30 enero 2014

La empresa pidió su cabeza por la caída de lectores con el visto bueno del presidente del Consejo de la Empresa en España, Antonio Fernández-Galiano

Pedro J. Ramírez destituído como director de EL MUNDO por Unidad Editorial, le reemplaza Casimiro García-Abadillo

Hechos

  • El 29 de enero de 2014 los medios digitales EL CONFIDENCIAL, INFOLIBRE y PERIODISTA DIGITAL informaron de la destitución de D. Pedro J. Ramírez como director del diario EL MUNDO por parte de Unidad Editorial y su reemplazo por D. Casimiro García Abadillo.

Lecturas

El 30 de enero de 2014 el Consejo de Administración de Unidad Editorial presidido por D. Antonio Fernández-Galiano Campos siguiendo indicaciones del accionista, RCS Mediagroup, acuerda con D. Pedro José Ramírez Codina la resolución de su contrato como Director de El Mundo tras 25 años en el cargo (era director desde la fundación del periódico en 1989).

El primer contrato de RCS con Ramírez Codina como director del periódico finalizó en el año 2004, cuando se acordó una renovación que se extendía hasta 2011, año en el que el Sr. Ramírez Codina debía dejar la dirección para pasar a ocupar un cargo editorial en la empresa hasta 2016 cuando finalizaba su relación con Unidad Editorial. Pero de acuerdo con la empresa Ramírez Codina se mantiene como director hasta enero de 2014 cuando acuerda una resolución de su contrato para poder acceder así a una indemnización de cerca de 13 millones de euros. El acuerdo para su salida también incluye un nuevo contrato por el cuál seguirá en El Mundo como columnista semanal.

A propuesta del Sr. Ramírez Codina, el Consejo de Unidad Editorial nombra al hasta ahora Vicedirector, D. Casimiro García-Abadillo Prieto como nuevo Director por un año, lo que supone que será director hasta abril de 2015, aunque se confía en que este contrato pueda ser renovado.

El 7 de febrero de 2014 son, además, nombrados D. Aurelio Fernández, director de coordinación editorial y D. Miguel Ángel Mellado, director de desarrollo.

La salida del Sr. Ramírez Codina de la dirección de El Mundo es ampliamente comentada en los programas de actualidad política ‘Espejo Público’, ‘Las Mañanas de Cuatro’, ‘Al Rojo Vivo’ y ‘El Cascabel’ en la que el propio Ramírez Codina expone que su marcha se debe al Gobierno del PP. El 1 de febrero de 2014 D. Antonio Fernández-Galiano Campos es entrevistado en ‘Espejo Público’ donde desmiente esas teorías y el día 12, el principal responsable del cambio en la dirección, D. Pietro Scott Jovane, Consejero delegado de RCS Mediagroup expone el 12 de febrero en El País los motivos de la destitución de Ramírez Codina justificándolo en la pérdida de lectores y aludiendo a los 1.100 millones de la operación Recoletos. Desde El Economista D. Alfonso de Salas Castellano critica a Ramírez Codina pero responsabiliza de la crisis de Unidad Editorial al presidente Fernández-Galiano. Desde El Economista Salas Castellano mantiene una actitud crítica hacia Fernández-Galiano por no haber mantenido al cuadro directivo que él dejó en Unidad Editorial (prescindiendo de cinco de sus seis antiguos directivos que sí habían sido respetados por D. Giorgio Valerio).

CASIMIRO GARCÍA ABADILLO, NUEVO DIRECTOR DE EL MUNDO, RECONOCE LA CAÍDA DE LECTORES

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El hasta ese momento Vicedirector, D. Casimiro García Abadillo se convirtió en el nuevo director de EL MUNDO. El nuevo Director del periódico ha nombrado tres Vicedirectores: D. Rafael Moyano, D. Fernando Baeta y D. Iñaki Gil (por lo que prescinde de D. Miguel Ángel Mellado, que hasta ahora era también Vicedirector).

En su discurso de presentación a la redacción ya reconoció que el cambio en la dirección se debía a la crisis económica, caída de lectores y caída de publicidad. Posteriormente en una entrevista para un programa de Atresmedia, reconoció que la campaña de D. Pedro J. Ramírez contra el PP había llevado a muchos lectores a abandonar el periódico.

D. Pedro J. Ramírez, tras conocer su destitución, intervino en los programas ‘Al Rojo Vivo’ (Atresmedia) y ‘Las Mañanas de Cuatro’ (Mediaset) para defender que su caída se debía a presiones del Gobierno Rajoy y de la Secretaria General del PP, Dña. Dolores Cospedal, evitando citar o responsabilizar a Unidad Editorial o a Rizzoli aunque – indirectamente – los estaba atacando al dar a entender que se habían vendido al poder.

abadillo_desayunos La primera felicitación como nuevo director de EL MUNDO la obtuvo D. Casimiro García Abadillo de la presentadora de ‘Los Desayunos’ de TVE, Dña. María Casado, que le felicitó aún antes de que el nombramiento se hubiera hecho oficial.

 D. Rafael Moyano será el nuevo Vicedirector de EL MUNDO y, por tanto, el nuevo ‘número 2’ del periódico (el cargo que hasta ahora ocupaba el Sr. García Abadillo).

EL PAÍS INSISTE EN QUE HA SIDO UN DESPIDO CAUSADO POR LA CRISIS ECONÓMICA DE UNIDAD EDITORIAL:

Art_2014_paispedrojota El principal competidor del diario EL MUNDO, el diario EL PAÍS, informó del cambio de D. Pedro J. Ramírez por D. Casimiro García Abadillo publicando un amplio recuadro detallando la crisis económica del periódico de Unidad Editorial. Aún así, la información sobre la caída del Sr. Ramírez fue pequeña si se tiene en cuenta que este había sido el mayor enemigo mediático del Grupo PRISA, que tiempo atrás habría merecido editoriales, fotos y artículos de opinión.

EL PRESIDENTE DE UNIDAD EDITORIAL, FERNÁNDEZ GALIANO, EXPLICA EL DESPIDO… EN LA COMPETENCIA

titular_galiano El Presidente de Unidad Editorial y que, como presidente del Consejo de Administración del periódico era la persona que había ejecutado el despido de D. Pedro J. Ramírez, D. Antonio Fernández-Galiano optó por dar explicaciones sobre aquel despido y negar cualquier tipo de influencia del Gobierno en su decisión, pero no con un artículo en el diario EL MUNDO sino, curiosamente, en en ANTENA 3 TV, medio de comunicación propietario del principal accionista de LA RAZÓN, periódico competidor de EL MUNDO.

EL DUEÑO DE EL MUNDO EXPLICA EL DESPIDO… EN EL DIARIO EL PAÍS:

Art_2014_paisRizzoli Si ya fue rara la decisión del Sr. Fernández Galiano de usar ANTENA 3 TV y no EL MUNDO para anunciar los cambios de EL MUNDO, aún más sorprendente fue la decisión de D. Pietro Scott Jovani, CEO de RCS Mediagroup, accionista mayoritario de EL MUNDO que, con más del 80% del capital de Unidad Editorial, la editora del periódico, era de hecho el dueño del mismo. El Sr. Jovane también negó que hubiera presiones políticos y justificó su decisión de defenestrar a D. Pedro J. Ramírez, en pérdida de lectores y crisis de anunciantes «hemos perdido mucha publicidad durante los últimos tres o cuatro años». ¿El dueño de un periódico haciendo declaraciones sobre las dificultados de su diario en una entrevista para su principal competidor?

30 Enero 2014

Sinfonía del `nuevo mundo´

Ernesto Ekaizer

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¿Se cumplirá el sueño de Maurici Casals, la mano derecha de José Manuel Lara en medios de comunicación? ¿Se fusionará LA RAZÓN con EL MUNDO? ¿Qué papel jugará el ABC?

Si a la la caída de Pedro J. Ramírez le va una música, esa es la sinfonía más popular de Antonin Dvořák, la sinfonía número 9 en mi menor Op.95, de 1893. La conocida como la sinfonía del Nuevo Mundo. Porque hay una coincidencia: la caída del fundador es el primer movimiento, el acto introductorio al Nuevo Mundo. Al nuevo periódico EL MUNDO.

