18 diciembre 2007

Pedro J. Ramírez designa a Raúl del Pozo como nuevo columnista de última página reemplazando a Francisco Umbral

Hechos

El 18.12.2007 D. Raúl del Pozo publicó por primera vez su última columna en la página de EL MUNDO.

Lecturas

12-12-2007-pozo El día 16 de diciembre el diario EL MUNDO anunció el nombramiento.

17 Diciembre 2007

Raúl

Carmen Rigalt

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Esta mañana, como tantas otras, lo he llamado por teléfono para comentar los periódicos del día. Es nuestra costumbre. Unas veces la iniciativa la toma él y otras yo, dependiendo de nuestros respectivos madrugones. Cuando responde ya sabe quién le llama. No necesita ponerse gafas para leer el número en la minúscula pantallita del móvil. Hoy debía de llevar el teléfono pegado al culo porque lo ha cogido a la primera y sin darme los buenos días ha soltado: ¿Tú también, bruta? ¿Tú también llamas para lo mismo? Estaba eufórico, pero un poco atravesado. «Para una vez que tengo una buena noticia, me la queréis estropear diciendo que he salido mal en la foto».

A todos los famosos les pasa lo mismo, da igual que sean ministros o cantantes. Sólo les importa salir bien en la foto. La primera cosa que aprendí cuando llegué a este oficio es que los periodistas se dividían en dos grandes grupos: los plumillas y los foteros. Unos ponían el texto y otros, la foto. Las ínfulas estaban de parte de los plumillas (éramos más creídos), pero la vida siempre daba la razón a los foteros. Si te encontrabas con un entrevistado a los pocos días de haber compartido con él un café y dos horas de charla, ni te saludaba. En cambio, al fotógrafo lo reconocía enseguida y le hacía muchas fiestas. Con Raúl del Pozo ha ocurrido algo parecido, pero al revés. Todo el mundo festeja que haya sido tocado por el dedo del jefe para ocupar el sitio de Umbral, pero a la hora de la verdad le reprochan una foto en la que aparece levantando las piernas y enseñando la etiqueta de los zapatos.

Es un lujo tener un amigo encaramado en la columna principal del periódico. Raúl no sustituye a Umbral. De entrada, Umbral es insustituible, pero también lo es Raúl y nadie especula con el espacio que deja libre. Su nueva columna se titulará El ruido de la calle. Le pega mucho. Raúl es callejero y por sus venas corre el estrépito de las aceras y el runrún de los casinos. Todo le pega menos la tranquilidad de los balnearios. No soporta el olor del agua tibia, la blancura de los hospitales, el silencio gélido de los aviones. Ama los hoteles de lujo, pero odia el aburrimiento de los ricos.

Aunque no lo reconozca, tampoco le pega Marbella. Y no es que Marbella mate su estilo, pues la reserva literaria la lleva siempre en el hígado y los adjetivos le fluyen con tanta naturalidad que parecen salidos de la punta del nabo. Lo que Marbella mata es su alegría de vivir y su ira profunda. Todos los años, a los pocos días de llegar a la Costa del Sol, Raúl escribe el tradicional artículo sobre las buganvillas. Mal asunto. Eso es que está empezando a aburrirse. Entonces yo tomo cartas en el asunto y él se enfada.

Raúl hace periodismo de urgencia y literatura de aguafuerte. Es vibrante, ruidoso, temperamental. Se parece a Quevedo y a Norman Mailer.

18 Diciembre 2007

Treinta vírgenes de Gadafi

Raúl del Pozo

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Buenos días a casi todos, salud y libertad.

La oreja del reportero es de tísico. Me quedé con la copla en el Bernabéu, cuando un catedrático dijo: «Mañana estará Gadafi en el paraninfo». Llamé a Gabriela Cañas, área internacional de La Moncloa. «¿Por qué el presidente recibe tanto a los vacilones?». Ella me aseguró que Gadafi ya no está en la lista de gamberros y, para España, Libia es vital por dos razones: Repsol y las pateras.

Luego lo he visto envuelto en una túnica negra con el Rey pasando revista a los figuras de la Guardia Real, que parecen extras de ¿Dónde vas, Alfonso XII?, de Vicente Parra. El rey de Arabia regalaba pelucos; Gadafi, alazanes castaños. El primero le decía al segundo: «Eres un mentiroso y la tumba te espera». Aznar, que tanto da la barrila con los terroristas, comió con él sopa de picadillo.

Que gobiernos de Europa permitan que este beduino de gafas Armani llegue con su jaima de pelo de camello, tiene explicación: el petróleo. Aunque Moncloa no habla con rudeza, Gadafi es nuestro terrorista, como para los Estados Unidos eran sus hijos de puta Somoza y Trujillo. El asesinato nunca prescribe, excepto en política. La metamorfosis de Gadafi se inició cuando colaboró con espías ingleses y reconoció que estaba detrás de Lockerbie.

Gadafi, los de ETA invocan tu nombre y alguno se llama como tú. Bienvenido a El Pardo. Que degüellen al corderito que bala atado a la jaima.

Este virginalero, que en el espejismo utópico de los 60 iba a unir Marx con Alá, es el mismo al que bombardeó Reagan y asesinó a su hija Jana. El rey Idris, al que derribó, imploraba en posición orante mirando a La Meca: «Ojalá el petróleo fuera agua. El petróleo hace perezosos a los hombres». Dijo Pla que el desierto es inexplicable sin el Corán y que Mahoma era un esnob del desierto. Mahoma enseñó a los creyentes que cuando Alá quiere castigar a una nación envía un militar. Nadie tan esnob; empezó de Lawrence de Arabia, acabó de friki. De Aníbal sólo tiene el nombre del hijo que conduce pedo por los Campos Elíseos.

Jardiel se preguntó si hubo alguna vez 11.000 vírgenes, contestando a aquella leyenda monoteísta según la cual tantas dieron su vida por Dios. Levantaron una basílica y al cavar en el osario sólo encontraron omoplatos de dos. Como Quevedo, desde que nací deseo ver virgos y diablos, ni diablos ni vírgenes veo.

«¿Quién os manchó la camisa?», preguntaba la madre lírica en su obsesión por los virgos. «Las moras de la zarza». «Hija, no pica la zarza tan alto». El rollo de las vestales es muy mediterráneo. Si se dormían y dejaban que se apagase el fuego o tenían contacto con maromo, eran despeñadas.

Al jubilarse solían entregarse a los placeres sáficos. La integridad del himen puede ser rota por folleteo o esfuerzo físico; por eso la virginidad es indemostrable, y menos en el país de Gadafi, que practica la mutilación genital.