19 enero 2001

La hasta ahora vicepresidenta, Gloria Macapagal Arroyo se convierte en la nueva presidenta del país apoyada por los ex presidentes democrátas Cory Aquino y Fidel Ramos

Revuelta popular en Filipinas: Derribado el presidente Joseph ‘Erap’ Estrada, acusado de corrupción

Hechos

El 20.01.2001 Gloria Macapagal Arroyo juró como nueva Presidenta de Filipinas tras ser desalojado del palacio de Malacañang, Joseph Estrada.

Lecturas

Gloria Macapagal Arroyo, hija del ex presidente Diosdado Macapagal,  será la nueva presidenta del país.

20 Octubre 2000

Un mal papel

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Joseph Estrada, ex actor de cine, aseguró hace un par de años que la presidencia filipina sería el papel de su vida. Los hechos prueban que se equivocó. El archipiélago asiático compite con Indonesia por la peor situación económica de la región, los resultados de la vasta operación militar contra los separatistas musulmanes en Joló distan de ser los esperados y la popularidad de Estrada no deja de descender. La guinda de su descrédito ha llegado con el testimonio de un gobernador provincial que le acusa de haber recibido unos 1.500 millones de pesetas de la mafia que controla el juego ilegal. La oposición acaba de iniciar los trámites parlamentarios para destituirle por corrupción, en el primer proceso de esta naturaleza desde que Filipinas recobrara la democracia en 1986.El impeachment de Estrada, cuyos aliados controlan las dos cámaras del Parlamento, parecía improbable hasta hace muy poco. Pero todo ha cambiado tras desertar de su Gobierno la popular vicepresidenta del país, Gloria Macapagal, y los pronunciamientos encadenados contra Estrada de los ex presidentes Corazón Aquino y Fidel Ramos y el cardenal Jaime Sin, jefe de la Iglesia católica. El partido de Macapagal y otras dos formaciones menores han formado frente común y elaboran una agenda de Gobierno alternativa. Influyentes asociaciones empresariales y grupos civiles se han sumado a la voz de la calle para pedir el abandono inmediato del presidente populista, al que quedan cuatro años de mandato.

La percepción mayoritaria entre los filipinos de la venalidad del jefe del Estado sería probablemente menos decisiva si el subdesarrollado país asiático no se encontrara en una situación económica crítica. El peso está en mínimos históricos respecto del dólar y la bolsa en su peor nivel en dos años. El déficit se ha disparado y la confianza de los inversores extranjeros comienza a desplomarse, ayudada por la situación política y la consiguiente rebaja de la calificación de Filipinas por las agencias especializadas. Es más fácil que el asediado Estrada sobreviva al largo y complejo procedimiento de destitución iniciado que a las consecuencias sociales de la galopante crisis que cabalga.

09 Diciembre 2000

'Estradagate'

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El presidente filipino, Joseph Estrada, ex actor de cine, ostenta el dudoso honor de ser el primer jefe de Estado asiático en sufrir un proceso de destitución, aunque es cierto que a Suharto, de Indonesia, no se le dio, con todo merecimiento, ni esa oportunidad de defenderse. Ayer comenzó en Manila el proceso judicial del presidente ante los 22 senadores que han de decidir si prescinden de sus servicios por recibir unos 1.500 millones de pesetas en sobornos de una lotería ilegal, desvío de fondos de impuestos, abuso de la confianza pública y violación de la Constitución.Pese a la fuerza de las pruebas, es de temer que el juicio sea más político que otra cosa; como sólo puede haber destitución si una mayoría de dos tercios condena a Estrada, a éste le bastarán ocho votos para seguir en el cargo. Y en un país como Filipinas, donde el clientelismo y la corrupción siguen rampantes pese al restablecimiento de la democracia en 1986, es muy posible hallar a esos ocho senadores, contando a todos o gran parte de los siete de su propio partido, Lucha de las Masas Nacionalistas Filipinas, que con su solo nombre invoca ya todos los populismos, y los cinco que se declaran independientes.

Sea cual fuere el resultado, cabe poca duda de cuán poco ha valido ya la presidencia de quien prometió pan a los pobres y sólo les ha proporcionado el circo de sus propias vicisitudes. La debilidad extrema de la economía, la pérdida de la confianza y las secuelas de la crisis monetaria del sureste asiático, en medio de un clima de milagrerismo que llevó a Estrada a la presidencia, pintan un negro futuro para el archipiélago.