Hace unos días, cuando la noticia sotto voce, no el mero rumor, era que finalmente Pedro J. salía, algunos, más que otros, le dimos crédito. Porque la política manda.

La Gran Depresión Española ha sido el resultado del espectacular pinchazo de la burbuja especulativa del capitalismo español. Y de esa burbuja forman parte, cómo no, los medios de comunicación.

La salida de Pedro J. Ramírez es el resultado de una presión intensa, que lleva largo tiempo ya, para empezar el proceso de concentración en una de las burbujas que todavía perviven: la de los medios de comunicación de centro derecha.

La presencia de un director que todavía tenía apego por el periodismo entendido como artesanía, con todas sus virtudes y grandísimos defectos, se convirtió en un factor irritante.

Pedro J. dio su apoyo entusiasta a José María Aznar en la oposición al PSOE, actuando de comadrona para la llegada al poder del Partido Popular. Y se convirtió en un bastión de la defensa de gran parte del ideario de Aznar tanto en sus tiempos de gobierno como en estos mismos momentos, muy difíciles para el expresidente, asediado por noticias sobre la trama Gürtel y los correos electrónicos de Caja Madrid, reveladores de su lado oscuro, de la contradicción entre su prédica y su capacidad para dar trigo.

Pedro J. ya era incómodo para casi todos. Para el accionista principal, Rizzoli o RCS Mediagroup, y para el Gobierno.

Y hay que subrayar el contexto. Rajoy entra en la batalla electoral. El calendario está muy cargado. Elecciones europeas el 25 de mayo; después del verano ya nos ponemos en la larga campaña de las municipales y autonómicas de 2015; y, otra vez pasado el verano, recta final hacia las elecciones generales, a finales de 2015 o primeros de 2016. O antes, vaya usted a saber.

Por tanto, la concentración de prensa es fundamental. No hay tiempo que perder. Hay una suerte de paralelismo entre Aznar y Pedro J. Ambos se sienten ninguneados por Rajoy. Ambos combaten, por medios diferentes, a Rajoy.

Toda la atención, como es lógico, está ahora centrada en Pedro J. y en su futuro, más allá de lo que se diga en las próximas horas. Creo que fue Juan Tomás de Salas, el extinto editor de CAMbio16, quien se inventó la fórmula de la patada hacia arriba de un director: director de publicaciones. Pues eso, ahora volverán a decirlo. O no, qué más da.

No tiene relevancia. Ha comenzado la transición hacia el Nuevo Mundo. Y en esa transición, Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, tiene recursos para aportar (licencias de televisión TDT) y opiniones.

¿Se cumplirá el sueño de Maurici Casals, la mano derecha de José Manuel Lara en medios de comunicación? ¿Se fusionará LA RAZÓN con EL MUNDO? ¿Qué papel jugará el ABC?

Durante largos meses, este puzle se ha llenado de fichas y ha conocido diferentes alternativas. Negociaciones, conciliábulos, como las meigas, haberlas, haylas. El mapa y el territorio pueden ahora, con la caída de Pedro J., reordenarse. Antes, no.

Antonio Fernández-Galiano tiene todo el poder y la confianza de los accionistas. Será él quien comience (extraoficialmente, bajo cuerda, ya lo ha hecho meses atrás) a dar las cartas. Y como apuntamos, ya sabe muchas cosas- Esta vez dirá que los señores hagan su juego con la intención de llegar a un pacto. Será fusión por absorción de otro medio. Pero la procesión (el poder) irá por dentro.

¿Es esto acaso un secreto? No. He aquí la evidencia. Fernández-Galiano, en una entrevista publicada el 16 de diciembre de 2013, hace cuarenta y cinco días, decía al periodista Daniel Toledo de EL CONFIDENCIAL lo que pensaba sobre si existía espacio en la franja del centro derecha para tres periódicos:

«Evidentemente, no hay espacio. A nadie que tenga dos dedos de frente se le ocurre pensar que es igual un mercado de 2.000 millones que uno de 600. A esto se une lo fragmentado de la oferta en España y la crisis del consumo, que también está impactando en las difusiones, más diría yo que el fenómeno digital. Así, las ventas promedio por cabecera son ridículas. Eso hace que el sector en su conjunto esté en números rojos y nunca vaya a salir de ellos mientras no se produzca una reordenación. La consolidación se puede producir de una manera ordenada o sangrienta. El mercado lleva a que se produzca de una manera u otra. Y se producirá”.

«De una manera ordenada o sangrienta».

La profecía ha comenzado a autocumplirse en casa. Con la caída de Pedro J. «Y se producirá», vaticinó Fernandez-Galiano. La consolidación/concentración. En cuanto a Pedro J., para quien el periodismo no es una opción sino una adicción, después de un periodo de cumplimiento del acuerdo de fuerte compensación firmado -non-compete agreements-, verá cuál es su nuevo vehículo.

Ernesto Ekaizer

30 Enero 2014

La extinción del PedroJotasaurio Rex

Ignacio Escolar

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Pedro J. es Darth Vader: la fuerza es muy intensa en él y es una lástima que esté en el lado oscuro.

Es el único ser humano del planeta que puede presumir de haber pasado más tiempo de su vida dirigiendo periódicos que como civil. En un mes tendrá 62 años y ya ha cumplido 33 como director. Llegó a ese puesto con 28 años y hasta hoy se mantenía como una anomalía de la Transición, el último dinosaurio; uno de los pocos que había sido capaz de mantener su influencia y su poder en el máximo nivel durante más de tres décadas. Los presidentes pasaban y Pedro J. permanecía. Ganaba todas las batallas, hasta hoy.

Pedro J. ha sido desbancado de la dirección del periódico que fundó por dos motivos. El primero, que la empresa que dirige está en unas pérdidas pavorosas, insoportables para cualquier editor. El segundo, las presiones de un Gobierno al que no le gusta nada la libertad de prensa y que ha utilizado todos los resortes del poder a su favor. El PP ha aprovechado la debilidad económica de la empresa editora de EL MUNDO, Unidad Editorial, para rematar a su director.

No han echado a Pedro J. porque los ministros no fuesen a sus entregas de premios. Eso era solo simbólico. Las presiones han sido mucho más sencillas: han consistido en cortar el grifo de la publicidad institucional. Según cálculos internos de Unidad Editorial, la guerra desatada por el escándalo Bárcenas –especialmente por los SMS del presidente del Gobierno al extesorero del PP– le ha costado al grupo unos 18 millones de euros en publicidad institucional.

Todas las administraciones gobernadas por el PP, desde el Ministerio de Empleo hasta el Ayuntamiento de Sevilla, pasando por Castilla-La Mancha o la Comunidad de Madrid, han secado las subvenciones a EL MUNDO. Todo ese dinero público, que el PP reparte arbitrariamente y utiliza para domesticar a los medios de comunicación, ha pasado de El MUNDO al ABC. Y de la misma manera que hace unos años Esperanza Aguirre se cargó a José Antonio Zarzalejos, hoy Mariano Rajoy ha desbancado a Pedro José.

Por ahora, parece que el Grupo Planeta no comprará EL MUNDO, pero no descarten que lo haga más tarde. Sin bicho dentro, el periódico es mucho más interesante para el dueño de ANTENA 3, ONDA CERO, LA SEXTA y LA RAZÓN. Hay tres diarios impresos en la derecha y no hay sitio siquiera para dos.

¿Es Pedro J. una víctima de la censura? Tampoco nos pongamos estupendos. Esas mismas subvenciones públicas en forma de publicidad institucional que ahora le retiran antes jugaron a su favor. El exdirector de EL MUNDO ha chapoteado durante años en un pantano que ahora no tiene autoridad para denunciar. Desde hace meses, consciente de cuál era la situación económica de su periódico, de su debilidad empresarial, Pedro J. ha estado tejiéndose el traje de mártir de la libertad de expresión. Lanzó una guerra abierta contra esos mismos poderes con los que tantas veces antes había pactado. Sabía que solo había dos finales posibles y que si perdía, como ha sucedido, al menos podría presentarse como el vencedor moral y cobraría una jugosa indemnización.

