22 enero 1969

El joven, perteneciente a un grupo antifranquista pacífico, murió al caer por una ventana perseguido por la policía franquista en circustancias polémicas

Los padres de Enrique Ruano demandan a Torcuato Luca de Tena (ABC) por publicar una carta del fallecido como si fuera su diario

Hechos

  • En enero de 1969 el diario ABC publicó un editorial sobre la muerte de D. Enrique Ruano y una carta del fallecido como si fuera su diario en la que basó su tésis. Una demanda de los padres del Sr. Ruano oblicó al periódico a rectificar el 30 de mayo de 1969.

Lecturas

El estudiante Enrique Ruano Casanova falleció en enero de 1969 al caer de una ventana en circunstancias discutidas. El 22 de enero el periódico ABC dirigido por D. Torcuato Luca de Tena Brunet publica los fragmentos de unas cartas de Enrique Ruano Casanova presentándolos como fragmentos de un diario para defender la tesis de que había sido un suicidio. El Diario SP publicó un artículo en portada de Julián Ayesta Prendes bajo el seudónimo ‘586.847’ calificando la actitud de ABC como de ‘una macabra villanía intolerable’. Aseveración que será refutada por D. Torcuato Luca de Tena Brunet en ABC que además desvelaría la identidad de Ayesta Prendes. También intervendría El Alcázar a favor de ABC y contra Diario SP.

La muerte del universitario D. Enrique Ruano Casanova al «caer por una ventana» cuando era perseguido por policías franquistas, llevó al Gobierno a decretar el Estado de Emergencia para evitar protestas. En el terreno mediático la actitud más criticada fue la del diario ABC.

El 22 de enero de 1969 el director del diario ABC, D. Torcuato Luca de Tena y Brunet, publicaba una declaraciones extraidas de una carta de D. Enrique Ruano, presentándolo como su fuera su diario. El artículo se titulaba ‘Del diario de Enrique Ruano’ y entre las frases que entresacaba estaba una que decía ‘Pienso que el suicio será una solución‘. Ese mismo día el diario EL ALCÁZAR de D. Lucio del Álamo publicaba el mismo fragmento.

Ese mismo día el director de ABC publicó un editorial (algo que no hizo ni EL ALCÁZAR) contra el fallecido Sr. Ruano:

VÍCTIMA SÍ, ¿PERO DE QUIEN?

ABC, 22.01.1969

A la luz de los esclarecedores y terribles documentos que obran en nuestro poder, y que publicamos muy reducidos a continuación, podemos afirmar que el pobre muchacho, Enrique Ruano Casanova, de cuyo suicidio dimos cuenta en nuestro número de ayer, ha sido, en efecto, una víctima.  Víctima sí, pero ¿de quién? De los textos entresacados de las páginas del diario del desventurado suicida se desprende cegadoramente esta triste verdad: Enrique Ruano Casanova – hijo de una familia dignísima y respetabilísima de Madrid – padecía una tremenda crisis depresiva, un invencible complejo de inferioridad, una frustración patética de sus posibilidades intelectuales y el claro sentido de sentirse oprimido, utilizando otras manos: ‘los otros son el inferno’ dice uno de los párrafos de su diario. La veracidad del documento queda además avalada por referencias familiares y circunstancias privadas (muchas de las ucales hemos omitido) que nadie, excepto él mismo, podía conocer.

A la luz de los hechos resulta infinitamente despreciable y perverso por parte de quienes le arrastraron fuera de la ley haber utilizado para la acción subversiva a un pobre muchacho tocado de una clara y típica psicopatía, convirtiéndole en un desarraigado de la sociedad en la que vivía. Resulta estremecedora la sensación de verse atrapado en otras manos, como lo revela el infortunado muchadho a lo largo de us patético diario: ‘Me encuentro vendido’; ‘siento que me chupan la sangre’; me siento dominado…

Son afirmaciones desgarradoras. Todo el respeto que nos invade al leer este diario – pues ¿cómo no sentirlo al penetrar en la intimidad de un alma perseguida y enferma, de un ser acorralado que palpita en la angustia? – se torna indignación y encendida repulsa al ver aprovechada así, tan despiadadamente, su debilidad, su incapacidad para reacciones y sobreponerse; para romper la red donde esta cogido.

