5 abril 2012

Ussía filtró el escrito en el que el dibujante mostraba su malestar al entonces CEO de la compañía vasca, Vargas

Muere Mingote y el diario LA RAZÓN publica una carta para demostrar que el artista se había enfretado a ABC y a Vocento

Hechos

  • El día 5.04.2012, apenas 48 horas después del fallecimiento del histórico viñetista de ABC, D. Antonio Mingote, el diario LA RAZÓN publicó una carta del fallecido demostrando que se había enfrentado a ABC. Esa carta obraba en poder de D. Alfonso Ussía, columnista de LA RAZÓN.

Lecturas

Ante el fallecimiento del histórico viñetista del diario ABC D. Antonio Mingote Barrachina el 3 de abril de 2012 se produce una polémica entre ABC (Grupo Vocento) y La Razón (Grupo Planeta).

El 4 de abril el director de ABC D. Bieito Rubido publica un artículo celebrando que Mingote permaneciera siempre en el periódico a diferencia de otros colaboradores que se marcharon, en lo que podía considerarse una alusión despectiva a D. Alfonso Ussía Muñoz Seca. Paralelamente ese mismo 4 de abril de 2012 la edición de La Razón denuncia que desde ABC han presionado a personajes públicos para que no escribieran elogios al fallecido en La Razón, sino sólo en ABC (en referencia a D. Alberto Ruiz Gallardón, Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma y Dña. Ana Botella Serrano) y en el que asegura que el Sr. Mingote llegó a tener tal mala relación con Vocento, que estuvo a punto de pasarse a La Razón. Una afirmación que desmiente el director de ABC.

El 5 de abril de 2012 D. Alfonso Ussía Muñoz Seca publica en La Razón una carta personal de D. Antonio Mingote dirigida al consejero delegado del Grupo Vocento en enero de 2009 que dejaban claro la tensión existente entre el viñetista y la empresa propietaria de ABC (“Ese desmesurado contrato que me propones en sencillamente humillante (…) ABC ha dejado de ser esa casa amistosa y acogedora (…) para transformarse en una empresa que pretende convertirme en poco menos que un siervo provechoso y explotable”.

En su edición de los días 6 y 7 de abril de 2012 ABC responde publicando una entrevista a la viuda del Sr. Mingote, Dña. Isabel Vigiola en la que, aunque reconoce la autenticidad de la carta filtrada por el Sr. Ussía, asegura que su difunto marido nunca jamás hubiera abandonado ABC, aseguró que aquel conflicto quedó rápidamente resuelto y mostraba su perplejidad con el Sr. Ussía por haber difundido aquella nota.

El 8 de abril de 2012 D. Luis María Anson Oliart, columnista de El Mundo y exdirector de ABC, periódico con el que está enfrentado desde 1998, escribe para asegurar que todo lo denunciado por D. Alfonso Ussía Muñoz Seca es verdad.

04 Abril 2012

El mal estilo de ABC

LA RAZÓN (Director: Francisco Marhuenda)

Leer

Mingote era un genio y un gran señor. Se hubiera sentido muy triste al conocer las presiones de ABC para impedir que personajes públicos escribieran sobre él en LA RAZÓN. No se merecía un intento tan zafio como provinciano de apropiarse de una de las grandes figuras de la cultura española. Es algo que no hubiera sucedido si viviera Guillermo Luca de Tena, el último de una saga de grandes editores. Mingote estaba muy unido a LA RAZÓN, donde escribe su gran amigo Alfonso Ussía y estuvo a punto de abandonar ABC, donde se sentía incómodo, para incorporarse a esta Casa. Hubiera sido un gran honor.

05 Abril 2012

Mingote, Ussía y LA RAZÓN

LA RAZÓN (Director: Francisco Marhuenda)

Leer

Nunca ha sido el estilo de esta Casa entrar en polémicas con otros medios. Creemos que el periodismo se tiene que basar en el juego limpio y la crítica sustentarse en el respeto, pero hay veces que el silencio se puede interpretar en aquiescencia frente a la mentira. Nada más lejos de nuestra voluntad. Nunca quisimos desvelar que Mingote se sentía incómodo en ABC. Esto hizo que acariciara incorporarse a LA RAZÓN. Hoy, su gran amigo Ussía desvela lo sucedido. Por ello llevamos a portada su artículo así como la carta que el genio envió a ABC.