Como director de periódicos, Pedro J. ha sido capaz de lo mejor y lo peor. Y su gran mancha siempre será su conspiración del 11M, un atropello imperdonable: manipular el peor atentado terrorista de la historia de España –y a sus víctimas– para salvarle la cara a Aznar.

En el juego de tronos o ganas o mueres, y a Pedro J. Ramírez esta vez le ha tocado perder. ¿Habrá segunda parte de esta guerra? Muy probablemente. Hace años que registró junto con su antiguo editor, Alfonso de Salas, la marca El Universal. Está ya cantado –él mismo lo ha dicho públicamente– que su próximo proyecto será digital. Aún no está claro si tendrá que esperar un tiempo –los detalles sobre su salida aún no están definidos–, pero sin duda más tarde o más temprano lo lanzará. Será interesante de ver.

Pedro J. es Darth Vader: la fuerza es muy intensa en él y es una lástima que esté en el lado oscuro. Decía Ryszard Kapuściński que para ser buen periodista hay que ser una buena persona y el exdirector de El Mundo no pasaría por esta definición. Pero Pedro J. Ramírez, para bien y para mal, es sin duda el periodista español más influyente de la historia reciente; el último dinosaurio de la era de la Transición.

Ignacio Escolar

31 Enero 2014

Misterios en la destitución de Pedro J.

Marcello (Pablo Sebastián)

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Su destitución confirma que las cosas en EL MUNDO ya han cambiado. De lo contrario el periódico habría titulado hoy su cese diciendo: “El Rey y Rajoy fuerzan la destitución de Pedro J. en EL MUNDO“. Que es lo que vino a decir el propio Pedro J. a su Redacción en su despedida

No tiene pies ni cabeza que Pedro J. diga, en su emotivo adiós a la Redacción del diario EL MUNDO, que el periódico no cambiará su línea informativa y editorial bajo la dirección de Casimiro García-Abadillo y que a la vez señale al Rey y a Rajoy como inductores de su cese en la dirección del diario que a él le gustaría continuar dirigiendo toda su vida, como declaró. Si eso ha sido así, ¿por qué no se van todos con Pedro J. a la cabeza?

Esta situación nos conduce a la paradoja de Lampedusa, en El Gatopardo, cuando afirma: “Si queremos que todo siga como está necesitamos que todo cambie”. O dicho de otra manera, puede que estemos asistiendo a una destitución en dos fases en la que el trabajo sucio del cese de Pedro J. lo hacen los italianos de RCS MediaGroup, la empresa propietaria del diario, y el verdadero vuelco editorial e informativo lo harán los que serán, a corto o medio plazo, los nuevos dueños españoles del periódico en pos del vuelco editorial o de una fusión con LA RAZÓN o ABC, tal y como lo advirtió el propio Pedro J., que puso en hora ‘la cuenta atrás’ para esa cita, y en ese caso se culminará la definitiva caza y captura del fundador y director de EL MUNDO durante los últimos 24 años.

En realidad su destitución confirma que las cosas en EL MUNDO ya han cambiado. De lo contrario el periódico habría titulado hoy su cese diciendo: “El Rey y Rajoy fuerzan la destitución de Pedro J. en EL MUNDO“. Que es lo que vino a decir el propio Pedro J. a su Redacción en su despedida, enseñando las portadas de la princesa Corinna y la cacería de elefantes del Rey, o aquellas otras de sus cuatro horas de conversación con Bárcenas, o de los originales de sus papeles de la doble contabilidad del PP y los SMS de Rajoy a Bárcenas, diciendo que con esas informaciones comenzaron sus desgracias hasta el cese final.

Sin embargo Pedro J. no aclaró si esta presunta injerencia del Rey y de Rajoy en su cese le fue comunicada por los dueños del diario o si estos hicieron mención a los malos resultados económicos de EL MUNDO, los que Pedro J. camufló hablando de lo bien que le va su proyecto de Orbit. Ni tiene sentido que Pedro J. continúe en la empresa como articulista y asesor editorial salvo que todo ello esté relacionado con su suculenta indemnización. Aunque sí ha dicho Pedro J. que si sus liquidadores culminan la hazaña con el vuelco definitivo de la línea informativa y editorial él fundará otro diario, como lo hizo Indro Montanelli en Italia a los 83 años.

Es decir, primero aguantar el tirón, cobrar y esperar poniendo, eso sí, a prueba la paciencia de los dueños del diario frente a las que serán sus implacables tribunas dominicales, salvo que él también se preste a cambiar. No en vano en el entorno del exdirector de EL MUNDO hemos podido escuchar un comentario parecido a lo de ‘no hay mal que por bien no venga’. Sobre todo si el periódico no tenía salvación económica y Pedro J. se salva ahora de la quiebra, se lleva una buena indemnización y además se convierte en héroe y víctima de los mas altos poderes de la política y puede que de otros sectores del poder financiero y empresarial.

Las piezas del puzzle planteado no encajan con facilidad y existen huecos y notables contradicciones difíciles de explicar porque su permanencia en el diario donde lo han maltratado es imposible de explicar. A no ser que esté pensando en volver al frente del diario a la primera oportunidad, no en vano hizo extrañas referencias al Ángel de la Guarda o a la paloma del Espíritu Santo que podrían haberle salvado del cese en el último momento, pero que ninguno de los dos llegó a tiempo para lograr su salvación. El asunto, sin lugar a dudas, continuará y el próximo domingo veremos cuál es su última versión y si en ella se incluyen las clausulas de su cese, lo que nos permitiría hacer una más completa valoración

Marcello

01 Febrero 2014

Trofeo de cazamayor para Rajoy

Mongolia (Pere Rusiñol)

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Técnicamente, los dueños han decidido cambiar de Timonel. Y es cierto. Pero en ocasiones la mera técnica no capta bien la realidad. A Pedro J. Ramírez se lo ha llevado por delante el presidente del Gobierno.

En julio de 2013, al desvelar los SMS que Mariano Rajoy se intercambiaba con Luis Bárcenas, el presidente probó la medicina que Ramírez ha aplicado a tanta gente durante décadas. Y eso que engulló el jarabe puro y no el adulterado que el ex director de EL MUNDO ha prescrito también con frecuencia en el 11-M y en tantos casos.

A Rajoy se le atragantó y bajó el pulgar: “A por él”. Y todos se pusieron en marcha.

La última vez que algo parecido había sucedido fue en forma de vídeo porno. Pero la diferencia no es tanto la finezza de Rajoy como la situación de Ramírez. No es lo mismo resistir con las ventas disparadas hacia arriba que hacia abajo. Y sobre todo cuando los dueños ya no ven al diario como la clave para expandir sus negocios, sino que preferirían salir corriendo.

El dueño es RCS, el gran grupo italiano que, como observa el periodista Enric Juliana, responde en realidad al Milanesado, la tupida trama de intereses de los industriales del norte de Italia, ahora necesitados de oxígeno financiero y con otras prioridades estratégicas. Durante años, EL MUNDO ha sido para ellos una gran pica en España. Ahora era un derrame sin final a la vista en una plaza que ha dejado de ser estratégica y con peligro de colapso por la guerra entre el director y el Gobierno.

Este es el contexto en el que Rajoy dice: a por él. Un contexto en que para conseguir la cabeza del enemigo no hace falta siquiera mancharse las manos de sangre.

Tras la orden, hay tres escenarios básicos donde desplegar las tropas.

El primero es la publicidad institucional: se secó para EL MUNDO precisamente cuando más la necesitaba para taponar la caída en barrena de ingresos en el sector. El poder discrecional del Gobierno es enorme con la crisis y ha tenido un coste que ELDIARIO.ES cifra en 18 millones de euros en la cuenta de resultados de EL MUNDO, que ya lleva años en abultados números rojos.

El segundo es el boicot institucional por tierra, mar y aire: para que todo empresario y actor político de este país (y de Italia) sepa que Rajoy está en guerra con el director que le ayudó a tener mayoría absoluta. En noviembre, el desplante del Gobierno y el PP en los premios que otorga EL MUNDO – y el contraste con el desembarco en un acto de LA RAZÓN – fue el obús más explícito, pero el boicot ha sido permanete. Y los altos cargos del Gobierno y el PP lo han subrayado expresa y públicamente muchas veces, empezando por la Secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro.

