12 agosto 1993

Tras cobrar por la venta de sus acciones a Prensa Ibérica el anterior dueño, Enrique Fajarnes, publica un artículo asumiendo la responsabilidad por el cierre del periódico

Prensa Ibérica (Moll de Miguel) compra LA PRENSA DE IBIZA y lo cierra para que su DIARIO DE IBIZA sea el único medio de la isla

Hechos

El 15.08.1993 cerró oficialmente el periódico LA PRENSA DE IBIZA.

Lecturas

La polémica frase del último director de LA PRENSA DE IBIZA, D. Joan Serra:

«Nuestro orgullo póstumo es que no son los lectores ni el mercado quienes decretan la desaparición de La Prensa de Ibiza. A veces la dinámica empresarial desborda por las vías más insospechadas la lógica incuestionable de la oferta y la demanda».

PUYA A PRENSA IBÉRICA EN SU DESPEDIDA

Ibicenco02 En el último ejemplar de LA PRENSA DE IBIZA se leía el titular ‘Cierra el último diario ibicenco’, a pesar de que en la isla seguía existiendo el DIARIO DE IBIZA en una clara forma de echar en cara que este medio no era ibicenco por ser propiedad de un grupo nacional y no local como Prensa Ibérica, con sede y matriz en Asturias y en Canarias.

Ibicenco01 Desde la UGT de Ibiza acusaron abiertamente a DIARIO DE IBIZA de estar detrás del cierre de LA PRENSA DE IBIZA. No en balde fue la empresa editora de DIARIO DE IBIZA, el Grupo Prensa Ibérica, el que compró a la familia Fajarde el diario LA PRENSA DE IBIZA para cerrarlo.

12 Agosto 1993

El silencio de las rotativas

DIARIO DE IBIZA (Dueño: Javier Moll de Miguel)

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En su número de ayer nuestro colega LA PRENSA DE IBIZA anunciaba que a partir del domingo dejará de publicarse. La razón del cierre del diario ibicenco tiene su origen genérico en las profundas crisis que atraviesa la economía española y el específico en las consecuencias que aquella proyecta sobre los recursos publicitarios del sector de la comunicación, afectado por una de las mayores recesiones que se recuerdan en los últimos años. Lamentablemente, la desaparición de medios de comunicación suele acompañar a las desfavorables coyunturas económicas por las que atraviesa el país. Este riesgo permanente y la creciente complejidad de la empresa periodística en este final de siglo, han llevado al os expertos a la conclusión de que, en cualquier proyecto de prensa se hace indispensable, para sus supervivencia, un respaldo empresarial que reúna solvencia económica y un alto grado de especialización en la gestión.

Para DIARIO DE IBIZA desde la atalaya de sus cien años de vida, la competencia constituye un estímulo profesional y una referencia enriquecedora que orienta nuestro trabajo hacia la superación. Desde que DIARIO DE IBIZA, S. A. se hizo cargo de la edición del periódico decano, hemos seguido con respeto, sin merma de la necesaria tensión profesional, el pulso informativo con el competidor, desde la convicción de que la única confrontación había que establecería en los kioscos, en la oferta de propuestas periodísticas plurales, sin que la contienda por el lector obstaculizase la buena relación entre colegas.

Por todo esto, desde esta casa lamentamos que las dificultades económicas hayan provocado la desaparición de una cabecera con la que noblemente hemos competido durante unos años y comprendemos la desilusión de los profesionales que dejaron su trabajo en aquellas páginas y las de la propia empresa que, acuciada por la inviabilidad económica, anuncia el silencio de su rotativa y el cierre del periódico. Esta circunstancia obliga, aún más si cabe, a DIARIO DE IBIZA a un esfuerzo mayor para ofrecer un mejor producto y a profundizar en el pluralismo de sus contenidos.

DIARIO DE IBIZA

15 Agosto 1993

Aquí nos quedamos

Joan Serra (Director de LA PRENSA DE IBIZA)

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La desaparición de un periódico no es un acontecimiento que nadie deba celebrar. Si además ese periódico está sólidamente asentado en la sociedad de la que forma parte, tiene la fidelidad mayoritaria de miles de lectores y cuenta con una buena cartera publicitaria, el trance se hace más amargo, precisamente por injustos y difícil de comprender. En cualquier caso, nuestro orgullo póstumo es que no son los lectores ni el mercado quienes decretan la desaparición LA PRENSA DE IBIZA. A veces la dinámica empresarial desborda por las vías más insospechadas la lógica incuestionable de la oferta y la demanda.

Un periódico es un bien social cuya propiedad es, en cierto modo, compartida. La titularidad formal y determinante corresponde a la empresa editora, per todas aquellas personas que cada día nos otorgan su credibilidad y sus preferencias, miles de lectores anónimos, sienten también como algo propio el medio de comunicación al que entregan su confianza; la primera asumió los riesgos de una iniciativa aventurada, difícil e incierta, pero los segundos  son quienes situaron a nuestro diario en la posición de privilegio que ha llegado a ocupar: por eso mucho de ellos comparten hoy la misma decepción revestida de tristeza, con la que nosotros ponemos fin a este proyecto periodístico en el que tantos esfuerzos se han depositado.