05 Abril 2012

MI JURAMENTO

Alfonso Ussía

Leer

Me llegan noticias tristes. Parece ser que no ha caído bien en nuestro hermano ABC el esfuerzo que LA RAZÓN ha dedicado a Mingote. Que se ha presionado a políticos y personalidades para que no escribieran en nuestro periódico. Mingote es de ABC, pero también de todos. Y me duele que se haya puesto en duda que en diciembre de 2008, Antonio Mingote a un paso, muy pequeño, brevísimo, estuvo de LA RAZÓN. Parece ser que el Director de ABC ha dicho que todo responde a la falsedad, y por ahí no paso, entre otros motivos porque cuando se produjo el hecho, el Director de ABC no estaba en ABC. Hablar de dinero es una grosería. La grosería mengua cuando los que hablan de dinero son dos amigos sin dinero. Antonio e Isabel pasaban por malos momentos, despojados por una triquiñuela bancaria de la casi totalidad de sus ahorros. Y me interesé por la cuantía del contrato de Mingote, que se me antojó vergonzosa. El genio, la referencia y la principal columna de ABC, después de 55 años de diaria culminación de su talento al servicio de ABC, percibía una cantidad muy lejana a la justicia y a la generosidad. Hablé con Mauricio Casals, presidente de LA RAZÓN, y obtuve su permiso para ofrecerle las páginas de «La Razón». Antonio se sentía profundamente ligado al ABC tradicional, el de Juan Ignacio, Torcuato y Guillermo Luca de Tena, pero alejadísimo de los nuevos socios de Vocento, algunos de ellos nacionalistas camuflados en las cenizas del esplendor de Guecho. Avisé a Soledad –Petisa– Luca de Tena de nuestro propósito. Jamás traicionar a los amigos. La cuestión era sencilla. Si Antonio aceptaba la oferta de LA RAZÓN, ganarían LA RAZÓN, Antonio e Isabel. Si ABC igualaba o superaba la oferta, nuestro fin estaba cumplido. Ante el terror a perderlo, ABC correspondería, al fin, con justicia y generosidad al talento de Antonio y al futuro de Isabel. Como era de esperar, ABC mejoró sus condiciones y Antonio se mantuvo en donde había estado 55 años de su vida. Comprendimos su postura y aplaudimos la resolución del caso. Pero las cosas se torcieron, como casi siempre. Y por segunda vez, Antonio Mingote, sintiéndose humillado por la negociación, me hizo ver su ilusión por incorporarse a nuestro periódico. No estaba contento. Y lo prueba esta carta, enviada en enero de 2009 al Consejero Delegado de Vocento, José Manuel Vargas, en su papel timbrado de la Real Academia Española.

«A D. José Manuel Vargas. Vocento. Mi distinguido amigo: Desde hace cincuenta y cinco años vengo publicando mis dibujos en ABC. En este periódico empezó mi vida profesional, y a mi trabajo en él le debo mi más o menos sólido prestigio. Siempre he creído que ABC era «mi» periódico, del modo más cordial y desinteresado. Las muestras de mi desinterés son abundantes. Mi ligazón a ABC ha sido siempre más sentimental que laboral. Hasta hoy.

Ese desmesurado contrato que me propones es sencillamente humillante, aunque su lectura me ha producido más bochorno y vergüenza que humillación. ABC ha dejado de ser esa casa amistosa y acogedora (aunque no siempre generosa) para transformarse en una empresa que pretende convertirme en poco menos que un siervo provechoso y explotable. La sombra de Juan Ignacio se ha desvanecido para dejar paso a unos directivos atentos exclusivamente a sus ganancias, objetivo por otra parte, legítimo.

Pero lo cual ha dado un vuelco a mi conducta. Le he prohibido a Isabel que siga negociando ese contrato, para dejar la tarea en manos de mi abogado, que sabrá hacerlo con Vocento sin el lastre de nuestra vieja devoción a ABC.

He dejado de ser un amistoso y leal colaborador para convertirme en un asalariado que procura mejorar su condición. Con mis mejores deseos, Antonio Mingote. Enero de 2009».

