1 octubre 1910

La mayor parte del capital para la fundación lo puso Sebastián Luque

Nace el periódico EL DEBATE fundado por Guillermo de Rivas para ser órgano mediático de la opinión católica

Hechos

El 1.10.1910 se publicó el primer número del periódico EL DEBATE.

Lecturas

El 1 de octubre de 1910 nace periódico El Debate fundado en Madrid, que se identifica como ‘diario católico’ con  D. Guillermo de Rivas como su director-propietario y el sacerdote periodista D. Basilio Álvarez Rodríguez como director. La mayor parte del capital para la fundación lo ha puesto D. Sebastián Luque.

ANTERIORES INTENTOS DE PRENSA CRISTIANA.

A la derecha se encontraba la UNIÓN CATÓLICA de D. Alejandro Pidal y Mon clasificado como ultramontano posibilista. La UNIÓN CATÓLICA como grupo político con fines electoralistas se incorporaría al Partido Conservador (había nacido en 1881), pero el Sr. Pidal venía luchando desde el comienzo de la Restauración por la incorporación de las masas tradicionalistas al campo de la lucha legal. Animado por esta idea el Sr. Pidal inspiró sucesivamente los periódicos LA ESPAÑA CATÓLICA, LA ESPAÑA, EL ESPAÑOL, EL FÉNIX, LA UNIÓN y LA UNIÓN CATÓLICA.

Al comenzar

EL DEBATE (Director: Guillermo de Rivas)

1-10-1910

Leer

Nacemos al amparo de tres grandes amores: Religión, Patria y Libertad.

Lo hermoso hubiera sido terminar aquí porque esa trinidad constituye nuestro programa.

Si continuamos es sólo para dar un avance de la modesta vida que pueda tener EL DEBATE.

Religión. Bien sabe Dios que venimos al palenque del periodismo llenos de cristiana sinceridad. Ni seremos escritores mansos ni seremos escritores fieros; pero tampoco seremos periodistas que crean cumplida su misión con dar una mano de cal y otra mano de arena. Católicos rancios, acaso nuestro periodismo no sea más que una cosa: periodismo cristiano: ¡Y ojalá no transpasemos esa línea! Porque entonces, sin ser más que eso, lo seríamos todos.

Amenos, con la deliciosa amenidad que el cristianismo sabe volcar en su arte soberano. Valinetes hasta rebasar como los mártires, los linderos del heroísmo. Alegres, para sonreír, como los santos, en torno de la misma muerte. Bondadosos, hasta pedir, como Jesús, perdón para los verdugos. Tolerantes, porque de sobre sabemos que los extravíos del prójimo serán el reflejo de nuestras propias miserias. Enérgicos ya que hijos de la religión verdadera, cualquiera claudicación sería una apostasía.

Rancios, a la manera de Lope, de Calderón, de Santa Teresa, del divino Fray Luis del venerable Granada o del inmenso Feijoo, dichosa ranciedad sería la nuestra.

Patria. Decir que ella merece el sacrificio de nuestra vida no sería decirlo todo. Acusar la personalidad de las regiones y declararnos defensores de sus intereses, seguramente será decir más porque no galvanizaríamos el bellísimo abatrecto con un tópico bien absurdo. Suprimid las regiones y atreveos después a presentar a España.

Una confesión ahora de franco regionalismo, pse a las estridencias de los que comercian con la Patria, vale tanto como vigoriar gallardamente a España. Queda hecha. Y sépanlo, Andalucía y Cataluña, el Levante y Extremadura, el País Vasco y las Castillas, Aragón, Asturias y Galicia. EL DEBATE tendrá a gala ser el órgano que en medio de España recoja tan nobles aspiraciones. Y patriotas, precisamente por ser cristianos, ya que sólo es aparente la antinomia entre la universalidad con que la Iglesia descubre su magnitud divina, y el inconmovible sentimiento del hombre católico siempre dispuesto al anatema contra el que divorcia su Fe del amor al a Paria. El culto a la madre España será en nosotros una obsesión.

Libertad. Y por ser idolatras de esta excelsa es prorrogativa, tenemos empeño en hacer en seguida esta declaración: guerra implacable al liberalismo. La paradoja se dio siempre. Lo que venía pomposamente a romper las cadenas que ataban los cuerpos de los esclavos, a más de respetar las viejas ligaduras se obstina con floro empuje en llevar sus frilletes a las almas. No queremos nada con él. Da pena pensar que los humildes, las clases menesterosas, conducidas por ese síntoma al lamentable estado en que se encuentran no vuelvan con más prisa las espaldas a la farse de tan vil democracia.

Bajo la capa de una proclamación de derechos siempre ilusorios, ruge feroz la opresión del asedio por hambre. Nosotros no enroqueceremos para proclamar garrulas conquistas que deben sonar a sarcasmo en los oídos de gentes que se mueren de inanición; pero en cambio, recogeremos las ansias del proletariado, procurando poner la triaca allí donde está el veneno.

Convencidos de que la alucinación de las masas obreras, más que en el cerebro de muchos elementos que hoy nos son hostiles, tiene su origen en lo exhausto de los estómagos, si el favor del público nos acompaña, no descansaremos hasta llevar Cocinas Económicas, Bolsas de Trabajo y Bibliotecas populares a todos los ámbitos de España. Y no decimos más, porque en esta tierra donde el mejor predicador es fra y Ejemplo se nos antoja ridículo dar a nuestro desinterés el aire pretencioso y poco delicado de la promesa. Jamás verá nadie asomos de lucro en nuestra penosa labor.

La libertad en nuestro país no se mece en las alturas del Calvario, allí nació, pero después quisieron hacerla suya una porción de tiranuelos.

Eudamente cristianos, nosotros sólo reconocemos un amo: La Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Por eso al iniciar nuestras tareas queremos que nuestra primer vibración vaya en forma de fervoroso saludo hacia el Romano Pontífice, hacia el dulcísimo Pio X, maestro infalibre de Verdad, que providencialmente ocupa la silla de San Pedro cuya paternal bendición reverencialmente imploramos. Queremos que nuestros latidos se confundan con el homenaje de respeto que es nuestro deseo tributar, al egregio cardenal Aguirre, primado de las Españas. Queremos que nuestros votos de filial sumisión sean gratamente recibidos por el insigne Sr. Barrera, dignísimo prelado nuestro. Queremos que nuestra salutación se extienda al glorioso Episcopado español, al venerable Clero, a las beneméritas Asociaciones religiosas, a los católicos todos, a los periodistas hermanos nuestros de profesión, a nuestros amigos y también a nuestros enemigos.

Jesucristo nuestro Dios, nos mandó amar a todos, así empezamos.