29 noviembre 1993

Estaba considerar una mujer de confianza de Felipe González

Nuevo caso de corrupción en el PSOE: Detenida la ex Directora del BOE, Carmen Salanueva, acusada de malversación

Hechos

  • La ex directora general del Boletín Oficial del Estado (BOE) Dña. Carmen Salanueva Urtiaga fue detenida el 29.11.1993 en Madrid e incomunicada por orden de la juez de instrucción número 16 de Madrid, Dña. Ana Ferrer.

Lecturas

La socialista Carmen Salanueva fue la persona a la que Felipe González puso al frente del Boletín Oficial del Estado (BOE) y su nombre también se convertiría en sinónimo de corrupción.

El 19 de julio de 1994 se hacía público que Carmen Salanueva era procesada por indicios de malversación en relación con la compra de papel prensa para la publicación del BOE. Según la investigación judicial, Carmen Salanueva había hinchado el precio en la compra de ese papel más de 500 millones de pesetas por encima de su valor real. ¿Por qué la máxima responsable del BOE pagaba, con dinero del Estado, por papel con un precio tan por encima del valor real del producto? ¿A dónde iba a parar la diferencia?

Pues la investigación de Carmen Salanueva lo tenía claro: a cambio de una comisión por parte de las empresas adjudicatarias de 60 millones 332.092 pesetas. Por lo visto Salanueva había aprovechado su cargo para enriquecerse. También cobró de empresas papeleras en especie a través de joyas compradas por la Joyería Durán.

Junto a la estafa con la compra de papel del BOE Carmen Salanueva había cometido un caso de corrupción mucho más ridículo que, por puro ridículo iba a resolverse judicialmente de manera mucho más rápida: el robo de cuadros con valor de trece millones de pesetas utilizando los nombres de la Reina Sofía y de Carmen Romero, la esposa de Felipe González. El episodio de los cuadros fue el primero que llevó a Salanueva al banquillo de los acusados en un juicio cuya sentencia fue hecha pública el 7 de diciembre de 1995.

En ese proceso la ex directora del Boletín Oficial del Estado socialista Carmen Salanueva fue condenada a cuatro años de prisión por un delito continuado de estafa. La juez consideró acreditado que Salanueva, con evidente ánimo de lucro, trazó y ejecutó un plan para hacerse con las obras de varios artistas haciendo creer que tenía amistad con la Reina Sofía y la esposa de presidente del Gobierno (obras que acabaron en su domicilio particular).

El valor del material robado en ese ‘tráfico de influencias’ era de 13.700.000 pesetas. La acusada se aprovechó de que en función de su cargo de directora general del BOE era creíble que pudiera ser amiga de Su Majestad la Reina Sofía y de Carmen Romero. Salanueva hizo creer a los artistas que aquellas obras iban a ser expuestas en una exposición itinerante con motivo del Quinto Centenario del descubrimiento de América. De no ser por el engaño no le hubieran dado sus obras a la directora del BOE, que se hizo con ellas, de acuerdo a la sentencia con evidente ánimo de lucro.

Carmen Salanueva aprovechó sus contactos con la propietaria de la galería de arte Sokoa para conectar con los artistas, como el pintor Fernando Rivero, a quien Salanueva engañó haciéndole creer que la esposa del presidente del Gobierno, Carmen Romero, y Su Majestad la reina estaban interesadas en comprar sus cuadros.

El pintor entregó a Salanueva una de sus obras y un bajorrelieve realizado por su padre con el fin de que esta se lo hiciera llegar a la Reina Sofía como regalo para el Rey Juan Carlos el día de su onomástica. Días después, Rivero recibió una llamada de una mujer que, tras identificarse como la Reina le agradeció el regalo y le encargó un cuadro para el día del cumpleaños de su marido. El artista también recibió una llamada de otra mujer que dijo ser Carmen Romero. Ambas eran impostoras contratadas. La misma estrategia con Rivero fue mantenida con el artista Antonio Moreno López.