Este documento estremecedor estaba condenado al silencio, pero las mentiras hay que responderlas con contundencia. Todo lo aquí escrito es más que mi propia verdad. Antonio no ha sido todavía incinerado. Está sobre la tierra, y por su memoria juro –soy católico–, que nada de lo aquí narrado pertenece a la fantasía ni a la desavenencia profesional. Tal como lo cuento, sucedió.

Alfonso Ussía

06 Abril 2012

ABC y los artículos sobre Mingote

ABC (Director: Bieito Rubido)

Leer

Poco después de conocerse la muerte de Antonio Mingote, ABC recibió muchas y cualitativas peticiones para colaborar con un obituario en el número especial dedicado al genio. Entre ellas, las del ministro de Justicia, la presidenta de la comunidad de Madrid y la alcaldesa de la capital de España. A los tres, como al resto de las personalidades que colaboraron, se les agradeció de corazón el ofrecimiento, pero se les indicó que en la medida de lo posible, y dada la singular relación de Mingote con estas páginas desde hace sesenta años, ABC prefería contar con artículos en exclusiva. Los tres entendieron a la perfección los argumentos del periódico y enviaron sus artículos. A ellos tres y sólo a ellos tres se les solicitó la exclusividad en el homenaje. Basta repasar el contenido de los dos números dedicados al maestro Mingote para comprobar las falsas polémicas que algunos quieren levantar. ABC nunca ha presionado a nadie. Ni en esta ocasión ni nunca, porque no entra dentro de su código ético de 109 años. Es cuestión de altura.

06 Abril 2012

Isabel Mingote: "Antonio amaba a ABC como a su madre; nunca jamás ha tenido la intención de abandonar ABC"

Isabel Vigiola, viuda de Antonio Mingote

Entrevista de Antonio Astorga

Leer

Antonio Mingote era un señor. Un maestro en la vida y en la familia, en la amistad y en el compromiso. El miércoles, a las ocho de la noche, fue incinerado en el crematorio de la Almudena, después de una multitudinaria y emotiva despedida en los Jardines de Cecilio Rodríguez. Como en el verso quevediano, será ceniza, mas tendrá sentido… El fallecimiento de Antonio Mingote nos ha conmocionado a todos los que queríamos , y queremos, a una persona maravillosa, a un hombre bueno en el sentido machadiano del término.

Isabel Vigiola ha convivido durante 46 años con Antonio Mingote. Se conocieron cuando ella era secretaria de Edgard Neville. Isabel leía «La Codorniz» y le divertían los personajes de Mingote. «Un día me entusiasmó uno de los chistes muy divertidos de Antonio en ABC. Le llamé, le felicité, le di la enhorabuena: ¡cómo me ha gustado tu dibujo!»

A pesar del Jueves Santo tan triste —lluvioso y gris—, primero sin Antonio a su lado, Isabel accede a que la visitemos, y se lo agradecemos, en su casa. El estudio de trabajo de don Antonio está tal como lo dejó el maestro. Sus lápices y pinceles, sus cartulinas —con el último esbozo a medio terminar que estaba preparando para la sección de Radioterapia del hospital—, su recado de escribir, donde escribió su novela inédita y póstuma «Diario de Hamlet» , sus libros, los colores de su vida, e Isabel, su alma y su orden.

Es la primera noche que Isabel pasa en casa sin Antonio. Le acompañan su hijo Carlos, sus nietos Pablo y Héctor, su sobrino Óscar Vigiola y su «ahijadito» José Antonio, que tiene grabado en su iPad —don Antonio Mingote era un apasionado de las tecnologías; de hecho, el jueves pasado pidió un ordenador en la cama del hospital para saber lo que pasaba extramuros— la fotografía del último dibujo que Antonio Mingote realizó para ABC, y que Isabel sostiene. El vacío sin Antonio es enorme, tremendo:

—¿Cómo será la vida sin Antonio, Isabel?

—Hoy todavía no lo sé, porque convivir con Antonio, que era una persona que siempre quería la paz y que no conocía el odio, era maravilloso. Antonio no era fanático, y sí fácil de convencer a través de las ideas. Si hubiera mucha gente como él, la vida sería felicísima. Era curioso, modesto, muy generoso, desinteresado, no tenía enemigos. Y estaba muy vinculado a su adorado ABC.

