10 agosto 1980

Las revistas inician una cadena de especulaciones al saberse que el crimen tuvo que cometerlo alguien del entorno de las víctimas

Misterioro asesinato de los marqueses de Urquijo, María Lourdes Urquijo Morenés y Manuel de la Sierra Torres

Hechos

El 1 de agosto de 1980 fueron asesinados en su casa D. Manuel de la Sierra su esposa, Doña Lourdes Urquijo, marqueses de Urquijo.

Lecturas

El 1 de agosto de 1980 fueron encontrados asesinados Dña. María Lourdes Urquijo Morenés y D. Manuel de la Sierra Torres, marqueses de Urquijo y accionistas de referencia del Banco Urquijo, en su casa.

El 10 de abril de 1981 se hizo público que D. Rafael Escobedo Alday, ex marido de la hija de los marqueses había sido detenido por el crimen y que había confesado su participación en él.

Los marqueses de Urquijo, Dña. María Lourdes Urquijo Morenés y D. Manuel de la Sierra y Torres, estaban vinculados al grupo del Banco Urquijo por parentesco y por ostentar la propiedad de uno de los más importantes paquetes de acciones. El marqués consorte fue nombrado consejero del Banco Urquijo en 1973 y formaba parte de la comisión delegada de su consejo de administración. Era asimismo presidente del Consejo de Administración de Cefisa, Urquijo Leasin y Servicios Financieros, y consejero de diferentes sociedades.

D. Manuel de la Sierra nació en Barcelona el día 21 de diciembre de 1925; cursó el bachillerato en España y en Estados Unidos y se graduó como ingeniero en la Universidad católica de Washington, y como abogado, en las Universidades de La Plata, de Buenos Aires, y de Salamanca. Era miembro del Colegio de Abogados de Madrid. Colaboró con el Instituto de Cultura Hispánica (actualmente, Instituto para Asuntos de Iberoamérica) como jefe de la sección de Estados Unidos, hasta su incorporación al Banco Urquijo, en 1960.

El marqués consorte era caballero de la Orden de Malta, Nobleza de Cataluña, Santo Sepulcro y Santo Cáliz de Valencia. En 1977 declaró a Hacienda un patrimonio de doscientos millones de pesetas.

La marquesa de Urquijo tenía 45 años y era además marquesa de Loriana y marquesa de Villar del Aguila. En 1969, María Lourdes Urquijo Morenés, llamada familiarmente Marieta, heredó el título de marquesa de Urquijo, que poseía grandeza de España desde 1918. Su padre, D. Miguel Urquijo, estuvo apartado por razones personales del grupo bancario a cuya familia fundadora pertenecía. La marquesa de Urquijo era prima del actual presidente del banco, D. Jaime Carvajal Urquijo, y tenía dos hijos, Juan y Míriam. Su residencia habitual la tenían fijada en Madrid, y la de verano, en Sotogrande (Cádiz) Los marqueses asesinados cedieron el parque de Llodio, donde poseían un extraordinario palacio de su propiedad, al ayuntamiento y se trasladaron a Madrid.

10 Agosto 1980

La policía considera que la venganza es el móvil más probable

Jesús de las Heras

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La investigación policial sobre el asesinato de los marqueses de Urquijo está siendo especialmente dirigida por el jefe superior de Policía de Madrid, Tomás Astilleros. En los últimos días el trabajo ha pasado a ser competencia de varios grupos policiales, además del noveno de la Brigada de Policía Judicial, que lo controló tras las primeras diligencias.Fuentes del Ministerio del Interior explican que «es un caso en el cual no se ha querido seguir la tradicional usanza y sí, en cambio, utilizar a distintos grupos especializados». Otras fuentes policiales manifiestan en el mismo sentido que «hay bastante gente movilizada en este asunto». Aunque oficialmente no se han confirmado tales variaciones, las mismas fuentes aseguran que «el acopio de datos para la investigación es cuantioso, como consecuencia del gran número de personas a las que se ha tomado declaración, a pesar del cual no existen novedades en cuanto al esclarecimiento de los hechos».

arcía Gallego: «Todas las posibilidades»

La investigación policial, al cabo ya de una semana, camina «por su fase mixta», según un portavoz oficial, en la que se trata de dar forma a las posibles hipótesis para continuar un proceso de eliminación; pero, por el momento, sólo están relativamente descartados dos móviles del crimen: atentado político y robo.

