20 febrero 1936

El triunfo de los partidos del Frente Popular en las elecciones supuso la caída del Gobierno Portela

Manuel Azaña vuelve a la Presidencia del Gobierno en un gabinete del Frente Popular, pero sin socialistas ni comunistas

Hechos

El 19.02.1936 el Presidente del Gobierno, Sr. Portela, presentó su dimisión al jefe del Estado, Sr. Alcalá Zamora y fue reemplazado por D. Manuel Azaña, respaldado por todos los partidos del Frente Popular.

Lecturas

El 19 de febrero de 1936, una vez acreditado el triunfo de los partidos políticos del Frente Popular en las elecciones legislativas, D. Manuel Portela Valladares dimite como presidente del consejo de ministros – cargo que ocupaba desde diciembre de 1935 – y el jefe del Estado, D. Niceto Alcalá Zamora, designa a D. Manuel Azaña Díaz, líder de Izquierda Republicana y cabeza visible del Frente Popular, nuevo jefe del Gobierno.

El Sr. Azaña vuelve así al poder que abandonó en septiembre de 1933. En su Gobierno habrá ministros de Izquierda Republicana y Unión Republicana, pero quedan fuera de momento los partidos marxistas, el PSOE y el PCE.

  • Presidencia de la República – D. Niceto Alcalá Zamora (Partido Republicano Progresista)
  • Presidencia del Gobierno – D. Manuel Azaña Díaz (Izquierda Republicana)
  • Estado – D. Augusto Barcía (Izquierda Republicana)
  • Gobernación – D. Amos Salvador (Izquierda Republicana)
  • Hacienda- D. Gabriel Franco (Izquierda Republicana)
  • Justicia – D. Antonio Lara (Unión Republicana)
  • Guerra – General D. Calros Masquelet
  • Marina- D. José Giral Pereira (Izquierda Republicana)
  • Obras Públicas – D. Santiago Casares Quiroga (Izquierda Republicana)
  • Agricultura – D. Mariano Ruiz-Funes (Izquierda Republicana)
  • Industria y Comercio – D. Plácido Álvarez-Buylla (Unión Republicana)
  • Trabajo – D. Enrique Ramos (Izquierda Republicana)
  • Instrucción Pública – D. Marcelino Domingo Sanjuán (Izquierda Republicana)
  • Comunicaciones – D. Manuel Blasco Garzón (Unión Republicana)

El Gobierno Azaña será modificado en 3 meses, dado que los partidos del Frente Popular impulsan un ‘voto de censura’ para destituir a D. Niceto Alcalá Zamora como Jefe de Estado y reemplazarlo por D. Manuel Azaña Díaz, dando lugar a la designación de un nuevo Jefe de Gobierno del Frente Popular en el mes de mayo.

20 Febrero 1936

Una misión que cumplir

EL SOL (Director: Paulino Masip)

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El jefe del Estado ha encargado al Sr. Azaña de formar Gobierno y forzoso es reconocer que el encargo ha sido cumplido con diligencia y acierto en la elección de personas, que en general ha producido buen efecto, por representar la zona que pudiéramos llamar templada del izquierdismo.

Contrariamente a las opiniones expuestas en las consultas que indicaban la conveniencia de esperar a la constitución de la nueva Cámara para resolver el pleito político y hacer entonces el traspaso de Poderes, se ha tomado el camino más corto y el más indicado en estos momentos. El Gobierno dimisionario, condenado en las urnas no podía mantenerse en una interinidad demasiado prolongada sin aquella plenitud de autoridad que requieren las circunstancias. En las urnas con la derrota de sus componentes y las de sus colaboradores, que era a la vez la repulsa a su intromisión a destiempo en la política electoral, quedó suspendido el Gobierno dimisionario para seguir actuando con la aquiescencia de triunfadores y vencidos, aunque la benevolencia o la conveniencia de los últimos quisieran otorgarle un salvoconducto.

