27 septiembre 1975

Un consejo de guerra había condenado a muerte a 11 personas de los cuáles el dictador ha personado la vida a seis

La dictadura franquista ejecuta a cinco terroristas condenados a muerte por asesinato, desatando protestas internacionales

Hechos

El 27 de septiembre de 1975 el Gobierno de la dictadura encabezado por el General Franco ejecutó cinco sentencias de muerte contra terroristas condenados por asesinato – que fueron ejecutados – indultando a los seis restantes.

Lecturas

En agosto de 1975 se celebran consejos de guerra contra miembros de las organizaciones terroristas Euskadi Ta Askatasuna (ETA) y Frente Revolucionario Antifascista Patriótico (FRAP) cuyas sentencias se hacen públicas en septiembre.

  • Por el asesinato de D. Gregorio Posadas Zurrón, son condenados a muerte D. Ángel Otaegui Echevarría (ETA) y D. José Antonio Garmendia Artola (ETA) en sentencia hecha pública el 29 de agosto de 1975. El abogado de los etarras ha sido D. Juan María Bandrés Molet.
  •  Por el asesinado de D. Lucio Rodríguez Martín, el 14 de julio de 1975 son condenados a muerte D. Manuel Antonio Blanco Chivite (FRAP), D. Vladimiro Fernández Tovar (FRAP) y D. José Humberto Baena Alonso (FRAP) en sentencia hecha pública el 12 de septiembre.
  •  Por el asesinato de D. Antonio Pose Rodríguez el 20 de julio de 1975 son condenados a muerte D. Ramón García Sanz (FRAP), D. Manuel Cañaveras de Gracia (FRAP), D. José Luis Sánchez Bravo Sollas (FRAP), Dña. Concepción Tristán López (FRAP) y Dña. María Jesús Dasca Penelas (FRAP) en sentencia hecha pública el 18 de septiembre de 1975.
  •  Por el asesinato de D. Ovidio Díaz López es condenado a muerte D. Juan Paredes Manot (ETA).

El 26 de septiembre de 1975 el Gobierno informó de que el dictador, D. Francisco Franco Bahamonde, había decidido indultar a seis de los condenados a muerte: D. José Antonio Garmendia Artola, D. Manuel Blanco Chivite, D. Vladimiro Fernández Tovar, Dña. Concepción Tristán López, Dña. María Jesús Dasca Penelas y D. Manuel Cañaveras de Gracia.

Por el contrario, el dictador ratificó las penas de muerte para D. Ángel Otaegui Echeverría, D. José Humberto-Francisco Baena Alonso, D. Ramón García Sanz, D. José Luis Sánchez-Bravo Sollas y D. Juan Paredes Manot, que son ejecutados ese mismo día.

Esta decisión causa manifestaciones contra España en varios países de Europa. Los embajadores de la República Federal de Alemania, Dinamarca, Holanda y Noruega son llamados temporalmente por sus países para informar.

La embajada de España en Portugal es saqueada e incendiada.

El presidente de México, Echevarría, solicita a la ONU la expulsión de España, petición que es denegada.

 

26 Septiembre 1979

CLEMENCIA SÍ; INJERENCIA NO.

Manuel Tarín Iglesias

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En un apasionado debate, celebrado ayer en la capital del Gran Ducado de Luxemburgo, el Parlamento Europeo, invitó a la Comisión y al Consejo  de la CEE a ‘congelar las relaciones existentes con España hasta que la libertad y democracia no hayan sido establecidas en el país’. Con independencia de la escueta noticia que ha transmitido la Agencia EFE, hemos de señalar que conservadores británicos, gaullistas franceses, el grupo liberal y numerosos diputados, se opusieron  desde sus escaños contra el contenido de la resolución recordando a voz en grito el trágico final de ‘La Primavera de Praga’, la aportación del escritor soviético  Soljenitsyn con el ‘Archipiélago Gulag’, etc.

EL hombre de estos tiempos, adscrito a cualquiera de los plurales planteamientos políticos, partidarios de la libertad en todo su amplio repertorio, le extraña la hipocresía de una organización como el Parlamento Europeo que toma postura por un sector determinado, ignorando el otro. Entendemos que es de gente civilizada la petición de clemencia en cualquiera de sus facetas, pero entendemos que es imprescindible previamente  no sólo la condena del terrorismo empleado, sino que también la dedicación de la misma tinta a lamentar las muertes por violencia de seres pacíficos que han sido ‘eliminados’ sin que haya levantado una voz censurando tales hechos. El simple acuerdo del llamado Paralmento Europeo es una llamada de atención para demostrar que la democracia se encuentra en una grave crisis sirviendo a otros fines y que la injerencia en los asuntos de otros países nos recuerda los tiempos en que Hitler invadía Austria o se repartía a medias con la URSS la sufrida Polonia. Es decir, si Adolfo Hitler viviera en 1975 estamos absolutamente convencidos que podría ser nombrado presidente del actual Parlamento Europeo porque  los procedimientos siguen siendo idénticos y, naturalmente, a los españoles como a cualquier otro pueblo que tiene múltiples problemas que resolver que está de acuerdo con unas cosas de su gobierno y con otras no, por principio, debe repugnarnos el que aquellos que tengan su casa por barrer, intenten limpiar la ajena.