Para los lectores y anunciantes, para todos aquellos que apostaron un día por LA PRENSA DE IBIZA, nuestra gratitud y nuestro emocionado reconocimiento a quienes en esta hora del cierre nos han reconfortando con su afecto y su solidaridad.

Un examen apresurado y superficial quizá no permita comprobarlo ahora, pero el balance de estos cuatro años y medio de vida no será la crónica de un fracaso. Aunque parezca un contrasentido, seguramente es todo lo contrario. En cualquier caso, creo que puede afirmarse con rotundidad que la declaración de principios que oriento al diario su nacimiento ‘Nuestra razón de ser’ titulamos en el primer número – ha sido respetada escrupulosamente (con dificultades constantes, cometiendo errores, obligados en ocasiones a mantener complicados equilibrios, pero siempre con la misma vocación inalterable de prestar un servicio a la sociedad pitusa desde la libertad y la imparcialidad) sin movernos ni un ápice de la inequívoca línea que marcaba ese compromiso.

Sea como sea, no es presuntuoso afirmar que en la historia de los medios de comunicación de las Pitiuses habrá para siempre un antes y un después de LA PRENSA DE IBIZA. Este periódico fue innovador en la forma y en los contenidos, introduciendo prácticas periodísticas elementales pero inéditas hasta entonces en nuestras islas: separó claramente las informaciones y la opinión, abandonó la condescendencia con las instituciones oficiales de la isla y adoptó un compromiso crítico con la realidad insular, además, en su función de servicio público, hizo aportaciones tan señaladas como la de ofrecer gratuitamente a los lectores la publicación de los anuncios breves conocidos como clasificados – una iniciativa que tuvo una extraordinaria acogida que ha continuado hasta hoy, respaldada por cientos de llamadas diarias.

La aparición de LA PRENSA DE IBIZA animó la oferta informativa de las Pitiuses y obligó a los medios de la competencia a superarse y acometer mejoras en sus producto, de modo que en último término fueron los lectores, los ciudadanos, quienes salieron beneficiados de la pluralidad, de la sana rivalidad que se estableció para ofrecer lo mejor y hacerlo, a ser posible, antes que los demás. Gracias a esa estimulante competencia, Eivissa y Formentera tienen hoy una prensa de mayor calidad, más profesional e inquieta que la que existía hace cinco años. Sólo por eso ya vale la pena de haber existido.

15 Agosto 1993

La razón del cierre

Enrique Fajarnés (ex dueño de LA PRENSA DE IBIZA)

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Ante las muestras de solidaridad recibidas por la desaparición del periódico, tan numerosas como sincera, debo manifestar, como único propietario de LA PRENSA DE IBIZA y en consecuencia responsable de la decisión de cierre, que la situación económica hace necesaria esta determinación que yo soy el primero en lamentar.

Nadie podrá creer que una empresa iniciada con gran ilusión hace casi cinco años, contra la opinión de que implantar un segundo periódico en Ibiza era inviable, se cierre hoy sin un motivo real e insoslayable.

Las ventajas de la pluralidad informativa, el apoyo a la democrática expresión de todos los idearios y la apertura a la opinión pública no pueden obligarme moralmente a seguir manteniendo una situación de pérdidas que en estos momentos de crisis económica me es particularmente difícil sostener.

Finalmente, manifiesto que todos los compromisos económicos de la empresa serán cumplidos con la máxima escrupulosidad, y muy especialmente es lo que se refiere a los trabajadores de la casa.

Enrique Fajarnés Ferrer

25 Febrero 1993

Prensa Ibérica dejó a Ibiza con un solo periódico

Joan Cerda

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Con el cierre de La Prensa de Ibiza _diario fundado en diciembre de 1988_ el pasado verano tras su compra, unos días antes, por Francisco Javier Moll, Diario de Ibiza recobró su condición de único diario editado en la isla. Diario de Ibiza, fundado en 1893, ya pertenecía al grupo Prensa Ibérica desde 1991.

Prensa Ibérica es, tras el Grupo El Correo, el más importante de los grupos de Prensa diaria regional de España.

La sociedad compradora de La Prensa de Ibiza fue Sistemas de Prensa, S.L. y el importe de la operación, 185 millones de pesetas, IVA excluido. La Caja de Pensiones (La Caixa) actuó como avalista de la compra frente al vendedor, el industrial ibicenco Enrique Fajarnés Ferrer, a través de su sociedad Prensa Diaria Pitiusa, S.A.

Contrato condicionado.