—¿Dónde reposarán las cenizas del maestro?

—En el cementerio de la Almudena, en la tumba de mis padres.

—¿Cómo definiría el amor de Antonio?

—Total. No solo hacia mí, sino hacia sus hijos, nietos, sobrinos, ahijadito y familia, y hacia el género humano en general. No quiero exagerar ni que parezca que era un tonto, pero Antonio era crítico. Su generosidad era tal que, cuando alguien le preguntaba si tenía enemigos, él decía: «No lo sé, pero si los tengo están abusando de mí».

—Querida Isabel, ¿qué echará más de menos a partir de esta vida sin la presencia física de Antonio?

—Todo. Nadie puede vivir sin Antonio, no lo concibo, pero viviremos.

—Hábleme de la relación entre Antonio Mingote y su ABC

—Antonio Mingote siempre decía que quería a ABC como a su madre; ABC era una madre para él. Y no digamos ya la familia Luca de Tena, a quienes consideraba como parte de su familia, y actualmente con el grupo Vocento; con todos ellos siempre ha tenido una excelente relación. A Petisa y Catalina las llamaba sus «niñas». Comíamos, cenábamos, nos veíamos mucho, para Antonio era como parte de su familia. Cuando yo conocí a Antonio, él ya estaba en ABC. Cuando Juan Ignacio Luca de Tena decidió crear el premio Mingote, fue una de las cosas que más le conmovieron a Antonio. Eso lo encontró, como todos los premios que le dieron, algo «desorbitado», como todos los homenajes que le brindaban. Y le dieron el primer premio. En aquel discurso de agradecimiento, Antonio se sentía honrado, llegó, creo, incluso a calificar su estado como un «muerto» en vida. Lo que hizo Juan Ignacio Luca de Tena de unir los Cavia fue muy importante; ahora hay muchos premios. Pero en aquella época ABC era el periódico, el único, el importante. Todo el mundo quería escribir en ABC: Edgard Neville, etcétera… Y que de repente Juan Ignacio le diera el nombre de Mingote a uno de los premios, con esos halagos, fue una de las cosas que a Antonio, que no era vanidoso, más le llenaron. Y ello unido al cariño de los Luca de Tena, de Guillermo —el día antes de morir, justo hoy hace dos años, cenamos juntos— y de los maravillosos lectores de ABC, que cada día buscan el chiste de Antonio Mingote en el periódico.

—Recordemos su historia de amor con Antonio. ¿Fue un flechazo?

—Nos atraíamos, nos gustábamos. Éramos muy buenos amigos. Por las tardes iba a ayudarle, a ordenar su despacho un poco, y a Edgard Neville, de la que yo era secretaria, le encantó. Empezamos y de secretaria creo que con Antonio duré cuatro meses, porque a los cuatro meses descubrimos que estábamos enamorados.

—Y le empezó a abrir cartas que tenía atrasadas desde hacía la friolera de ¡once años!

—A Antonio le empecé a abrir cartas que él tenía sin abrir desde el año 1955. Comencé a ordenárselo todo; él se quejaba de mi orden, pero para Antonio era muy cómodo. Si no me hubiera enamorado de Antonio, jamás habría sido su secretaria mucho tiempo. Él era ya muy popular, había publicado libros, y trabajaba en ABC y ganaba dinero. Entonces, yo me hice cargo de todo. Fui al banco y le dije a Antonio: «¡Tienes números rojos! No tienes dinero. Pero si tú ganas mucho». Entonces, ordenándole el despacho un día, abro un cajón y veo que tiene 50.000 pesetas, que en aquella época, año 1966, era muchísimo dinero. Las cogí y le pregunté si tenía dinero en casa. Me dijo que no, y yo le respondí: «¡Pues te acabo de coger 50.000 pesetas! ¿Cómo puedes vivir así?». Y así vivía. Fíjese qué maravilloso, qué despreocupadamente vivía. Y así siguió toda su vida, sin saber lo que valía el dinero.

—¿Llevaba dinero en el bolsillo?

