23 enero 1988

Habrá un liderazgo bicéfalo formado por dos co-presidentes, que controlará el banco

Nace el nuevo banco BBV como fusión del Banco Bilbao y el Banco de Vizcaya en la primera fusión amistosa realizada en España

Hechos

En enero de 1988 el Presidente del Banco Bilbao (BB), D. José Ángel Sánchez Asiain y el Presidente del Banco de Vizcaya, D. Pedro de Toledo anunciaron la fusión de ambas entidades en el nuevo Banco Bilbao Vizcaya (BBV).

Lecturas

El 21 de enero de 1988 los presidentes del Banco Bilbao, D. José Ángel Sánchez Asiaín y del Banco de Vizcaya, D. Pedro Toledo Ugarte, comparecen conjuntamente para anunciar la fusión de ambos bancos en plano de igualdad para crear una nueva entidad denominada ‘Banco Bilbao Vizcaya’ (Banco BBV) que tendrá dos copresidentes, los propios Sres. Sánchez Asiaín y Toledo Ugarte, en una medida compleja dada la rivalidad histórica de las dos entidades financieras vascas.

Ha sido la estrategia del Banco Bilbao tras fracasar su operación para absorber al Banco Banesto en noviembre de 1987 dentro de su deseo de lograr el liderazgo de la banca.

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23 Enero 1988

Bancos con marcha

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El anuncio de la proyectada fusión entre los bancos de Bilbao y de Vizcaya es una buena noticia por cuanto supone el inicio de un proceso orientado a dotar al sistema financiero español de la dimensión imprescindible para afrontar, a partir de 1992, el reto de la nueva competitividad asociada a la liberalización comunitaria y para preservarlo de la codicia de especuladores expertos en las artes del tiburón. Pero la noticia es buena, además, porque constituye una muy plástica demostración de que, en materia económica, la sociedad española no está anquilosada, de que las ideas inteligentes asociadas a la tenacidad y al ímpetu renovador todavía pueden vencer las resistencias acumuladas por la historia reciente, por más que las pequeñas miserias, los protagonismos personales y las inercias se hayan impuesto en batallas parciales.El proyecto de fusión que ahora se anuncia resulta tanto más destacable por cuanto sucede, sin más pausa que la navideña, a la primera escaramuza, frustrada, entre el Banco de Bilbao y el Banesto. Se ha manifestado que aquella apuesta era algo más que una jugada de póquer de Sánchez Asiaín, que ha demostrado una tenacidad envidiable a la hora de poner en práctica las cosas en las que cree. La operación, aunque por vías no previstas, se ha mostrado eficaz con vistas a su designio último: remover las aguas del inmovilismo en que se hallaban ancladas no pocas cúpulas de la banca española. Visto con perspectiva, el programa renovador que han dibujado los nuevos dirigentes del Banco Español de Crédito le debe bastantes cosas a aquella OPA, por mucho que entonces recibiera el calificativo de «hostil».

Si el proyecto Bilbao-Banesto ofrecía el sugerente atractivo de la consiguiente renovación en un monstruo clásico, atenazado por su propio peso -y que ahora busca por otros caminos ese mismo efecto-, el intento Bilbao-Vizcaya presenta otros rasgos no menos interesantes. Estos dos bancos pertenecen a la misma cultura empresarial y tienen entre sí una coherencia de estrategia general, de filosofía competitiva, de estilo profesional, que augura menos problemas de adaptación en la fusión de sus respectivas estructuras que en otros hipotéticos casos. Además, ambos tienen raíces geográficas comunes y un cierto espíritu periférico, nada opuesto a la necesaria centralidad y coordinación en lo esencial de sus líneas ejecutivas y en sus consejos. También es destacable que el proyecto se haya cocinado precisamente en Bilbao: es motivo de satisfacción que noticias que engendran futuro nazcan en el País Vasco, compensando así la inevitable y constante presencia atribulada de dicha comunidad autónoma en los medios de comunicación.

Los anteriores motivos de satisfacción no ocultan, sin embargo, la previsible existencia de grandes incógnitas y presumibles dificultades a la hora de llevar a la práctica la fusión. Cierto es que ambas entidades son complementarias en muchos renglones de actividad: el Bilbao, más internacionalizado y vinculado a las economías domésticas, que ha crecido por la vía de la regionalización y descentralización; el Vizcaya, ducho en la intermediación financiera y parejo a su colega en la innovación de productos, que ha elevado su dimensión geográfica en toda Espada sobre todo por el camino de la gestión de fichas bancarias adquiridas con motivo de la ya casi lejana crisis. bancaria. Pero la duplicación de redes y la concentración de un amplio segmento de actividad en el propio País Vasco constituyen algunos de los nuevos retos que no son de fácil y rápida asimilación.