La muerte de María Lourdes de Urquijo y Morenés, marquesa de Urquijo, y su esposo, Manuel de la Sierra y Torres, marqués consorte, en su residencia de Somosaguas (Madrid), el pasado día 1 de agosto, presenta un cuadro de circunstancias que han llevado a calificarla de inexplicable a algunas personas próximas a las víctimas.

La policía no ha agotado todavía la fase técnica de su investigación, correspondiente a las derivaciones de los diversos análisis periciales del material reportado por las inspecciones oculares. Paralelamente, y en un tercer paso, sigue ya una metodología mixta, en base a lo obtenido en las dos anteriores más la suma de las declaraciones y testimonios recogidos.

El jefe de la Brigada de Policía Judicial de Madrid, señor García Gallego, comentó a EL PAIS que «hay asuntos que salen y otros que no, lo cual no es para escandalizarse», y añadió que, en este caso, «quisiéramos que el director de la Seguridad del Estado pudiera convocar pronto una conferencia de prensa para dar cuenta de su solución». En orden a la investigación recalcó que «se están considerando todas las posibilidades, sin descartar ninguna, aun cuando se considere la venganza como el móvil más estimable en estos momentos».

Del crimen al hallazgo

En función del contraste de datos efectuados hasta el momento, los elementos conocidos sobre el doble asesinato permiten trazar el siguiente repaso de los hechos:

La muerte fue cometida hacia las tres de la madrugada, con munición del calibre 22. Con escasos minutos de diferencia, falleció en primer lugar el señor De la Sierra, según apreciación forense.

El marqués presentaba herida de bala en la nuca. Se hallaba tendido de costado en una cama de matrimonio, en pijama y semicubierto por una sábana.

La marquesa recibió un primer disparo en la boca y fue rematada por otro en el cuello, en dirección ascendente, que le destrozó el cerebro. Estaba acostada de espaldas sobre una cama de cuerpo y medio, igualmente en pijama y tapada a medias por una sábana. Había perdido gran cantidad de sangre.

María Lourdes de Urquijo no se levantó de la cama. «En todo caso, se incorporaría un poco», aseguró un funcionario encargado de la investigación. Según fuentes próximas a la familia, María Lourdes de Urquijo se levantó y anduvo unos pasos, ya que se advirtieron rastros en el suelo de haber sido arrastrada hasta la cama.

Los marqueses dormían en habitaciones separadas, pero no incomunicadas entre sí. Ambos dormitorios se encuentran unidos por un pequeño pasillo o hall de un metro y medio aproximadamente al que linda el cuarto de baño de los marqueses, dentro de lo que podría denominarse el área de sus habitaciones íntimas, limitada a su vez de los otros dos dormitorios de esta planta por otra puerta de comunicación.

Se encontraron cuatro casquillos. Los correspondientes a las balas alojadas en los cuerpos y a un cuarto impacto hallado en un armario de la habitación del marqués. Uno de los casquillos estaba fuera de los dormitorios, en el pasillo.

La policía, oficialmente, ha asegurado a EL PAIS la inexistencia de un hematoma en el cuello del señor De la Sierra, si bien no precisó una explicación sobre el motivo por el que, a raíz de la primera inspección ocular, se creyó advertir signos de estrangulamiento.

La entrada del autor en el edificio se produjo a través de la puerta acristalada del área de la piscina. Uno de los cristales fue golpeado y roto para poder abrir dicha puerta. Seguidamente, en la misma planta baja, pasaron una puerta «que se abre por el sistema de resbalón y forzaron otra, próxima al despacho del administrador, con una lamparilla, haciendo un agujero en la madera por donde introducir la mano para abrir; no se ha determinado aún qué tipo de lamparilla fue utilizada, tal vez un soplete o tal vez otra cosa», explicaron fuentes policiales autorizadas. Inmediatamente, por las escaleras, el autor escendió a los dormitorios.

El sistema de alarma se accionaba desde el interior de la vivienda. Se compone de unos pulsadores instalados en diversas habitaciones, por medio de los cuales puede iluminarse el área de jardín circundante a la vivienda, así como la puesta en marcha de una alerta sonora, audible a varios kilómetros.