El contenido del contrato entre Sistemas de Prensa y Prensa Diaria Pitiusa (representadas por Moll y Fajarnés) no deja lugar a dudas sobre la auténtica intención del comprador: una parte del precio no se hará efectiva hasta 72 horas después del cierre de La Prensa y los accionistas de la sociedad vendedora se comprometen contractualmente a no desarrollar durante los próximos tres años actividades que, de forma directa o indirecta, puedan ser competidoras con el Diario.

El precio de la compra (185 millones de pesetas) se fijó sumando los activos, aunque a un precio presumiblemente superior al del mercado: una rotativa con 30 años de antigüedad, 107 millones; un Opel Corsa de tres años, 945.000 pesetas…. Entre los activos se incluyó «la marca La Prensa de Ibiza», valorada en 20 millones de pesetas.

El cierre de La Prensa de Ibiza dejó sin empleo a cerca de 50 trabajadores, aunque un grupo de redactores, encabezado por el director del periódico, Joan Serra, comenzó a incorporarse, pocas semanas después, a Diario de Ibiza. Estas incorporaciones supusieron la pérdida del puesto de trabajo para los periodistas de Diario.

El sindicato Unión General de Trabajadores denunció públicamente _aunque sin aportar ninguna prueba_ que el cierre de La Prensa se debía a una «compra» por parte del Diario de Ibiza, afirmación que no fue desmentida ni dio origen a reclamación judicial conocida alguna.

Cuando La Prensa de Ibiza ya había anunciado su cierre, Diario de Ibiza publicó un editorial titulado «El silencio de las rotativas» en el que lamentó el cierre del competidor, que atribuyó a la crisis económica y su traducción en el bajón publicitario. Sin embargo, el mismo día del cierre, el director de La Prensa (y actual director adjunto de Diario de Ibiza, Joan Serra) aseguró en un artículo que publicó en portada: «Nuestro orgullo póstumo es que no son los lectores ni el mercado quienes decretan la desaparición de La Prensa de Ibiza. A veces la dinámica empresarial desborda por las vías más insospechadas la lógica incuestionable de la oferta y la demanda».

También el editor-propietario de La Prensa de Ibiza, Enrique Fajarnés, aportó su versión del cierre: la inviabilidad económica del proyecto, negada en la misma portada por el director de la publicación. Fajarnés aseguró asimismo que los compromisos económicos de la empresa serían «cumplidos con la máxima escrupulosidad, y muy especialmente en lo que se refiere a los trabajadores de la casa». El Juzgado de lo Social de Ibiza tiene aún demandas por despido improcedente pendientes de resolución porque la empresa demandada no ha podido ser notificada.

La portada del último número de La Prensa de Ibiza estuvo presidida por un gran titular: «Hasta siempre». Además, se subrayó que el cierre suponía la desaparición del «último diario ibicenco», en alusión al carácter «foráneo» del capital de Diario de Ibiza, adquirido por el grupo Prensa Ibérica en 1991 a la familia Verdera, que había visto amenazada la continuidad del periódico por la aparición y consolidación de La Prensa de Ibiza.

Colaborar sin cobrar.

En el editorial con el que Diario de Ibiza lamentó el cierre (que resultó ser compra) de su competidor se aseguró que la nueva «circunstancia obliga, aún más si cabe, a Diario de Ibiza a un esfuerzo mayor para ofrecer un mejor producto y a profundizar en el pluralismo de sus contenidos».

Siete meses después, la reducción de gastos impuesta por los responsables del periódico ha trascendido por la drástica reducción de la asignación a los colaboradores, a los que se ha «invitado» a seguir publicando en el periódico, aunque sin compensación económica alguna.

Un precio alto

Cuando el grupo Prensa Ibérica compró La Prensa de Ibiza por 185 millones de pesetas, su fundador y propietario hasta aquel momento, Enrique Fajarnés, hacía tiempo que quería deshacerse del periódico. El industrial había mantenido contactos con diversos grupos, que no consideraron adecuado el precio solicitado por el editor ibicenco.

Sin embargo, cuando el acuerdo definitivo con Prensa Ibérica estaba a punto de cerrarse, el director de la publicación, Joan Serra, intentó que un grupo de empresarios locales vinculados con el Partido Popular se hiciera cargo de La Prensa de Ibiza para asegurar así la continuidad de su publicación.

Entre estos empresarios figuró el mismísimo comisario europeo Abel Matutes, cuyo pronto retorno a la política española ya hja sido anunciado. Finalmente, y pese a la intervención de Matutes, Fajarnés prefirió cerrar la operación con Francisco Javier Moll por las ventajas que suponía: precio, rapidez y garantía absoluta, en forma de aval de La Caixa.

En el libro de reciente aparición Abel Matutes. La Política. Los Negocios, el aún comisario europeo se declara «apenado» por la desaparición de una empresa «ibicenca», además de contrario a los monopolios periodísticos.

Afirma en este libro el comisario europeo y empresario ibicenco: «Si yo creyera que el actual monopolio del Diario de Ibiza hace un daño al libre contraste de pareceres», asegura Matutes, «enseguida intentaría promover que apareciera otro medio».