No son los momentos para dilaciones. El jefe del Estado, precisamente por no estar aún constituidas las nuevas Cortes, tenía una completa libertad para entregar el Poder a quien estimase que mejor podía afrontar la situación. Lo hecho, pues, es perfectamente constitucional. Mal pensarán los que interpreten erróneamente acto tan legalista como una concesión a las apremiantes voces de la calle. Porque es hora de que se sepa que una elección, dentro de un régimen constituido, no es una revolución y que las urnas no son unas barricadas. Eso sí, la opinión triunfante es la que se acata, porque es la expresión de la soberanía popular. Y los partidos que la presentan ineludiblemente deben gobernar. Contraria, soslayarla, violentar la legalidad.

De toda lógica es el encargo hecho al Sr. Azaña de forma Gobierno. El jefe de Izquierda Republicana, que ya tiene experiencia aleccionadora del ejército del Poder; que tiene el respecto por la integridad de su carácter, incluso de sus adversarios políticos; que cuenta de añadidura entre sus afines de una bien ganada autoridad por su conducta rectilínea, por su austeridad política, por su capacidad de mando, su preparación y competencia, estamos seguros de que, haciéndose cargo de las circunstancias difíciles de este momento, hará frente con éxito a los movimientos pasionales que engendra en unos la exaltación de la victoria y en otros la amargura de la derrota, dando al país una sensación de seguridad, un aliento de confianza y le anticipara el propósito de ir rápidamente a una pacificación de los espíritus.

Él puede encarnar – talento y voluntad le sobran – esa política de equilibrio, centrada a tanta distancia de unos extremismos como de otros, que hemos propugnados siempre en estas columnas como la más conveniente al desenvolvimiento económico, la justicia social y la paz pública. En los dos años de su etapa de mando anterior, la práctica del gobierno, las impurezas del a realidad han debido dejarle una sólida experiencia y una inequívoca orientación. De añadidura, en la oposición ha podido sentir el pulso del país y afirmarse sus convicciones para que en esta segunda salida al Poder la vida pública sea llevada por cauces de normalidad constitucional con seria política evitando así las convulsiones que la nación ha padecido con rebeldías que no debieron producirse y que es preciso que no vuelvan a producirse jamás.

Saber gobernar: ése es el secreto de la hora presente para devolver su tranquilidad espiritual y su prosperidad material a España. Ni flaqueza para las rebeldías al rigor para los vencidos. Equidad y justicia para todos. Las ideas deben disfrutar de una libertad absoluta. Pero las extralimitaciones legales, la reproducción de las mismas. Con la ley, cumpliéndola y haciéndola cumplir, basta, ya que ella establece la igualdad para todos.

Misión de grave responsabilidad la que incumbe al nuevo Gobierno. Pero misión de alto valor también, empeño en que se acreditan las condiciones y méritos de los hombres públicos.

20 Febrero 1936

El Gobierno de la República española

LA LIBERTAD (Director: Antonio Hermosilla)

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Anoche, en la plaza pública, las masas populares – esas masas conscientes que deseaba Lenin para dar cauce a la revolución – vitoreaban al Gobierno, que llega decidido a refrendar la restauración de la República. Don Manuel Azaña desde el balcón de Gobernación, recibía estas exteriorizaciones del entusiasmo, como recogió en el acto de Comillas el anhelo palpitante de justicia y reivindicación del proletariado español. EL jefe del Gobierno, insigne por múltiples motivos, oyó las aclamaciones y seguramente, con su finísima sensibilidad de político moderno supo distinguir, entre la vorágine de ruidos, la verdadera voz del pueblo, perfectamente – y anteriormente – recogida en el programa de la unión de las izquierdas, firmado por auténticos representantes de los partidos y organizaciones del Frente Popular.