Carmen Salanueva se convirtió así en la primera autoridad del Gobierno socialista condenado por corrupción. No obstante, Salanueva no llegó a ser condenada por el caso de corrupción más gordo: el del fraude del papel del BOE, ya que falleció antes de que se celebrara el juicio: en el año 2000, quedando extinguida con su muerte toda la responsabilidad que pudiera tener en ese tema.

01 Diciembre 1993

El BOE

Francisco Umbral

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Los militares viajeros, los constructores sisleros, los que lavan dinero, los que quiebran al revés, los ladrones que ni siquiera van a la oficina: todo eso y más es la España de hoy y con eso ya contamos y vamos tirandillo, o sea talcualillo, pero ahora el ciclo de la corrupción se ha cerrado y el escándalo llega tal que así, hasta arriba, es decir, al BOE, Boletín Oficial del Estado, cuya ex directora, Carmen Salanueva, es acusada de haber robado mil millones en la compra de papel. Ya está detenida. Mas, para mí, esto no es un fraude más, sino el colmo, la final, el rizar el rizo de la corrupción, porque lo que se ha corrompido ahora no es un Banco o un señor, sino el papel mismo encargado de denunciar y penar las corrupciones: el BOE. Es como si el puñal de Hamlet fuese de cartón. Como si el puñal del godo fuese de purpurina. El BOE, el libro sagrado donde habla todos los días la Justicia, se ha estado imprimiendo en papel fraudulento, en papel robado, sobrevalorado. El instrumento mismo de denunciar fraudes ha sido defraudado. Aquí ya no queda una puta virgen ni un papel que sirva para otra cosa que para limpiarse el culo. Cuando a Felipe y a Corcuera les denuncian de antiinstitucionales, ocurre que la publicación denunciante y sagrada, el BOE, está también corrupta: Carmen Salanueva, la ex directora, hacía imprimir las leyes y las condenas, los premios y los castigos, en una hoja traspillada de amaño, robo y sobrevaloración. Es lo que se llama un fisgue. Puesta en cuestiones incluso la Constitución, sólo nos quedaba un papel al que agarrarnos, como se agarra el disentérico al papel higiénico: el BOE. Ese papel, además, y como digo y repito, es el que juzga, denuncia y castiga. Ahora tiene que denunciarse a sí mismo. Voy a suscribirme, hombre, al BOE, cuya lectura siempre me ha sido letárgica (desde que buscaba en él convocatorias de oposiciones), porque hay una noticia o disposición que no me quiero perder: aquélla en que el BOE se acuse a sí de malversación de materia prima, de haberse robado a sí mismo mil millones de pesetas. Le parece a uno que la cosa ya no tiene remedio ni con huelga general. Esto de falsear el papel del BOE es como si los leones del Congreso fuesen de papier maché, como si La Almudena fuese de plastilina (que lo es), como si La Moncloa fuese un decorado de mi querido Adolfo Marsillach para representar La venganza de Don Mendo, como si la Cibeles fuera el retrato de Celia Gámez y la Puerta de Alcalá una broma de Ruiz Mateos. Si es que ya no se puede creer en nada. Imagino que este año le tocará el gordo de la lotería a Mario Conde. Imagino que las doce campanadas de nochevieja, en Sol sonarán a la una menos cuarto. Imagino cualquier cosa, porque España se ha olvidado de su nombre y el tocomocho nacional es la forma última, jubilosa y colectiva de la democracia felipista. El Boletín Oficial del Estado ya no es boletín, porque va en papel robado, ya no es oficial, porque es delincuente, y ya no es del Estado, que es de doña Carmen Salanueva. Hasta aquí llegaron las aguas de la avilantez nacional en 1993. Hasta el BOE, hasta el libro máximo y sagrado de la Ley. Si el BOE se hace con papel de estafa, ¿qué autoridad tiene lo que diga el BOE, aunque lo firme el Rey? Y Corcuera se nos fue, hombre, sin dar la patada en la puerta del BOE. Yo casi le añoro.