La noche del asesinato, en la vivienda sólo se encontraban los marqueses, una sirvienta negra y un perro caniche llamado Boli.

A primera hora de la mañana del viernes día 1 de agosto un vigilante jurado, que advirtió el cristal roto, avisó a la policía, tras descubrir, junto a la criada, los cadáveres.

Cuatro casquillos y un cristal

La vivienda de los marqueses de Urquijo en Somosaguas, una de las zonas residenciales más lujosas de Madrid, al oeste de la ciudad y aislada inmediatamente de ésta por el pulmón de la Casa de Campo, es un gran chalé de dos plantas, circundado por una valla de ladrillo visto, coronada por una malla metálica cubierta de caña y rematada por alambre de espino. Su numeración urbana corresponde a la del Camino Viejo de Húmera, número 27. Rodeada de un amplio y cuidado parque, de un radio de unos treinta metros, deja acceso por dos puertas metálicas en el cerramiento exterior, y otras varias en el inmueble propiamente dicho. Las ventanas de la planta superior carecen de rejas. Una piscina de proporciones olímpica se dispone, apta para el baño al aire libre y para el baño a cubierto, al introducirse en su mitad hacia el interior de la casa. Instalaciones de sauna y gimnasio complementan la dotación deportiva. La decoración de la planta inferior se presenta adaptable como salón de baile. Las dependencias albergan objetos de gran valor, entre los que se estima preciadísima la pinacoteca heredada del bisabuelo de la marquesa de Urquijo.

A la magnífica residencia, habitualmente vigilada por un servicio particular de guardas jurados, contratados por el conjunto de la urbanización en que se enclava, acudieron por la mañana el resto del servicio -salvo los dos guardeses, ausentes de Madrid-, la policia, autoridades judiciales, familiares y amigos y buen número de periodistas.

La criada se extrañó de que los señores no bajaran a desayunar. La criada no oyó nada durante la noche. Duerme en la planta baja.

La policía recogió los casquillos. Después ha recogido numerosas armas a familiares de los difuntos, de distintos tipos -cortas y largas- y calibres; entre éstos, algunas del calibre 22; todas ellas, al parecer, legalizadas.

La policía recogió también un trozo del cristal roto, en el que se han apreciado algunas huellas dactilares, si bien se desconoce todavía su valor para la investigación.

Dámaso Ruiz Jarabo, forense de Navalcarnero, con competencia en Pozuelo de Alarcón, término municipal al que pertenece Somosaguas, manifestó que «la expresión de los cadáveres no era de terror, no han tenido ocasión de despertarse», tras proceder al levantamiento judicial de los cuerpos.

Un fiscal madrileño calificó el caso de «inexplicable», en opinión que coincide con otras manifestaciones de personas próximas a los Urquijo, como el alcalde por UCD de Pozuelo de Alarcón, Juan Carlos García de la Rasilla.

Otro de los visitantes, Enrique de la Mata Gorostizaga, ex ministro, enjuició al marqués de Urquijo como hombre alejado de la actividad política. Y Jaime Carvajal y Urquijo, presidente del Banco Urquijo y primo hermano de la asesinada, se ofreció como intermediarío para unas declaraciones de la familia de las víctimas a los periodistas.

En el transcurso de la mañana llegaron también a la casa las madres de los fallecidos, María Teresa Morenés y Carvajal y Mercedes Torres y de Canals, ambas catalanas; los barones de Gotor, el embajador de Estados Unidos, Terence Todman; el embajador de Egipto, Mahmud Abdelkafaar, en cuya embajada trabajó hace tres años Miriam, la hija mayor de los marqueses de Urquijo, que llegó también por la mañana. Por la tarde, y desde Londres, donde se hallaba cursando estudios, llegó el hijo menor, Juan, de veintidós años, que heredará el título del marquesado.

Al día siguiente, sábado, sobre las doce del mediodía, fue concelebrado por varios sacerdotes un funeral corpore insepulto en el chalé de los marqueses. Al fin de esta ceremonia se recogió la dolorida frase de la madre del señor De la Sierra, Mercedes Torres, la cual exclamó, entre sollozos: «iEsto es horroroso. No sé lo que Dios querrá de mí. Mi único hijo, asesinado! ».