La tercera pata es la movilización en la Cruzada de las corporaciones del Ibex en las que el Gobierno tiene gran influencia. Algunas fueron públicas y siguen atendiendo a la razón de Estado, por múltiples vías: participando en ampliaciones de capital o regando de publicidad, pero también huyendo cuando el pulgar lo indica. En este mundo, Ramírez no es precisamente querido: muchos han probado su medicina – la pura y la adulterada – empezando por César Alierta, presidente de Telefónica, eje del conglomerado que atiende a la razón de Estado.

A través de estas corporaciones acabará pasando cualquier operación de reestructuración, fusión o venta entre los diarios de derecha. Pese a los movimientos inmediatos que buscan frenar la caída de valor, el Milanesado prefiere vender. Y todos los gerentes saben que no hay mercado para un espacio en contracción: EL MUNDO, ABC, LA RAZÓN… Y ello sin contar EL PAÍS, más progubernamental que con Zapatero. Urgen por anto las fusiones, una opción que La Moncloa siempre empujará tras asegurarse que le sea afín.

Matar al bicho era la condición necesaria, aunque no suficiente, para que las exploraciones puedan iniciarse de verdad. Ello no significa que se cierren pronto, pero la carrera ya puede empezar.

No se parte de cero. En 2011, Vocento, editor de ABC, estuvo a punto de fichar a Antonio Fernández-Galiano, consejero delegado de EL MUNDO. En el paquete se habló precisamente de Casimiro García-Abadillo como potencial director del diario monárquico. Finalmente, la opción se frenó, pero Vocento incorporó a Luis Enríquez, número dos de Fernández-Galiano. Una buena base – directivos afines, un director que ambas cabeceras quieren – para empezar a explorar… si es que antes no se lanza José Manuel Lara, dueño de Planeta y de LA RAZÓN, aunque este periódico responde más bien a los intereses de lobby de su presidente, Maurici Casals.

Ramírez ya ha dejado claro que si el proyecto de EL MUNDO muta regresará a la arena.

Y todo el mundo sabe que volverá a la arena. La duda es con quién. Se ha hablado de EL CONFIDENCIAL.COM, pero merece la pena ampliar el foco hacia sus ex compinches Jesús Cacho (ahora en VOZPOPULI) y Alfonso de Salas, con quien fundó EL MUNDO, ahora al frente de EL ECONOMISTA y con un proyecto de diario en la web con versión en papel los fines de semana.

Rajoy ya tiene la cabeza que quería. Pero el perdedor no ha firmado el armisticio.

02 Febrero 2014

Cambia el director, sigue la orquesta

Pedro J. Ramírez

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Mi último acto antes de dimitir como miembro del Consejo de Administración de Unidad Editorial ha sido apoyar con entusiasmo el nombramiento de Casimiro García-Abadillo como nuevo director de EL MUNDO. No tengo ninguna duda ni de su excepcional talento profesional, ni de su integridad personal, ni de su compromiso con todos estos valores.

Esta es mi última Carta como director de EL MUNDO. Y este número 8.808, el último en el que mi nombre aparecerá encabezando la mancheta. Así ha sido desde que hace 25 años fundé este periódico junto a mis compañeros. Y si a estos 8.808 días les sumamos los 3.151 de DIARIO16, son 11.959 días dirigiendo periódicos. Multiplíquese la cifra por una conservadora tirada media de 250.000 ejemplares y el resultante son nada menos que 2.989.750.000 copias a lo largo de 34 años. Casi 3.000 millones de periódicos distribuidos con mi firma durante más de la mitad de mi vida. Si contamos, también por lo bajo, 4,5 lectores por ejemplar, estamos hablando de al menos 13.500 millones de lectores. Unas cifras como para marear y baldar a cualquiera. No a mí.

Voy serenamente camino del vientre de la ballena pero, a diferencia de Jonás, yo no me he ofrecido como víctima propiciatoria. Han sido los propietarios del periódico quienes, en uso de sus legítimas atribuciones, han decidido poner fin a esta etapa. No estaba, no estoy cansado. Si de mí dependiera habría seguido siendo director de EL MUNDO no ya este año, no ya los tres años más que me quedaban de contrato, sino toda la vida. Así se lo dije, mirándoles a los ojos, a quienes tomaron la decisión. Y si hoy me volvieran a ofrecer el puesto, lo aceptaría de nuevo sin parpadear.

No niego que en muchas ocasiones -y especialmente durante estos durísimos años de crisis económica y putrefacción política- he tenido la sensación de estar atrapado por el deber de actuar en contra de mi propia conveniencia. Pero si eso era una cárcel de agobios y tensiones, yo quería cadena perpetua. No por ambición ni afán de poder -de sobra ha quedado demostrado que son los domadores de tigres de papel quienes prevalecen en España- sino porque, como explicaba Arthur Miller, «un periódico es una nación hablándose a sí misma» y ni uno solo de esos casi 12.000 días he dejado de sentir la preocupación por mi país, la adrenalina de los titulares y el cierre, el hormigueo de la información exclusiva, la pasión cívica por transmitir a los lectores cuanto se les oculta y les concierne. Lo he dicho siempre: el periodismo es una forma de vida que adquiere valor en sí misma. La forma de vida más digna y emocionante a la que cabe dedicar el tiempo de cada uno sobre esta tierra.

En tiempos y circunstancias distintas me han destituido dos veces como director. Hace 25 años bajo un Gobierno del PSOE, ahora bajo un Gobierno del PP. Al final, la ballena es la ballena. Ya lo dijo John Adams: «Las fauces del poder están siempre abiertas para devorar y su brazo siempre extendido para destruir, si puede, la libertad de pensamiento y de palabra hablada y escrita…». Ahora ya saben a qué me refería el domingo pasado cuando hablaba del espejo arrojado contra el suelo mientras se derrite el «rey de nieve» y suena la canción de Alaska y Dinarama: «¡Vete de aquí, no me supiste entender! (…) Ni tú, ni nadie, nadie puede cambiarme».

Prefiero que sean otros los que interpreten la secuencia de los acontecimientos desde que volví a ser reportero por un día y reflejé las revelaciones de Bárcenas sobre la financiación ilegal del PP y los sobresueldos de sus jefes; desde que publicamos los SMS de Rajoy instando a «resistir» al ex tesorero aun después de que se descubriera su fortuna en Suiza; desde que el presidente acusó en el Parlamento a EL MUNDO de «manipular y tergiversar las denuncias de un delincuente para generar una calumnia»; desde que pocos días después demostramos que quien había «manipulado y tergiversado» había sido él, reproduciendo la suculenta nómina de Bárcenas cuando «ya no estaba en el partido»; desde que descubrimos que la Fiscalía investigaba las percepciones del marido de María Dolores de Cospedal en el banco resultante de la fusión con Caja Castilla-La Mancha; desde que ella declarara poco después en sede judicial, sin venir a cuento, que «no leía» EL MUNDO y desde que el Gobierno y la cúpula del PP en pleno boicotearan con ostentación e infamia un acto del significado de la entrega de los Premios Internacionales de Periodismo -con Vargas Llosa entre los receptores-, instituidos en memoria de tres compañeros que dieron la vida por la libertad de prensa. El poder había convertido a EL MUNDO en un apestado y las grandes empresas del Ibex -salvo honrosas excepciones- actuaron en consecuencia.

Nunca sabremos si yo continuaría siendo el director de EL MUNDO de no haber sucedido todo esto y de no haberse entreverado tales episodios con los de Botsuana, Corinna, Urdangarin y la Infanta. Debo admitir que lo anómalo no es que el propietario de un periódico decida cambiar al director, sino que haya mantenido durante 25 años al mismo. De ahí que mi gratitud hacia los sucesivos dirigentes del grupo RCS -desde el legendario Cesare Romiti hasta el actual consejero delegado Pietro Scott Jovane pasando por el gran Vittorio Colao- por la confianza depositada tan larga y reiteradamente supere con creces el disgusto actual.