26 Diciembre 1993

Delirios de poder

Cristina Aldaz

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Hay enfermos mentales que se van creyendo sus propios delirios de grandeza, las mentiras que inventan, que creen que todo es suyo. En resumen, que mienten patológicamente y acaban aceptando su verdad como la única posible». A grandes rasgos, ésta es la definición de mitomanía que da el psiquiatra José Miguel López Ibor. Y quizá sea ésta la única explicación a conductas tan atípicas y reiteradas como la que viene demostrando a lo largo de su carrera la ex directora del Boletín Oficial del Estado, Carmen Salanueva, quien, estando en libertad bajo fianza de quince millones de pesetas, volvió a ser detenida y conducida a declarar ante el juez el pasado martes, acusada de comprar obras de arte a menor precio del estipulado en el mercado, alegando que iba de parte de la reina Sofía y de Carmen Romero, diputada en el Parlamento por Cádiz y esposa del presidente del Gobierno, Felipe González. Al parecer, Carmen Salanueva se encaprichó de un cuadro del pintor Fernando Rivero, expuesto en una galería de Madrid y cuyo precio, según declaró, se salía del presupuesto que le había dado Carmen Romero. El pintor lo rebajó un millón de pesetas, y la ex directora del BOE lo compró. En otra ocasión, y sirviéndose del mismo sistema, pero nombrando a la Reina, compró un bajorrelieve de plata que representaba la cabeza del. Rey. En total, llegó a hacer la misma operación tres veces, y el importe de las adquisiciones se elevó a diez millones de pesetas. «Lo único que se le puede imputar a Carmen Salanueva es tener un pésimo gusto pictórico», declaró su abogado, Andrés Planas, del bufete de Stampa Braun, quien calificó a Fernando Rivero de «más que pintor, copista de fotografías». Planas aseguró el miércoles que su cliente quedó en libertad sin ningún tipo de fianza, aunque confirmó que es cierto que Salanueva ha adquirido en una conocida galería de Madrid, situada en la calle Claudio Coello, distintos cuadros, entre ellos los del pintor Rivero. Haya o no delito, lo cierto es que éste no es más que otro episodio del largo culebrón en que se ha convertido la vida de Salanueva quien, a los 45 años recién cumplidos, parece ser que ya ha pasado por el momento cumbre de su carrera, y ahora no le queda más que la caída, que en su caso está siendo bastante dura. Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas y con ambiciones de convertirse en notaria, en los primeros capítulos de esta escabrosa historia aparece la figura del ex ministro de la Presidencia, Javier Moscoso, que en enero de 1983 la aupó al puesto de coordinadora general del Plan Nacional para el Síndrome Tóxico. La hasta entonces retraída subdirectora provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social en Madrid empezaba a acariciar lo que más le había gustado siempre: el poder. Si allá donde pisaba el caballo de Atila no volvía a brotar la hierba, por donde pasa Carmen Salanueva hay algún asunto de dinero poco claro. Varias asociaciones de afectados por el síndrome tóxico pidieron en 1992 judicialmente una auditoría de la gestión de Salanueva, ya que consideraban que hubo irregularidades económicas cuando fue coordinadora del plan nacional. La respuesta de Salanueva fue rotunda: «Yo hacía lo que quería con ese dinero». Unas horas después de que los afectados le hicieran esta petición, parte de los archivos del plan nacional quedaron reducidos a cenizas. No obstante, al ministro Moscoso le pareció buena la gestión de Salanueva en el espinoso asunto de la colza, y la premió, el 3 de marzo de 1985, nombrándola directora del Boletín Oficial del Estado. El culebrón llegaba a uno de sus momentos más «calientes». Como es de suponer, la flamante nueva directora también hacía lo que quería con el dinero asignado al BOE, por lo que ordenó cambiar la decoración de su despacho e innumerables e innecesarias obras en el edificio. Esas obras fueron adjudicadas casi en su totalidad a la empresa BAU, S.A. que, casualmente, tenía el mismo número de teléfono que el domicilio recién adquirido de Carmen Salanueva. El BOE también necesitaba por aquella época una nueva rotativa, que su directora adquirió en la madrileña localidad de Pinto. Antes de decidirse por esta compra, fue necesario que viajara, acompañada de su amiga, compañera de casa y jefa de su gabinete, Gloria Nistal, a Francfort, Roma, París, Manchester, Estocolmo, Munich y Londres, para recopilar información acerca del mundo de las rotativas. Por su estancia en Roma, que se prolongó una semana, Salanueva y su acompañante recibieron 812.854 pesetas en dietas. No es de extrañar que necesitara este dinero si, en una ocasión, pasó al BOE una factura de 39.000 pesetas por una comida de dos personas.