Posteriormente fueron traídos los cadáveres en sus féretros de nuevo a la casa de Somosaguas, y aquí se celebró otro funeral a las tres de la tarde, oficiado por el capellán de la familia, José de Salazar Abrisqueta, y al que asistieron, como al anterior, exclusivamente las personas más allegadas.

A las cuatro y media se inició la salida del cortejo fúnebre para dar cumplimiento al entierro.

La policía tambien acudió al entierro, entre las aproximadamente, trescientas personas que llegaron al cementerio de San Justo, a las cinco de la tarde. Entre éstas, además de familiares y otros allegados, se contaron el ex presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro; los ex ministros Gregorio López Bravo y Enrique de la Mata; Iñigo de Oriol e Ybarra, Antonio Garrigues Walker y el diputado de UCD Joaquín Satrústegui.

Las hipótesis manejadas, poco sólidas

La policía tendrá que explicar, si puede, lo todavía inexplicable. Los investigadores policiales coinciden en que son pocos los elementos con que cuentan. Esto ha llevado en el proceso de investigación a interrogar «a muchas personas en distintos sectores, incluidos los familiares y financieros», según confirman oficialmente fuentes del Ministerio del Interior. Incluso, por no desechar ninguna posibilidad, le ha sido tomada declaración a un anciano familiar de los marqueses, cuyo estado de salud psíquica, al parecer, sufre de trastornos frecuentes, con el fin de cubrir incluso la hipótesis de un acto de desequilibrio mental.

El aparente conocimiento de la vivienda por parte del autor del crimen es uno de los puntos que centran la investigación. No así tanto el hecho comentado de que el caniche no emitiera ningún ladrido. Según ha declarado a EL PAIS la hija de los marqueses de Urquijo, Miriam, «eso no tiene nada de anormal; no es que el perro estuviera drogado o algo así, sino, sencillamente, que es un perro un poco tonto».

«En realidad, desconozco las actividades de mi padre», añadió Miriam. «Desde luego, mi padre iba todos los días a su despacho en el Banco Urquijo. Yo lo he llamado muchas veces allí por teléfono, hacía una vida en general muy tranquila, y los fines de semana los pasaba en casa, con mamá o con algunos amigos a quienes visitaban, pero no puedo decir con certeza si se ocupaba en algo más que estos asuntos de negocios. Tampoco, hasta ahora, ha comentado nadie en la familia la posibilidad de que su muerte tenga relación con alguna época lejana de su vida, La policía no encuentra explicación, o, al menos, no nos ha informado de ello, pero a nosotros todo esto nos resulta todavía mucho más absurdo».

La presunta eliminación de la hipótesis del atentado político se basa en principio, fundamentalmente, por el modo en la actuación criminal, a pesar de que en alguna ocasión se hubiera requerido a los marqueses el pago del impuesto revolucionario por parte de ETA, según algunas fuentes allegadas a esta destacada familia de origen vasco.

La del robo se considera igualmente eliminada, por cuanto no se ha declarado la falta de ningún objeto y porque parece evidente que el autor fue directamente a los dormitorios con determinado objetivo homicida.

Algunas informaciones se han referido, de forma tangencial, a una posible venganza pasional. Sin embargo, cualquier presunto indicio en este sentido parece haberse determinado como equívoco, por el momento. Las informaciones recogidas de fuentes directas de la investigación aseguran la inexistencia de datos firmes que avalen tal hipótesis en el actual curso de los acontecimientos, a pesar de estimar «algún tipo de venganza» como el móvil más aparente.

Tampoco parecen existir indicios como para sostener la suposición de un ajuste violento por razones financieras. El señor De la Sierra, según el criterio de observadores financieros y expertos en finanzas consultadas, no era un hombre decisivo en ninguna de las sociedades a las que pertenecía como consejero o vocal. La única etapa que se le conoce como ejecutivo fue en su actividad, hace unos años, como presidente de Servicios Financieros, empresa del grupo del Banco Urquijo, en el cual ocupaba actualmente cargo de consejero, como consecuencia del importante -pero no mayoritario- paquete de acciones del mismo, del que era propietaria su familia.

