1 febrero 1993

Se mantiene su distanciamiento con el presidente de CDC, Jordi Pujol y contra Unió y su líder Durán Lleida

Miquel Roca retorna a la secretaría general de Convergencia Democrática de Catalunya sin resolver la crisis de la formación

Hechos

El 1.02.1993 se hizo pública la decisión del Consejo Nacional de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) de restituir a D. Miquel Roca como secretario general del partido.

Lecturas

D. Miquel Roca trastocó el IX Congreso de Convergencia Democrática e Catalunya (CDC) el pasado octubre de 1992 al negarse a seguir como secretario general por diferencias con D. Jordi Pujol y UDC.

Apenas meses después ha rectificado y a aceptado retornar al cargo.

Su retirada definitiva como secretario general de CDC se producirá en diciembre de 1995. 

01 Febrero 1993

Roca regresa a la secretaría general de CDC sin lograr los objetivos que se planteo al abrir la crisis

José Antich

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Miquel Roca regresó ayer en el último instante a la secretaría general de Convergència Democrática (CDC) sin haber conseguido ninguno de los objetivos que se fijó cuando dejó el cargo el pasado octubre y le echó un pulso al presidente del partido y de la Generalitat, Jordi Pujol. Su retorno no tuvo aires de fiesta -tuvo un voto de castigo cercano al 30% del Consejo Nacional- ni tranquilizadores para el futuro, e incluso estuvo rodeado de tintes patéticos con las últimas intervenciones a puerta cerrada de los dos protagonistas. Pujol exigió que no se volvieran a repetir en CDC situaciones como la de estos meses y señaló que lo decía «con cierta ira contenida». Roca no tuvo reparo en advertir a los presentes que no buscaran en su regreso una actitud «ni lógica, ni coherente, y tengo dudas de si es demasiado digna», manifestó.

Roca regresa sin que se haya resuelto la cuestión formal que le llevó a la renuncia a la secretaría general -el mejor funcionamiento de la coalición con Unió Democrática (UDC)- ni las que subyacen en el fondo de la crisis: las discrepancias sobre la participación de los nacionalistas en un Gobierno de coalición con los socialistas, el papel de Cataluña y una pérdida total de confianza entre los dos protagonistas. Pujol y Roca coincidían al término de la reunión del Consejo Nacional en que la crisis no estaba definitivamente cerrada y que se habían. producido divisiones importantes que habían borrado de la imagen de la opinión pública catalana la idea de que CDC era un partido monolítico y sin fisuras.Finalmente, tuvo que ser el propio Roca el que presentara personalmente su candidatura ante los más de 300 miembros del Consejo Nacional del partido después de que Pujol desatendiera las peticiones de muchos de ellos para que fuera él mismo quien le presentara como candidato en un claro gesto de reconciliación. Roca tomó su decisión definitiva pocas horas antes de la reunión de ayer, en la madrugada del domingo. Ante el Consejo Nacional la justificó en pocos minutos, afirmando que había sido sensible a las muchas peticiones de militantes que le habían requerido para no dejar el cargo -«me han dicho que me necesitan», dijo- y para reforzar la unidad del partido. Ninguna referencia a Unió Democrática.

Adelantándose a cualquier crítica que se le pudiera formular, Roca presentó su retorno sin entusiasmo, hasta el extremo que recomendó a los asistentes al Consejo Nacional que no buscaran en su decisión otra cosa que un acto de responsabilidad. «Que quede claro que no es una actitud ni lógica, ni coherente e incluso tengo dudas de si es demasiado digna». Planteó sin subterfugios la posibilidad de que recibiera un voto de castigo y pidió a los consejeros que votaran libremente. Acompañó la presentación de su candidatura de una especie de programa que, a título de inventario, recoge una serie de principios genéricos del papel de Convergència.

Igual que había hecho el pasado martes en la tormentosa reunión del comité ejecutivo del partido, Pujol aprovechó entonces para impartir su magisterio, trazar la división de lo que no está dispuesto consentir que vuelva a repetirse y recriminar a Roca por su actitud de estos meses. Su intervención instantes antes de la votación evidenció de nuevo las diferencias entre ambos. Dijo que en estos meses se había producido «una crisis gravísima» dentro del partido, «con grietas que no se podrán arreglar nunca», y apeló a que no se volviera a producir una situación semejante. «Lo digo con una cierta ira contenida», aclaró.

El presidente de CDC recordó su voluntad de no volver a dejar el partido en manos del secretario general y enfatizó que iba a ejercer la presidencia a partir de ahora haciendo uso de todas sus «atribuciones y competencias, no de una forma implícita sino explícita». Pujol aprovechó la circunstancia para agradecer con ironía a Roca que en el congreso del partido celebrado en 1989 se hubiera introducido una enmienda a los estatutos para dejar claro que el secretario general actúa siempre de acuerdo con el presidente.

Tras esta reprimenda dijo que votaría la candidatura de Roca y pidió el voto a todos los asistentes «por la unidad del partido». Roca obtuvo 208 votos afirmativos, 58 en contra y 29 abstenciones.

