11 diciembre 1977

El periódico sorprende colocando en la portada de su primer número la cara del líder comunista Santiago Carrillo

Nace el periódico EL IMPARCIAL, dirigido por Emilio Romero y sostenido por el banquero Domingo López

Hechos

En diciembre de 1977 apareció en los quioscos un nuevo periódico de ámbito nacional, EL IMPARCIAL, dirigido por D. Emilio Romero.

Lecturas

El 11 de diciembre de 1977 la cabecera El Imparcial reaparece en España tras desaparecer en 1933. Su director será D. Emilio Romero Gómez y será propiedad de la empresa Editora Independiente S. A. cuyo Consejo de Administración está formado en el momento de solicitar la inscripción del periódico por  D. Antonio Domingo López-Alonso García (Presidente del Banco de Valladolid) como Presidente y como Consejeros D. José Rodríguez de San José, D. Máximo Garrido Chico, D. Emilio Cano Esparducer, D. Carlos Hinojar Arbazum, el propio D. Emilio Romero Gómez y su hijo D. Emilio Romero Montalvo.

DomingoLopezAlonso D. Domingo López Alonso, Presidente del Banco de Valladolid, propietario del diario EL IMPARCIAL.

El diario EL IMPARCIAL estaba editado por la empresa Editora Independiente presidida por D. Jorge Rodríguez de San José.

Don Emilio Romero y el duque de Suárez coincidieron en vivir auténticos “auge y caída” periodístico y político, respectivamente. El caso es que el periodista dedicaba todas sus fuerzas a arremeter contra el duque allá donde le dejaran escribir. En opinión de don Luis Ángel de la Viuda: “La transición que Emilio Romero proponía era una transición en la que él cupiera, pero llegó Suárez, que era de su pueblo, y él pensaba que le consultaría todo y resultó que ni siquiera le recibía”.

Don Emilio Romero consiquió – tras fracasar con el semanario La Jaula – su hueco en la prensa de la Transición a raíz de la aparición del periódico EL IMPARCIAL, que tras varias demoras salió a la luz el 11 de diciembre de 1977, bajo el subtítulo “Diario Libre e Independiente”, el director de EL IMPARCIAL sería el propio don Emilio Romero y su propietario don Domingo López, del Banco de Valladolid. Para el Sr. Romero, la mayoría de los periódicos estaba en manos de amigos del Gobierno del duque de Suárez, entre otras cosas porque oponerse al Gobierno podía provocar que el periodista fuera acusado de pertenecer a la ultraderecha franquista. Cuando se firman “Los Pactos de la Moncloa”, el Sr. Romero se permita ironizar al respecto:

Un periodista preguntó a Felipe González si respetaría los Pactos de la Monclora en caso de que llegar al poder “por supuesto”- respondió – “aunque en algunos aspectos daríamos interpretación distinta a la que está dando el actual Gobierno” . Esto es una maravilla. Los Pactos de la Moncloa tienen la interpretación que cada uno quiera darle, no son económicos, sino bíblicos. (D. Emilio Romero, EL IMPARCIAL, 11-12-1977)

EL IMPARCIAL tuvo otras originalidades, como sacar en portada al moscovita don Enrique Líster, que lideraba una residual formación comunista anti-Carrillo. El Sr. Romero, al igual que el director de EL ALCÁZAR, don Antonio Izquierdo, publicaba diariamente un editorial firmado en portadal.

 

08 Junio 1977

¡Romero Imparcial!

CAMBIO16 (Director: José Oneto)

