26 febrero 1994

Muere el tertuliano liberal Antonio de Senillosa Cros, ex diputado y ex consejero de PRISA

Hechos

El 27.02.1994 murió el tertuliano D. Antonio de Senillosa en un accidente en el que también murieron otras personas.

01 Marzo 1994

Monárquico, sabio y leal

José María de Areilza Martínez Rodas

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Antonio de Senillosa fue para mí un amigo, un compañero entrañable, un trozo de mi vida política, con el que compartí lecturas, lealtades y diálogos en profundidad sobre todo lo que nos era común. Conocí a su padre cuando yo era director general de Industria en el Gobierno de Burgos y él se ocupaba en restaurar las presas y saltos de aguas destruidos, al final de la guerra civil. Fue él, también, quien me habló de su hijo, estudiante, monárquico, y que tenía dificultades debido a esa condición.Antonio era un personaje complejo, rico en pensamiento, independiente en lecturas, enamorado de su familia, activo en política. Recuerdo su paso por las Cortes, fulgurante y ameno, breve en sus intervenciones, intencionado en sus ataques y capaz de analizar, en un instante, los términos de una. situación. Ello ocurrió, por ejemplo, en la noche del 23 de febrero. Inmutable en su escaño, junto al mío, levantó la liebre de la trampa que al día de hoy nos sigue pareciendo la clave del arco del falso episodio. Su salida, al término de la noche, con guardias civiles escalonados en los pasillos, tuvo un diálogo final con Armada, que nos saludó cortésmente al dejarnos en libertad. Recuerdo el buen humor del que hizo gala cuando entró en el ámbito del hotel Palace, donde nos acogió el equipo de rescate. Las declaraciones de Antonio esa madrugada fueron épicas, y se hizo un corro de periodistas en tomo suyo, delicioso de burlas y de verdades. «¿Querrá usted descansar en su dormicilio?», le espetó uno de los interrogantes. «Prefiero tomar unas copas aquí, con ustedes. Hemos presenciado una escena kafkiana, protagonizada por un golpe de Estado tercermundista, del mundo suramericano».

Antonio era un hombre de riquísima cultura interior, curioso de novedades literarias que repescaba en breves visitas a los libreros de Perpiñán que le nutrían con las piezas últimas del repertorio parisiense. Pero su acervo intelectual era variado, y para muchos desconcertante. Tenía riqueza notable de originalidad. Fervor patriótico hacia Cataluña, a la que consideraba como su segunda madre. Recuerdo cuando me pidió que hablara en público en un gran local barcelonés, convencido de que el monarquismo mío se debía unir al respeto hacia el catalanismo como piezas de engarce coherente. Fueron los tiempos del motor del cambio, que apareció en la prensa catalana como eslogan inventado por mí, de lo que sería el papel relevante de la dinastía y del Rey.

Antonio era hombre rico en iniciativas, que iban apareciendo en su vida una tras otra. La Compañía de Jesús llevó a cabo una actualización de su Universidad Complutense, de notable rango y prestigio. Senillosa juzgó conveniente actuar en ese terreno, y sus propósitos tuvieron éxito notorio. Su mujer, personaje admirable, enamorada profunda de Antonio, lo animó hacia lograr una concesión de ese signo que se reflejó en numerosas iniciativas. Quizás la que más me impresionó a mí fue la que logró en la adquisición y reforma de un palacete abandonado, situado en lo alto de una colina y que. ambos esposos llenaron de vida, de originalidad y de elementos vitales, hasta convertir el ámbito en una pieza de magistral diseño. Yo he pasado muchas horas felices en ese precioso recinto, y descubrí el secreto de su entusiasmo por la familia, que mantenía unas reglas de conducta que, por ejemplo, consistían en que yo les mantuviera su curiosidad y su vivo deseo de hacerme preguntas, interminables, sin interrupción. Su mujer participaba del espectáculo, que, en definitiva, consistía en que yo aceptara que ellos me hicieran preguntas al término de la sesión, cosa que revelaba la participación mía en la fiesta de la adivinanza.

Fue Antonio miembro del Consejo de don Juan de Borbón y participaba activamente en los avatares de aquel largo periodo con una muy eficaz información que nos hacía llegar a las reuniones periódicas de Estoril. Su monarquismo era admirable y prudente. En ocasión de que se desplazara don Juan por vía marítima a lo largo de las costas mediterráneas, hubo de protagonizar numerosos encuentros de los que permitieron hacer contactos y visitas a lugares clave del riquísimo acervo catalán. Siempre, participó Antonio en cuantas oportunidades hubo para ello. Fue un monárquico activo, prudente, rico de contenido, en su discurso interior. Y hubo de padecer destierro en Fuerteventura por haber acudido al conturbernio de Múnich, atroz incidente debido a las estupideces de un grupo de fanáticos que hicieron notorio daño a la evolución inevitable de los acontecimientos. Antonio de Senillosa era un hombre de inmensa cultura, de riqueza de verbo, de patriotismo innegable, de servicio al Estado en todas las ocasiones. Su fallecimiento nos llena de pena y de amargura.