La detención de los cuatro comunistas, en una de cuyas posteriores diligencias consumó su triste propósito suicida Enrique Ruano Casanova, ha sido pretexto para que los revoltosos volvieran ayer a perturbar gravemente el orden universitario. Banderas rojas con la hoz y el martillo, banderas republicanas, carteles subversivos, Asambleas tumultuarias, agresiones a coches de policia…

Lógico es preguntarnos, ante esta serie de violencias: ¿Cómo se puede pretender que la sociedad quede inerme, permanezca indefensa, sin intentar, por todos los medios legítimos, la búsqueda, detención y aislamiento de los revoltosos?

Crespones negros han llorado el suicidio de un muchacho. Pero esta muerte, que todos desploramos, ¿a la cuenta d quién hay que cargarla? ¿Puede rechazarla acaso, como obra suya, la subversión? Víctima sí, ¿pero de quién?

RECTIFICACIÓN TRAS LA DEMANDA

Tras la demanda presentada por los padres del Sr. Ruano al director del diario ABC, el periódico de la editorial Prensa Española publicó la siguiente rectificación:

ENRIQUE RUANO CASANOVA

ABC, 30.05.1969

ABC (…) debidamente informado desautoriza y destituye de todo valor y efecto cuantas palabras y conceptos hacen referencia a la persona de Enrique Ruano Casanova, estudiante de quinto de Derecho, en el artículo editorial sin firma titulado ‘Víctima sí, ¿pero de quién?’, publicado en ABC del 22 de enero último, página 16, por cuanto no son conformes a las cualidades y valores espirituales de dicha persona, que le merecen el máximo respeto.

Que el escrito titulado ‘Del diario de Enrique Ruano’, sin firma, aparecido en el mismo número de ABC, dada la forma fragmentaria en que fue publicado, no expresa el auténtico sentido que a su integridad corresponde, a más de que debe entenderse que las particulares notas que lo constituían estaban redactadas para su envío privado a un profesor facultativo.

Que hac la expresa manifestación de que la finalidad que movió ambas publicaciones nunca fue la de injuriar la personalidad y memoria de Enrique Ruano Casanova, ni la de la familia a que perteneció, para las que sintió y siente cumplida consideración y respeto.

23 Enero 1969

Lo intolerable

Julián Ayesta

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En la nota facilitada por la Oficina de Prensa de la Dirección General de Seguridad, referente a la detención de varios estudiantes entre ellos Enrique Ruano Casanova, después de referirse a los detalles de la muerte de éste, se dice que entre los documentos ocupados al finado figura una especie de diario en el que refleja su idea obsesiva de suicidio, relacionado, al parecer con algún disgusto con algún amigo llamado Javier y algunas contrariedades con la novia. En su edición de ayer ABC publica una parte de este diario.

No hace falta gozar de una sensibilidad ética excepcional para sentir la más profunda repulsión ante una violación de la intimidad de una persona ya fallecida con cuyas ideas se puede o no estar de acuerdo, pero merecedora del respeto debido a cualquier ser humano.

Según mis noticias no se trata de un diario en el sentido corriente de la palabra, sino de notas escritas a instancias de un psiquiatra para ayudarlo en el tratamiento de un desequilibrio mental de tipo obsesivo, muy corriente, por otra parte, y normalmente de caracter transitorio.

Lo grave de este asunto es que la publicación de estas notas íntimas tiene grandes probabilidades de dar lugar a interpretaciones completamente erróneas y malintencionadas sobre los hechos que dieron lugar a dicha obsesión.

En vista de que en ABC suele hablarse con frecuencia de rpincipios cristianos y humanistas, no creo excesivo recordarle que el cristianismo y el humanismo deben demostrarse en todas las ocasiones y no solamente cuando juegan en favor de los intereses que el periódico defiende.

Como falangista me complazo en recordar, a la vista de esta conducta de ABC las palabras empleadas por José Antonio para juzgar la profanación la carta del capitán en abril de 1935 «una macabra villanía».