Pero más allá de estas cuestiones concretas, un hecho ha quedado ya despejado ante el incierto horizonte de 1992: la banca española se ha puesto a caminar en serio, mientras las consideraciones y estrategias profesionales han empezado a pesar más que las rémoras del pasado. Las tribus económicas y sus primitivas cuevas van cediendo terreno a la imaginación, a las ideas, al riesgo. Y este paso, con todo lo que encierra, resulta ya irreversible, pese a las dificultades que conlleva.

23 Enero 1988

Un proyecto de futuro

EL CORREO ESPAÑOL - El Pueblo Vasco (Director: Antonio Barrena)

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El proyecto de fusión entre los dos grandes bancos vizcaínos es una noticia de primer orden para la economía española en general y para la vasca en particular. No es de extrañar por ello que el anuncio de ese proyecto realizado a última hora de la noche del jueves para frenar la oleada de rumores que se habían sucedido en las horas anteriores, haya susctiado una enorme expectador en todos las ambiciones.

Tras la frustrada Oferta Pública de Adquisición de Acciones (OPA) del Bilbao sobre el Banesto, al menos quedó de relieve que había entidades financieras que apostaban por la modernidad y el refuerzo del sector de cara a la liberalización de 1992. Y era casi un secreto a voces desde aquellos mismos días que había comenzado un camino, el de la concentración bancaria, que no parecía tener retorno.

La sorpresa ha surgido ahora, sin embargo, por los protagonistas de la operación: dos entidades muy rentables y saneadas, destinadas a absorber otros bancos antes que a fusionarse entre sí. No puede ocultarse tampoco la existencia de una noble rivalidad originada desde hace mucho tiempo por razones diversas, que parecía hacer imposible una alianza de este tipo.

Y, sin embargo, la racionalidad y la apuesta por el futuro se ha impuesto ante cualquier otro interés. Por ello, el balance que es preciso hacer apenas unas horas después del anuncio de la operación – cuando aún no se ha superado la primera sensación de sorpresa – es sumamente positivo.

Lo es porque demuestra bien a las claras la capacidad estratégica y la altura de miras de dos Consejos de Adminsitración, los presididos por Pedro de Toledo (Vizcaya) y José Ángel Sánchez Asiaín (Bilbao), que han sabido ver la oportunidad histórica de un proyecto que convertía a la entidad resultante es líder destacado del sector en España y la colocará en un lugar más que apreciable del ranking por recursos ajenos, tanto en ámbito europeo como en el mundial.

Este proyecto ha gestado también la posibilidad gracias a la comprensión de los consejeros de ambas entidades. Y no puede olvidarse tampoco a los trabajadores que, aunque no han participado directamente en la decisión, se verán afectados por la misma y estarán obligados también a algún sacrificio en aras de la constitución de una entidad más poderosa y consolidarla.

Todos estos esfuerzos culminaron en un banco líder en España, considerado cualquier indicador. Esta es una circunstancia que para el País Vasco tiene una importancia muy superior a la de la mera anécdota. Por una parte, porque demostrará que el espíritu empresarial innovador que siempre caracterizó a esta tierra sigue vivo, contra todos los obstáculos que parecían haberlo enterrado en los últimos años. Por otra, porque el efecto derivado en cuanto a imagen será más que notable: nada mejor que un gran banco eficaz y rentable para difundir una idea de responsabilidad, capacidad de trabajo y adaptación al futuro de la comunidad en la que tiene su origen y su sede.

Por ello, el proyecto merece un juicio muy positivo. A pesar de los sacrificios, a pesar de los problemas de ajuste que sin duda van a surgir, a pesar, en fin, de los obstáculos que habrán de superarse, el proyecto merece la pena y debe convertirse en un símbolo de lo que la sociedad vasca ha de hacer: trabajar por el futuro sin desmayo porque sólo así será posible el bienestar y la riqueza en el horizonte del año 2000.

24 Enero 1988

De la petición al matrimonio

Jesús Cacho

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Son síntomas de los nuevos tiempos. Para algunos, estos tiempos modernos han Regado cargados de dificultades. Para Alfonso Escámez, por ejemplo. El asalto en toda regla protagonizado por las fuerzas combinadas de KIO-Albertos le sumió días atrás, de acuerdo con alguno de sus allegados, en una especie de choque que le impedía conservar la frialdad de la que durante decenios ha hecho gala. La batalla ya ha pasado, pero lo peor para Alfonso Escámez es que la ha perdido, aunque todos reconocen en él a un duro fajador, con gran capacidad de reacción.