03 Marzo 1994

Seni, escucha

Arcadi Espada

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¿Por qué los políticos no asistieron al entierro de Seníllosa, el Seni, su amigo y colega?

1. «Era un frívolo, es decir, un hombre poco dado a los compromisos. No tenemos siquiera la certeza de que estuviera presente en su propio entierro. Y no podíamos arriesgarnos».

2. «Todos los indicios apuntan a que se echó encima del coche que conducía el guardia civil que resultó muerto. Nada tiene que ver la expresión del dolor con los peritajes judiciales, pero nosotros tenemos la obligación de hilar muy fino. Y no nos engañemos: un entierro donde circula la sospecha de un homicidio involuntario no es una circunstancia cómoda para pasar la tarde. Ay, el Seni …, incómodo hasta en la muerte».

3. «ítem más: un bel morir tutta una vita onora. Morir como Berlinguer, como Trías Fargas. Sin duda alguna, nos hubiéramos sentido mucho más motivados. Todos hubiéramos pensado en silencioso coro: mira, mañana te puede tocar a ti, con esta vida de entrega desquiciada a la causa que llevas».

4. «Luego, hay otra cosa: ¿de quién era el Seni? Yo creo que nunca fue nuestro. Era de ellos, de los intelectuales. ¿Recuerda usted esa foto de hace 15 años, en Bocaccio, todos cumplían los 50, Barral, Gil de Biedrilia, Goyúsolo, Castellet … ? Él estaba allí. Ya quedan pocos. Y es que vivieron muy deprisa. Sumamente. Otro mundo».

5. «Mire usted, yo voy a ser muy claro: no me gustan los parásitos. Unos hacemos la política y otros hacen las tertulias. En estas condiciones, basta una nota de pésame».

6. «He de confesar que lo entendí mal. Lo entierran en Saint Moritz, me dijeron. Y yo pensé: vaya el aristócrata, qué tierra idónea de reposo se ha buscado. Luego he visto que era Sant Mor¡, en el Ampurdán, que también cae lejos».

06 Marzo 1994

Senillosa

Luis Carandell

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Antonio de Senillosa era uno de esos catalanes que vivieron siempre a caballo entre dos ciudades. Era un barcelonés de toda la vida, tan de toda la vida que podía presumir de contar entre sus antepasados nada menos que a Rafael de Casanovas, el conseller en cap primer consejero que cayó herido en la defensa de Barcelona ante las tropas de Felipe V el 11 de septiembre de 1714. Pero tenía también a Madrid como ciudad propia, y se puede decir que se pasó la vida, primero en el vagón restaurante del viejo Cataluña Express; más tarde, en el puente aéreo.Yo le conocí en los años de la Universidad barcelonesa, en la Facultad de Derecho, donde estaban también Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral o José Agustín Goytisolo. Su aire aristocrático -le recuerdo vestido con macferlán, sombrero y bastón- no le impedía tomar parte en las manifestaciones estudiantiles. Era monárquico antifranquista, condición que más tarde, siendo ya secretario político de don Juan de Borbón, le permitiría establecer un nexo de acercamiento entre la Monarquía y los movimientos progresistas. Aquello que alguna mente calenturienta del régimen había bautizado como «conspiración monárquico-estalinista».

Más que en los años de la Universidad, yo traté a Antonio de Senillosa en Madrid y en la época de la transición y de las primeras legislaturas de la democracia. Su amistad política con José María de Areilza le hizo acercarse al grupo de Fraga y obtuvo el escaño de diputado por Coalición Democrática. Tenía por entonces una buhardilla alquilada en el barrio del Senado, en la calle de Guillermo Rolland, donde está la Taberna de la Bola y donde nació, cuando aún se llamaba calle de las Rejas, el gran Ramón Gómez de la Serna. La había decorado al estilo progre y a cualquiera que allí entrara le resultaba imposible imaginar que estaba en casa de un señor de derechas.

A diferencia de otros catalanes, que cuando están en Madrid parecen ir pisando, como dijo el poeta, la dudosa luz del día, Senillosa se movía aquí como en su ciudad. Su capacidad de gran conversador, de cultivador de la amistad, su ingenio, su alegría de vivir, su culta tolerancia, le hacían congeniar con lo mejor que Madrid tiene. Ciudadano de Barcelona, ciudadano de Madrid, como queriendo tomar lo mejor de cada sitio, pocos habrán contribuido más que Antonio de Senillosa al necesario entendimiento entre las dos ciudades.