Hecha esta aclaración. También es necesario señalar que como seres civilizados que tratamos de ser coherentes con una actitud en estos momentos, recordando las palabras del Santo Padre, pronunciadas el pasado domingo desde la plaza del Vaticano, también nosotros estamos en favor de la clemencia: entendemos que no hay gobierno más fuerte que aquel que es más generoso y que la autoridad se fortalece mucho más cuando escucha las voces de la clemencia, actitud a la que no contribuye, precisamente, la injerencia de los acuerdos del Parlamento Europeo: la autoridad no puede ser presionada en estas condiciones porque el efecto es siempre todo lo contrario – tenemos ejemplos recientes – a no ser que lo pretendan algunas de las gentes de Europa que han votado la congelación de los contactos con España, o que desean más que la clemencia, es que la intranquilidad y el desorden se apoderen de nuestro país.

Clemencia, sí; injerencia, no.

Sobre la aplicación real de la resolución mucho habrá que escribir. El Parlamento es sólo una institución consultiva y no ejecutiva. Las decisiones las toma el Consejo a propuesta de la comisión y después de escuchar al Parlamento la resolución tiene un peso político indudable y tendrá un gran eco en la opinión pública europea. Por otra parte, hay que recordar que es el Parlamento quien debe aprobar finalmente todo acuerdo negociado por la comisión y que, si las negociaciones España-CEE para el establecimiento de un nuevo acuerdo no prosperan, la comunidad debe requilibrar el acuerdo comercial preferencial de 1970 en cumplimiento de las reglas del GATT y para compensar comercialmente  la ampliación de la CEE de seis a nueve miembros en 1973.

Manuel Tarín Iglesias

28 Septiembre 1975

LA LARGA NOCHE DE TXIKI

Mundo Diario (Editor: Sebastián Auger)

Fue fusilado junto al cementerio de Cerdanyola

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Poco antes del mediodía del viernes Miguel Paredes Manot se trasladó a la Prisión Modelo de Barcelona, donde se entrevistó a lo largo de veinte minutos con su hermano Txiki. En el transcurso de esta entrevista Miguel le explicó a Juan el persistente rumor que había empezado a correr por la ciudad minutos antes, según el cual iba a ser ejecutado el sábado por la madrugada. Entonces era solo un rumor.

Juan Paredes Manot recibió aquella primera noticia con gran entereza, mientras que Miguel abandonó la prisión visiblemente afectado.

A aquella hora del mediodía del viernes, la ejecución de Juan Paredes Manot era simplemente un rumor. Un rumor basado en una serie de indicios: como la citación que el abogado Mrc Palmés había recibido para que a las seis de la tarde acudiera a la prisión de Barcelona.

Todos estos elementos hacían preveer que el Consejo de Ministros que se estaba celebrando iba a dar el ‘enterado’ a las penas impuestas.

El letrado vasco Castells que se encontraba en nuestra ciudad para entrevistarse con Txiki (debemos recordar que el abogado Castells se había hecho cargo del sumario que se le seguía a Juan Paredes Manot en Burgos) salió urgentemente hacia Madrid cuando recibió una llamada telefónica en la que se le explicó que la autoridad militar le había citado urgentemente para aquella misma tarde.

Pasadas las ocho de la tarde le fue notificada oficialmente a Txiki que el Gobierno se había dado por enterado. Se le comunicó asimismo que doce horas después sería ejecutado. A partir de aquel momento Juan Paredes Manot entró en capilla. Txiki fue conducido a una de las dependencias de la prisión Modelo habilitada para esta ocasión. La dependencia convertida en capilla es habitualmente la sala de juegos de los hijos de los presos se habían retirado de la habitación los columpios y los juguetes y sólo quedaba en la pared dibujos hechos por los niños.

Esa sería la sala donde en el transcurso de doce horas permanecería Juan Paredes Manot hasta que hacia las siete y media de la madrugada fue sacado de la cárcel para ser fusilado en un bosque cerca del cementerio de Cerdanya.