A estas alturas, de la película, quizá alguno de sus colegas en la. dirección de la gran banca piense que Alfonso Escámez es muy afortunado. Al menos, ya puede dormir tranquilo. La fusión entre los bancos de Bilbao y de Vizcaya ha provocado la estampida, ha abierto una carrera hacia otras operaciones similares, donde será de vital importancia elegir adecuadamente el partenaire. No equivocarse. Y elegirlo pronto, porque al último, como ocurre en las fiestas de pueblo, le tocará bailar con la coja.Sobre la bondad de las fusiones se puede discrepar. El negocio bobo que acude siempre al banco número uno; las exenciones fiscales; la venta de gran cantidad de inmuebles que con la fusión serán innecesarios son, entre otros muchos, aspectos que influirán en la voluntad de otras instituciones en fusionarse.

Ocurre, sin embargo, que, con excepción de Popular y Santander, metidos en una línea de estabilidad tanto de gestión como de beneficios se refiere, el resto de los grandes -Banesto, Central e Hispano- viven momentos peculiares de su historia, desde luego no los más adecuados para madurar sopesadamente una integración amistosa.

Un candidato firme a las fusiones es el nuevo Banesto de Mario Conde. Quizá resulte adecuado señalar que una de las cosas que más molestaron a Conde del intento de absorción del Bilbao fue que pretendieran enseñarle, a él, un adalid del cambio empresarial, las ventajas de las fusiones como un elemento de modernidad. En julio pasado, Mario Conde y Carlos March, en la finca que este último posee en Palma de Mallorca, hablaron largo y tendido de un proyecto muy sugestivo. Conde, que con su socio Juan Abelló pugnaba entonces por meter la cabeza en Castellana, 7, llegaría un día -que no esperaba tan cercano- a controlar Banesto, mientras Carlos March, de quien ya se sabía que controlaba un 3% del Hispano Americano, crearía la gran holding financiera con la fusión del Banco Español de Crédito y del Hispano Americano.

De momento, Conde ha llegado, mientras lo de Carlos March está más verde, lo cual debe producir en el mallorquín un cierto desasosiego. «Todos son cazadores», comentaba días atras un conocido bancólogo, «y en el fondo se trata de saber quién tira mejor».

Las preferencias de Conde

Las preferencias de Mario Conde parecen claramente inclinadas por el Banco Popular, un banco tan saneado como bien gestionado. Conde y Valls se entienden, en el sentido más digno del término. Una operación triangular, que incluyera al Hispano Americano no sería descartable. Para el caso de que no sea posible ninguna de estas combinaciones, no conviene perder de vista la fuerte amistad que une a los presidentes de Banesto y de Bankinter, Jaime Botín, una liasion que serviría de pórtico a una fusión de gran envergadura entre Banesto y Santander, por encima de las preferencias, tantas veces manifestadas, de Botín padre por el Hispano.

El Banco Central, de momento, queda al margen. Por una razón muy sencilla: porque Alfonso Escámez ya no es el interlocutor adecuado. A falta de conocer los términos del acuerdo secreto suscrito entre el veterano banquero y los hombres de Construcciones y Contratas cualquier interesado en acercarse al Banco Central deberá entenderse con loAlbertos. La situación, con todo, no está clarificada en absoluto, lo que actúa a favor de ese apartamiento momentáneo del Central, al menos hasta la junta del 25 de junio. Una integración Central-Zaragozano, de confirmarse la toma del poder por los Albertos, parece obvia.

¿Y Luis Valls? El presidente del Banco Popular es un personaje clave en las distintas quinielas que puedan formularse. Valls, un florentino, uno de los personajes más cautivadores del panorama bancario español, se ha declarado partidario de las fusiones, pero no se sabe muy bien si con la boca pequeña o con la grande. Valls viene hablando de una nebulosa fusión tecnológica de tres e incluso cuatro entidades -Popular, Central, Banesto e Hispano- que unificaría los sistemas informáticos y permitiría conservar la identidad individual. Acabáramos. Algunos piensan que, con todo ello, lo que Valls pretende es marear la perdiz, y que se resistirá a una fusión o, mejor dicho, a ser absorbido, que tal es la condición de apetitosa pieza que define al Popular. Mario Conde, pues, puede tenerlo difícil.

En cuanto al Hispano Americano, la entrada accionarial de los March parecía a principios de verano dibujar una solución en la cual la familia mallorquina recuperaba su condición de banqueros a lo grande. Los March, de la mano de Leopoldo Rodés, vienen trabajándose a las autoridades monetarias en una vía que incluiría la fusión de los intereses bancarios de los March (Asturias, Progreso) en el Hispano Americano, en plena sintonía con Claudio Boada. Esta versión es descartada por algunos, para quienes el tren de los March pasó ya hace tiempo por la estación de las fusiones.

