23 noviembre 1996

Luis del Olmo (ONDA CERO) aprovecha su dimisión para volver a cargar contra la COM RADIO

Pasqüal Maragall (PSC) anuncia su dimisión como alcalde de Barcelona en la que será reemplazado por Joan Clos

Hechos

El 23.11.1996 D. Pasqüal Maragall (PSC) anunció que dimitiría como alcalde de Barcelona en 1997 y le cedería el cargo a su compañero de partido D. Joan Clos.

Lecturas

El 23 de noviembre de 1996 D. Pasqüal Maragall Mira anuncia su dimisión como alcalde de Barcelona durante el año próximo (1997). El Sr. Maragall Mira anuncia su marcha apenas un mes después del congreso del PSC en el que resulto uno de los miembros de la ejecutiva menos votado (con un 66% de voto de los delegados) por las críticas que despertaba entre los ‘capitanes’ de Barcelona del PSC, encabezados por D. Josep María Sala Griso y D. José María Obiols Germá.

El primer secretario del PSC quiere al Sr. Maragall Mira como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones autonómicas previstas para 1999.

El nuevo alcalde de Barcelona será D. Joan Clos, que gobernará con el apoyo de los concejales del PSC y el de la concejala tránsfuga Dña. Pilar Rahola Martínez.

LOS COMENTARIOS SOBRE LA DIMISIÓN EN ONDA CERO:

Programa ‘Protagonistas’ del 25.11.1996

D. Pablo Castellano: «Es una lástima que Maragall deba marcharse por culpa de personajes como Narcís Serra y Josep María Sala. Aunque hace muy bien en no prestarse a ser un pelele en manos del partido».

D. Francesc Sanuy: «Maragall ha digerido mal el bajar del Olimpo de los Juegos a la realidad cotidiana, que ha delegado en un gineceo de simpáticas figuras femeninas como Vintró, Rahola o Sandoval, en otrno a la figura de Joan Clos. Pero no veo a Maragall abandonando, aunque es arriesgado lo que hace porque pone en peligro el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona».

D. Luis del Olmo: «Entonces les entrará un escalofrío a los compañeros de la cadena de emisoras de los ayuntamientos socialistas, porque si peligra la Diputación peligra también la COM, la Cadena de Ondas del Movimiento, a la que subvenciona con mil millones anuales…

D. José María Calleja: «Lo de ‘Movimiento’ es un poco exagerado…»

D. Luis del Olmo: «Lo ratifico: es la Cadena de Ondas del Movimiento».

26 Noviembre 1996

La sorpresa Maragall

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EN EL Ayuntamiento de Barcelona hay dos ilustres cesantías. El jefe de la oposición, Miquel Roca, anunció semanas atrás que, al término de su mandato dejará la política activa, y este fin de semana ha sido el alcalde, Pasqual Maragall, quien ha anticipado que el próximo septiembre abandonará el gobierno municipal. Seguramente, si no hubiera habido el anuncio previo de Roca, Maragall habría tenido más dudas sobre el paso que ha dado, y no hay que descartar que Roca, a estas alturas, esté arrepentido de su anticipación viendo cómo en las elecciones municipales de 1999 no estará Maragall.La decisión de Maragall y el momento escogido para anunciarla presentan una variada gama de registros. El alcalde sorprendió a sus propios correligionarios comunicándolo en pleno congreso de la federación barcelonesa del PSC, un día después de que el nuevo primer secretario, Narcís Serra, pidiera públicamente a Maragall que repita en 1999. Fue, por tanto, una bofetada a su amigo Serra y al aparato del PSC, que lo quería como alcalde. Una bofetada redondeada cuando, tras anunciar su futura dimisión, postuló directamente el nombre de su sucesor, el primer teniente de alcalde, Joan Clos, sin dar ocasión al partido a pronunciarse.

El anuncio pone en aprietos a quienes deseaban enviar nuevamente a Maragall este encargo electoral sin darle, a él y a su gente, arte ni parte en la cocina del propio partido. Maragall, con sus inconcretas reflexiones sobre la necesidad de una formación transversal -un partido a la americana o un grupo a la italiana- para intentar evitar la perpetuación de Pujol en el Gobierno de la Generalitat, plantea un debate incómodo a la burocracia del socialismo catalán, que vive una pugna egocéntrica por el poder interno. Desde su cesantía institucional y sin relieve orgánico dentro del partido, Maragall puede ejercer con libertad un liderazgo intelectual de cara a la renovación de la izquierda catalana al que Serra no puede aspirar por el rechazo que despierta su reciente pasado entre los futuribles socios.