Tampoco se descuidó, en un principio, la hipótesis de la herencia. En esta dirección se hicieron gestiones sobre el marido de la hija mayor de las víctimas, que en seguida tiraron por tierra tal especulación. No obstante, llegó a tomarse declaración al joven Rafael Escobedo Aldaiz, de veintiséis años, natural de Madrid, esposo de Miriam de la Sierra Urquijo. El matrimonio se formó hace unos dos años, pero, desde hace cinco meses, los cónyuges se hallan separados y en tramitación de nulidad del matrimonio. Previamente a la boda se había legalizado la separación de bienes conyugales. Rafael Escobedo, pese a la ruptura conyugal, asistió al entierro de los marqueses de Urquijo.

12 Agosto 1980

Los autores, según parece, tenían como objetivo matar únicamente al marqués

Jesús de las Heras

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Pese a la poca fuerza de las hipótesis manejadas hasta el momento como explicación del doble asesinato de Ios marqueses de Urquijo, el pasado día 1, la policía parece estar convencida de que el autor fue a la casa de Somosaguas para acabar con la vida de Manuel de la Sierra y Torres, y que dio muerte también a la esposa, María Lourdes Urquijo y Morenés, por causa de algún azar. Ante la nebulosa de pistas, la vida del marqués consorte cobra un especial interés para los investigadores, y desde este punto de vista se encaminan muchas de las pesquisas y los interrogatorios.Las informaciones aportadas por nuestros corresponsales en Bilbao y Barcelona, Patxo Unzueta y Enric Canals, respectivamente, contribuyen a reconstruir sintéticamente la historia de los Urquijo.

La familia Urquijo, de origen humilde, fue introduciéndose progresivamente en el mundo de las altas finanzas. El primer marqués de Urquijo, Estanislao Urquijo y Landaluce, nació a mitad del siglo XIX, en Murga, aldea del valle de Ayala, en Alava. Reunió una considerable fortuna, con actuaciones en Bolsa en Madrid, y la amplió con inversiones en empresas navieras y ferrocarriles. Posteriormente ingresó en la Banca Rotschild, de Madrid. En la segunda mitad del siglo pasado edificó su palacio de Llodio en un paraje conocido con el nombre de Lamuza.

Benefactor de Llodio

Es considerado y recordado como el benefactor de Llodio por excelencia. Promovió diversos patronatos con fines benéficos (escuelas, hogar de ancianos, patronato de fomento de la ganadería y agricultura, etcétera). Subvencionó diversas obras y gestionó otras ante los poderes provinciales y nacionales. Murió en el año 1887.

Le sucedió su hijo Juan Manuel Urquijo Urrutia, que continúa la tradición benefactora y diversifica las actividades económicas y empresariales. Bajo sus auspicios se construyeron la estación de ferrocarril y las nuevas escuelas de Llodio, y numerosos jóvenes del pueblo con disposición para el estudio obtuvieron becas del marqués (como el que luego sería general republicano, Ibarrola). Compró acciones de importantes industrias siderúrgicas y navieras en el País Vasco. Altos Hornos de Vizcaya y Unión Eléctrica Española fueron puntos clave de sus inversiones. Fundó la Banca Urquijo y Arenzana en 1870, que en 1918 se convertiría en la Banca Urquijo, SA. En este año se otorga al marquesado rango de grandeza de España. Fue senador y diputado por Alava.

El cuarto marqués de Urquijo, padre de la asesinada el pasado día 1, hereda el título tras dilucidarse familiarmente -previa consulta médica- cuál de los dos hermanos gemelos, Luis o Juan María, cabía considerar primogénito. Los médicos dictamina ron que biológicamente era mayo Juan María, que fue el segundo en nacer.

Juan María Urquijo y Landecho no hereda, sin embargo, la disposición de sus antepasados para los negocios, que quedan en manos de su gemelo, Luis, marqués de Bolarque, el cual fue embajador de España en Alemania durante el franquismo y consejero delegado del Banco Urquijo.