—Casi nunca. Muchas veces, antes de salir a pasear, pedía dinero para un café. Yo le daba cincuenta euros. Y él me decía que no necesitaba tanto, que le diera algo más pequeño. Antonio no sabía lo que valía nada. Recuerdo que un día Joaquín Calvo Sotelo, que era tan amigo y tan encantador, vino a casa y le preguntó a Antonio cuánto le había costado el piso. Y él le dijo: «No sé, pregúntaselo a Isabel». Pero ¿tú ganas bastante, te pagan bien los dibujos y las publicaciones?». Y respondió Antonio: «No sé, pregúntaselo a Isabel». No lo sabía.

—Era una persona desprendida y maravillosamente generosa.

—El dinero no le importaba. Cuando era militar tenía un sueldo de 333,33 pesetas, y se lo daba al asistente para pagar los cafés. Los amigos le gorroneaban. Cuando llegaba el día 25 y no había dinero, él decía: «Pues hasta el día 1 ya no tomo cafés». Con esa actitud de Antonio, ¡menuda lección para la Economía mundial! Si no tenía para comer durante ocho días, pues no comía en ocho días. No sabía lo que era un euro, ni le importaba.

SOBRE LA CARTA DE USSÍA

«Mi estado de ánimo, con lo que quiero a Alfonso, es de absoluta perplejidad»

Tras la publicación en un periódico donde escribe Alfonso Ussía de una carta de Antonio Mingote sin haber consultado a Isabel, le preguntamos a su viuda: ¿cómo se siente?

—Estoy destrozada. No he hablado aún con Alfonso. No lo entiendo. Siempre que escribe algo sobre Antonio me lo lee antes y me lo consulta. No entiendo qué le ha pasado. Estoy segura de que ya está arrepentido de ese pronto. Alfonso conocía muy bien a Antonio y ya se estará dando cuenta de que Antonio —que se divertía tanto con todo lo que escribía sobre él y siempre nos consultaba antes si nos parecía bien—, se hubiera llevado hoy un enorme disgusto al ver publicada esa carta. Cuando hable con él le preguntaré: Alfonso, con lo que quieres a Antonio, ¿crees que le hubiera gustado ver publicada la carta?

—¿Y por qué tenía esa carta Ussía?

—No lo sé. Supongo que en sus almuerzos de los lunes el día que la escribió enfadado se la llevaría, y se la enseñaría; siempre le consultaba todo. No sé por qué la ha conservado.

—¿Cómo le habría sentado a Antonio Mingote la publicación de la carta?

—Fatal. Se habría llevado un disgusto horroroso. Cuando esta mañana me ha llamado mi hermano para que la leyera, no me lo podía creer. A Antonio jamás se le había pasado por la cabeza abandonar ABC. En esa carta él dice que no se marcha de ABC.

—¿Se siente traicionada?

—Asombrada. Nunca he tenido un roce con Alfonso. Hablamos todos los días. ¿Por qué no me ha dicho que iba a publicarla? Y que involucre a Antonio en esta rencilla… Con lo que quiero a Alfonso, con lo que Antonio quería a Alfonso, con lo que me consta que Alfonso nos quiere a Antonio y a mí, mi estado de ánimo por esa carta es de absoluta perplejidad. Antonio escribió esa carta al anterior consejero delegado de Vocento, José Manuel Vargas. Vargas llamó diciendo que todo se había desbordado. Cenamos juntos. Le pidió perdón. Charlamos. Quedamos muy amigos y dijo que todo seguiría igual, y que con Antonio no había que firmar nada.

—En esa carta, Antonio confirma de forma clara que él quiere seguir en ABC.

—Está claro. Su relación con ABC era el amor de siempre. Y Antonio se quedó feliz. Antonio nunca jamás ha tenido intención de abandonar ABC. En ningún momento habló de irse de ABC. Antonio era un artista, el único ser humano que he conocido al que no le importaba el dinero. ¿Cómo iba a pensar él dejar su adorado ABC por dinero? Nunca. Jamás.