Todo administrador debe velar por los intereses de sus accionistas y es innegable que las relaciones con el Gobierno y las demás instituciones del Estado forman parte del marco en el que desarrolla su actividad una empresa periodística e inciden en la marcha del negocio. En un momento tan difícil para el sector como éste, el Ejecutivo de Rajoy podía haber tomado medidas que paliaran el impacto del desmoronamiento de una inversión publicitaria que -se dice pronto- ha caído en los periódicos desde los más de 2.000 millones de 2007 a los apenas 700 de 2013.

No estoy hablando de ayudas directas sino de planes de reconversión tecnológica, formación de periodistas, digitalización o fomento de la lectura, análogos a los de otras democracias. En lugar de ello se nos ha obligado a pagar el error administrativo del anterior Gobierno en la adjudicación de las licencias de la televisión y se mantiene el IVA del 21% para los diarios digitales frente al 2,5% de Francia. Está claro que Rajoy apuesta por el mito de «un Gobierno sin periódicos» -en realidad sueña con un Gobierno sin país- y ha optado por convertir la crítica y la denuncia en una mercancía cada vez más onerosa para los editores. No es extraño que en Unidad Editorial la cuerda se haya roto por mi cintura.

Hay tres cosas que, como les dije el jueves a mis compañeros, siento como punzadas en el hígado: dejar de ser director mientras Javier Espinosa -símbolo de todo lo mejor de este periódico- continúa secuestrado, no poder encabezar el desfile del próximo 23 de octubre cuando EL MUNDO cumpla su primer cuarto de siglo y no haber tenido tiempo para recoger los frutos del salto adelante que ha supuesto el cambio de piel de nuestro diario. Orbyt cuenta hoy con más de 127.000 suscriptores, 91.000 de los cuales corresponden a EL MUNDO. Tenemos, pues, más abonados digitales que todos los demás diarios españoles juntos y los orbyteros son la sal de la tierra.

Además, nuestra edición electrónica mantiene el liderazgo en internet, nuestras aplicaciones para móviles y tabletas crecen exponencialmente y lo mismo sucede con nuestras descargas de vídeo. En el canal tradicional, EL MUNDO es uno de los dos únicos diarios nacionales con más de un millón de lectores acreditados por el EGM -aventaja en 500.000 al tercero- y mantiene con claridad el segundo puesto en difusión pese a que la fuerte contracción del mercado distorsiona la perspectiva.

Cada uno podrá interpretar como quiera las miserias del presente, pero coincido con el diagnóstico que Miguel Ormaetxea hacía esta semana en su influyente blog Media.tics: no hay mejor garantía de supervivencia para una empresa periodística que conseguir que en el plazo de tres años el 50% de sus ingresos sean digitales. Ahí están los desafíos, ahí están las oportunidades e, inevitablemente, los riesgos. Recordad a Tácito.

Por encima de todas las cifras me siento fieramente orgulloso -y este es un patrimonio que nadie podrá arrebatarme- de haber sido durante estos 25 años fiel a los principios fundacionales de EL MUNDO, plasmados en esta misma página el 23 de octubre de 1989. Prometí que «EL MUNDO no servirá jamás a otro interés que el del público» y así ha sido. Prometí que «EL MUNDO no utilizará jamás la información como elemento de trueque u objeto de compraventa en el turbio mercado de los favores políticos y económicos» y nunca lo hemos hecho. Prometí que «toda noticia de cuya veracidad y relevancia estemos convencidos será publicada, le incomode a quien le incomode» y reto a que alguien aporte un solo ejemplo de que no haya sido así. Prometí que «toda investigación periodística será culminada, le pese a quien le pese» y en la medida de nuestras posibilidades -con éxitos históricos como los GAL, Filesa o las actas de ETA y asignaturas pendientes de la dimensión del 11-M-, nunca ha dejado de ocurrir. Prometí que «en este periódico no habrá tabúes, ni cotos vedados, ni zonas de sombra, ni sanctasanctórums» y no los ha habido.

Advertí por último: «Si alguien pretende hacernos pasar por el aro, como a tantos otros, que abandone desde hoy toda esperanza». ¿No es un milagro que dentro de la más bien lúgubre historia de la libertad en España hayamos podido mantener desafiante y enhiesto este estandarte durante todo un cuarto de siglo?

Mi último acto antes de dimitir como miembro del Consejo de Administración de Unidad Editorial ha sido apoyar con entusiasmo el nombramiento de Casimiro García-Abadillo como nuevo director de EL MUNDO. No tengo ninguna duda ni de su excepcional talento profesional, ni de su integridad personal, ni de su compromiso con todos estos valores. Bajo su batuta y con la misma orquesta -siempre he dicho que el director representa y coordina al elenco pero quienes tocan son los músicos- la continuidad de nuestro proyecto está asegurada. Casimiro tiene muchas de mis virtudes y pocos de mis defectos. Aunará la firmeza con la templanza y eso creará espacios de distensión sin que el periódico renuncie a ninguna de sus señas de identidad. El hecho de que el presidente ejecutivo de la compañía continúe siendo Antonio Fernández-Galiano -imbuido como pocos editores de la percepción del periódico como proyecto intelectual y ágora de debate- garantiza además que el nuevo director va a seguir teniendo la misma protección y cobertura con la que siempre he contado yo.

Por todo ello he preferido continuar ligado a Unidad Editorial y agradezco a sus directivos y accionistas que me permitan hacerlo en términos razonables.

Mientras EL MUNDO siga siendo EL MUNDO me sentiría incapaz -máxime tras lo sucedido el jueves- de hacer la competencia en ningún terreno a quienes siempre consideraré mis compañeros. Si las circunstancias cambian me tendrán, claro está, a su disposición.

Mientras sigue incubándose la crisis tremenda que de un modo u otro conmoverá todos los pilares de la España que conocemos, a mí me toca ahora dar un paso atrás. El 2 de marzo reanudaré mis cartas dominicales, auxiliado por el genio de Ricardo Martínez, bajo un nuevo epígrafe y en una ubicación distinta. Prepararé además la publicación de mi próximo libro -cuando me lo autorice la editorial revelaré su contenido-, me ocuparé de la revista ‘La Aventura de la Historia’ y dedicaré algo más de tiempo a mis amigos tuiteros.

Esta segunda vez el ‘One Brief Shining Moment’ de Camelot ha sido bastante menos breve y ha brillado mucho más que la primera. Hasta nuestros más enconados enemigos reconocen que la España de este último cuarto de siglo habría sido distinta, y probablemente peor, sin un diario como EL MUNDO. No sabemos lo que nos deparará el futuro, pero es la hora de pedir perdón a quienes dentro y fuera de la redacción se hayan sentido injustamente tratados por mis decisiones, la hora de dar las gracias de corazón a todos esos españoles que han abierto casi catorce mil millones de veces un periódico con mi firma, la hora de aprender las reglas de urbanidad del manual del buen ex director, la hora de colgar en el vientre de la ballena el lema de Juvenal -‘Vitam impendere vero’- que me acompañará allí donde yo vaya.

Pedro J. Ramírez

02 Febrero 2014

El caso Pedro J y las miserias de la profesión periodística

Jesús Cacho

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Hay episodios, como el de la salida esta semana del hasta ahora director de EL MUNDO, que hacen inevitable una somera recapitulación de la profesión periodística y de las libertades informativas. El periodismo español está hoy como España, fané y descangallado, pidiendo a gritos cristiana sepultura víctima propiciatoria de sus muchos pecados no expiados.

Desde la ermita románica situada en la punta de La Lanzada, un precioso santuario gallego relacionado desde la Edad Media con la fecundidad, la playa del mismo nombre se extendía aquel 31 de julio como una explosión de luz capaz de honrar, en una tierra batida tantos días por el viento y la lluvia, un verano entero. Corría el año 2006, había empezado las vacaciones y mi felicidad, casi completa, quedó de pronto arruinada por una llamada de móvil procedente de Madrid. Enseguida reconocí la voz de Pedro J. Ramírez, y casi de inmediato supe -esa voz quebrada por una tosecilla nerviosa que las situaciones de estrés suelen provocar en él- que aquella no iba a ser una buena noticia. El director de EL MUNDO, del que me había despedido apenas 24 horas antes, me indicaba que había decidido hacer cambios en el periódico y que eso significaba que mi página de los domingos, la celebrada “Rueda de la Fortuna”, pasaba a mejor vida. No hubo disputa, porque entre las prerrogativas del director de un medio está la de elegir a sus colaboradores. Le di las gracias y añadí algo más: “Pedro, tengo que reconocer que me has soportado demasiado tiempo”.