Desde que en Cataluña empezó a hablarse de una importación no mimética del Olivo italiano no ha habido muchos avances conceptuales, pero se detecta una marejadilla en los partidos que deberían estar implicados en tal proyecto. En Esquerra Republicana saltó Colom, proclive a un frente patriótico con Pujol, y arrastró a Pilar Rahola, más por sentirse expulsada de un partido en el que entró por arriba que por comulgar con Colom. En Iniciativa, la guerra abierta contra el anguitismo, cuya única capacidad demostrada de pinza ha sido con la derecha, se combina con un debate sobre la gestión de la federación. En el PSC, la rebeldía de Maragall -que, junto a Obiols, es el máximo fabricante de pensamiento de la casa- ya no puede ser contemplada con la misma tranquilidad por quienes sólo estén preocupados por el control endogámico de una máquina electoral cuy o techo es garantía de que no habrá espectaculares hundimientos, pero de que tampoco puede batir a Pujol en las autonómicas.

26 Junio 1998

La alternativa

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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PASQUAL MARAGALL, ex alcalde de Barcelona, anunció al fin su buena nueva: será candidato a las próximas elecciones a la presidencia de la Generalitat. Lo hizo desde lo alto del edificio más emblemático de la Barcelona olímpica -la torre de telecomunicaciones de Norman Foster-, de forma que no haya dudas sobre sus intenciones: quiere ser un candidato que trascienda el estricto espacio socialista, hasta el punto de que ha anunciado ya su intención de establecer contactos con todas las fuerzas de la izquierda e incluso, según ha dicho, con alguna fuerza de la derecha.No por esperado y sabido, el anuncio deja de ser importante. Por primera vez desde que Jordi Pujol ganó las primeras elecciones autonómicas hace 18 años, con la perplejidad de unos socialistas excesivamente confiados, Cataluña se encuentra ante unas elecciones realmente competitivas. Para que los comicios sean competitivos deben darse dos condiciones: que haya más de un candidato con posibilidades reales de ganar y que la opinión pública crea en esta eventualidad. La personalidad de Pasqual Maragall, la única que en Cataluña supera a Pujol en imagen en los sondeos, hace que se den las dos condiciones. Lo cual es una gran noticia porque, por fin, los ciudadanos catalanes tendrán la oportunidad real de escoger entre la continuidad del largo proyecto convergente o la alternancia sobre el fundamento de una propuesta renovada de izquierdas.

Corresponde ahora a Maragall lo más importante: proponer y convencer a una amplia gama de fuerzas políticas y sociales para configurar la alternativa. El candidato del PSC ha dicho que su propuesta debe ser «alguna cosa más que un puro nacionalismo más o menos moderado». Rellenar de contenido este «alguna cosa más» es la primera exigencia que tiene ante sí el candidato. El anuncio de Pasqual Maragall llega en un momento de inflexión en la sociedad catalana, en que los tabús de la transición empiezan a caer lentamente. Sería de desear que estas elecciones no dejaran de lado ninguno de los grandes problemas del país, incluido el debate sobre las iniciativas de política lingüística acometidas por el Gobierno de Pujol en su etapa de alianza parlamentaria con el Partido Popular. Es fácil imaginar que Maragall tratará de oponer la capacidad de autogobierno, simbolizada por la transformación olímpica de Barcelona, al nacionalismo de los símbolos de Pujol. Sería una lástima que la campaña se redujera a una mera confrontación de dos perfiles mediáticos.

Las elecciones catalanas adquieren también especial importancia en la perspectiva general española. En Cataluña se pondrá a prueba la capacidad de la izquierda de renovar sus ideas y de reiniciar el asalto al poder y, al mismo tiempo, la coalición parlamentaria que sostiene al Gobierno español pasará, por Pujol interpuesto, un primer examen de importancia. Sean cuando sean los comicios catalanes, serán trascendentales.