25 diciembre 1990

El ministro de Defensa, Narcís Serra, presente en el acto, buscó

Marta Sánchez y Raúl Sender se desplaza al Golfo para actuar para las tromas españolas que participarán en la liberación de Kuwait

Hechos

El TVE emitió el 25.12.1990 la Gala que desde el barco Numancia llegaron anoche a Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes.

Lecturas

«Quiero deciros que sois ahora mismo lo mejor del país. Esto no me lo ha soplado nadie, que yo no soy tonta para decir esto», dijo con emoción navideña Dña. Marta Sánchez a la tripulación de la fragata Numancia, atracada en el puerto de Abu Dabi (Emiratos Arabes Unidos). Con el pelo rubio teñido y alisado, recogida en un traje negro ceñido hasta los tobillos».

RaúlSender1990 El humorista D. Raúl Sénder tenía preparado, como colofón del concierto, un villancico especialmente compuesto para el ministro de Defensa, D. Narcís Serra. Aunque lo había anunciado, Sénder no se atrevió a pedirle que tocara un villancico al piano, instrumento que frecuenta el ministro. En compensación, llamó a un grupo de marineros para que hicieran de palmeros, requirió Dña. a Marta Sánchez y al grupo, y atacaron todos la música del Pero mira cómo beben los peces en el río con la siguiente letra: «El ministro determina/ que la corneta no mola/ y va tocando fagina/ con un gran plano de cola./ Pero mira cómo toca/ el ministro de Defensa,/ que nunca se equivoca/ y nos llena la despensa».

NarcisSerra_1990 D. Narcís Serra lo encajó con gesto divertido, como pareció estar durante todo el concierto, en compañía de su esposa, Dña. Concepción Villalba.

14 Diciembre 1990

Tercera de Marta Sánchez

YA (Director: Miguel Larrea)

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Volvamos al impresentable asunto de la actuación de Marta Sánchez ante los soldados españoles en el golfo Pérsico, espectacular horterada promovida y organizada nada menos que por el Ministerio de Defensa. Volvamos, digo, porque hay noticias relativamente frescas. Y es que los enviados especiales destacados por los medios de comunicación españoles en las Arabias están regresando con eso de la Navidad, y cuentan cosas muy divertidas de la reciente visita de los senadores a los marineros españoles. Cosas divertidas no tanto por los senadores – que, a excepción del arranque lacrimal de Laborda, estuvieron muy dignos – como por el gerifalte de la Dirección General de Relaciones Informativas y Sociales de la Defensa, que es don Luis Reverter, y a quien los marineros, que no pierden el humor, se referían con el cariñoso apelativo de el ‘Enano Saltarín’.

Y es que, según me cuentan quienes lo vieron, don Luis Reverter iba de un lado a otro preguntando a los marineros que qué les parecía lo de Marta Sánchez que qué puntazo ¿verdad?, que lo bien que nos lo íbamos a pasar todos, y que qué bueno es el Ministerio, que nos lleva la excursión, y que esto sólo lo tenían los marineros españoles, porque a los demás les vigilaban la moral, pero en España no, porque aquí somos muy progresistas, y que qué gran hombre es don Narcís, eternamente desvelado por la suerte de sus marineros, perennemente preocupado por hacer la vida más agradable a los soldados del Golfo, y que por eso iba a ir Marta Sánchez, porque don Narcís es un ministro humano, y no un brigadier de alabarderos. Y los marineros, entre cachondos, escépticos y burlones, se preguntaban si don Luis Reverter iba a actuar como presentador – que ya les dijeron que no, que eso le tocaba a Raúl Sender – y si don Narcís estaría en los teclados durante la actuación – que tampoco, porque para eso Marta tiene su propio grupo -.

Pero lo más relevante del episodio ha sido la reacción de las esposas y novias de los marinos, que han dicho al Ministerio que, en lugar de gastarse el dinero en Marta Sánchez, ya podían haber subvencionado a las penélopes que lloran la ausencia de sus respectivos ‘ulises’ para viajar al Golfo. ¡Eterno sentido de la posesión de la hembra española! Afortunadamente, por lo menos en eso la raza todavía no ha degenerado.