Imposible echar cuenta de las broncas que, un sábado sí y otro también, generalmente al caer la tarde o en plena cena, cuando el número del domingo iba a entrar en máquina, me enfrentaron a Pedro J. a cuenta de las presiones de éste o aquél poderoso que negaba vehemente o pedía árnica. Un día era Botín, al otro Rato y al siguiente Aznar o su amigo Florentino. Alguna señora de buen ver llegó a decirme, tras una de esas peloteras de la que fue testigo, que “si tú me dijeras la mitad de las cosas que le has dicho a tu director, yo te ponía en la puta calle ahora mismo”. No hubo caso. Pedro J. era y es el mejor de los tres grandes directores de periódico de la Transición – Juan Luis Cebrián (EL PAÍS) y Luis María Ansón (ABC) – con los que he trabajado. El más periodista. No volví a hablar con él hasta el 3 de marzo de 2011, día en que el Consejo de Titania, editora de EL CONFIDENCIAL, me apeó de la dirección del diario digital que yo había fundado en una maniobra digna de la categoría moral de sus promotores. Cariacontecido, llegué a mi casa a las 3 de la tarde, sin haber dicho a nadie esta boca es mía. Cuál no sería mi sorpresa cuando, 10 minutos después, volvió a sonar mi móvil y, como ocurriera años antes frente a La Lanzada, con Pedro J. al aparato. “Jesús, sé lo que acaba de ocurrirte y solo quiero decirte que aquí tienes EL MUNDO para lo que quieras. Entre tú y yo no ha pasado nada. Te espero el lunes para trabajar”.

No ha sido el poder político el primer responsable del fango en que hoy chapotea esta noble profesión; han sido los amos del dinero

Hay gestos imposibles de olvidar. Y episodios, como el de la salida esta semana del hasta ahora director de EL MUNDO, que hacen inevitable una somera recapitulación de la profesión periodística y de las libertades informativas. Como no podía ser de otra forma, el periodismo español está hoy como España, fané y descangallado, pidiendo a gritos cristiana sepultura víctima propiciatoria de sus muchos pecados no expiados. El periodismo y las empresas periodísticas, que en mimética identificación con la orgía de dinero fácil que caracterizó nuestro boom, acometieron operaciones que hoy resultan casi imposibles de imaginar. ¿Cómo explicar que PRISA, editora de EL PAÍS, pudiera llegar a acumular una deuda de más de 5.000 millones, imposible de amortizar a todas luces con la capacidad de generación de caja del negocio? ¿Cómo entender que Unidad Editorial (EL MUNDO) pudiera pagar 1.100 millones por el grupo Recoletos –origen de las angustias que hoy atenazan a UE-, dinero con el que 20 años antes, quizá menos, don Jaime Castellanos, el guardián del secreto, hubiera podido hacerse con el control de los 7 grandes bancos españoles?

Periodismo achicado y envilecido

El periodismo español se ha rendido sin luchar. Ha hecho algo peor: lisonjeado por el poder, se ha bajado las calzas hasta los zancajos para que pudieran darle a conciencia, decidido a participar en el general festín de estos años de vino y rosas, con dejación de su función primigenia, que no es la de derribar presidentes de Gobierno o intentarlo, no, sino la mucho más humilde de salir a la calle a buscar noticias, contrastarlas y publicarlas, a ser posible en su integridad. Si el periodismo español no hubiera aceptado el pacto de silencio tejido tras la muerte de Franco en torno a las actividades de Su Majestad el Rey, origen de las corrupciones que hoy deslegitiman a la mayoría de nuestras instituciones, seguramente la infanta Cristina no tendría que acudir dentro de unos días a declarar ante un juez de Palma, y mucho menos hacerlo escondida de la gente del común. Con todo, si me apuran, diría que no ha sido el poder político, tan omnipresente en España, el primer responsable del fango en que hoy chapotea esta noble profesión. Han sido los amos del dinero, los poderes económico-financieros, los que han ido tejiendo la tela de araña en la que forceja hoy, atrapada, la libertad de informar.

Es verdad que España, a diferencia de países anglosajones de renombre, no ha contado nunca con editores vocacionales, esos apellidos que pasan de generación a generación al frente de sus medios. Pudo serlo Jesús Polanco y sus herederos, hoy desaparecidos del mapa. El editor ha sido aquí un ave de paso siempre dispuesta a utilizar sus medios para hacer negocios colaterales con banqueros de rumbo o empresarios de postín. Me lo advirtió Joaquín Estefanía, a poco de desembarcar en EL PAÍS, primeros ochenta, cuando un día se enteró que estaba intentando chequear una información con uno de los hermanos March: “A esos, Jesús, mejor que los dejes en paz”. Los March eran, como otros muchos, socios de don Jesús. El proceso de concentración del poder económico-financiero en unas pocas manos, fenómeno capital apenas estudiado, ha resultado mortal de necesidad para la profesión y para las libertades informativas, incluso para la salud de la democracia. Hoy, siete u ocho grandes señores, al frente de sus respectivas empresas y bancos, controlan el 90% de la publicidad de la que se nutren todos los medios, desde el que pilota un acorazado hasta el que navega en ruin charca. La situación de dependencia del sector frente a este ramillete de ilustres es tal, que hablar de independencia o presumir de “periodismo de investigación” no pasa de ser una broma de dudoso gusto. Es la pura verdad.

Hablar de independencia o presumir de “periodismo de investigación” no pasa de ser una broma de dudoso gusto

Ante panorama semejante, el periodismo se ha achicado, se ha envilecido. Las fronteras entre información y propaganda se han difuminado. Sobran ilustres columnistas con un pie en cada lado de la trinchera. Juntaletras hay que por la mañana escrutan la cuenta de resultados de Repsol y por la tarde visitan Repsol dispuestos a pasar la gorra con la recortada bajo el sobaco. Personajes de medio pelo escriben duras críticas contra el Gobierno –atizarle a Rajoy sale gratis, sobre todo ahora que la publicidad institucional brilla por su ausencia-, pero tiemblan de emoción cuando un consejero delegado del Ibex les pasa la mano por el lomo. Hay una corrupción peor que la del dinero, que es la corrupción moral. La cobardía. Son las miserias de una profesión que ha olvidado que al periodismo no se viene a hacer amigos. Tampoco a hacerse rico. Lo dijo de otra forma Horacio Verbitsky: “Del lado bueno de las cosas se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos; de la justicia, los jueces. Los periodistas nos encargamos de contar aquello que alguien no quiere que se sepa. El resto es propaganda”.

La pinza entre el poder político y el financiero

Pedro J. no tiene amigos en la profesión, pero se ha hecho rico con ella. Él encarna como nadie las miserias de este oficio y buena parte de su “gloria”. Ocurre que, desde hace bastantes años, Pedro J. Ramírez no hacía periodismo, sino operaciones de Poder, con mayúscula. Hábil donde los haya, él mismo se ha encargado de retroalimentar su leyenda haciéndonos creer que su despido ha sido político, aunque cuesta imaginar a don Mariano, el presidente que menos mano ha metido en la profesión, tomándose la molestia (¡uf, qué lío!) de urdir su despido. Más importancia han tenido las maniobras orquestales de aquel ramillete de barones del dinero. Que a estas alturas, y seguramente para agradar a Moncloa, los grandes capos de un grupo de empresas y bancos se conciten para financiar una compra que a su vez implicará la salida de tal o cual periodista, habla a las claras de la confusión de roles y la pésima salud de nuestra democracia. Pedro J. conoce la operación al detalle (“Y así, Amor, en vano intenta/ tu esfuerzo loco ofenderme:/ pues podré decir, al verme/ expirar sin entregarme,/ que conseguiste matarme/ mas no pudiste vencerme”), y queda emplazado para contarla. Ahí te quiero ver, torero. Su salida, en todo caso, estaba cantada a la luz de la pésima situación de las cuentas de UE, un negocio que, al contrario de lo que ocurre con PRISA, cuya generación de caja es positiva, empieza a drenar recursos al minuto siguiente de levantar la persiana cada 1 de enero. Los italianos de RCS necesitaban sacar el canario para poder vender la jaula, operación que ahora será más fácil acometer con Abadillo, un periodista incoloro, inodoro e insípido, al frente de EL MUNDO.