08 Abril 2012

TODO LO QUE DICES EN TU CARTA ES VERDAD

Luis María Anson

Leer

Querido Alfonso…

Antonio Mingote estaba siempre a favor de la conciliación y la concordia. No le gustaban las tensiones. Isabel Vigiola, su mujer, por la que tú y yo sentimos admiración indeclinable, pensaba lo mismo. Sin embargo, creo que has hecho bien al publicar la carta manuscrita en la que Mingote definía su actitud ante ciertos aspectos del ABC actual. Es la verdad la que nos hace libres y desde el entorno del periódico se había deslizado que tú mentías. Nunca habrías hecho pública la carta en cuestión, de forma espontánea. Eso está claro puesto que durante dos años la mantuviste oculta. La has sacado a la luz cuando se ha cuestionado tu integridad profesional.

Yo podría aportar testimonios, querido Alfonso, incluso más rotundos, no solo orales, también escritos, de Mingote sobre su relación con ABC en algunas etapas recientes. No voy a hacerlo. Trabajé durante más de 30 años en el ABC verdadero. Fui director del periódico 15 años. He preferido guardar silencio sepulcral sobre lo que estaba ocurriendo en la Casa. Cuando murió Guillermo Luca de Tena escribí un artículo de elogio sin fisuras en EL MUNDO, que es, por generosidad de Pedro J. Ramírez, mi periódico actual, puesto que la presidencia que ejerzo en el diario digital El IMPARCIAL y mi vinculación a la Fundación Ortega-Marañón son otra cosa. Cuando desde las páginas de ABC, persona muy caracterizada se permitió insultarme, conté una parte de la verdad, solo una parte, sobre lo ocurrido en el periódico cuando dejé su dirección de forma voluntaria y completamente amistosa, tras aceptar un importante contrato de Televisa que me hizo Emilio Azcárraga. Antes y después de aquel artículo he guardado el silencio que me dicta el buen sentido, la elegancia intelectual y el cariño inmenso que siempre he sentido y siento todavía por el ABC verdadero.

No hace falta que sume los testimonios que tengo de Mingote, orales y escritos, que confirman todo lo que expones en tu artículo de LA RAZÓN. Antonio pasó los últimos años de su vida preocupado por la situación de un periódico al que había entregado lo mejor de su extraordinaria obra creadora. Salvo Isabel, que ha adoptado la posición que debía adoptar, nadie como tú y como yo conoce lo que pensaba Antonio Mingote sobre lo que está ocurriendo en la Casa que en su día nos acogió a todos.

Dicho todo esto, querido Alfonso, vamos a callar porque Mingote odiaba las polémicas y las tensiones. A él le gustaban, como decía al principio de esta carta, la concordia y la conciliación. En eso, y en otras muchas cosas hoy olvidadas, consistía el espíritu del ABC verdadero, del diario que fundó Don Torcuato Luca de Tena en 1905, el periódico del señorío y de la liberalidad, ajeno siempre al sectarismo, la exclusión, la cicatería y el aldeanismo. Con Mingote ha perdido ABC su penúltimo signo de identidad. La tristeza por el genio desaparecido debe predominar ahora sobre cualquier otra cosa.

Luis María Anson

El Análisis

MATAR A VIVOS CON LOS CUCHILLOS DE MUESTROS

JF Lamata

¿Era interesante que Mingote hubiera puesto una carta a los mandamases de Vocento explicando lo harto que estaba de ellos? Para los que siguen los medios, sí. ¿Era oportuno? En parte. El ABC se estaba dedicando a presentar a Mingote como ‘el gran hombre ABC’ y ahora resultaba que no había tenido tan buen rollo con ABC, o más concretamente con sus nuevos empresarios del Grupo Correo / Vocento.

¿Era ético? Pues va a ser que aquí no están tan claras las cosas. El Sr. Ussía y su jefe, el Sr. Marhuenda no esperaron ni tan siquiera una semana de luto para hacerlo público (el Sr. Anson esperó un mes antes de ajustar cuentas con el fallecido D. Guillermo Luca de Tena). Siguiendo el lema de ‘usar cuchillos de muertos para acabar con vivos’, el Sr. Ussía publicó la carta y el Sr. Marhuenda la colocó en portada, ¿por qué razón? ¿Un mero desquite? Más probable: una forma de tratar de deslegitimar a su principal competidor, el ABC. Tienen todo el derecho de hacerlo, pero también un pésimo gusto.

J. F. Lamata