20 Diciembre 1990

Marta

Joan Barril

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Por lo visto esta Navidad habrá juerga privada en la discoteca del Golfo. Actúa Marta Sánchez en función benéfica ante los marinos de la última cruzada en pos del Santo Grial de Kuwait, lo que demuestra que Serra aprieta pero no ahoga y que más vale Marta sin barcos que barcos sin Marta. En realidad siempre habíamos pensado que los Reyes Magos venían de este Oriente donde ahora están las corbetas y la fragata. Pero llevamos un par de años del mundo al revés y ahora resulta que los reyes sólo existen en la baraja y que Mamá Noël viene del Oeste a saludar a los marinos que se han portado bien y que van sobreviviendo. Marta Sánchez sobre un barco de guerra es algo tan antiguo como los chascarrillos de AyCarmela: el intento de convertir la muerte en la tramoya del espectáculo épico financiado por las grandes multinacionales del petróleo. Nada serio. Esos chavales de blanco habrán vivido durante tres meses sobre un polvorín, pero a su regreso sólo recordarán el polvo imposible con esa nueva reina de los mares.El rasgo de elegancia de este curioso show business es que la juerga tendrá lugar en alta mar para, dicen, no herir la sensibilidad musulmana con el descoque de la animadora. Con esta decisión los estrategas morales del Ministerio de Defensa nos están recordando implícitamente los rasgos obsoletos de la sociedad árabe, esa gente que encierra a la mujer bajo sus siete velos y que la para su propio placer. Llevamos a Marta a mar abierto para que no cunda el ejemplo entre la morería machista y primitiva. Queda claro que el espectáculo de Marta ante la soldadesca es, sin duda, un acto que dice mucho a favor del igualitarismo español entre los sexos. La civilización es así de sencilla: se manda una rubia para que 600 hombres se reafirmen en la superioridad de Occidente y un ministro que interpreta a Mozart bajo el cartel: «No disparen sobre el pianista»

21 Diciembre 1990

La guerra hortera

Francisco Umbral

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Lo ha dicho Marta Sánchez: – Voy al Golfo porque. les gustan las curvas y de eso me sobra. Una guerra hortera, o sea. Se conoce que, a los cincuenta años de la última carlistada, a los españoles se nos ha olvidado hacer la guerra (ahora que la doctora Ochoa nos está enseñando a hacer el amor), y ya no se hacen aquellas guerras a la española, con bandera romántica bordada por Marianita Pineda , o las chisperas inmortales de la Independencia, Manolita Malasaña y Clara del Rey, más la novia de Velarde, matando gabachos a macetazos de geranios. Por no hablar de Agustina de Aragón/Cifesa o de la misma Isabel la Católica, que ahora la van a meter en el martirologio, que las santas siempre se lavaron poco, y eso ya es un mérito. Quiero decir que nuestras recias mujeres (el otro día le firmé un libro a la bella hija de Onésimo Redondo y Mercedes Sanz Bachiller, una de las fundadoras de Sección Femenina) han ido siempre a la guerra a enseñar su valor y no sus curvas, a enseñar el corazón y no la teta. El Ejército se queja ahora de «falta de motivación» entre la oficialidad y la tropa. ¿Es que alguna vez ha habido una guerra con motivo, motivo para una guerra? Nuestro Ejército está descubriendo ahora, un poco tarde, el sinsentido de las guerras. Los numantinos y los espartanos también sentían que les pasaba algo raro, una especie de cansera, pero no sabían que se llamaba «desmotivación». Así que hoy, para motivar un poco a los chicos, mandan al Golfo a Marta Sánchez. Sería mejor que nos volviésemos, como ha sugerido alguien, porque es que nos va a salir una guerra hortera. Narcís Serra ha dicho que no hay dinero para construir más barcos. Esto parece que cabrea en la Marina, pero el viejo lema español ya lo pronunció aquél: «Más vale honra sin barcos que barcos sin honra». Pues vamos al Golfo con toda nuestra honra, a ver si matamos a Sadam de puro honrados que somos. Woerner, el que manda en la OTAN, lo ha vuelto a decir estos días: – La OTAN es una garantía para la estabilidad de Europa. La OTAN se ha quedado sin empleo, por culpa de la perestroika, y el señor Woerner se va a quedar sin despacho como se quedó Juan Guerra. De modo que seguiremos siendo una Europa invadida, como en la postguerra, porque Europa es la oficina de la OTAN, que de algo tienen que vivir. Otros que están desmotivados. Ahora se puntualiza que, en caso de hostilidades, nuestros barcos no dispararán, sino que van a limitarse a tareas domésticas. Es decir, que vamos a ser las marujonas del Golfo, las adelaidas de la guerra. Mejor que hacer una guerra hortera, ya digo, con Marta Sánchez en plan corroborar, yo creo que esos chicos tendrían que venirse ya, antes de que la novia se les enganche con un enganchado. Unos jóvenes ultras han insultado en Toledo a Alfonso Guerra y han dado vivas a don José Antonio Primo de Rivera. Por fin, gracias a Dios, una reserva de jóvenes patriotas, una bolsa de patriotismo en estado puro, tipo Viriato. A ésos es a los que habría que mandar en los barcos. Son los únicos que no padecen complejo de desmotivación. No nos queda, a los españoles, sino hacer una guerra hortera, con toda la charcutería de Marta Sánchez. ¿Por qué no mandan a Silvia Munt, que es más lírica? Con barcos sin honra u honra sin barcos, que ya no me aclaro, con los chicos que llevan seis meses limpiando la cubierta y ya disparan muy bien con la fregona, perdido el viejo y bizarro estilo de guerrear de los españoles de antaño, el duque de Alba, Moscardó y Alfredo Mayo, nos va a salir una guerra choricilla. Esto de matar, don Felipe, se lo montaba mejor Franco.