Se avecinan grandes cambios en la esfera de las empresas periodísticas, todas en pérdidas. Pero, con ser importante el proceso de consolidación que parece inevitable en el sector, mucho más lo es, en términos de calidad democrática, la recuperación del prestigio de la profesión y la renovación de sus votos de independencia en el altar de la mancillada diosa Verdad. Hoy, la información, la palanca que a lo largo de la Historia de la humanidad ha dado o quitado Poder, sigue siendo la commodity más cara, la más valiosa. Socializar la información, arrebatarla a los poderosos para hacerla accesible a la sociedad, es la función más noble que le cabe a este oficio y, si me apuran, la única. Pero el periodismo no se salvará solo. Se levantará o perecerá con España, hermano con su suerte, cónyuge de su destino. Para hacerlo posible necesitará también el apoyo, la colaboración, el convencimiento en tal sentido de los poderes del dinero antes denunciados. Un periodismo libre y responsable en una sociedad moderna es sinónimo de país serio, sólido, rico, donde a todos, banqueros, músicos y filósofos, les irá mejor. Esta y no otra es la razón de ser de un medio liberal como VOZPOPULI. Consciente de las dificultades por las que atraviesa esta querida España, estoy convencido de que el futuro de la profesión está hoy en manos de las nuevas generaciones de periodistas, los jóvenes que, sin las heridas del tiempo, libres de filias y fobias, se baten el cobre en las trincheras de las redacciones digitales, ansiosos por hacer realidad el cambio que reclama este castigado país.

Jesús Cacho

31 Enero 2014

Pedrojota y yo

Salvador Sostres

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Pedrojota y Vicent Sanchis, mi director en el AVUI hasta que le echaron dos años antes que a mi, han sido las dos personas que más firme y heroicamente me han defendido. Pedrojota y Vicent, tan parecidos y tan distintos, de forma tan diferente de pensar pero con una misma idea de lo que es la libertad y es el periodismo.

El 17 de noviembre de 2009 me echaron del AVUI porque José Manuel Lara (Planeta), accionista minoritario, necesitaba la complicidad de la Generalitat, entonces presidida por Montilla, para hacerse con el total de las acciones del periódico. Montilla y sus secuaces pusieron como condición mi cabeza, que les fue diligentemente servida después de 8 años y medio escribiendo mi columna diaria. Al final no sirvió de nada porque EL PUNT se adelantó y compró el AVUI a precio de saldo.

El día 19 de diciembre teníamos mesa en El Bulli y le pregunté a mi mujer si no le parecía desproporcionado gastar todo aquel dinero en mi nueva condición de decapitado. Ella, que me conoce, y me quiere, me dijo que aquel dinero no iba a sacarnos de ningún apuro y que lo que tuviera que ser, sería, pero al día siguiente. Así que fuimos al Bulli, felices y expectantes como siempre, y la verdad es que conseguí durante unas horas olvidarme de mi querida columna arrebatada.

Ya avanzada la cena, sentí necesidad de ir al baño, y cuando me estaba lavando las manos entró de repente Pedrojota y mi asombro no hace falta explicarlo. Hablamos de todo y de nada durante un rato, le conté lo del AVUI, que ya lo sabía, y me dijo que cualquier persona que escriba realmente bien tendría que tener una oferta de EL MUNDO. Quedamos en que le mandaría un artículo sobre la prohibición de los toros en Cataluña, a la que siempre fui contrario, y saliendo del baño accedió muy amablemente a venir a mi mesa a saludar. Se lo pedí porque tenía miedo de que mi esposa y mis amigos no me creerían cuando les dijera que muy probablemente había encontrado trabajo, y lo tomarían como un delirio del desahuciado que para calmar la angustia pasa una época bebiendo demasiado.

A Arcadi le costó dos semanas y un par de llamadas creerme; y creo que todavía no se lo cree del todo. Entonces él dirigía el periódico digital FACTUAL, y yo era su corresponsal gastronómico. Aquella noche innovamos, pues fue la primera cena tuiteada desde El Bulli. Yo no tenía ni idea de lo que era Twitter y le iba mandando a él mensajes de 140 caracteres. Es curioso, porque sin conocer la tecnología, marcamos un precedente.

A veces pienso que todo lo sustancial me ha pasado en El Bulli y conocer a Pedrojota no fue una excepción. Lo primero que hice cuando me comunicaron que ya no escribiría más en el AVUÍ fue llamar a Ferran para explicárselo -como hago siempre que me ocurre algo extraordinario-, y misteriosamente me dijo que le parecía muy bien porque mi etapa allí ya había terminado y que pronto me daría cuenta de por qué. Él me ha jurado que no me dio mesa expresamente el mismo día que a Pedrojota, pero la verdad es que si lo hubiera hecho, tampoco me lo diría.

Llevo 4 años aquí y han pasado tan rápido que me parece que he estado soñando.

Cuando más en cuestión ha estado mi colaboración en EL MUNDO, más Pedrojota ha dado la cara por mi, defendiéndome él solo -o casi solo, por decirlo de un modo más exacto-contra la legión de voces y firmas que deseaban hablar de mí en pasado.

Pedrojota y Vicent Sanchis, mi director en el AVUI hasta que le echaron dos años antes que a mi, han sido las dos personas que más firme y heroicamente me han defendido, incluso más que mi esposa, con esa facilidad que a veces tienen las mujeres para dar la razón a terceros. Pedrojota y Vicent, tan parecidos y tan distintos, de forma tan diferente de pensar pero con una misma idea de lo que es la libertad y es el periodismo, han sido dos directores que, cada uno a su manera y en su dimensión, han defendido no sólo la calidad de su trabajo sino el derecho de sus lectores a no tener que caminar a ciegas por este mundo cruel y enloquecido. Tan cierto es que mi vida sería distinta sin haber conocido a Pedrojota aquella noche en El Bulli, como que la vida pública española habría estado mucho más cautiva y podrida si Pedrojota no nos la hubiera explicado con su ímpetu y su libertad.

Sólo desde la profunda gratitud puedo despedirme -profesionalmente y por el momento- de Pedrojota. Sólo desde la reverencia y el afecto. Ayer, cuando anunció a la redacción que le echaban, la ovación de despedida que recibió fue emocionante y todos los redactores hicieron cola para fotografiarse con él y abrazarle por última vez.

Desde que nació mi hija guardo en una caja algún objeto que represente cosas de las que todavía no puedo hablarle. Guardaré el periódico de este domingo para explicarle quién es y qué hizo uno de los hombres a los que más ha admirado su padre.

Salvador Sostres

07 Febrero 2014

El diario EL MUNDO, en la tormenta perfecta

Alfonso de Salas

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EL MUNDO ha dejado sin terminar con pruebas suficientes casos significativos como el 11-M (primero intentó demostrar la implicación de ETA, al no encontrarla buscó una especie de conspiración judeo-masónica que tampoco aclaró), el apartamento marbellí del presidente Ignacio González, los papeles de Bárcenas, etc.

Conozco a Pedro J. desde 1982 cuando mi hermano Juan Tomás de Salas me llamó para crear el Grupo16, nacido de aquel magnífico proyecto que de la nada dio lugar a la revista CAMBIO16, éxito en difusión y en ingresos. Para mí es un orgullo y una gran satisfacción haber trabajado con Pedro J., uno de los tres grandes directores de periódicos que ha dado España desde la transición hasta la actualidad.

