9 septiembre 1976

Hua Kuo-Feng le reemplazará oficialmente como Jefe del Partido Comunista de China

Muere Mao Zedong, dictador comunista absoluto de la República Popular China y revolucionario histórico del siglo XX

Hechos

El 9.9.1976 murió el fundador de la República Popular China, Mao Zedong.

Lecturas

El dictador absoluto de la República Popular China, venerado en su país como a un Dios ha muerto en Pekin este 9 de septiembre de 1976.

Con su desaparición culmina toda una época en la historia de China, un gigantesco país de 1.000 millonesde habitantes, que bajo el liderazgo de Mao adquirió un peso determinante en la historia contemporánea.

Hijo de un rico propietario rural, Mao nació en Shao-Shan, una pequeña ciudad de la provincia de Hu-nan, en 1893.

Después de graduarse como maestro rural, estudió en Pekin donde fue uno de los fundadores del Partido Comunista de China en 1921.

Desde esa época comienza a edificarse su fama de dirigente carismático.

Tras las derrotas de los comunistas de Canton y Shangai, llevó a la conclusión de que, en un país campesino como China, la revolución debía conquistar primero el campo.

Mao fue un estratega de una de las grandes epopeyas bélicas contemporáneas: la Larga Marcha (1934-1935). Tras vencer a los japoneses y a las tropas de Chiang Kai-Chek, Mao fue elegido presidente de la República Popular, y desde ese cargo impulsó gigantescas transformaciones.

Conforme avanzaba su edad iba perdiendo poder frente a los reformistas del régimen. La ‘revolución cultural’ fue una forma de lograr retener su dominio frente a la primera generación de reformistas. Pero poco antes de su muerte, se evidenciaba que el empuje de los reformistas encabezados por Deng Xiaoping era cada vez más fuerte.

EL NUEVO ‘HOMBRE FUERTE’ DE LA DICTADURA COMUNISTA CHINA

DengXiaopin2 A pesar de que el sucesor oficial de Mao Zedong como jefe del Partido Comunista de China es Hua Kuo Feng, para todos los analistas parece claro que es el Deng Xiaoping el nuevo ‘hombre fuerte’ de la República Popular de China y de su régimen. El que fuera secretario general del partido en los sesenta y viceprimer ministro en los setenta, está considerado el más popular e influyente de todos los miembros del Buró político chino aunque no ocupe oficialmente la jefatura.

JIANG, LA RIVAL

Jiang Jiang Qing, viuda de Mao Zedong y una de las cabecillas de la ‘revolución cultural’ aparece como la principal enemiga de Deng Xiaoping. Durante la citada revolución Jiang y sus partidarios aniquilaron sin tregua a los partidarios de Deng, ahora que este está en el poder y Jiang no cuenta con la protección de Mao la situación puede cambiar en su contra.

10 Septiembre 1976

Después de Mao

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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CON EL fallecimiento de Mao Tse-tung desaparece uno de los dictadores más destacados del siglo XX y, sin duda, el líder político históricamente más importante del mundo comunista, exceptuando a Lenin. Su muerte abre un interrogante sucesorio que sólo el tiempo podrá resolver y que ya preocupa al mundo.Mao había sabido conciliar su visión revolucionaria con la tradición china, rompiendo no pocos esquemas sagrados y dogmas inmutables. Su polémica con el revisionismo soviético cambiaría radicalmente el equilibrio mundial y serviría para justificar una política exterior abierta a todo el mundo, sin distinción de regímenes políticos.

El Tercer Mundo encontró en el maoísmo una doctrina revolucionaria accesible por su simplicidad y eficacia. China vio subir su papel histórico con la consolidación como gran potencia de la Unión Soviética. Al romperse el eje Pekín-Moscú y consolidarse la enemistad y desconfianza entre los dos comunismos, se afianzó sin embargo la coexistencia pacífica entre el Este y el Oeste. Mao supo conciliar en la práctica lo que, en su teoría, parecía in conciliable. La entrada de la República Popular China en las Naciones Unidas constituyó así uno de los éxitos más espectaculares del régimen maoísta.

De una parte, su apoyo e inspiración a revoluciones tercermundistas implicó una exportación que poco tenía que ver con el modelo chino, y que intoxicó de alguna manera a juventudes de países occidentales y desarrollados que aún tenían menos relación si cabe con los presupuestos implícitos en la larga marcha y en el libro rojo. Así, el maoísmo, eficaz en un momento histórico y geográfico, apareció como catástrofe, a menudo de cariz terrorista, en sociedades europeas.

Contrapeando esa exportación revolucionaria aparece, empero, una política exterior oficial opuesta al imperialismo soviético y lo suficientemente pragmática como para acercarse diplomáticamente á un régimen como el estadounidense y a una presidencia como la de Nixon.

