4 agosto 2005

El nuevo Jefe de Estado ejercía ya el poder en la práctica desde hacía diez años

Muere el Rey de Arabia Saudí, El Fahd, que será reemplazado por el también octogenario Abdallah como monarca absoluto

Hechos

El 4.08.2005 falleció el rey de Arabia Saudí, El Fahd, que fue reemplazado por el rey Abdallah.

02 Agosto 2005

Continuidad saudí

EL PAÍS (Jesús Ceberio)

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Es poco probable que el fallecimiento del rey Fahd cambie algo sustancial en Arabia Saudí. El nuevo monarca y hasta ayer príncipe heredero, Abdalá, dirige plenamente desde hace 10 años los asuntos del reino ultraconservador, a raíz del primer infarto de su hermano. Abdalá es el arquitecto de la incipiente liberalización económica saudí, de su política petrolífera y del balbuciente cambio que suponen en la monarquía absoluta unas recientes y poco ejemplares elecciones municipales. Adopta también desde hace años las decisiones fundamentales de política exterior, incluida la lucha a fondo contra el terrorismo de Al Qaeda.

Es cierto que una cosa es estar al cargo del país y otra ser rey. Pero esos detalles serán mucho más percibidos por los saudíes que por el resto del mundo. En el escenario internacional, lo que cuenta sobre todo es el factor de estabilidad y continuidad que Abdalá representa respecto del petróleo. Como primer exportador mundial, Riad ha prometido mantener la capacidad de producción e incrementarla llegado el caso para atender eventuales escaseces de crudo, que ayer escaló precios inmediatamente después de conocerse la muerte de Fahd. El más antiguo y estratégicamente importante aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo está embarcado desde hace tiempo en reconstruir sus otrora lazos privilegiados con Washington, medio rotos tras el 11 de septiembre de 2001 y la posterior invasión de Irak. Hasta el punto de que, en un gesto inimaginable hace algunos años, se ha anunciado que Bush no asistirá a los funerales del monarca saudí. Si ése es su principal desafío diplomático, los mayores son de orden interno. Arabia Saudí no ha sido capaz de tomar en casi ningún aspecto el tren de la modernidad. El 60% de su población tiene menos de 18 años y los ingentes petrodólares no han servido para satisfacer sus demandas laborales. Abdalá deberá ofrecer expectativas a los cientos de miles de jóvenes que entran cada año al mercado de trabajo.

El otro reto fundamental del nuevo rey afecta a la seguridad del reino. Arabia Saudí es hoy mucho menos estable que hace unos años a causa del fundamentalismo islámico, en muy buena medida alimentado desde sus propias mezquitas. El régimen saudí, uno de los objetivos declarados de Osama Bin Laden, se ha mostrado enérgico en los dos últimos años contra el terrorismo, pero la fuerza política del islamismo radical ha crecido exponencialmente en el reino del petróleo, como en otros lugares de la región. En este contexto, las elecciones municipales de mayo, sólo para hombres, han sido manipuladas hasta el escándalo por el clero más fanatizado. Desde este crítico punto de vista, la tarea fundamental de Abdalá es promover la democratización de un país anclado en modos de representación incompatibles con su papel económico y la estabilidad política que pretende.

02 Agosto 2005

La herencia de Fahd

Alfredo Abián

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La siempre brillante crónica de nuestro corresponsal en Oriente Medio, Tomás Alcovero, y el preciso retrato que Said Aburish hace en la sección de internacional del difunto reu Fahd certifican los temores que desde hace años se ciernen sobre Arabia Saudí. Una monarquía feudal decadente, con una familia real en la que los príncipes y sus clanes se cuentan por centenares – el futuro rey Abdallah es hermanastro del fallecido y uno de los 45 hijos varones que el fundador de la nueva Arabia tuvo con sus 22 esposas – y unas cuantas regias – las únicas saneadas – que han sido cifradas en más de 700.000 millones de dólares invertidos en el extranjero. A la luz de lo visto, la corrupción tribal no figura entre los objetivos que combatir por el rigorismo wahabí y su policía religiosa, nacida, ironías de la vida, para fomentar la virtud  y prevenir el vicio. El desaparecido guardián de la mezquita de La Meca y Medina exhibió su lujo cilópeo desde el lago Leman hasta Montecarlo, pasando por la inefable Marbella. Su herencia es multimillonaria, pero no precisamente en valores propios de la civilización. Y es que la inmensa chilaba de los Saud cubre un reino de dumas, palmeras datileras y manantiales de petróleo por el que circulan también las aguas residuales del integrismo islámico y un desprecio compartido a los derechos humanos, del que las mujeres con sus primeras damas.