27 Febrero 1989

Banqueros e inversores

CINCO DÍAS (Director: Luis de Benito)

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El principal ideólogo de las fusiones bancarias, Sánchez Asiaín, ha reconocido que son el camino más difícil en el objetivo de conseguir una entidad en todos los términos competitiva. Sin embargo la han superado con decisión, enfrentándose a todos los problemas surgidos. Y su ‘partner’, Pedro Toledo, desarrollaba una teoría de ‘nacimiento de líderes’ a lo largo y ancho de la organización que trasladen el evangelio de la nueva entidad al resto de la plantilla con más o menos tensiones, el caso es que la fusión BBV se da por cerrada en lo sustancial y es un hecho la configuración de una entidad capaz de estar donde el futuro requiera. Los dos hombre cabeza de ese proyecto eran banqueros.

Ellos mismos limitaban el sábado, a preguntas de la prensa, la turbulenta situación por distintos motivos está enfrentada la banca. Para hacer banca hay que ser banqueros, no meterse de repente a ello. Y la banca no es nueva ‘es la misma banca de antaño con más lacitos’ por lo que no se puede improvisar.

Es duro decir que los nuevos banqueros son advenedizos e inversores, pero la realidad está ahí. Desde la llegada de Conde a Banesto, la única innovación ha sido el reparto del poder. Tampoco el banquero ‘viejo’ ha conseguido salvar la situación. Y en medio, los inversores con participaciones que pretenden incorporarse en las porciones de poder que corresponden a la gestión bancaria fichando banqueros.

Incapaces de afrontar un proyecto que beneficiaba a la estructura económica, se han roto en diseños personales de poder y ahora enfrenta un futuro nada claro, desde un pasado que tampoco les definía por su agilidad.

15 Diciembre 1989

Un solo banco, un solo presidente

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA FUSIÓN de los bancos Bilbao y Vizcaya en una sola entidad financiera no tenía previsto pasar, entre sus pruebas de fuego, por la muerte de uno de sus dos presidentes, como ha sucedido con Pedro Toledo. En realidad, la fórmula adoptada de la copresidencia era un compromiso en el tiempo cuyo objetivo primordial era asegurar la complementariedad de dos culturas empresariales distintas en un período de transición concreto. Ello únicamente era factible -y con muchas dificultades- con dos banqueros de las personalidades de José Ángel Sánchez Asiaín y Pedro Toledo. Es más que probable que sólo ellos dos conociesen la totalidad de los problemas, dificultades e imprevistos que, en lo cotidiano, han sembrado el camino del Bilbao Vizcaya en este año largo de funcionamiento como primera entidad privada del país.El súbito fallecimiento de Toledo ha planteado la posibilidad práctica de acabar con el período de excepción y dar un paso adelante más en la consolidación unitaria del banco. Es decir, romper con los recelos de las cúpulas anteriormente establecidas de las antiguas entidades vascas y nombrar a un único presidente que ejecute la política, practique la cultura empresarial y represente el espíritu del Bilbao Vizcaya como primer banco de nacionalidad española en el mercado único europeo que se nos viene encima.

Es por ello que el espectáculo protagonizado el miércoles pasado -cuando ni siquiera el cadáver de Toledo había llegado a su tierra-, en el que las pasiones por el poder se han desatado a la luz pública (primero, la precipitada reunión de los antiguos consejeros del Banco de Vizcaya y designación de Alfredo Sáenz como copresidente, y después, el mentis de la presidencia en el sentido de que no se había producido nombramiento alguno), resultan irrespetuosas para el banquero fallecido -símbolo de la discreción- y peligrosas para el funcionamiento del banco, que no está compuesto sólo por su consejo de administración, sino, también, por sus centenares de miles de clientes y de empleados.

Compartir la presidencia ejecutiva de cualquier empresa es siempre producto de una coyuntura excepcional y de una correlación de fuerzas inestable y volátil. En el caso del Bilbao Vizcaya fue posible a base del sacrificio personal de Asiaín y Toledo, en la complicidad de que sólo así saldría adelante una operación histórica. Esta complicidad no se puede repetir sean quienes sean los personajes; además, la normalidad -y es el caso de la fusión del Bilbao Vizcaya- exige direcciones nítidas, mucho más cuando quien la practica tiene la voluntad de ser el primero en su sector. Casi todos los banqueros y empresarios que han opinado sobre Pedro Toledo en las últimas 48 horas han destacado su profesionalidad y su papel clave en la renovación del sistema financiero y de la clase emprendedora española. Sería incoherente obviar esta herencia y que sus propios compañeros de consejo en el Bilbao Vizcaya volviesen la mirada al pasado y perdiesen la oportunidad de elegir un único presidente que situase a la entidad en la década de los noventa.