28 noviembre 1997

Siguen manifestándose en prensa opiniones que consideran que el doblaje supone un perjuicio al cine español en favor del americano

Nuevos ataques al doblaje en prensa: «es aberrante e implica una falsificación de la película»

Hechos

El 28.11.1997 el diario EL PAÍS publicó una carta contra el doblaje de películas en castellano.

28 Noviembre 1997

¿Doblaje? No, gracias

Hugo Martínez Abarca

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En la edición de EL PAÍS del 24 de noviembre se señalaba en el artículo titulado Otra forma de ver cine cómo en los últimos años está creciendo de forma constante la proyección de cine en su versión original. Tal hecho merece una pequeña reflexión sobre el origen del doblaje y sus actuales repercusiones.La institución de películas dobladas fue impuesta durante el franquismo, pues ofrecía un medio de censura bastante asequible para la dictadura. Lo mismo ocurrió durante el régimen paralelo que sufrieron nuestros vecinos portugueses; allí, tras la revolución de los claveles, se restauró la sana costumbre de ver las películas tal cual son, sin pasar por un filtro creador de una nueva película sobre la base de otra importada. Así, el español es de los escasísimos Estados donde sigue existiendo el doblaje de películas. De hecho, sólo dos canales de televisión (Canal + y La 2) emiten cine en versión original subtitulada. Incluso con la llegada al poder del PP, una de sus primeras medidas al frente de TVE fue sustituir ese formato por la emisión dual (sistema que sólo los televisores más modernos y escasísimos vídeos pueden recibir, medio casi exclusivo que se puede usar para ver las películas de calidad por el horario en el que son emitidas); afortunadamente han vuelto a emitir en V. 0. S., aunque siempre en horario de madrugada.

Además de ser aberrante el doblaje, por implicar necesariamente la falsificación de la película, la promoción del cine en versión original potenciaría el cine español (pues siempre habrá a quien le parezca más cómodo no tener que fijarse en los subtítulos) e incluso, de rebote, potenciaría un mejor conocimiento de otros idiomas (sólo hace falta hablar con cualquier cinéfilo europeo para ver que este efecto se da). En cualquier caso, y por encima de cuestiones indirectas, debe recordarse que una película suele tener su imagen y su sonido, no su imagen y un sonido impuesto después por gente ajena a la película de forma artificial. Poténciese, pues, con subvenciones, emisiones televisivas, etcétera, el cine en versión original, o, por lo menos, no lo marginen como hasta ahora-