En la política interior, Mao, que seguramente tomó de los poetas de la dinastía Ming el sentido atemporal de la historia, prefería la doctrina a los altos hornos, en contra de las tesis industrializadoras de Chu En-lai. Las tablillas de los guardias rojos en los muros de la revolución cultural surgieron siempre de esa fuente. La disputa entre ambos, que fue algo así como el diálogo de Fausto con su conciencia, terminó en tablas. Ahora quedan únicamente los testigos -Chen Hsi-lien, comandante de la región militar de Pekín, por un lado; Hung-wen, joven miembro del Politburó, por el otro, y, quizá, Chung Chiao y el «premier» Hua Kuo-feng, en la tierra de nadie-, forzados herederos, no tanto de lo hecho, sino de lo mucho que queda por hacer. En la Ciudad Prohibida puede empezar ahora otra «larga marcha».

terna sin resolver .

10 Septiembre 1976

Un creador de Historia

LA VANGUARDIA (Director: Horacio Sáenz Guerrero)

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Con una absoluta propiedad se puede decir que Mao Tse Tung que es una de las grandes figuras a las que la Historia habrá de tener siempre muy en cuenta. Mao, hacedor de Historia, creador de una época, como los Churchill, Stalin o Roosevelt que con tantos años de antelación pasaron de la Historia viva a la escrita, mientras que él se mantenía decrépito, como momificado, reliquia biológica de si mismo.

En torno, las luchas por el poder, la agitación popular, cambios increíbles en la orientación de la política exterior, como cuando tuvo que recibir nada menos que a Nixon y fotografiarse con él como perdido en su amplio sillón de cuero. Mao en los últimos años parecía un personaje distante, encerrado en sí mismo, desconectado en realidad de los resortes del poder. Pero estaba ahí, mito personificado, revolucionario teórico y práctico, poeta, filósofo inspirador y forjador de una de las más colosales transformaciones políticas, sociales y económicas que cambió de raiz la vida de casi 800 millones de hombres, cuya doctrina ha influido en los cinco continentales en forma de maoismo.

Mao fue el gran cismático respecto a Moscú; su nombre va unido a tremendos cambios, a grandes convulsiones desde la proclamación de la República Popular de China en Pekin el 1 de octubre de 1949, que alteró sustancialmente todo el planteamiento político y estratégico posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y luego, debe recordarse al Mao promotor o enérgico encauzador de la revolución que se ha estado gestando y al mismo tiempo devorando a sí misma en la campaña de las ‘Cien Flores’, el ‘Gran Salto Adelante’ y la ‘Revolución Cultural’.

Mao Tse Tung era ahora, en los últimos años, una lamentable sombra de sí mismo, pero dentro de aquel uniforme que escasamente llenaba con su cuerpo rugoso y enflaquecido seguía estando la imagen de un pasado denso y extraordinario. Por esto, si es cierto que las iniciativas y las intrigas políticas de Pekín se originaban y realizaban ahora dejándole prácticamente de lado, no lo es menos que una intervención de Mao, tal vez una palabra o un gesto, podía aún desbaratar los cálculos y los propósitos de quienes manejaban la realidad política de cada día. Es lo que ocurre cuando se sobreviven en la cúspide del Estado quienes han concentrado en sus manos una impresionante disponibilidad de poder.

Muchas cosas habían cambiado, pues en la China Popular, cuando ya Mao Tse Tung había dejado de ser en la práctica el gran rector del enorme país en los últimos años del gobierno de Chou En Lai y después de muerto éste, en la lucha entre quienes pugnaron por sucederle. Pero al mismo tiempo algo permanecía estático y como en congelación.

Naturalmente, la atención de todo el mundo se concentra en estos momentos en encontrar las diversas piezas de que se compone la realidad política de la China Popular para averiguar de qué manera la desaparición de Mao Tse Tung puede suponer un cambio o la continuidad en la dirección seguida por Pekín de cara al interior y en su proyección internacional.

Ejército, burocracia y partido; prosoviéticos y antisoviéticos; moderados y radicales; partidarios del compromiso y de una política pragmática en relación con Occidente y seguidores de una línea de mayor lógica revolucionaria. Estos y otros elementos pugnan entre sí – eterna ley de ineludible vida política – para imponer sus interese y sus criterios teóricos y prácticos en las últimas instancias del poder. Es reciente la última gran remoción revolucionaria, la que se planteó en forma de una curiosa lucha ideológica contra Lin Piao y Confucio, y parece ser que está todavía sobre el tapete la última gran crisis por la sucesión de Chou En Lai [Chu En Lai]. Si este último no hubiera muerto, cabrían pocas dudas sobre quién hubiera recogido la herencia de Mao, pero ahora es poco probable que un hombre pueda llenar el enorme vacío que deja el gran líder revolucionario y creador de un Estado. Por lo demás, tampoco es fácil que, de momento, se produzca una alteración sustancial de lo que parece ser un equilibrio entre las distintas tendencias.

