan y por eso estamos donde estamos. El columnistatertuliano podrá ser despreciado, y lo merece, pero crea opinión. En muchos casos es su única fuente de información. Son los Jiménez Losantos del Movimiento Nacional catalán. ¿Acaso el viejo ARRIBA del franquismo, o PUEBLO, o las agencias gubernamentales las leía alguien? Pero estaban ahí, presentes, supurando la bilis contra el enemigo. Ayer como hoy. Son una especie de diarios virtuales, anónimos, a los que los idiotas echan una ojeada que les basta para saber por dónde va la cosa. Perdónenme que eche mano de la memoria, mi pariente más querida. ¿Se acuerdan del exilio de Joan Manuel Serrat en México durante el franquismo? ¿Qué cosas venenosas no se dijeron y tanto en los medios de Barcelona como en los de toda España? ¿Quieren que les haga un repaso de las cartas al director en la prensa catalana? Por cierto, que entonces esa bazofia se firmaba; ahora los canallas son anónimos.

Mi viejo amigo el nacionalista vasco Iñaki Anasagasti inventó el feliz término de la “Brunete mediática” para designar ese macizo de la raza castizo de la pluma y la palabra, que embiste contra todo lo que ni le gusta ni entiende. Habría que recuperar ahora los Nuevos Medios del Movimiento Nacional catalán. Te crujen por una disidencia, por una opinión que no sea la de las instituciones corruptas de la Generalitat. ¿Se han fijado en el interés reiterativo en las fotos de Pujol hecho un pimpollo, como si apenas hubiera salido del juzgado o de la Generalitat? Un intocable. Casi siciliano, entre Toto Riina y Berlusconi. Se ha iniciado su recuperación. Los edecanes de antaño reivindican al Padrino. “¡Hizo tanto por nosotros!” Tanto, tanto que se convirtieron en una familia de comisionistas.

Nos vamos al carajo, señoras y caballeros, pero la diferencia entre Patria y Patrimonio se mantendrá intacta. Es lo que suele ocurrir con este tipo de contrarrevoluciones pletóricas de banderas, que siempre están pensando en el mañana. El presente siempre queda para los sicarios y los tontos inútiles.

Gregorio Morán

De la miseria del gremio

Gregorio Morán

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Artículo que se difundió en redes sociales de descargo de Morán contra Godó y LA VANGUARDIA después de que el digital EL ESPAÑOL (Crónica Global) rechazara publicárselo.
Cuando los periodistas somos noticia significa que algo va mal en la sociedad. Se cumple el año exacto de mi despido de “La Vanguardia” y como si se tratara de un obsequio de escaso gusto con ocasión del aniversario, al fin se ha celebrado la vista ante el juez laboral que debe sentenciar sobre mi despido. ¿En que habrán pensado los legisladores y los tribunales de justicia que pueden tardar un año en la vista -en este caso al tercer intento- y que aún habrán de ocupar otro entre dictar sentencia y resolver los recursos? ¿Acaso les ha pasado por la cabeza el que debamos pedir un crédito para sobrevivir ala justicia? Lo cierto es que ha transcurrido un año y ni siquiera hube de sentarme en el banquillo. Ninguna pregunta, sólo papeles y un testigo, un supuesto director adjunto al que durante treinta años sólo vi un día en el ascensor y cuya firma no sé si figura en la sección de anuncios porque no tuve ocasión de leerle nunca, Miguel Molina, al parecer experto en alpinismo, práctica muy conveniente hoy día para incluir en los currículos y muy especialmente en el periodismo. Un trepa equivale a diversos ejercicios profesionales que van desde sicario de la dirección de turno a reverente adulador de quien mande.
La dirección de La Vanguardia había dado órdenes confidenciales a su abogado para que no hubiera negociación posible. Como si yo no hubiera existido durante 30 años; más que el propio director y la actual cúpula del diario. Marius Carol y Teresa Lloret, su mujer, habían ya consolidado su labor como algo que sarcásticamente cabría describir como los “Bonnie and Clyde” de los medios de comunicación en Cataluña. Él, director del diario con acceso directo a los otros canales de radiotelevisión de la casa; ella, relaciones públicas de su influyente empresa, “Lloret Asociados”. Con esos mimbres es imposible no hacer un cesto sino un ciento y cualquier mosca que interfiera en su suculenta carrera debía ser aplastada. Para eso están los cómplices, no sólo los sicarios del gremio. Como es habitual, el Colegio de Periodistas de la Ciudad Condal hizo honor al añejo título, hoy caído en desuso, y amparó al Conde, en este caso de Godó, porque como expresó en privado uno de sus responsables, “La Vanguardia” es intocable porque figura como el principal espónsor de la institución tuerta. Sólo ve del ojo que le garantiza su estatus. El oasis que instituyó Jordi Pujol fue, al tiempo que una fuente de beneficios para su familia, un lugar donde los medios de comunicación hicieron de palmeras. Así se cumplía el hechizo. Se cubrió todo con un manto de silencio y benevolencia. Ni una piedra interrumpió la placidez de la charca. A trancas y barrancas, presionados por los medios estatales y la hacienda y los tribunales, salió a flote el caso Palau; nadie dio cuenta de él hasta que explotó. Incluso el jefe de la oposición parlamentaria se disculpó para sacarlo a colación. Es posible que algún día alguien detalle el caso Marius Carol, o cómo un hijo de portera de la calle Princesa acaba de guiñol trajeado y todólogo tertuliano experto en “el gran mundo”. Un caso de alpinismo económico que le llevó a comprar una casa en el Ampurdán vecina a la de Josep Piqué, recién incorporado al Consejo del Grupo Godó. 
Un mérito doble parecido al que su antecesor, José Antich, obtuvo presionando para que aceptaran sumar al Conde de Godó al Consejo de La Caixa. Los arribistas pagan a sus conseguidores con beneficios contantes y sonantes. Gentes de la mejor intención y la mayor ingenuidad se preguntan por quéesta sociedad se ha quebrado y ha llegado a un punto inesperado de agresividad y fanatismo. Se va formando un tejido -se parte de una tradición textil, no se olvide- y cada vez se llega más lejos en el traje de gala. Ahora que se ha vuelto a recorrer la estela que dejó Agustí Calvet “Gaziel”, no ha aparecido ni la más mínima referencia a quien le denunció hasta que consiguió inhabilitarle del periodismo, que no fue otro que el Conde de Godó, padre del actual y procurador en Cortes de la dictadura, a quien Gaziel sirvió durante treinta años. Fue su confidente y de él escribió las páginas más agrias que se hayan escrito nunca sobre aquel desecho físico, moral e intelectual -son sus palabras- y lo hizo en un libro que los nuevos chicos de la derecha golfa catalanista ni citan ni probablemente conocen. La “Historia de La Vanguardia” escrita por Gaziel es fundamental para acercarnos al mundo que sufrimos. 
No desesperen. Lo peor está siempre por llegar. Hasta septiembre y buen verano.