26 Diciembre 1990

Felices y empalmaos

Carlos Boyero

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Teniendo en cuenta la brevedad y lo efímero de la existencia, y mi afiliación al carpe diem, supondría un desperdicio de tiempo y de adrenalina escribir de las características profesionales de un comicastro zafio y polvoriento llamado Raúl Sender y de una pepona que emite cursis gruñidos mientras que agita su sugerente anatomía con la gracia de una vedette (conviene disfrazar los calificativos en Navidad) anticuada, idónea para exaltar a garañones sin sofisticar, nostálgicos del viejo Chicote, ejecutivos asiduos a Costa Fleming, y de los que valoran el erotismo en kilos de glándulas mamarias. Que esta singular pareja de «entertainers» pueda fijar la atención de alguna publicación que no esté especializada en el corazón, en el hígado y en la estupidez, no es mérito suyo, sino que corresponde a un ministro de Defensa que alterna su gloriosa profesión con la contratación artística y la sicología de masas, aunque en esta ocasión las masas se reduzcan a varios centenares de niños perdidos a los que exigen que luchen y mueran por la patria, o por la Bolsa de Wall Street, o por la hostia bendita, que todo, al fin y al cabo, es lo mismo. Calificar de bochornoso el simulacro de espectáculo que ofrecieron ambos angelitos en los buques de guerra españoles, no haría justicia a su actuación. Si se hubieran limitado a caricaturizar a las mariconas folklóricas («el macho valiente de mi se acobarda, yo soy diferente, yo soy la petarda», «ademas de tonadillero, soy putoniso», declamaba el impresentable Sender) o a mover la pelvis buscando erecciones de su fácil publico («me pregunto si causo el mismo efecto en tí» «vivimos al ritmo de un mismo tambor», susurra la trascendente y sutil Marta Sánchez) su espectáculo hubiera estado a tono con sus señas de identidad. Pero cuando este par de esperpentos arengan a los soldaditos para que declaren ante las cámaras de televisión lo felices que se encuentran en su situación prebélica y tranquilizen a sus familiares y amigos, están realizando la más hedionda política y la manipulación más rastrera. La cámara se desplaza en alguna oportuna ocasión para mostrarnos el gélido jolgorio de la tropa y la complacida expresión del mecenas Narcis Serra, al que acompaña su esposa, para completar la imagen entrañable. El show se cierra con un campechano villancico dedicado («con respeto, con cariño» aclara el zalamero Sender) al hombre que les ha procurado tantas emociones erógenas, al comprensivo Serra. La letra es reveladora de su gratitud: «que toque el Ministro de Defensa, que nunca se equivoca y nos llena la despensa». He sentido asco ante esta verbena exclusivamente sórdida. Los que pueden morir te saludan.