13 Octubre 1976

Depurada el "ala izquierda" del Partido Comunista

THE NEW YORK TIMES (Redactor Jefe: Abe Rosenthal)

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La confirmación oficial del nombrandento de Hua Kuo-feng como presidente del Comité Central del Partido Comunista de la República Popular China y de la Comisión Militar del mismo organismo ha coincidido ayer con la acentuación de Ios rumores sobre la depuración de cuatro personalidades radicales que formaban parte del Buró Político.Estas personalidades son la señora Chiang Chin, cuarta y última esposa del fallecido presidente Mao; Wang Hong wen, vicepresidente del Comité Central; Chang Chun-chiao, viceprimer ministro y director del Departamento Político del Ejército, y Yao Wen-yuan, miembro del Buró Político y ex periodista que estaba considerado como el verdadero jefe de la propaganda china y uno de los dirigentes de la Revolución Cultural.

Estos rumores han sido recogidos en primera instancia en la comunidad diplomática anglosajona, procedentes de dos fuentes chinas distintas. Una de ellas indica que la acusación que se lanza contra estas personas es la de tentativa de golpe de Estado. Estas personalidades depuradas estarían sometidas a residencia vigilada o detenidas desde el pasado día 8, precisamente víspera de la aparición de pasquines en los que se daba cuenta del nombramiento de Hua Kuo-feng como heredero de los poderes de Mao.Si las versiones de esta crisis se confirman -un portavoz oficial chino ha respondido a los periodistas con un «sin comentarios» cuando fue interrogado-, en China se está produciendo la mayor crisis política desde los años de la Revolución Cultural, crisis que todo parece indicar ha quedado saldada con el triunfo de la línea moderada que encabeza, Hua Kuo-Peng.

Según ciertas versiones, este triunfo va a quedar todavía más reforzado con la designación de Li Hsien-nien como primer ministro, cargo que por el momento sigue ostentando Hua Kuo-feng. Li Hsien ha sido quien llevó las conversaciones con el primer ministro de Papúa-Nueva Guinea, a quien acudió a recibir al aeropuerto de Pekín, en compañía del nuevo presidente, mientras ninguna de las personalidades depuradas estuvo presente en la recepción del visitante.

Li Hsien está considerado como el primer experto en cuestiones financieras de China y en la actualidad es el tercer vicepresidente del Comité Central del Partido Comunista, encargado del Comité de Planificación. Se trata de una personalidad que colaboró estrechamente con Chu En-lai, a quien unían fuertes vínculos de amistad, y con Teng Hsiao-ping, quien, según algunas informaciones, ha vuelto a Pekín. La caída de Teng, el pasado 7 de abril, tras la violenta campaña desatada contra él por elementos radicales del partido, ahora depurados, no arrastró, sin embargo, a Li Hsien.

A falta de datos oficiales sobre las depuraciones, los observadores occidentales señalan una serie de indicios para la confirmación de la crisis acaecida en el seno del régimen en los últimos días. De entrada, se cita un editorial del Diario del Pueblo en el que se lanzan severas advertencias a quienes «traicionen el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao o desnaturalicen sus directivas; los que practiquen el revisionismo o tramen complots o intrigas», y que fue publicado el pasado domingo. Esta es una explicación a posteriori, ya que un lenguaje similar ha sido utilizado en ocasiones precedentes para atacar a la línea moderada que defendía Teng Hsiao-ping.

También se insiste en que, en contraste con la profusión de pasquines festejando el nombramiento del nuevo presidente, la Universidad de Pekín observaba un mutismo significativo en su periódico mural cuando precisamente es el principal bastión de la línea radical.

Por otro lado, los cuatro depurados desaparecieron de la escena pública en vísperas del nombramiento de Hua, de la misma manera que sus fotografías de la agencia Nueva China.

Todo parece indicar que el punto culminante de esta crisis se ha producido el pasado fin de semana. La agitación política que sacude a China contrasta con la tranquiIidad y normalidad que reina en las calles de Pekín, donde no se pueden apreciar señales de movilización especial por parte de las fuerzas de seguridad. Esto podría demostrar que la convulsión afectaría sólo a las altas esferas del partido.

El Análisis

¿QUÉ MÁS PUEDE DESEAR UN DICTADOR?

JF Lamata

Mao Zedong personifica el fracaso de la doctrina occidental en el país más poblado del planeta Tierra. No puede considerarse un ‘demócrata’, aunque puede ponerse en su favor que sus antecesores en China tampoco es que lo fueran demasiado, lo cuál es un triste consuelo. Se acusa a la dictadura de Mao Zedong de haber borrado del mapa de 70 millones de chinos, entre represiones y purgas propias de cualquier otro dictador por lo que superaría los records de Hitler o Stalin.

Pero fueran verdad o no esas cifras, lo que está claro es que Mao consiguió un culto a la personalidad casi superior al de Stalin y que además no fue inmediatamente denostado tras su muerte como pasó con el soviético. Deng Xiaoping modificaría muchas de las políticas de Mao y ‘purgaría’ a muchos de sus colaboradores y a su propia esposa, pero salvaría la memoria de Mao. ¿Que más puede pedir un dictador?

J. F. Lamata