31 enero 2015

Su desaparición coincidió con la celebración del 25 aniversario del operador de televisión privado

Muere José Manuel Lara Bosch, Presidente del Grupo Planeta y propietario de Atresmedia (ANTENA 3 TV – ONDA CERO)

Hechos

  • El 31.01.2015 falleció D. José Manuel Lara Bosch, Presidente de Planeta y Presidente de Atresmedia.

Lecturas

El 31 de enero de 2015 fallece el presidente del Grupo Planeta, D. José Manuel Lara Bosch, que además era presidente del operador Atresmedia y de la cadena de radio Onda Cero. Además, como máximo directivo del Grupo Planeta era el accionista mayoritario del diario La Razón. D. José Creuheras Margenat le sucederá en sus cargos de Presidente de Planeta (13 de febrero de 2015) y presidente de Atresmedia (25 de febrero de 2015). D. José Lara García, hijo de D. José Manuel Lara Bosch y accionista mayoritario de Planeta, entra también en el consejo de Atresmedia ese mismo 25 de febrero como consejero.

EL NUEVO PRESIDENTE DE PLANETA Y ATRESMEDIA

Jose_Creuheras D. José Creuheras reemplazará al Sr. Lara como presidente del Grupo Planeta como al frente del Consejo de Administración de Atresmedia, el operador que controla, entre otras cosas las cadenas de televisión ANTENA 3 TV y LA SEXTA y las emisoras de radio ONDA CERO o EUROPA FM. En su calidad de presidente de Planeta también controla la propiedad del diario LA RAZÓN. En su consejo de administración seguirán estando D. Maurizzio Carlotti (De Agostini) como Vicepresidente, D. Silvio González (CEO de Atresmedia) y D. Mauricio Casals (presidente de LA RAZÓN).

 D. José Lara García, hijo de D. José Manuel Lara Bosch asume el cargo de Consejero Delegado del Grupo Planeta y a la vez entra como Consejero en Atresmedia.

  • Primera fila de Iz. a Der: D. Maurizio Carlotti, D. Silvio González, D. José Creuheras, D. Manuel de la Viuda y Dña. Patricia Estany.
  • Segunda fila de Iz. a Der: Dña. Aurora Catá, Dña. Mónica Ribé, D. Mauricio Casals Aldama, Dña. María Entrecanales y D. Carlos Fernández.

01 Febrero 2015

Siempre Grande

Francisco Marhuenda

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La muerte de José Manuel Lara Bosch es una gran pérdida para la sociedad española. Lo es en primer lugar para su mujer, Consuelo, y sus hijos, Jose, Marta, Pablo y Ángela. Lo es para sus hermanas y el resto de su familia, pero también para todos aquellos que forman esa otra gran familia, los grupos Planeta y Atresmedia, a los que dedicó su vida. Lara era un hombre de una gran calidad humana, una extraordinaria visión de futuro y una capacidad de trabajo enorme. Todos los que tuvieron la suerte de colaborar con él son testigos de su grandeza. No hay ni un atisbo de exageración porque sus obras le avalan. Contó con la fortuna de tener dos grandes maestros en sus padres, José Manuel Lara Hernández y María Teresa Bosch Carbonell. Otra de sus habilidades era rodearse de buenos colaboradores, porque sabía que es la base del éxito empresarial. Fue el heredero del gran grupo editorial que crearon sus padres, pero no sólo supo mantenerlo, sino que lo hizo crecer hasta convertirlo en uno de los ocho grandes del mundo.

No era fácil suceder a un hombre de la personalidad y talento de su padre, pero no sólo no defraudó las expectativas sino que las superó hasta límites inimaginables. Lara Hernández se hubiera sentido muy orgulloso de ver cómo su hijo convertía el grupo familiar en el segundo más importante de Francia, que configuraba alrededor de Atresmedia al mayor grupo español de medios de comunicación y, sobre todo, de calidad. La lista de sus logros empresariales es enorme, así como su presencia en diversos sectores. Un aspecto que le caracterizaba era su profundo amor por España, que unía a ese sentimiento de unión a la Cataluña donde nació y a la Andalucía de donde era originario su padre. Fue capaz de unir esos sentimientos mostrando que no sólo eran complementarios, sino que estaban indisolublemente unidos. Ser catalán y andaluz era su forma de ser español.