Es cierto que a Pedro hay que “atarlo corto”, pero una vez puestos de acuerdo en el camino a seguir, fue siempre una máquina de acción y eficacia profesional. Trabajador infatigable –24 horas al día le pueden parecer pocas– trata de conseguir pronto los objetivos establecidos. Por eso, cuando el 12 de marzo de 1989 mi hermano, bajo la influencia de varios personajes de la beautiful people, algunos de los cuales se habían incorporado al Consejo de Administración del Grupo16 unos meses antes, me cesó como director general de Grupo, y al día siguiente destituyó también a Pedro J. como director de DIARIO16, Balbino Fraga, Juan González y yo no dudamos en ofrecerle la dirección del nuevo periódico, cuyo proyecto habíamos desarrollado ante la inminencia del desembarco de la beautiful people. Se trataba de continuar publicando un periódico de ideología liberal, encardinado en el centro político y libre de las ataduras del poder, como había sido DIARIO16 hasta ese día. Comimos los cuatro en el restaurante Tejas Verdes, situado en la carretera de Colmenar, le explicamos el proyecto y él aceptó liderar el producto editorial. Nos juramentamos así a seguir juntos y lanzar el diario EL MUNDO, que en pocos años se situó en la segunda posición por difusión de los diarios españoles. Desde el primer momento, Pedro J. se dejó la piel por el periódico e, incluso, con unos recursos mucho más escasos de los que contábamos en el Grupo16, EL MUNDO superó en contenido editorial y calidad gráfica a DIARIO16. Asimismo, supo entender desde el primer momento esa visión conjunta que teníamos de la necesidad de la apuesta por la innovación y las nuevas tecnologías, colaborando, además, en la creación no sólo de la primera gran plataforma digital del periodismo español –la primera versión en Internet de EL MUNDO– sino apoyando activamente y contribuyendo a la creación del que pronto sería el primer gran equipo de referencia en el sector en España.

Durante los 16 años siguientes trabajamos juntos, complementándonos mutuamente, yo como presidente y él como director de EL MUNDO y director editorial, sin interferencias entre nuestras respectivas funciones, y colaborando siempre hombro con hombro por el bien de la empresa, de sus profesionales y de los accionistas, entre los que se encontraban más de sesenta profesionales de Unedisa.

Unidad Editorial entró en beneficios en 1992, al tercer año de vida, lo que pocos periódicos han conseguido en tan corto espacio de tiempo. Desde entonces y hasta 2005, en que dimití de Unedisa para incorporarme y lanzar EL ECONOMISTA, sólo tuvimos pérdidas –seis millones de euros– en el año 2002, el peor año de la crisis de las empresas punto.com.

Durante varios años repartimos dividendo a nuestros accionistas, y ellos sabían que Pedro J. era un hombre clave para el éxito, a todos los niveles, de Unidad Editorial. Habían invertido sólo 25 millones en 1991 y tenían el segundo periódico de España, el portal de Internet líder de la prensa española, concesiones de radio y varias revistas de éxito. Y parte de la inversión la habían recuperado vía dividendos.

Conmigo Pedro J. siempre fue un leal colaborador, y lo fue también con sus compañeros. Por eso, cuando urdieron el montaje de aquel infame vídeo contra él, no dudamos en apoyarle y sostener editorial y empresarialmente semejante pulso, incluidos los accionistas, que nos permitieron aplicar recursos periodísticos y jurídicos para esclarecer la trama, e, incluso, llevar a algunos a la cárcel.

¿Qué ha pasado ahora para que los accionistas de RCS MediaGroup hayan dejado de apoyar a Pedro J. hasta el punto de cesarlo como director de EL MUNDO? Creo que han equivocado la diana, porque el máximo responsable de las pérdidas crecientes de Unidad Editorial no es él, sino Antonio Fernández-Galiano, presidente ejecutivo con todos los poderes de la empresa, como define literalmente su cargo y como bien ha recordado recientemente el propio Pedro J.. Sin tener en cuenta los ajustes de activos y gastos financieros correspondientes a la desastrosa compra del Grupo Recoletos por 1.100 millones, que la cúpula de Unedisa apoyó con entusiasmo para ser más “importantes”. Los resultados operativos (ebitda) de Unedisa han ido deteriorándose en los últimos años: 27 millones positivos en 2011: 32 millones negativos en 2012, y en 2013, a la vista de los resultados hasta septiembre pasado, probablemente serán mayores que el año anterior. Y esto sucede porque el presidente ejecutivo toma tarde y mal las medidas de ajuste que exige la situación actual de la prensa por la crisis que vivimos, pero que muchos hemos conseguido afrontar, aprendiendo de la propia crisis y del cambio de modelo de periódico que exige el sector.

En cuanto a las presiones políticas, de todas las procedencias, que se comentan, efectivamente pueden haber contribuido también a la destitución de Pedro J.. En esta ocasión su efecto ha podido ser más letal que en épocas anteriores, porque EL MUNDO en los últimos años ha perdido parte de su credibilidad. Antes, cuando el periódico iniciaba una investigación, la llevaba hasta el final y la “remataba” con pruebas concluyentes de sus tesis. Desde hace unos años no sucede siempre así, y EL MUNDO ha dejado sin terminar con pruebas suficientes casos significativos como el 11-M (primero intentó demostrar la implicación de ETA, al no encontrarla buscó una especie de conspiración judeo-masónica que tampoco aclaró), el apartamento marbellí del presidente Ignacio González, los papeles de Bárcenas, etc. La puesta en página y en portada de las noticias ha sido sobredimensionada con demasiada frecuencia, lo que a algunos puede parecerles sensacionalista.

Ha sido, en efecto, una “tormenta perfecta” que se ha abatido sobre uno de los mejores directores de periódicos que ha tenido España. Pero, afortunadamente, tanto los lectores como los profesionales del periodismo, vamos a tener la suerte y el privilegio de poder seguir leyendo a Pedro J. en EL MUNDO, dando continuidad a su legado profesional.

Alfonso de Salas

El Análisis

EL PEDRO J. OLVIDADO

JF Lamata

Me llamó la atención que a la noche de la destitución de D. Pedro J. Ramírez hubiera tertulianos que dijeran que aquello suponía un golpe contra la libertad de expresión. ¿¿Golpe a la libertad que cesaran a un señor tras 25 años dirigiendo un periódico que no era suyo?? Al menos yo no me sentí más o menos libre y patética libertad sería aquella que dependiera de que un cargo periodístico fuera vitalicio. También resulta penoso que muchos tertulianos (tipo D. Eduardo Inda, D. Rubén Amón, Dña. Esther Palomera y otros) arremetieran contra el Gobierno Rajoy por su supuesta culpabilidad en el despido del periodista, pero todos evitaban citar la responsabilidad del Consejo de Administración de Unidad Editorial, que es quien despide al periodista, ¿es que los tertulianos se atreven con los políticos, pero no con los editores?

En el balance de D. Pedro J. Ramírez habría que distinguir a dos D. Pedro J. Ramírez, uno el director de periódico para las cosas pequeñas del día a día, la asignatura más importante de un director. El Sr. Ramírez pasaba horas y horas en la redacción de periódico impregnado con su presencia cada una de las páginas. El director por antonomasia, como el Sr. Anson, aquel al que no se le escapa nada. Justo es reconocerlo. Pero a la vez, había otro D. Pedro J. Ramírez, el personaje público, el ideador de campañas mediáticas y de portadas seriadas, ya fuera por jactarse de poderío mediático o por interés comercial. El personaje público, el periodista famoso de las tertulias y las portadas,hizo mucho por la política española, pero hizo más bien poco por el periodismo neutro. El suyo era hacer política, hacer política desde el periodismo, pero política a fin de cuentas. Y formó/animó a muchos jóvenes a ser periodistas, creyendo que podrían hacer columnas y portadas para derribar a políticos y empresarios como D. Pedro J. Ramírez. Olvidando que para poder alcanzar ese nivel del D. Pedro J. Ramírez personaje público, hacía falta ser también ese otro D. Pedro J. Ramírez del día a día, de las cosas pequeñas, desde la cartelera de cines, hasta el suplemento de salud. Ese D. Pedro J. es el que merece mi mayor elogio, el Pedro J. olvidado.

J. F. Lamata