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Con el apoyo de menos de 16 personas que han conseguido reunir veinticinco millones de pesetas, Emilio Romero ex director de PUEBLO y gallito de la prensa en tiempos de Franco, quiere lanzar a los kioskos un viejo título, EL IMPARCIAL. ‘Hace unos cuatro años – afirma Romero – solicité el título en el registro de marcas y como no lo tenía nadie, lo inscribí a mi nombre’. Unos años antes había hecho lo mismos con EL SOL, pero hace poco le salieron pleiteantes. ‘Quise sacar EL SOL en el 69. El poder se había endurecido como tenía menos territorio dialéctico en PUEBLO que antes, me alarmé. No pude sacarlo porque el poder disuadió a los que iban a apoyarme. Espero que ahora que EL SOCIALISTA está en la calle el Gobierno no le tendrá más miedo a Emilio Romero y me dejarán salir’. La entrega de documentos al Ministerio se hizo el día 22. Romero quiere estar en la calle antes de las elecciones. ‘Con treinta años de periodismo y veintidós de director no necesitaré hacer números cero’, afirma. Lo que está menos claro es la línea política que Romero pueda insuflar al nuevo matutino madrileño. EL IMPARCIAL no tendrá hipotecas económicas ni políticas. Yo me alejo – aclaró Romero – de la política temporal o definitivamente en tanto dirija un periódico diario para no estar sometido a ninguna disciplina de partido. En ese perioódico, además, tengo que ser consecuente con el título’. Para ello rehusó la candidatura que le ofrecía Alianza Popular para las elecciones. Para conseguir la ansiada imparcialidad Romero asegura que ‘nos vamos a mentalizar para que no haya tabúes, vetos, ni silencios y para ejercitar una buena valoración de la noticia’. ¿Y su propia línea política por dónde pasa? Romero da largos rodeos para explicarse. Dice querer coenctar ‘con el país en sus zonas más alejadas de apasionamientos políticos’. ¿Es eso centrismo? ‘No, es centrar la política. El centro es un invento’. Finalmente aventuró: ‘Si la imagen de la derecha fuera más civilizada y los socialistas no aspiraran a una sociedad socialista, podría definirme. Porque, ninguna de las dos fuerzas son satisfactorias, para mí estoy en EL IMPARCIAL’.

15 Diciembre 1977

¡Qué país!

Emilio Romero

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La autoridad ha sido siempre en este país atribuida a la derecha mientras que la libertad ha sido como un patrimonio de la izquierda. En el pasado todo esto era cierto y hasta aceptable. En la Primera Restauración, el socialismo – que es la verdadera izquierda contemporánea – aparecía en estado revolucionario. Había nacido en 1861 en un teatro de Londres, para demoler aquella sociedad. Entonces, lógicamente, no pudo ser asumido. La derecha, representada por Cánovas, no podía ir más allá de Sagasta a su izquierda. Pero ahora, al comienzo de la Segunda Restauración, el socialismo ya es una fuerza de obligada necesaria inclusión es un sistema político democrático. Hasta el comunismo autoritario se reviste de fuerza moderada de la izquierda con el ‘eurocomunismo’. Procede, por todo ello, dar de baja esa vieja clasificación de que la autoridad la representa la derecha y la libertad la izquierda. Ya son conceptos todos. La libertad y la autoridad ya no son términos políticos, sino comportamientos y estructura del Estado moderno, gobierne la izquierda o gobierne la derecha.

Ocurre en nuestro país que la derecha y la izquierda actuales no han superado todavía esa antigüedad conceptual. El Gobierno Suárez no ejerce la autoridad que debe porque tiene complejos de que la izquierda le llame autoritario, o que mantenga ‘hábitos franquistas’. Suárez, que no tiene tradición democrática, se defiende torpemente a base de ceder autoridad. Azaña, sin embargo, fue un ejemplo durante la República. Venía de la libertad – como hombre de la izquierda – y fue un gobernante con autoridad.

La izquierda probablemente, porque ha venido de la proscripción solamente tiene en la cabeza el termino de libertad y la horroriza cualquier acto de autoridad por parte del Gobierno, a quien puede fácilmente llevar a las cuerdas, acusándole de su pasado. Es una trampa a la que hay que hacer frente, sin complejos en el Parlamento y poniendo la Historia encima de la mesa.

Pero esto es atroz. Entre estas dos acomplejadas fuerzas políticas nos están produciendo graves deterioros de la convivencia española. Los últimos sucesos de Navarra, de Málaga, y ahora los de Tenerife son una triste prueba de todo esto que digo. Después de lo de Málaga, el poder llamó urgentemente al socialismo y al eurocomunismo, adjudicándoles la propiedad de la calle para recabar su colaboración en la paz ciudadana. Esto es la consecuencia de los graves defectos de significación ideológica. Unos n pueden tener el Poder y otros la calle. Si esto se mantuviera así, se iría todo a la mierda. El Poder y la calle son comunes. A la izquierda se la puede admitir que tenga alguna demagogia en relación con la sociedad que tiene delante, porque es una fuerza avanzada, pero nada más. Y a la derecha, que ahora está instalada en el poder, no se la puede permitir habilidades políticas con la autoridad y que se vayan acumulando los muertos en la historia reciente de nuestra Democracia. Ningún sistema político – sobre el papel – es mejor que la Democracia. Pero una democracia no funcionará nunca sin autoridad. Tampoco funcionará ninguna democracia, sin o hay un Gobierno responsable y una oposición que pida cuentas al Gobierno. Tampoco tenemos esto.