Lara Bosch era una persona con gran sentido del humor, pero sobre todo muy cariñoso cuando sabía que alguien de su «familia» empresarial necesitaba de su ayuda. Una vez más, los que tuvimos la suerte de trabajar cerca de él podemos dar fe de ello. Era un hombre grande intelectualmente, un devorador incansable de libros, muy directo en el trato y con una visión de futuro extraordinaria. No se entiende la constitución de un grupo tan grande y diversificado sin su impronta. Fue una figura decisiva para la cultura española con sus actos y no sólo con palabras. La deuda de la sociedad es impagable, porque desde sus editoriales o la Fundación José Manuel Lara y la dedicada a su prematuramente desaparecido hermano, Fernando Lara, impulsó medidas y actividades destinadas al fomento y desarrollo de la cultura en toda España.

Fue un hombre inquieto en el terreno empresarial movido por el fuerte patriotismo que aprendió de sus padres. Estaba siempre dispuesto a ayudar en todo aquello que fuera bueno para España. Nunca tenía una negativa, porque era un español ejemplar. Es una pérdida irreparable, pero el mejor tributo que se le puede hacer es conseguir que el Grupo Planeta siga escalando posiciones en las distintas áreas donde desarrolla su actividad.

Francisco Marhuenda

01 Febrero 2015

José Manuel Lara, el hombre que logró la entrada de su Planeta a la órbita mediática… a la tercera

J. F. Lamata

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Esos caprichos del destino han hecho que el patrón de Planeta, José Manuel Lara Bosch, haya fallecido la misma semana en que se celebraban los 25º años del operador de televisión Atresmedia, conocido hasta hace dos años como operador Antena 3.

Fue precisamente el primer timonel de esa casa, Manuel Martín Ferrand, el que dejó escrito que el Grupo Planeta tenía una tendencia a fracasar en el mundillo mediático, como si le hubieran echado un mal de ojo.

Ferrand no lo decía por casualidad: si Polanco con su editorial Santillana había podido consolidar el Imperio PRISA en la primera década de la democracia ¿cómo no podía aspirar a lo mismo la todopoderosa editora de libros Planeta que José Manuel Lara (padre) había consolidado durante el régimen anterior?

El nombre escogido para su cabecera era ‘Opinión’ y en aquel año 1976, el mismo en el que hacían su aparición ‘El País’ o ‘Diario16′, aquella publicación irrumpía con ganas de comerse el mundo con una campaña publicitaria sin parangón hasta ese momento y bajo la batuta de un periodista mallorquín hoy enchironado por asuntos que no vienen al caso.

La cosa se derrumbó a los pocos meses y, para recochineo, los Lara veían como un pequeño empresario de su tierra a quien, al contrario que ellos, nadie conocía un año antes, montaba su propio imperio a través de una revista: el Grupo Zeta. Strike uno.

En los años del ‘aznarato’, ya con José Manuel Lara Bosch al frente de Planeta (ante la inesperada muerte de su hermano, hombre destinado para tal tarea), se produjo un segundo intento.

Eran los años del matrimonio PP-CiU, un idilio que soplaba a favor de los grupos mediáticos con sede en Cataluña y, tras la ruptura del PP con Zeta por ‘la guerra digital’, Lara apostó por la plataforma ‘Quiero-TV’ con la que se pretendía acabar con el monopolio de la televisión de pago que tenía por entonces Sogecable.

La cosa se fue al traste al poco tiempo sin que el 90% de españoles se enteraran ni de su existencia y desde ese 10% restante se acuñó aquel término de ‘Quiebro-TV’ que tanta acidez provocó en Planeta.

Paralelamente Lara Bosch trató de penetrar en la radio con una marca tan histórica como arruinada, Radio España, el PP regó un poco la cosa – vía empresas amigas tabaqueras o telefónicas – pero el paciente estaba demasiado agónico como para ser reanimado.