El nuevo Gobierno, de interesante y certera composición, debe tener presente – perdónesenos la inmodestia del consejo, que el Gobierno no necesita, naturalmente, en gracia a nuestra intención – que debe su vida al pueblo; que le pueblo lo espera todo de él y que le pide – ése es también el significado de sus voces encendidas de fe de estos días – una acción rápida, transparente y también un poquito por encima de la política y de los partidos. Sería inútil no querer contemplar las corrientes de la acción colectiva que imprime carácter y da impulsos a los pueblos modernos. Hoy son las masas, y no los viejos fuegos políticos, las que levan o derriban a sus propios conductores.

Don Manuel Azaña es – empezó a serlo en el mismo momento en que los enemigos de la República lanzaron sobre él las más fabulosas calumnias – el hombre en quien hoy cifra el pueblo todas sus esperanzas. Don Manuel Azaña será cuando menos, el cauce de ellas hacia la reivindicación. Su talento espléndido y múltiple, su amor a España, a prueba de los máximos sacrificios – admirable actitud la del ilustre jefe de Izquierda Republicana durante la persecución miserable de que le hicieron víctima los enemigos canallas de la República – su íntegra y generosa dedicación a la causa republicana, su cultura de modernos cimientos, su preparación exacta le hacen el hombre del momento español. Hoy en la vida política del país hay un nombre insustituible: Azaña. Pero también hay un programa único que desarrollar: el del Frente Popular. Al Frente Popular se debe la restauración de la República en España. Don Manuel Azaña y los republicanos que bajo su presidencia forman el nuevo Gobierno deben su triunfo al Frente Popular. Y el Frente Popular está en todas partes: en la fábrica, en el taller, en los organismos oficiales del Estado, en el campo, en la escuela, en la misma calle.

El Gobierno, que, repetimos, es digno de la máxima confianza y de la mayor estimación, ha nacido con su vida trazada. Veámosle vivir hoy mismo con la más tranquila y escrupulosa atención.

20 Febrero 1936

Editorial

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Hay desde ayer un Gobierno de izquierdas que parecía dispuesto a esperar la ocasión próxima de asumir el Poder constitucionalmente. Ha venido en esta forma irregular sin haber legitimado aún su título por la irrevocable dimisión del Gobierno Portela, y éste justifica la dejación por los apremios y las presiones con que le han dificultado su difícil cometido final elementos que acaban de pactar con las izquierdas una conducta de legalidad y disciplina. Se ha producido así una crisis cuya calificación se deduce de la nota oficial en que se consigna la opinión del jefe del Estado, según la cual el cambio de Gobierno debía supeditarse a la reunión de las Cortes.

Frente a la nueva situación conservamos y emplearemos inflexiblemente, hasta el último instante hasta el instante de la arbitrariedad y del atropello posibles, la libertad de nuestra crítica y de nuestra información, sin demasías ni extralimitaciones, pero manteniendo siempre la firmeza de nuestras convicciones, cada día más claras y sólidas después del previsto fracaso de la política nacional y conservadora en la República.

Nada descubrimos al afirmar nuestra desconfianza y nuestra aversión a la política del nuevo Gobierno azañista, en el que algunos con ojos de lince comienzan a ver ‘el mal menor’ y a desear ‘el bien posible’. A los antecedentes nos atenemos, mientras el porvenir no los rectifique.

No necesitamos ni queremos del nuevo Gobierno sino  que estrictamente corresponde a nuestro derecho, lo que debe a todos los españoles y a sus adversarios. Si respeta la legalidad, si se somete a la Constitución, obra de los que ocupan el Poder, si no se lanza a la persecución y al aplastamiento de los que no piensan como él y le combaten lícitamente, si sabe tener en cuenta que ni él ni su séquito parlamentario representan toda la voluntad nacional, y que justamente media España está al otro lado, entonces nuestro derecho se adaptará a su actitud, que en esas condiciones es la mínima obligación del Poder en un pueblo civilizado. Y de otro modo, si reproduce los desmanes del bienio, agotaremos contra él toda nuestra energía, todos nuestros medios de lucha, mientras nos deje en la mano una pluma con que escribir.