Muy pocos datos han podido conocerse sobre la larga noche de Txiki. Los abogados defensores Marc Palmes y Magda Oranich no pudieron salir del recinto penitenciario para no romper de esta manera el secreto sumarial señalado por una ley de 1897.

Junto a Juan Paredes permanecieron esa noche su hermano Miguel – veintitrés años – varios funcionarios de la prisión, representantes de la autoridad judicial y dos sacerdotes.

Txiki se negó a tomar alimento alguno, tan sólo ingirió una taza de café. Habló con los abogados, con el hermanos y con los sacerdotes.

Asimismo Juan Paredes requirió la presencia de su notario. El notario Zabala acudió a la cárcel Modelo y permaneció allí durante tres horas haciéndose cargo del testamento de Txiki. Este es el segundo testamento de Txiqui ya que días antes había redactado uno, de un folio de extensión.

Se nos han definido la actitud de Txiki como muy serena. Sólo una vez fue al lavabo durante toda la noche. Ni una lágrima, ni una queja, ni un comentario sobre la posibilidad de indulto.

Fue en el transcurso de esta larga noche cuando Txiki entregó a su hermano Miguel unos versos, cuatro líneas para que se los diese a sus hermanos pequeños, una vez ya muerto.

La madre de Txiki, que había venido a Barcelona a raíz del Consejo de Guerra, no quiso regresar a nuestra ciudad. “Quiero recordarlo como lo vi en el Consejo” – señaló Txiki, se había trasladado a Barcelona, el jueves previendo que el Consejo de Ministros iba a dar el enterado aquel mismo viernes.

Se le comunicó también a Txiki que iba a ser fusilado y no agarrotado. Se nos ha explicado que Juan Paredes Manot recibió la noticia de que iba a ser pasado por las armas con cierto alivio, puesto que ya había expresado su deseo de ser fusilado.

Mientras, y a lo largo de toda la noche, un grupo formado por casi un centenar de abogados permanecía en las dependencias del Colegio Profesional. En el tercer piso – es la E – se abrió una sala. Abajo, en el segundo piso permanencia la Junta de Gobierno realizando gestiones encaminadas a conseguir un indulto para Txiki. Dos telegramas a altas jeraquías del país fueron cursados a última hora.

La larga espera de Txiki vivida también desde el mismo Colegio de Abogados, estuvo salpicada de incidentes. El acceso al edificio era muy difícil ya que los ordenanzas – por orden expresa del decano – controlaban cada uno de los letrados que accedían a la sala.

En determinante momentos de la noche numerosos abogados tuvieron que esperar ante las puertas para poder entrar. Se dialogó con el decano Casals Colldecarera diferentes veces.

Desde el Colegio de Abogados de Barcelona difícilmente se mantenía contacto telefónico con Madrid, Burgos o con lo que sucedía en la Prisión Modelo.

Sólo hacía las diez de la mañana los abogados que habían permanecido en el Colegio durante la noche tuvieron información concreta de lo sucedido en la Modelo y en la Cerdanyola.

A las siete y media de la mañana tres jeeps de la Guardia Civil entraron en la Modelo. Se sabía que la ejecución era por fusilamiento, pero se desconocía el lugar donde iba a ser llevado a término. Y se especulaba con la posibilidad de que aquellos jeeps fueran la custodia de Juan Paredes hasta el lugar de la ejecución.

Los últimos momentos de Juan Paredes en la Prisión Modelo estuvieron también llenos de serenidad, de la que había hecho gala durante toda la noche. Al salir al patio para subir al coche celular, Txiki se despidió de sus abogaos. Juan entregó a la letrado Magda Oranich la pipa que usaba normalmente.

Al subirse al coche celular gritó algo. Y los abogados defensores respondieron asintiendo. Miguel Paredes y los abogados subieron a su coche particular, formando parte de una larga comitiva que recorrió aquella mañana las calles de Barcelona. Una larga columna motorizad que llegó hasta el cementerio del Norte, en Cerdanyola.

Tras aquella comitiva diversos letrados, amigos y periodistas pugnaron por seguirlos en sus vehículos a cierta distancia. Los letrados Marc Palmés, Magda Oranich y Miguel – hermano de Txiki – pudieron presenciar la ejecución.

En un descampado frente un pelotón de seis fue colocado de Txiki con los brazos abiertos. Rehusó el vendaje para los ojos, Juan no guardó silencio. Y ni siquiera lo guardó cuando cayó al suelo una vez fueron disparadas las armas. A Txiki tuvieron que darle el tiro de gracia reflamentario.

Eran las ocho treinta y cinco minutos.