Lejos de rendirse en su empeño radiofónico se lanzaron a por la COPE, compraron algo y a punto estuvieron de conquistar la cima – como reconoció uno de los ‘cerebros’ de aquella operación en Periodista Digital – pero con cima o sin ella, las entrañas de la emisora episcopal serán siempre de la Santa Iglesia, que buena es para dejarse quitar sus pertenencias, el resultado de la operación fue una vez más el mismo: fracaso. Strike dos, inminente eliminación.

El cambio de tendencia fue el diario La Razón, sí, ese periódico que los informativos de Antena 3 parecen tratar con vergüenza a juzgar de como evitaban hoy referirse a él al hablar de la trayectoria de Lara, pero fue la adquisición de aquel periódico, deficitario y en estado crítico, cuando se inició la verdadera semilla del grupo Atresmedia.

El trato – firmado – de Planeta con Luis María Anson y Maurcio Casal consistía en sostener La Razón durante 50 años a cambio de que ese par de genios de los contactos y el rasputinismo pusieran toda la carne en el asador para convertir a José Manuel Lara en el líder mediático de la derecha, algo que – gracias también a los errores del pedrojotismo – cumplieron a la perfección: Antena 3 TV y Onda Cero son la mejor demostración de ello.

Durante sus años de gran jefe José Manuel Lara no ha sido señalado como un gran ‘interventor’ directo, quizá parte de su éxito se debe a que ha sabido delegar funciones en sus brazos, Ferrari al radiofónico, Casal en el escrito y Carlotti en el televisivo, luego reemplazado por Silvio, para pringarse lo menos posible, aunque en el tema catalán sí que se pringó, primero firmando aquel manifiesto a favor del Estatut junto a Bonet, el de Freixenet, y luego dando un golpe en la mesa (también junto a Bonet) como empresario catalán contrario a la independencia.

Pero al margen de que fuera un jefe de ‘supervisión directa’ o más un ‘árbitro’ que dejaba hacer, en ambos casos su ausencia se hará notar. PRISA sin Polanco se desmenuzó en apenas un par de años.

Los herederos de José Manuel Lara reciben de él una empresa líder en el sector. Tomen los analistas nota de cómo está el grupo ahora y vuelvan a anotarlo dentro de dos años, si la diferencia es negativa, huelgan las explicaciones, y no duele lo mismo perder un partido de béisbol al empezar, que cuando estas en la final del Koshien.

02 Febrero 2015

El señor Lara y el poder

Salvador Sostres

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«Mira si tengo respeto por Cataluña y por sus instituciones, que he aceptado venir a comer contigo, que eres una de las personas por las que más desprecio siento después de lo que fuiste a hacer con ETA en Perpiñán», le espetó José Manuel Lara Bosch, amenazado por la banda, a Josep- Lluís Carod-Rovira, cuando no tuvo más remedio que tratarle después de ser nombrado vicepresidente de la Generalitat por José Montilla.

Fue el único caso de discordia: con todos los demás poderes siempre estuvo Lara muy bien relacionado, así como con las personas que los encarnaban. Con todos los presidentes del Gobierno a partir de Felipe González y con todos los presidentes de la Generalitat. A pesar de que nunca tuvo duda de que el tripartito era un desastre, tuvo siempre una excelente comunicación con el president Montilla, a quien invitó en no pocas ocasiones a su finca andaluza. Pese a las intensas, públicas y privadas discrepancias con el actual presidente del Gobierno catalán, tuvo con él una relación particularmente cariñosa, hasta el punto de que Artur Mas dijo el sábado, al conocer la noticia de su muerte, que «esta pérdida me afecta de un modo muy especial».