22 Enero 2001

Cae otro dictador democrático

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La dimisión de Joseph Estrada como presidente de Filipinas confirma el poder imparable que ha adquirido la opinión pública para deshacerse de los tiranos, aunque hayan sido elegidos democráticamente. Sucedió con Fujimori en Perú y con Milosevic en Yugoslavia y ha ocurrido de nuevo en Manila. Estrada no es Marcos, pero el final de ambos ha sido parecido. Procesado por corrupción, se negó a renunciar y una rebelión muy parecida a la de hace 15 años contra Marcos le ha obligado a irse. El cambio se ha hecho pacíficamente y sin violentar la Constitución gracias al apoyo de los poderes fácticos, sobre todo del Ejército, a los rebeldes.

Estrada fue acusado de haberse embolsado unos 10.000 millones de pesetas de una lotería ilegal muy popular entre los pobres y otros 1.000 millones en sobornos. Su vicepresidenta, Gloria Macapagal, dimitió y empezó una campaña de acoso y derribo contra el presidente. Formó un Gobierno en la sombra, empezó a negociar con militares y empresarios y convenció a unos 50 diputados del partido de Estrada para que se cambiaran de grupo. El plan era deshacerse de él legalmente, pero cuando, por 11 votos contra 10, el Senado se negó a abrir el sobre con las pruebas decisivas de tres cuentas bancarias ilegales de Estrada, el proceso de destitución abierto quedó bloqueado y a la oposición no le quedó otra opción que la fuerza.

La dimisión del jefe del Estado Mayor y del ministro de Defensa fue la gota que colmó el vaso. El Tribunal Supremo, con el apoyo del Ejército y de los ex presidentes Fidel Ramos y Cory Aquino, decidieron nombrar presidenta a Gloria Macapagal. La rebelión popular hizo el resto. La nueva presidenta hereda uno de los países más corruptos de Asia, según el Banco Mundial. Su primer reto es restablecer la credibilidad del sistema político. Lo que haga con Estrada marcará su política. Muchos filipinos no han perdonado aún que a Marcos se le dejara huir a un exilio dorado. El segundo reto es el saneamiento de la economía. El delito más grave de Estrada no ha sido robar millones para dar un cobijo confortable a sus amantes oficiales y docenas de amigos mafiosos, sino ahuyentar a los inversores extranjeros, hundir el peso y espantar al capital nacional. Sólo en el 2000 salieron de Filipinas unos 10.000 millones de dólares.

26 Abril 2001

El colega Robin Hood

Luis Ignacio Parada

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El hombre de la foto policial se llama Joseph Ejército Estrada. Actor, cantante y director, participó en 120 películas. Ante la prohibición familiar de utilizar su identidad, usó el sobrenombre artístico de Erap, unapalabra que, leída al revés, corresponde a la voz tagala «paré» y significa «colega». Mujeriego confesado y no arrepentido, bebedor y jugador compulsivo, no terminó sus estudios, tiene cuatro familias y un número desconocido de hijos ilegítimos. Y presume de quererlos a todos. Tras ser alcalde y senador, en 1998 alcanzó la presidencia de Filipinas, un país de 80 millones de habitantes dispersos en más de siete mil islas cuya renta per cápita es de apenas 900 dólares y donde el 40 por ciento de la población sólo obtiene el 13 de la riqueza anual. «Ya habéis probado a gente inteligente en el poder. Y, ¿adónde hemos llegado? ¿Por qué no probáis a uno de los vuestros?». Ese fue su lema electoral. Destituido bajo la presión del Ejército y las clases media y alta del país, está acusado de saqueo de las arcas públicas, corrupción y perjurio. Pudo haberse apropiado de más de 400 millones de dólares procedentes del juego ilegal. Según una ley filipina de 1994, cualquier persona hallada culpable de desvío de fondos públicos superior a un millón de dólares puede ser condenada a muerte. La ley no ha sido nunca aplicada. Y tal vez no lo sea, porque esta especie de Robin Hood, este «colega» que hacía papeles de héroe que roba a los ricos para dárselo a los pobres, es todavía ídolo de las clases más desfavorecidas, aunque haya interpretado al revés su último papel.