27 febrero 2001

Juan José Lucas deja la Presidencia de Castilla y León y entra en el Gobierno como ministro de Presidencia

Mariano Rajoy se consolida como ‘número 2’ del Gobierno al asumir la cartera de Interior reemplazando a Mayor Oreja

Hechos

El 27.02.2001 el Presidente del Gobierno, D. José María Aznar, anunció un cambio de Gobierno en el que ya no estaría D. Jaime Mayor Oreja, designado candidato del PP para las elecciones al Parlamento Vasco previstas para mayo de 2001.

Lecturas

El Gobierno Aznar formado en abril del año 2000, tras las elecciones generales, es reconfigurado el 27 de febrero de 2001 para que D. Jaime Mayor Oreja abandone el cargo de ministro de Interior y pase a ser candidato del PP a Lehendakari.

Este gobierno supone un ascenso para D. Mariano Rajoy Brey, que suma a las competencias de vicepresidente primero las de Interior confirmándose como ‘número 2’ del Gobierno y primero en la línea de sucesión al Sr. Aznar frente a su inmediato rival, D. Rodrigo Rato Figaredo.

GOBIERNO AZNAR (Febrero 2001)

  • Presidente – D. José María Aznar
  • Vicepresidente Primero y ministro de Interior – D. Mariano Rajoy
  • Vicepresidente Segundo y ministro de Economía – D. Rodrigo Rato.
  • Exteriores – D. Josep Piqué
  • Hacienda – D. Cristobal Montoro
  • Defensa – D. Federico Trillo
  • Justicia – D. Ángel Acebes
  • Administraciones Públicas – D. Jesús Posada.
  • Medio Ambiente – D. Jaume Matas
  • Fomento – D. Francisco Álvarez Cascos
  • Trabajo – D. Juan Carlos Aparicio
  • Sanidad – Dña. Celia Villalobos
  • Agricultura – D. Miguel Arias Cañete
  • Cultura – D. Pilar del Castillo
  • Ciencia y Tecnología – Dña. Anna Birules
  • Portavoz – D. Pío Cabanillas
  • Presidencia- D. Juan José Lucas

El siguiente cambio de Gobierno se producirá en julio de 2002, al mes de la huelga general convocada por los sindicatos.

28 Febrero 2001

Interiores de Moncloa

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El ministro que más ha cambiado de cartera ha sustituido al más estable. Mariano Rajoy, que ha sido titular de Administraciones Públicas, Educación y Cultura y Presidencia, además de ocuparse de dirigir dos campañas electorales, cubrirá el hueco dejado en Interior por Jaime Mayor Oreja, el único ministro de Aznar que ha permanecido en el mismo puesto desde 1996, cuando los conservadores ganaron las primeras elecciones generales. El presidente ha zanjado los cambios motivados por la designación de Mayor como candidato a lehendakari a su estilo: con mutismo (nadie había previsto esta combinación), siguiendo el principio de actuación mínima y aplicando el criterio de la fidelidad personal. Con la novedad, sin embargo, de afectar sutilmente a la jerarquía interna del Gobierno en un periodo en el que deberá plantearse necesariamente la cuestión de quién será, tras el autodescarte de Aznar, el futuro candidato del PP a La Moncloa.

Entre cambiar mucho o poco, el presidente ha elegido lo segundo. La idea de aprovechar la remodelación para sustituir a los ministros más abrasados, especialmente los de Sanidad y Agricultura, ha sido desechada, y nadie podrá mostrar sorpresa: está en el estilo presidencial evitar cualquier apariencia de que se deja impresionar. La hipótesis de sustituir a Mayor Oreja por otro especialista en materia antiterrorista como Javier Zarzalejos tampoco ha prosperado. Se ignora si por reticencias de Mayor o porque Aznar prefiere tenerlo donde está, como asesor suyo en la materia.

Reflejo de la importancia concedida al Ministerio del Interior (del que depende la política antiterrorista y la de inmigración) es que el nuevo ministro mantiene la condición de vicepresidente primero. Ello plantea dudas sobre la funcionalidad del cambio. La tarea de coordinación entre departamentos que asumía el vicepresidente político iba unida hasta ahora a la condición de ministro de la Presidencia. Esta cartera, especialmente diseñada para alguien de la confianza personal del presidente -y de la que depende, por ejemplo, la televisión pública-, pasa ahora a Juan José Lucas.Pero no se sabe si será él, en cuanto ministro de la Presidencia, o Rajoy, en cuanto vicepresidente, quien se responsabilizará a partir de ahora de la coordinación entre los ministerios políticos.

En todo caso, hay una mayor acumulación de poder en La Moncloa. Mayor Oreja, el ministro más valorado según las encuestas, tiene un peso político por sí mismo que le daba cierta autonomía respecto a Aznar. Rajoy ha acreditado en su movida trayectoria ministerial amplia capacidad para adaptarse a las diversas encomiendas, pero es dudoso que tenga de entrada la autoridad que adquiriró Mayor en el principal cometido de Interior: la política antiterrorista.