Uno de sus mejores amigos, uno de los que más y mejor lo acompañó en los últimos tiempos, fue el presidente de La Caixa, Isidre Fainé, que lo visitaba regularmente sin ningún otro objeto que el de reconfortarlo en sus más difíciles momentos. A esta relación de particular intimidad, rara en este tipo de personalidades, hay que añadirle la larga historia de colaboración entre el Grupo Planeta y La Caixa. La última gran operación en la que estaban trabajando juntos, y que no llegó a cerrarse, fue la compra del 23% de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

José Manuel Lara, como todos los hombres verdaderamente importantes, partía de un conflicto interno, de una necesidad fundamental, que era la necesidad de demostrarle, primero a su padre, y luego al conjunto de la sociedad, que estaba a la altura de su hermano Fernando, que era el elegido por el patriarca y fundador del negocio para la sucesión. En este sentido, a Lara siempre le molestó que a Javier Godó, editor de LA VANGUARDIA, se le considerara el gran editor catalán de periódicos, y que a él, que era el dueño de Planeta, de ANTENA 3 y de LA RAZÓN, fuera considerado un segundón en Cataluña. Este sentimiento es el que motivó la operación de EL PERIÓDICO, y el consiguiente enfado de Godó, muy celoso de su territorio. El conde, en los últimos meses, despotricaba de Lara y de Fainé ante todo el que quisiera escucharle. Y ayer, al día siguiente de la muerte del presidente de Planeta, LA VANGUARDIA dedicó a la noticia un ridículo rincón de su portada, presidida por una absurda foto de Cuba que no venía a cuento de nada. Lo mismo que cuando murió Carlos Ferrer Salat, que acabó reducido a un breve en Deportes por un lío de faldas.

No fue la primera vez que Godó montaba en cólera con un supuesto amigo del que pensaba que quería competir contra LA VANGUARDIA. Cuando Artur Carulla, de Agrolimen (Gallina Blanca), entró en el accionariado del periódico (catalán, en catalán e independentista) ARA, don Javier iba exclamando por Barcelona: «¿Qué le parecería a Arturo que yo me pusiera a hacer sopicaldos?». Al cabo de poco tiempo, el grupo Agrolimen fue sometido a una severa inspección fiscal que LA VANGUARDIA aireó con especial saña. Se dice en la zona alta de Barcelona que aquella inspección no fue casual ni espontánea.

El vecino de arriba

Lara heredó de su padre la oscura relación con los Godó. José Manuel Lara Hernández y Javier Godó vivían en el mismo edificio de la calle del Doctor Fleming, el mismo inmueble que compartían con Javier de la Rosa y Antonio Asensio. A Lara Hernández -otra vez ese complejo- le molestaba que Godó viviera encima y él debajo, hecho que somatizaba simbólicamente. La bronca más estelar entre ambos se produjo un año que a la sección de Cultura de LA VANGUARDIA se le ocurrió publicar una crítica negativa sobre el Premio Planeta que se había concedido aquella misma semana. Estaba don Javier tomando el sol en el jardín comunitario con piscina que había en el tejado cuando irrumpió Lara padre apuntándole con un revólver y profiriendo toda clase de insultos y de amenazas. Godó, que pasó el miedo de su vida, llamó aquella misma mañana a su periódico para que hicieran lo posible por quedar bien con Planeta y su premiado. Toda clase de favorables reportajes y de amables entrevistas con el autor fueron publicadas. Con este aval, Godó fue, al cabo de unas semanas, al encuentro del viejo Lara y le dijo: «José Manuel, de verdad, no estés enfadado conmigo, yo no sabía que iban a publicar una mala crítica». A lo que Lara respondió: «Javier, de verdad, no estés enfadado conmigo, que yo tampoco llevaba el revólver cargado».

Pero Godó, no contento con esta conversación que todo lo daba por zanjado, quiso hacerse durante los días siguientes el simpático con su vecino del piso de abajo, y, al coincidir otra vez con él en el jardín del tejado, se dedicó a jugar con su perrito. Le dio unas croquetas que un camarero de Semon estaba sirviendo como aperitivo en aquel instante. Y una de ellas la lanzó con tan poca gracia que el perrito de don José Manuel no pudo frenar en su carrera al ir a obtenerla y se precipitó al vacío. El pobre animal encontró la muerte en la acera.