Todos estos gastos de representación se daban en un contexto no muy adecuado. Los trabajadores del BOE llevaban años haciendo reclamaciones salariales y no encontraban respuesta, de forma que transmitieron sus quejas al diputado de Izquierda Unida José Luis Núñez, quien en octubre de 1990 interpeló a Salanueva en el Congreso por su afán de hacer obras en el edificio del BOE. Además, el sueldo mensual de Carmen Salanueva como directora de la publicación oficial era de 328.000 pesetas netas, pero en varias cuentas corrientes de ella y de Gloria Nistal han aparecido ingresos en metálico de más de 40 millones de pesetas. Esto sin contar con que ambas amigas adquirieron su vivienda actual, en el parque Conde Orgaz de Madrid, por 72 millones, alegando que provienen de una herencia que, si existe, no ha sido declarada a Hacienda. Pero estas cantidades no son más que minucias comparadas con los 1.010 millones de pesetas que se acusa a Salanueva de haber defraudado al frente del BOE. El delito: malversación de caudales públicos, fraude, prevaricación y maquinaciones para alterar el precio de las cosas. El arma, el papel en el que se imprime el BOE. Los cómplices, varios altos cargos de la publicación: Julio Fernández González, jefe de producción, y Faustino Sánchez Herrán, responsable de la sección de contratación de bienes y patrimonio del BOE. El móvil: la ambición desmedida. La víctima: todos los españoles, ya que se trata de dinero público. El método era fácil. El BOE cuenta con una autorización legal para contratar el suministro de papel mediante adjudicación directa. El 92’8% de las compras recayeron en las sociedades anónimas Toixima, Papelera Udalar y Papel 6, que lo cobraban a precios de hasta 142 pesetas el kilo, mientras que en el mercado se podía conseguir el mismo papel a 86 pesetas el kilo. Si las compras eran de más de 50 millones de pesetas, el ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, debía firmar la autorización. Por eso, Salanueva realizaba operaciones inferiores a dicha cuantía. Pero no hay crimen perfecto. Tras una huelga de los trabajadores del BOE, el ministro Virgilio Zapatero destituyó a Carmen Salanueva el 31 de mayo de 1991 y encargó a su sucesora, Beatriz Martín, que pusiera en manos de la Intervención General del Estado todos los papeles de la publicación oficial. Seis meses después, el ministro Zapatero envió a Leopoldo Torres, entonces Fiscal General del Estado, un abultado dossier que demostraba que, durante la gestión de Salanueva, el BOE había comprado el papel, como media, un 40% más caro de los precios habituales. El pasado 29 de noviembre, la policía puso las letras de «Fin» a esta historia que, de todas formas, «continuará». Carmen Salanueva fue detenida y pasó la noche en la cárcel de mujeres de Carabanchel, de donde salió a la mañana siguiente tras depositar quince millones de pesetas de fianza. Al fin y al cabo, ella hace lo que quiere con el dinero.