586.8470

25 Enero 1969

Una macabra villanía

Torcuato Luca de Tena y Brunet

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Muy señor mío:

He leído el artículo titulado ‘Lo intolerable’, que ha publicado usted, en SP correspondiente a hoy, jueves, 23 de enero, con el seudónimo de ‘586.8470 que corresponde a la numeración – según me dicen – de su carnet de identidad.

En el mismo número, en la misma página, del mismo periódico en que publica usted su artículo hay un admirable editorial titulado ‘Decir basta’ que comienza así: «Lo que acaece en la Universidad está comenzando a rebasar los límites de la tolerancia. En el clima que se ha creado, la institución en un corcho que flota a la deriva. Una Universidad así ni puede tolerarla el profesorado, ni el estudiantado, ni la sociedad, pues resulta absolutamente intolerable como organización y como espectáculo.

Y ¿qué es lo último que había acaecido en la Universidad comenzando a rebasar los límites de la tolerancia? Que centenares de muchachos unidos en una manifestación de carácter revolucionario, enarbolando banderas rojas y republicanas, después de haber colocado crespones negros en los mástiles de las Facultades de Derecho y Filosofía, llegaron hasta la plaza de la Moncloa, donde fueron dispersados inicialmente por la Policía entre alborotos, carreras y gritos. En las calles de Benito Gutiérrez, Ferraz, Buen Suceso, Marqués de Urquijo, glorieta de Quevedo, Atocha, paseo de Primo de Rivera, ronda de Valencia y Lavapiés se produjeron disturbios similares alcanzando su máxima gravedad en la calle de ALtarmiano, donde hubo un choque directo con las fuerzas del Orden Público, cuyos números tuvieron que disparar al aire para disolver a los revoltosos. Entre las muchas y muy graves alteraciones de la paz y el sosiego de la ciudad, esta del martes, 21 de enero, fue, sin duda la más grave y aparatosa. Y ¿por qué? La boca de todos los vociferantes y respondían al mismo sentido que los crespones negros que se exhibían en los mástiles de las Facultades de Derecho y Filosofía: los inspiradores del desorden habían hecho circular el rumor calumnioso (inmediatamente acogido por los menos responsables o por los más inmaduros de la población estudiantil) de que su compañero Enrique Ruano Casanova había sido asesinado por la Policía.

Tras el cobarde incendio de la vieja Universidad de San Bernardo, tras el asalto del Decanato de la Facultad de Derecho de Madrid, tras el más reciente del rectorado de la Universidad de Barcelona, ¿puede pretenderme que la sociedad quede inerme, permanezca indefensa, sin intentar por todos los medios legítimos la búsqueda, detención y aislamiento de los alborotadores de la paz y el sosiego nacionales? Pues bien, esos hombres que frente a la subversión realizan el más útil y el más ingrato también de los deberes, estaban siendo acusados de asesinato, cuando ABC tenía la prueba indubitable en sus manos de que el desgraciado muchacho, que se precipitó al vacío desde un alto piso del número 60 de la calle del General Mola, había sufrido con anterioridad tentaciones de suicidio. Y estas pruebas no eran vagas referencias orales, sino notas escritas de su puño y letra. Notas que según las noticias que usted tiene ‘habían sido escritas a instancias de un psiquíatra para ayudarle en el tratamiento de un desequilibrio mental de tipo obsesivo’… ¿Podía en esta circunstancia dejarse correr el delictivo y falso rumor de que la muerte de Enrique Ruano fue causada por la Policía salpicando así de infamia a los defensores del Orden Público frente a aquellos que lo perturbaban?

Esta y no otra, señor Julián Ayesta, fue la razón que movió a este periódico a considerar como un inexcusable deber el corte de aquellos rumores y no el burdo y soez afán de necrología política que tiene usted la audacia de acusarnos hoy en su artículo titulado ‘Lo intolerable’ y que es, además de ligero, tan intolerable como su título. A la luz de las consideraciones más arriba expuestas, considero, utilizando las propias palabras de usted, que ‘no hace falta gozar de una sensibilidad ética excepcional para sentir la más profunda repulsión ante una violación’ y tergiversación semejante de los deberes patrióticos que nos movieron a cortar de raíz los pretextos calumniosos de las manifestaciones revolucionarias. Y si la serenidad de impone algún día a la ligereza – cosa que siempre es de esperar en un hombre como usted, que pertenece a la noble carrera diplomática, donde la prudencia y el sosiego privan siempre sobre el arrebato frívolo e irresponsable – tendrá oportunidad de meditar utilizando también sus propias palabras, quien ha cometido en esta ocasión ‘una macabra villanía’.