En 1944, el impulso financiero impreso lleva a realizar un pacto de estrecha colaboración entre el Banco Urquijo y el Banco Hispanoamericano, conocido por el Pacto de Las Jarillas, nombre de una de las fincas de los Urquijo en las proximidades de Madrid, donde se firmó. En 1963 se le reconoce como uno de los principales bancos españoles.

Fiestas fastuosas

La influencia de los Urquijo en las finanzas y en la vida política ha sido importante. Sus relaciones con la Monarquía son antiguas. Alfonso XIII, padrino de la boda del tercer marqués, siendo madrina doña Victoria Eugenia, solía pasar temporadas en el palacio de Llodio. Las fiestas en este palacio se recuerdan por su fastuosidad, incluida la fantasía de provocar nieve artificial sobre una colina en pleno agosto. También el rey consorte de Holanda, Bernardo, recién casado, llegó a participar en alguna de estas fiestas.

Aparte del cuarto marqués y su hermano gemelo, la familia estuvo compuesta por un total de nueve hermanos, tres de los cuales perdieron la vida en la guerra, las también gemelas Lola Urquijo y la marquesa de Valdueza, Alfonso Urquijo y la marquesa de Grini.

Juan María Urquijo, según lo recuerdan en Llodio, era un personaje llano, siempre fumando un puro, aficionado a la fotografía y al cultivo de las flores (una determinada rosa por él obtenida lleva el nombre de su esposa).

Su esposa, María Teresa Morenés y Carvajal, nacida en Barcelona, no ha sido nunca muy aficionada a pasar grandes temporadas en Llodio, aunque todavía hoy, al igual que el resto de la familia, continúa allí censada, seguramente por razones fiscales (Concierto de Alava).

En los últimos años de la vida del marqués, que falleció en 1969, era raro verles juntos: la marquesa solía vivir en Madrid o Barcelona, y cuando, por algún motivo, iba a Llodio, su marido se solía ir a alguna de las otras casas de la familia, generalmente a Madrid. En una de éstas pasó alguna temporada de su adolescencia don Juan Carlos de Borbón.

María Lourdes, última marquesa de Urquijo y marquesa de Loriana y de Villar del Aguila, hija única del anterior, familiarmente conocida como Marieta, nació el 25 de junio de 1935. Contaba, al morir, 45 años de edad. Quienes la conocieron la señalan como una mujer frágil, espiritual, más bien tímida, muy religiosa, vinculada al Opus Dei, que mostraba un pequeño defecto al andar. Su hija Miriam ha desmentido a este periódico las informaciones difundidas en el sentido de que su madre, desde pequeña, había estado en tratamiento médico por causa de una enfermedad que le producía trastornos en las funciones de psicomotricidad. «Lo único que padecía eran fuertes y frecuentes dolores de cabeza, razón por la que no gustaba demasiado de hablar, y a veces, incluso, le molestaba alguna conversación en su proximidad », precisa.

Manuel de la Sierra y Torres, último marqués consorte de Urquijo, era hijo de Manuel de la Sierra y Bustamante, general de ingenieros aeronáuticos y, durante años, director general de Aeropuertos Militares, del Ministerio de Aire, en posesión de la medalla individual militar y caballero de la Nobleza Catalana. El general, siendo todavía teniente de navío y estando destinado en Barcelona, conoció a Mercedes de Torres y de Canals, miembro de una destacada familia de la nobleza tarraconense, con la cual se casó.

Su único hijo, Manuel de la Sierra y Torres, nació en Barcelona el 21 de diciembre de 1925. Contaba 54 años de edad al morir. Se casó con María Lourdes Urquijo. La boda tuvo lugar en la iglesia de Santa Bárbara, de Madrid, el 12 de diciembre de 1954.

«Las familias de mis padres se conocían, porque mis abuelas tenían fincas próximas en Cataluña», explica Miriam. Cuando la pareja se conoce, Manuel de la Sierra, que había estudiado en Argentina y Estados Unidos, era empleado en la Embajada norteamericana en Madrid, a la vez que encargado del área de Estados Unidos en el Instituto de Cultura Hispánica.

Manuel de la Sierra fue a su boda vestido con el uniforme de la Orden del Santo Sepulcro. Fueron padrinos los condes de Barcelona, y firmaron como testigos el embajador de Estados Unidos en España, Lodge, y el director para España de la FAO, Roy R. Rubotto, y Alfredo Sánchez Bella, entonces director del Instituto de Cultura Hispánica. La invitación a los asistentes tuvo lugar en un palacete del paseo de la Castellana, en Madrid.