Esta fúnebre anécdota explica muy bien la relación entre los Lara y Godó, pero también la relación entre un determinado tipo de ricos catalanes, que cuando más peligrosos resultan es cuando quieren agradarte.

El otro gran tormento de José Manuel Lara era que su padre hubiera sido un capitán de las tropas nacionales que entraron en Barcelona. Por ello, y no por ningún motivo comercial, ha acabado comprando y gestionando, casi todas las editoriales en catalán y catalanistas, salvo Ara Llibres. Años atrás, en 2005, compró, a medias con Javier Godó, el periódico AVUÍ, que estaba en quiebra técnica, para «devolver a Cataluña parte de lo mucho que Cataluña ha dado a mi familia». Muchos le acusaron de contradictorio, y hasta de cínico, por ser a la vez el editor del AVUÍ y de LA RAZÓN, pero él, una vez más, sabía perfectamente lo que hacía y por qué. Yo escribía en el AVUÍ en aquel momento y empezamos a vernos de vez en cuando. Una de las muchas anécdotas que de aquellos escasos pero vibrantes encuentros recuerdo define su mejor cualidad, la que más brillantemente poseía y la que le llevó a conseguir casi todo lo que se propuso: su instinto de mando y de poder.

«Aquí, quien manda soy yo»

Yo había escrito un artículo que enervó de un modo inaudito a uno de sus hombres de máxima confianza, José Miguel Abad, que había sido consejero del Comité Olímpico Organizador de Barcelona en 1992 y era entonces el presidente de la aerolínea Vueling, controlada por Planeta. Abad estaba tan irritado conmigo que llegó a plantear que o él o yo. Lara me invitó a comer en su despacho. Al verme con mi cara de asustado me dijo: «No te preocupes, no estás en el corredor de la muerte». Cuando le ofrecí mi renuncia para no causarle más problemas, esto fue lo que me respondió: «Me va mucho mejor que no te vayas. Tú sabes que aquí quien manda soy yo, y en cambio a José Miguel tengo que recordárselo de vez en cuando». Abad retiró su órdago. Desde entonces, siempre me ha odiado.

Ahí estuvo siempre el Lara más letal, el Lara insuperable e insuperado: en su instinto de poder, en su clarísima idea de lo que era mandar y en el modo de conseguirlo. Su relación con el poder no partió de ninguno de sus complejos, sino de su capacidad natural para ejercerlo.A Aznar le dio la vuelta, y también se la dio a Zapatero, a través de Mauricio Casals, presidente de LA RAZÓN, pero que es mucho más que esto. Lara tuvo siempre las mejores relaciones con todo el arco parlamentario salvo con Esquerra Republicana.

Todavía en los tiempos en que él era copropietario del AVUÍ, y yo era su humilde empleado, le pregunté por qué motivo a LA RAZÓN se le veían las intenciones con tanta claridad desde que Francisco Marhuenda era el director: «Mira: los socialistas tienen un periódico declaradamente socialista y en cambio la derecha tiene al ‘ABC’, que se está enfrentando con Zarzalejos a un sector de la propia derecha, y EL MUNDO que reparte a diestro y siniestro sin importarle las siglas. LA RAZÓN tiene que ser un periódico declaradamente de derechas y declaradamente del PP, hay un público clarísimo y vamos a por él».

Tampoco tuvo inconveniente, ni contradicción, en compaginar la propiedad de ANTENA 3 y LA SEXTA. Lo que muchos veían como un conflicto de intereses ideológicos, el lo entendía como una cuestión de poder. José Manuel Lara Bosch tuvo siempre sus opiniones y no tenía ningún miedo en expresarlas, aunque supiera que disgustaría a muchos. Pero en sus negocios no pretendía tener razón, sino tener poder y ganar. Y del mismo modo que se llevaba bien con políticos y con escritores de las ideologías más variadas, también podía tener medios de comunicación de derechas o de izquierdas sin que eso significara nada más que, como siempre o como casi siempre, aquí y allá era él quien mandaba.