Suyo affmo.

Torcuato Luca de Tena

24 Enero 1969

Apostillas a lo intolerable

EL ALCÁZAR

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Muy raramente se tropieza en un periódico español con un comentario tan desconcertante como el publicado por nuestro estimado colega matutino DIARIO SP bajo el título de ‘Lo intolerable’. Y más inadecuado por supuesto, al tono doctrinal del periódico y del popular y agudo comentarista y diplomático que lo suscribe bajo clave. Sería más indigno, sin embargo, dejarle pasar sin alguna modesta, pero enérgica consideración.

La desventurada muerte del estudiante Enrique Ruano aparece rodeada de tan siniestros precedentes y la víctima se nos da envuelta en tales vértigos de confusión que era urgente – por su memoria y por el buen nombre de su respetable familia – aclarar ante la opinión pública la verdadera personalidad del joven, con sus luces y sombras. Hacerle pasar por el tamiz comunista y dejarle clavado ante el concepto popular como un terrorista criminal y como un banderín de agitación habría sido, a nuestro juicio, infinitamente más escandaloso.

Si la intimidad que se dice puesta al descubierto hubiera sido la de un joven del Opus Dei, Defensa Universitaria o cualquier otro grupo gubernamental y conservador, nos gustaría saber si 586.847 se habría apoyado de manera tan enfurruñada en la sensibilidad ética.

Un diplomático profesional como el comentarista ¿Puede asegurarnos que unos documentos sensacionales de la índole de los que entran en cuestión no habrían sido publicados mucho más aparatosamente qeu en ABC por PARIS-MATCH, DAILY MIRROR, FRANCE SOIR, LA STAMPA o el NEW YORK TIMES? Creemos que ABC una vez más ha cumplido con su deber de gran periódico y de gran periódico español al informar a la opinión pública de unos documentos que revelan la personalidad enfermiza y el penoso mundo interior del joven Ruano, pero no cargan sobre él acusaciones inicuas ni se ha permitido que la más leve fantasía enturbie la realidad.

Lo innoble a nuestro juicio, es sacar a relucir, como parapeto personal, el nombre y la figura de José Antonio. En estos ejercicios de ‘sensibilidad ética’ a favor de corriente, José Antonio habría intervenido, pero en una dirección radicalmente opuesta a la que presupone el comentarista. Incluso la desgarrada aventura de Galán y de García Hernández – equivocada, pero varonil, como tantas otras a lo largo de la historia – resulta escarnecida al compararla con unos hechos criminales en los que se quema la bandera de la Patria, se destrozan los muebles de la Universidad y se hace el juego a la ‘triste y mísera caterva’ que sólo pretende un mundo sin ideales, sin autoridad e, incluso, sin jabón.

IC

25 Enero 1969

Carta de Julián Ayesta

Julián Ayesta

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Sr. Cristobal Páez, Director del DIARIO SP

Mi querido director y amigo:

Te agradecería trasmitieras a los señores T. Luca de Tena (de ABC) e I. C. (de EL ALCÁZAR) lo mucho que siento no poder replicar adecuadamente a sus comentarios sobre mi artículo ‘Lo Intolerable’.

Espero, sin embargo que, siendo periodistas ambos sepan comprender un silencio del que ni tú ni yo somos en absoluto responsables.

Si crees preferible publicar esta carta en vez de redactar una nota ni que decir que puedes hacerlo.

Un gran abrazo de tu amigo y colaborador.