Dirigentes de CDC destacaban ayer, tras la reunión, las dificultades de la cohabitación iniciada ayer. Una de las más significativas será la confección de las candidaturas electorales, que Pujol no quiere dejar, como en otras ocasiones anteriores, en manos de Roca.

02 Febrero 1993

¿Fin de una crisis?

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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Cuatro largos meses después de desencadenarse la crisis, Miquel Roca ha vuelto a su antigua responsabilidad como secretario general de Convergència Democrática de Catalunya (CDC). Lo ha hecho sin haber conseguido su único objetivo explícito: resituar en sus justos límites al socio menor de CDC, la democristiana Unió Democrática, dentro, de la coalición gobernante en la Generalitat, por la vía de limitar algunas de sus pretensiones de protagonismo, consideradas excesivas por el socio mayor. Roca ha vuelto sin haber avanzado tampoco en los (los asuntos tácitamente desencadenantes de tina crisis que se ha desarrollado con bastante opacidad: la clarificación sobre la estrategia del nacionalismo catalán en cuanto a la gobernabilidad de España (pactos de legislatura, coaliciones de gobierno o apoyos concretos respecto a lo que se prevé será, una minoría mayoritaria tras las próximas legislativas) y sobre el mismo liderazgo, compartido o no, del partido.En lo relativo a la estrategia de alianzas, el problema ha quedado, al menos, planteado como problema. Y la discrepancia, aunque difuminada en su explicitación pública, subrayada: mientras Pujol se aleja de la perspectiva de una coalición con el PSOE (prefiere el modelo de apoyos concretos a un Gobierno en minoría, como en la época de UCD), Roca se muestra partidario de una política de alianzas sólida y articulada. En cuanto al liderazgo, unipersonal o compartido, no cabe ignorar el voto de castigo al secretario general en su reelección, que se acerca al 30%; pero, en todo caso, se trata de un nivel de rechazo similar al recaudado por Pujol en las últimas votaciones del partido. En la aventura de esta crisis, Miquel Roca ha perdido también algunas de las competencias características de su cargo: la exclusividad de las relaciones del partido con los agentes económicos y con el Gobierno.

En este sentido, el planteamiento de la divergencia puede entenderse como un fracaso para sus objetivos del mes de octubre. Pero se trata de un fracaso relativo. También han fracasado las maniobras desarrolladas en la última fase de la crisis por los núcleos pujolistas más radicales, que pretendían el puro y simple abandono del dirigente nacionalista considerado más pragmático. El amplio apoyo obtenido por Roca en la votación ilustra suficientemente sobre ese otro fracaso. Ni el voto del aparato ni la confianza de determinados sectores socioeconómicos han permitido prescindir de lo que supone el roquismo en el nacionalismo catalán, y mucho menos eliminarlo. Y si al final, como siempre, todos dicen haber ganado porque han recompuesto la unidad sobre bases nuevas -más débiles-, también lo es que lo han hecho a costa de ceder, es decir, de haber perdido algo. Unos han cedido plataformas de poder y un poco de dignidad, como ha confesado el propio Roca. Los otros han venido a reconocer la imposibilidad del sueño de un partido monolítico, sin fisuras, sin debate, hegemonizado por un liderazgo nunca sometido a discusión.

La cultura de la discrepancia ha venido a instalarse en un partido democrático que amenazaba con convertirse en un movimiento político magmático, articulado únicamente en torno a un liderazgo muy personal. ¿Adónde conducirá esta nueva etapa? Lo cierto es que los grandes problemas, aunque apuntados, no están resueltos. Si las corrientes se han de convertir en tendencias articuladas, si serán absorbidas por las urgencias de la coyuntura, si encontrarán cauces para una cohabitación fructífera o si desembocarán en nuevos episodios de crisis… Todo eso es lo que no está escrito todavía.

01 Febrero 1993

Roca fue reelegido secretario general de CDC pero con un 30 por ciento de votos de castigo

Alfons Quintá

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Miquel Roca resultó reelegido ayer secretario general de Convergéncia Democrática de Catalunya (CDC), por el 70 por ciento de los votos del Consejo Nacional de ese partido. Logró 208 votos a favor, frente a 58 en contra y 29 abstenciones. Estos 87 «votos de castigo», entre abstenciones y votos en contra, representan un porcentaje similar a los 70 votos (43 en contra y 27 abstenciones) que se registraron el pasado 13 de diciembre, como castigo del mismo Consejo Nacional que eligió un Comité Ejecutivo «pujolista». En el último congreso de CDC, celebrado en octubre pasado, Pujol fue elegido presidente del partido por el 92,5 por ciento de los votos. Ayer, durante la reunión del Consejo Nacional de CDC, por vez primera se utilizó la palabra «discrepancia» para describir la situación interna que vive este partido, después de varios meses en los que sus dirigentes y responsables han afirmado que los problemas consistían en diferentes enfoques con los democristianos coaligados con CDC.