Rajoy comparte con él un cierto estilo moderado, aunque los orígenes fraguistas del primero contrastan con los centristas del otro. Ese centrismo no ha sido sinónimo de debilidad en los planteamientos. Al revés: la combinación entre discurso calmado y firmeza de fondo es probablemente el secreto de su popularidad. Otros ministros del Interior llegaron a cotizar muy arriba en las encuestas, pero no les duró tanto tiempo la buena imagen. Su mérito principal ha sido debilitar ante la opinión pública mitos tan arraigados como el de la contraposición entre medidas políticas y policiales, el de la imposibilidad de vencer al terrorismo (y su corolario, la necesidad de pactar con sus representantes, repartiendo la razón entre las partes) y el de la inevitabilidad de la presencia del PNV al frente del Gobierno vasco.

Mayor deja el ministerio cuando esa popularidad comenzaba a declinar entre sectores de centro-izquierda a cuenta de su actitud en relación a la reforma de la Ley de Extranjería, a la que se ha empeñado en dar un sesgo excesivamente policial, confirmando aquel desastroso episodio de la expulsión de un centenar de inmigrantes africanos sedados. Sus aciertos generales en la conducción de la política antiterrorista no han evitado algunas sombras. El tiempo ha demostrado que acertó al desconfiar de la tregua de ETA, pero no fue capaz de evitar que las fuerzas de seguridad relajaran durante ese periodo su actividad de investigación, lo que permitió a los terroristas recomponer sus redes sin ningún coste. También se ha revelado como contraproducente su empeño en convertir al PNV en aliado del PP en l996, excluyendo del pacto de legislatura cualquier compromiso sobre política antiterrorista.

En los últimos tiempos se le ha criticado que siguiera siendo ministro del Interior cuando era notorio que sería el candidato del PP en las elecciones vascas. El reproche tenía sentido, aunque la negativa de Ibarretxe a anticipar las elecciones en una insalvable situación de minoría parlamentaria pueda explicar la resistencia de Mayor. Sin embargo, en más de una ocasión se han mezclado de forma peligrosa ante la opinión pública sus papeles de ministro del Interior y de candidato in péctore.

Ayer fue oficialmente nombrado candidato a lehendakari. Ya lo fue en otras dos elecciones autonómicas, las de 1990 y 1994. En estos once años el PP ha pasado del 8% al 20%, y al menos desde las elecciones de 1998 viene defendiendo una estrategia de alianza con los socialistas para forjar una mayoría alternativa a la nacionalista. Es evidente que la tarea prioritaria del futuro Gobierno vasco será combatir a ETA y garantizar las libertades de todos los ciudadanos. Para ello debe mejorar la relación entre Vitoria y Madrid, y especialmente la coordinación entre la Ertzaintza y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, cualquiera que sea el ganador de las elecciones.

28 Febrero 2001

Aznar convierte el reajuste en una señal de futuro

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Con el nombramiento de Mariano Rajoy como ministro del Interior y Juan José Lucas como titular de Presidencia, José María Aznar no se ha limitado a la simple sustitución de un político tan difícil de reemplazar como Jaime Mayor Oreja. El presidente del Gobierno ha aprovechado para encajar algunas piezas de cara al futuro y -a expensas de su enorme capacidad para sorprender a propios y extraños- es probable que estos cambios encierren alguna pista acerca de los planes que tiene para su propia sucesión.

Yendo a lo concreto, la designación de Mariano Rajoy para Interior consolida el peso y la influencia del vicepresidente, al poner bajo su mando temas de tanta trascendencia como la política antiterrorista y el asunto de la inmigración. Desde que Aznar ocupa La Moncloa, nunca la Vicepresidencia primera había estado asignada a un ministerio tan importante como Interior. Rajoy es un hombre de la absoluta confianza de Aznar -con ésta serán cuatro las carteras que ha ocupado en los gobiernos del PP- dirigió las campañas victoriosas del 96 y el 2000, y de los tres vicesecretarios que tiene el partido, es, sin duda el que más se parece a su jefe. Poco dado a las emociones fuertes, escasamente brillante de cara a la galería, pero serio, equilibrado y -lo más importante- discreto hasta la exageración. Una cualidad imprescindible para ser ministro del Interior. Nombrando a Rajoy, el presidente ha sustituido a un peso pesado por otro de idéntico calibre.

La designación de Juan José Lucas como ministro de la Presidencia tiene, por su parte, dos componentes. Uno, casi personal, por el que Aznar salda una deuda con su propia historia. Era el único de los dirigentes que le auparon para llegar al poder que aún no había sido ministro. Otros defectos tendrá el presidente, pero no se puede decir que sea un desagradecido. Con él ya son cuatro los ministros procedentes de la autonomía que presidió Aznar. La personalidad de Lucas, un hombre cuya brillante gestión le ha proporcionado tres mayorías absolutas consecutivas en Castilla y León, permite vaticinar que imprimirá brío al cargo. Aznar fortalece así la estructura de La Moncloa en el tramo final de su mandato. Puede que en detrimento del peso del Ministerio del Portavoz. Su condición de político de aparato conocedor de los entresijos del PP podría conllevar también una pérdida de influencia de la Secretaría General, si ésta no la ocupara alguien con tanta envergadura como Javier Arenas.

Es seguro que Lucas -que ya jugó un papel importante en la sustitución de Fraga por Aznar- sea muy útil al presidente en el delicado proceso sucesorio. Rajoy parece estar desde hoy mejor situado en la línea de salida. Ahora, si quiere ser el sucesor, se lo tendrá que ganar a pulso.