Emilio Romero

Otra vez al partisanismo

Emilio Romero

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En la primavera del año siguiente, ese gran amigo mío y constructor legendario de la ciudad universal de Benidorm, Pedro Zaragoza, pensó que ese banquero improvisado y de ascendencia minera, que presidía el Banco de Valladolid, Domingo López, era un hombre sensible para fundar un periódico. Nos fuimos a cenar los tres, le noté maravillado con la idea que le ofrecí de resucitar EL IMPARCIAL, aquel gran periódico que duró desde los tiempos de doña Isabel II hasta más allá del destronamiento de don Alfonso XIII y cuyo título era mío, de la misma manera que lo era EL SOL, sin otro motivo que el de mi solicitud al registro correspondiente cuando ninguno de los grandes periódicos tenía dueño. Y empezamos la gran operación. Hacíamos la instalación en uno de los edificios que tenía el banco en las proximidades de la carretera de Aragón y llevamos adelante la adquisición de maquinaria moderna con arreglo a los nuevos sistemas de composición e impresión. La pretensión de salir antes de las elecciones generales de 1977 nos fue negada por el hombre que, precisamente, la restauraba; otra vez Adolfo Suárez. El ministro de Información, Andrés Reguera Guajardo, y el subsecretario, que era entonces el general Sabino Fernández Campo, se vieron en el doloroso trance de aplazar las cosas hasta después. Adolfo Suárez me tenía más miedo a mí que a Santiago Carrillo, que podría parecer un hecho asombroso y, probablemente, era natural. Santiago Carrillo conocía solamente la biografía de Adolfo Suárez, yo su biopsia. El caso es que en los primeros días de diciembre de 1977 sacamos EL IMPARCIAL a la calle. Unos días antes me había dirigido a más de un centenar de personajes políticos españoles con capacidad de escribir y de poseer variadas medidas de ingenio, con una carta en la que les decía lo siguiente:

“Queremos que el próximo día 6 de diciembre reaparezca EL IMPARCIAL, aquel gran periódico que tuvo más de medio siglo de vida y que fue uno de los grandes títulos que honraron la prensa española en los siglos XIX y XX. Aquel periódico tenía una línea liberal que en aquel tiempo era la identificación de la novedad o del progreso; aparecía con una gran independencia, alejado de las agrupaciones políticas, no comprometido con el poder y reclutó a la gente más importante de las áreas culturas e intelectuales. Los célebres ‘Lunes de EL IMPARCIAL’ eran universalmente famosos. Por todo ello, EL IMPARCIAL, a lo largo de toda su historia, fue un periódico moderno, actual y no regresivo o retardario. Ese espíritu de EL IMPARCIAL no puede desviarse ni desnaturalizarse La época es distinta a aquella, pero tenemos la obligación de localizar y servir en donde está ahora mismo lo nuevo o lo progresivo. Hemos constituido una redacción capaz de asimilar aquel espíritu y estamos obligado a ser honestos y rigurosos con el título. Una de mis iniciativas en la dirección de este periódico es que colaboren a diario los políticos y los intelectuales de todas las tendencias. Esa será como una muestra más de lo que nos proponemos con este periódico, pienso que es una idea muy saludable y con ello se presta un buen servicio a nuestro país”.

A esta carta tuve muchas respuestas y algunas de ellas emocionantes, de los invitados. Con una redacción nueva, y un alborozo inusitado. Pero otra vez no había remedio. El banquero mandó al periódico a una especia de vigilante, o de comisario de todo, a quien tuve que decir inmediatamente que donde había patrón no mandaba marinero, y que el patrón era yo. Se había atrevido en los talleres a excluir algún texto. En seguida descubrí las intenciones del banquero Domingo López. Había fundado un periódico para utilizarlo como artefacto de presión respecto al poder, en sus negocios bancarios y personales. Naturalmente mi persona se avenía mal con estos sujetos.