El cuerpo de Txiki – jersey azul tejido en la prisión de mujeres de Barcelona, pantalón tejano – yacía en el suelo. Parece ser que once balas penetraron en el cuerpo. Marc Palmés, Magda Oranich y el hermano pulieron abrazar el cuerpo aún caliente de Txiki.

Más tarde lo hicieron el matrimonio Pons Rovira, padres de José Luis Pons Llobert que se encuentra cumpliendo condena en Segovia.

Tras el reconocimiento médico, el cádaver de Txiki fue trasladado en una camilla hasta la ambulancia.

Hoy, Txiki será enterrado.

27 Septiembre 1979

EL PÉNDULO

Fernando Ónega

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Se recogía ayer en ARRIBA la opinión de que tal procedimiento jurídico es ejecutar la sentencia como ejercer el derecho de gracia. Los dos posibilidades se cumplieron, aunque, numéricamente, es mayor la cifra de los condenados que fueron indultados por el Jefe del Estado, en uso de la prerrogativa de gracia que le atribuye la Constitución. A la hora de la interpretación, todo da a entender que las solicitudes que oyó la más alta Magistratura de la nación han sido las peticiones de clemencia, que se otorgó.

Como dijo el señor Herrera Esteban a los periodistas, es un tema importante y delicado sobre el que no es correcto abrir debate. Se queda en el mareo de la ley, en el cumplimiento de la ley, y sólo parece oportuno referirse a unos detalles concretos: primero, que no hubo el menor disentimiento en el seno del Gabinete a la hora del ‘enterado’, segundo, que los acuerdos de COnsejo de Ministros se adoptan por unanimidad, tercero, que no sería lícito ocultar por la gravedad de efectuar cinco ejecuciones, la elevada cifra de indultados; y cuarto, que el ejercicio del derecho de gracia no va a significar  – previsiblemente – que terminen las tensiones y presiones internacionales.

Al hablar de este último aspecto, el Ministro de Información y Turismo señaló que hay que distinguir las gestiones diplomáticas y las manifestaciones callejeras. Me parece que las segundas seguirán permaneciendo en el terreno de lo incontrolado, aunque, realmente, lo más noticioso a nivel interno es que han comenzado las reacciones. Nada indica, ni el momento lo exige, que se pueda preparar una adhesión popular similar a la manifestación de la plaza de Oriente, pero las Instituciones (Cortes, Consejo de Estado, Ayuntamientos), la Prensa y alguna asociación política comenzaron a descargar su artillería dialéctica sobre lo que a nivel muy generalizado se considera una injerencia en la política interior de España.

Estas consideraciones y la espera de un acuerdo final, ‘en el último minuto’, con los Estados Unidos, llenaron una jornada tensa, de rostros graves, en la que la palabra expectación no era más que un recurso pobre para explicar el ansia de noticias.

Naturalmente, la vida de la nación no se quedó congelada en la espera, ni la política se estancó a pesar del carácter marcadamente administrativo de la reunión ministerial. Faltaba un nuevo plazo en el que fijar las atenciones, y la Comisión de Gobernación de las Cortes se encargó de marcarlo: en noviembre del 76, dentro de trece meses ya serán elegidos la mitad de las corporaciones locales y todas las provinciales. La noticia es un alivio, porque las prisas marcadas en las últimas horas por la Comisión más parecían tener acentos económicos que urgencia democrática: parece que había más interés en ponerse a recaudar impuestos con recargo para las haciendas locales que en abrir las urnas. Ha sido una falsa alarma y, por lo menos, todo irá acompasado. Hay un calendario para fijarse, y supongo que habrá por lo menos otro atractivo que sirva de aliento a las asociaciones.

Porque las asociaciones también tienen prisa. Siguen esperando las ayudas económicas y siguen esperando que a nivel popular se comprenda su auténtico significado Salvador Serrats se me quejaba ayer de que en muchas provincias se cree que sólo constituyen una forma de acudir a las elecciones. Alguna ofensiva habrá que hacer en este sentido.

Fernando Ónega

29 Septiembre 1979

¿PARA QUÉ?

Manuel Tarín Iglesias

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En la mañana del sábado fueron cumplidas las sentencias de muerte contra cinco personas. No soy un modelo de católico practicante, pero cada jornada guardo unos instantes para la oración y bajo palabra de honor, declaro que el mismo sábado recé por el alma de estos hombres ajusticiados; ignoro si eran creyentes, no se lo que pensarían en su dramática agonía de estar en capilla – experiencia de conozco directamente – pero por encima de cualquier interpretación, como ser humano que vive en el año 1975, que sigue siendo contrario a la pena de muerte, que el viernes, desde estas páginas, solicitaba la clemencia  para ellos, la muerte de estas cinco personas me causa, además de un profundo respeto, una infinita tristeza. Desearía de todo corazón que fueran sus vidas las últimas que han debido  situarse delante de un pelotón, porque marcaría el fin de una etapa de violencia, señalaría que el terrorismo quedaba desplazado de una comunidad en donde la gran mayoría desea la paz.