«Existe la discrepancia», manifestó ayer Miquel Roca, en la conferencia de prensa que ofreció junto con Jordi Pujol, después de ser reelegido. Esta comparecencia pública se interpretó como una «presentación en sociedad» formal de las discrepancias que existen entre ambos y, durante la misma, ni Pujol ni Roca se refirieron en ningún momento a los problemas con la coalición. Además de reelegir a Roca, el Consejo Nacional designó dos nuevos miembros para el Comité Ejecutivo: Rafael Hinojosa, procedente de USO y dedicado a asuntos sindicales, y el diputado Francesc Homs, un «roquista» que despierta fuertes antipatías en Unió Democrática de Catalunya (UDC). Jordi Pujol, por su parte, manifestó que hasta hoy «no habíamos tenido una crisis seria», y aludió a la fundación de CDC hace dieciocho años y a los cerca de quince años que dura ya su coalición con UDC. «Ahora hemos tenido una crisis -reconoció-, pero estamos legítimamente satisfechos». Tras indicar que se siente «responsable de que ésto vaya bien» (en alusión al regreso de Roca), Pujol se refirió a las buenas expectativas electorales de la coalición, aludiendo a encuestas que tiene en su poder pero de las que no citó sus resultados. Según fuentes de la dirección del partido, desde desde hace un año estas encuestas apuntan que por vez primera CiU aventaja a los socialistas en el conjunto de Cataluña, en porcentajes que oscilan entre uno y dos puntos.

Mientras Pujol se esforzó por considerar superada la crisis, Roca expuso matices diferentes. «Esta no es una cuestión cerrada, es una cuestión viva», dijo el reelegido secretario general, aludiendo a las discusiones llevadas a cabo en el seno del Consejo Nacional. «Hay gente que está de acuerdo con mi planteamiento -añadió- y gente que no lo está». Pujol, por su parte, manifestó que «una vez enterrado el tema de UDC, evidentemente que hay otros problemas». «Las coincidencias básicas son muy importantes -precisó-. Es por estas coincidencias básicas por lo que el partido no se ha roto». Ahora deberá producirse la continuidad o el cese del secretario de organización, Miquel Caminal, un «roquista» sin cuya colaboración las posibilidades de maniobra de Roca dentro del partido quedarían muy limitadas. Su posible cese, para pasar a un cargo en el Gran Teatro del Liceo se ha anunciado repetidamente, pero nunca se confirmó.

01 Febrero 1993

Convergencia decide el próximo Gobierno

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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EL Partido Popular se ha situado a tan sólo tres puntos y medio del PSOE según la última encuesta sobre intención de voto realizada para EL MUNDO. En sólo mes y medio, la diferencia entre ambos se ha reducido en un punto y nueve décimas, prolongando una tendencia que se inició a mediados del pasado año. Si la evolución del voto continúa en esta dirección y las elecciones no se celebran hasta que se agote la legislatura, el resultado de las urnas puede propiciar una situación de práctico empate que imposibilitará un gobierno mayoritario y que dará a los grupos minoritarios un papel decisivo. En el panorama electoral que ofrecen los sondeos, Izquierda Unida se perfila como la tercera fuerza política del país. La formación que lidera Julio Anguita tendría suficientes escaños -entre 22 y 24- como para inclinar la balanza de uno o de otro lado. Pero los reiterados rechazos expresados por González a pactar con IU -tampoco existe mucho entusiasmo en el equipo dirigente de la coalición- hacen muy difícil el entendimiento. Más inverosímil resulta un pacto PP-IU. Descartado el CDS -a punto de convertirse en extraparlamentario- sólo los grupos nacionalistas, y más concretamente Convergencia y Unió, tendrán suficientes escaños como para apuntalar un ejecutivo estable. La fórmula elegida podrá ser bien un gobierno de coalición, bien un acuerdo parlamentario de legislatura. El partido estatal que se beneficiará de esta situación dependerá, en buena medida de la propia CiU, cuyos líderes mantienen desde hace meses un precario equilibrio. Ayer -con un voto de castigo del 30% de los miembros del Consell Nacional pese a ser avalado por Pujol-, Miquel Roca volvió a la secretaría general de CDC. Su renuncia en el Congreso del mes de septiembre a la reelección, había provocado la preocupación del PSOE. No era extraño; Roca ha sido el más importante comodín de los socialistas, especialmente en esta legislatura, y es el principal defensor de un acuerdo postelectoral con González. El propio presidente del Gobierno volvió a elogiar en una entrevista al portavoz catalán en el Congreso, al que considera un hombre que ha entendido que la participación en un Gobierno no se puede plantear «en términos de qué me va a dar usted a cambio», sino de lo que «se hace para el conjunto del Estado», frente a Pujol, de quien recuerda -sin querer nombrarlo- que puso precio a tal compromiso político. Hoy por hoy, es Pujol el que manda en Convergencia. Y hay que recordar que el president ha dicho que no se fía de González. Es fácil, en esas circunstancias, que el enfrentamiento Roca-Pujol se reproduzca en los próximos meses. El riesgo de que se rompa CDC no es, así, una hipótesis descabellada. De una situación similar -la marcha de Garaikoetxea del PNV- se aprovechó el PSOE hace siete años para debilitar el nacionalismo vasco moderado y ponerlo a sus órdenes. Es una lección que ni Roca ni Pujol pueden olvidar a la hora de tomar posiciones y limar diferencias.