Si de acuerdo con el PP, LA SEXTA dio todo el protagonismo posible a Pablo Iglesias para debilitar a los socialistas antes de las últimas elecciones europeas. Cuando todas las alarmas saltaron por los cinco escaños obtenidos por Podemos en aquellos comicios, Lara dejó libertad a los directivos de LA SEXTA para que continuaran trabajando como mejor les pareciera en contra de muchas voces en la derecha que le pedían una rectificación. Lara tenía muy buena relación con todos los líderes políticos porque nunca se sometió a ellos totalmente. Incluso cuando les iba a pedir algo, sabía llevar la conversación de tal modo que él siempre desempeñaba el rol dominante, y no sólo conseguía lo que quería sino que lograba que, encima, le diesen las gracias.

A pesar de ello, nunca se pavoneaba, no hacía alarde de ningún poder ni de ninguna superioridad. Luchó como un valiente contra su enfermedad sin perder nunca el sentido del humor, el gusto por la conversación y un modo especialmente cariñoso de tratar a los demás. Cuando en nuestro último encuentro, hace poco menos de un año, le pedí permiso para publicar un fragmento de la conversación que tuvimos sobre Cataluña y el independentismo, Lara accedió sin problema. Sin embargo le mandé la transcripción antes de publicarla porque, al ser opiniones sin duda controvertidas y dado que no las había grabado, no quería hacerle decir ninguna palabra con la que no se reconociera exactamente . El único cambio que me sugirió es que donde yo había escrito: «El ‘seny’ es el ‘cague’ que los catalanes sienten ante cualquier situación que pueda perjudicarles», escribiera: «El ‘seny’ es el ‘cague’ que los catalanes sentimos ante cualquier situación que pueda perjudicarnos», incluyéndose él también en el tembleque.

-Pero José Manuel, este no es precisamente tu caso.

-Ya, pero eso lo sabemos tú y yo. Por lo demás, y cuando se puede, es mejor empatizar con la gente.

07 Febrero 2015

Silencio grueso en torno al imperio Lara

Graciano Palomo

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Todavía está caliente el cuerpo del gran patrón José Manuel Lara, despedido con la austeridad en el llanto del que ha sido un gran capitán. Pero su obra está ahí, vivita y coleando. A la espera de que la antorcha pase a manos seguras y fables.

Hace unas semanas publiqué en este mismo espacio digital una columna a propósito de la lucha desatada por real en el predio de los grandes ejecutivos de Atresmedia. Ignoraba que Lara estuviera a punto de subirse en la vertiginosa barca de la parca aunque sabía, eso sí, que se encontraba muy malito. Me reafirmo en lo escrito y hablado a tal propósito.

Desconozco, of course, el contenido de lo hablado en su última conversación profesional. Ella tuvo lugar en Barcelona, la ciudad del finado, con la vicetodoSaénz de Santamaría en presencia del vicetodo de Lara, Mauricio Casals, quien, además, une la condición de buena persona. Tampoco es tan difícil discernir por dónde fue el encuentro. La Sexta al fondo; siempre al fondo.

El hecho cierto es que unos días después nadie se atreve a decir por dónde va a derrotar el imperio Planeta mientras los distintos consejeros –incluido el representante De Agostini, Maurizio Carlotti– guardan silencio como en la antesala de “maricón el último”.

Diría yo, si se me permite, que un grupo que vive de la noticia no puede entender que el silencio sea el modus operandi en una situación excepcional. Porque un hólding de comunicación –Atresmedia lo es– no puede sumergirse en la desenfilada, y que lo que es válido para el mundo exterior no es aplicable a sus propias entretelas. ¡Nadie lo entiende!

Seria baladí si, en efecto, Atresmedia se tratara o tratase de una fábrica de calcetines o fregonas de esparto. Pero resulta, mire usted, que se trata de una fábrica de noticias y de un cañón de opiniones que en el peor de los casos conforman a una parte de la opinión pública y de la opinión publicable.

¿Se habrán enterado en el enorme caserón de San Sebastián de los Reyes?