¿Existe la paz? Entiendo que se debe ser lo mínimamente sincero para señalar en voz alta, otra vez lo que uno piensa frente a los acontecimientos que se desarrollan en estas jronadas y que nada tienen que ver con lo ocurrido en la mañana del sábado en tres capitales españolas. A mi mesa de trabajo han llegado los despachos de agencias y corresponsales informativos: he visto las fotografías y películas de cuanto ha ocurrido en Lisboa, en París, en Roma, en Ginebra, y preguntó que relación guarda la ruptura de escaparates en los Campos Elíseos o las agresión a los carabineros de la Piazza del Popolo, con la actualidad española. Detrás de todo esto, existe algo más que una protesta por el cumplimiento de las sentencias de muerte, existe algo así, como un ensayo general de la violencia aplicable hoy a un tema, mañana a otro, hasta la consecución de unos fines que se adivinan en el horizonte europeo.

No se trata de la defensa de una política determinada. Afirmo que no estoy de acuerdo con muchos planteamientos del Gobierno Arias Navarro; concreto que no pertenezco  a ninguna de las Asociaciones vigentes, ni a la de Adolfo Suárez, ni a la de Silva, ni a la de Cantarero: admito que cada día más debemos abrirnos a un pluralismo político basado, especialmente, en la concordia, pero me pregunto, ¿qué relación  guardan los acuerdos del Gobierno español con el saqueo de un establecimiento de fotografía de París, cuyo propietario a lo mejor es un laborista británica? ¿Para qué todo este tinglado? No se trata de ninguna acción solamente política, sino de auténticos actos de pillaje.

Resulta, especialmente significativo que este tipo de algaradas no sólo contra establecimientos españoles, sino contra la paz pública en general, se desarrollen en el continente europeo. Ni en Canadá, ni en Estados Unidos, ni en Israel, ni en la América Latina, ni en los países árabes, ni incluso en las naciones teóricamente contrarias al sistema político español, como son los países del Este, ha ocurrido nada semejante, sino sólo en Estados, donde la lucha política obligada unas determinadas concesiones para sostener la clientela electoral. Los fines, no son, pues, una actitud hostil hacia el Gobierno español y la demostración de que no se aceptan sus actitudes. ¿Es que Moscú protege al régimen hispano? ¿Es que Estados Unidos – que nos trae por la calle de la amargura con la discusión de los acuerdos – favorece el sistema que rige nuestros destinos? ¿Es que Marruecos, con los que tenemos planteado un grave contencioso quiere ayudar al a política española que se muestra dura con sus exigencias? No; nada de esto. Ocurren los incidentes en naciones con las que no tenemos ninguna discusión pendiente. Francia, Holanda, Alemania, Bélgica, Italia…. Pero que sí que tienen problemas domésticos sobre el tapete. ¿Este tipo de algaradas no tendrá un significado distinto al que se está dando? Mientras los manifestantes crucen por la Vía Balduino, por ejemplo, para dirigirse a la Plaza de España existe un olvido para la ola de secuestros; mientras la multitud se entretiene en el robo y la destrucción del Palacio de Palhavás en Lisboa, ¿quién se acuerda de los mutilados lusos de las colonias que piden un poco de generosidad para su situación?

Como estrategia electoral de cada uno de los países tolerantes con la campaña antiespañola no está mal. Lo grave es que el ensayo general contra la violencia no acaba aquí, y esta violencia sostenida, desde ciertos núcleos de gobiernos, no sacia el voraz apetito de destrucción de la internacional de la violencia, limitándose a lanzar un explosivo sobre las dependencias de Iberia. Esto puede ser lo de estas horas, pero cabe preguntarse, donde en un futuro, mañana o el mes que viene, brotará de nuevo, otra maniobra de esta internacional del terrorismo y quienes serán sus próximas víctimas, que pueden ser las propias autoridades que impasibles asisten a estos atropellos.

Muchos millones de españoles, casi todos, deseamos la paz, pero sin que ello comporte que, para satisfacer la erótica mentalidad de ciertos grupos políticos internacionales, puedan asaltarse bancos en alguna ciudad de la península. Este precio sería demasiado caro y, desde luego, nada digno.

Manuel Tarín Iglesias