Julián Ayesta

14 Julio 1992

Enrique Ruano

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA MUERTE del estudiante Enrique Ruano el 20 de enero de 1969 constituye uno de los sucesos más siniestros del franquismo. Con ser terribles el hecho y las causas que lo propiciaron -su detención por repartir propaganda de Comisiones Obreras-, más lo fue, si cabe, que no se investigase en su momento lo sucedido y quedase la duda, para muchos certeza, de si no se trataba de un crimen impune más de la dictadura.Veintitrés años después, la justicia intenta averiguar lo que no pudo en 1969. La muerte de Enrique Ruano quedó oscurecida por el estado de excepción decretado el 24 de enero de 1969 por el régimen franquista en un intento de impedir que el movimiento contestatario de Mayo del 68 prendiese a este lado de los Pirineos. Esta circunstancia, si bien no añadía nada esencial a un régimen político ya de por sí excepcional (en el que estaba penado con la cárcel el ejercicio de los derechos políticos y libertades fundamentales de la persona), sí contribuyó a dificultar aún más la investigación judicial y a facilitar el engaño a la opinión pública con una prensa amordazada -se reinstauró la censura previa- y, en algún caso muy concreto, vergonzantemente servil a los dictados del Gobierno sobre lo sucedido. Algún diario liberal alcanzó con la muerte de Ruano el cenit de la infamia y una página que añadir al periodismo más negro de la dictadura. Así pudo divulgarse, sin el menor rigor, la versión de que Enrique Ruano se había arrojado por una ventana de la estancia donde se encontraba detenido, impulsado por su pretendido desequilibrio psíquico.

A nadie se le ocultan las dificultades materiales para conocer la verdad sobre unos hechos ocurridos hace 23 años. Intentarlo es un derecho de los familiares del estudiante fallecido en extrañas circunstancias, además de una exigencia histórica. La convivencia e incluso el perdón no pueden estar basados en la mentira y la manipulación. De ahí la trascendencia que tiene para la sociedad española de nuestros días desvelar el misterio impenetrable que rodea desde el 20 de enero de 1969 la muerte de aquel joven estudiante antifranquista llamado Enrique Ruano, primer caído para una generación entonces muy joven.

El Análisis

ATENTADO CONTRA LA INTIMIDAD

JF Lamata

Como documentalista no acostumbro a ‘comprar’ ninguna versión por las buenas. ¿Mató la policía franquista a D. Enrique Ruano? ¿Lo lanzaron por la ventana? ¿Se suicidó él ante la brutalidad de posibles torturas? Muchos desde el izquierdismo dirán que sí con total convicción, por la clavícula o lo que sea, pero se quedará en convencimientos personales, no en hechos. Uno podría pensar que si la dictadura quería liquidar a antifranquistas, hubiera empezado antes por los líderes comunistas presos como D. Simón Sánchez Montero o un D. Santiago Álvarez, que por un pequeño estudiante del pacífico ‘Felipe’ como era D. Enrique Ruano, inofensivo (aunque nunca se puede subestimar el nivel de imbecilidad de los torturadores fascistas de turno).

Hasta aquí todo son suposiciones. Pero lo del ABC no son suposiciones es un hecho, se puede discutir si D. Torcuato Luca de Tena y Brunet publicó aquello porque se lo ‘pidió’ el ministro Sr. Fraga (‘se dice’ que el Sr. Luca de Tena lo confirmó en el juicio de 1996, pero LA HEMEROTECA DEL BUITRE no ha visto nada sólido que acredite que declarara aquello), se puede discutir si aquello era una carta a su psicólogo sacada de contexto o si era en efecto una carta de suicidio. Lo que nadie puede discutir es que lo que hizo el Sr. Luca de Tena fue un atentado contra la intimidad de una persona que acababa de morir, que ya no podía replicar, como acredito una sentencia judicial. El Sr. Luca de Tena y Brunet manchó con ello su larga trayectoria periodística y dejó ‘tocada’ la historia de ABC, periódico que tendría que soportar que cuando años después intentara convencer al personal de que ‘había sido un diario anti-franquista’ (ja, ja…) le recordaran el triste episodio. También el Sr. Luca de Tena y Brunet tuvo que soportar que en alguna ocasión se lo recordaran algunos de sus enemigos como D. Francisco Umbral. ¡Que menos!

J. F. Lamata