Desigualdad económica

La desigualdad económica entre los contrayentes hizo que en los círculos de la nobleza catalana se comentara desfavorablemente la boda, máxime teniendo en cuenta que el padre de la novia tenía intención, según fuentes de la propia nobleza, de casarla con un, destacado miembro de la familia Güell, una de las familias -en la que sobresalen los condes de Güell- más relevantes de Cataluña. Al parecer, fue el firme carácter de la novia lo que decidió a su padre a acceder al matrimonio.

Desde la fecha de la boda, Manuel de la Sierra ha figurado empadronado en Llodio, pese a que, tras la muerte de su suegro, liquidó prácticamente todas sus propiedades en la zona, incluido el palacio. «Creo que queda alguna propiedad, alguna casa en Guipúzcoa», matizó al respecto su hija.

El palacio y el jardín de Llodio, en contra de lo difundido, no fueron donados al pueblo de Llodio por el marqués de Urquijo, sino que se trató de una venta a la Caja de Ahorros Provincial de Alava, institucionalmente ligada a la diputación foral, la cual lo donó, entre otras propiedades, al Ayuntamiento de Llodio, que convirtió el jardín en parque público, si bien en la actualidad se halla abandonado. Otra parte (montes, bosques, etcétera) sigue siendo propiedad de la diputación. Y una tercera parte sirvió, retenida por la. caja de ahorros, para edificación de viviendas.

Los terrenos de la familia Urquijo (incluyendo numerosos caseríos) suponían más de un millar de hectáreas pertenecientes a los municipios de Okendo, Orozko, Llodio y Murga.

El palacio, como el jardín, muestra el mismo deterioro, con abundantes cristales rotos. En una de las dependencias del patio interior está la sede del Centro de Promoción de la Mujer.

Desde la boda, Marieta y su esposo apenas iban a Llodio, y dejaron de ir definitivamente al morir el cuarto marqués de Urquijo, si bien continuaron avecindados allí.

El patrimonio declarado a Hacienda por el marqués de Urquijo en 1977 se cifró en 200 millones.

La personalidad de Manuel de la Sierra y Torres se perfila algo contradictoria entre quienes lo conocieron. Su vida, en cambio, aparece claramente marcada por dos direcciones: las relaciones americanas, primero, y las finanzas, después.

Hombre distinguido, amable, «muy pulido», en expresión fémina de quien lo trató durante años, era para sus más cercanos una persona profundamente religiosa y hogareña, «el más fiel de los esposos», según otra definición próxima a él, cuya única afición ostensible y conocida era la caza. Frecuentaba, entre otros cotos, unos arrendados en Chapinería (Madrid).

Manuel de la Sierra, muy joven aún, con no más de veinticinco años, recién acabados sus estudios y ya cumplido el servicio militar, empezó a colaborar en el Instituto de Cultura Hispánica. Fue el primero en organizar los cursos para americanos, trabajando al lado de Manuel Fraga Iribarne, director entonces de estos cursos, allá por los finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta. En este cometido nunca figuró como funcionario, aunque llegó a responsabilizarse del departamento de Estados Unidos del Instituto. En éstos cursos trabajaron también entonces el padre Sobrino, jesuita, y Ramón Vela, actual director de FulIbrigth, centro para el intercambio de relaciones culturales entre estudiantes americanos y españoles. Todo lo que se recuerda de él, en el hoy llamado Instituto de Cooperación Iberoamericana, es que era muy correcto y que impulsó aquellos cursos. Uno de sus antiguos compañeros, el señor González Robles, director del departamento de exposiciones, estuvo con el señor De la Sierra unos días antes de su muerte. «Nada en él podía hacer pensar que tuviera alguna grave preocupación», manifestó.

Aparentemente alejado de la actividad política, se detectó, sin embargo, su presencia en la cena del 19 de marzo de 1977, en casa del posteriormente diputado José Luis Ruiz Navarro, en la cual se acordó potenciar a Adolfo Suárez en detrimento del conde de Motrico, José María de Areilza.