3 abril 1931

Castrovido hace un alegato contra el capitalismo para justificar su marcha

Roberto Castrovido abandona LA VOZ tras el cambio de propietario para pasarse a EL LIBERAL causando un enfrentamiento mediático

Hechos

  • El 3.04.1931 el diario EL LIBERAL publicó que D. Roberto Castrovido abandonaba su condición de columnista de LA VOZ para pasar a serlo de EL LIBERAL.

Lecturas

La Nación y La Tierra informan del cambio de propiedad de El Sol y La Voz con motivo de la venta de sus acciones por parte de D. Nicolás María de Urgoiti Achúcarro y el presumible giro de una línea editorial republicana a una línea editorial monárquica.

Con motivo de la venta Roberto Castrovido Sanz abandona La Voz y se pasa a El Liberal de Francisco Villanueva Oñate, desde donde considera que La Voz ahora estará sometido a intereses económicos. El periódico La Voz responde que también se puede lanzar esa acusación a los diarios El Liberal y El Heraldo de Madrid, propiedad ambos de los hermanos Manuel Busquets George y Juan Busquets George, vinculados con el sector petrolífero.

Nicolás María de Urgoiti Achúcarro funda la publicación Crisol en cuyo primer número asegura que se vio forzado a vender El Sol y La Voz.

03 Abril 1931

¿Cómo? ¿Por qué?

Roberto Castrovido

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Sé poco, amigos; diré lo que sepa, y quién dice lo que sabe, ya está libre de toda otra obligación.

Haced corro y escuchadme.

Tiempo ha que unos señoritangos de Bilbao jugaron a hacer de monteros de Espinosa, más procedieron tan desmayada y atolondradamente que en vez de apagar el ‘delenda’ formidable de Ortega y Gasset, le sirvieron de eco, divulgándolo por valles, puertos y cordilleras, y no satisfechos todavía, se prestaron humildes o inconscientes a ser altavoces del magnífico ‘Delenda est monarchía’. Y con el triunfo de EL SOL y LA VOZ sobre la ajesuitada Papelera, terminó la primera jornada de esta comedia de figurones.

En esto Matos y Berenguer discurren su engañabobos electoral y un tiburón baja a las almadrabas de Cádiz y Huelva pidiendo un distrito a cambio de una senaduría. Cae la segunda dictadura y es reemplazada por un Gobierno heterogéneo, de concordia civil y su inventor, el Sr. Cierva, resucita la cuestión aparentemente resuelta, y amenaza ala Papelera con hacer con ella pajaritas de papel tan diminutas y artísticas cual las que suele elaborar el gran Unamuno mientras sueña y el adalid centrista señor Cambó cuando discurre algo concreto y realista, como el crédito desacreditado del norteamericano Morgan.

La Papelera, asustada, se mostró propicia a vender sus acciones a quien se las quisiera comprar, con la única excepción del Sr. Urgoiti. En esto suenan piporros dentro y aparece un fantasmón, semejante al Don Basilio, de ‘El barbero de Sevilla’. “¡Bona será!” Como un vampiro sus negras y enormes alas, agita la sotana el tragicómico esperpento. Nubla la luz del sol. Habla cavernosamente de comprar. Y se va cántaro bajito el aria de la calumnia. ¿Por qué apareció? ¿Por qué se fue? ¿Fracasó? ¿No quisieron su dinero? Ignoró las respuestas a tales preguntas. Lo que sé es que los de las almadrabas, asustados por el tiburón de marras y molestados antes por el jefe jerezano, compraron las acciones de la Papelera y las de D. Nicolás Urgoiti, el propietario del CRISOL, que ha hecho acrisolado negocio. Dios se lo aumente.

Y lo que eran monteras de papel, a la vieja usanza de las redacciones se trocaron por arte mágico en atunes, y yo, por no gustar a mis años de tales transformaciones, me vine a EL LIBERAL, renunciando no sin pena a la colaboración de LA VOZ la noche antes de la casi general dispersión de colaboradores y redactores de EL SOL y algunos días después de la renuncia de Javierito Bueno.

EL SOL y LA VOZ desde que nacieron, fueron monárquicos. Pero desde el famoso ‘delenda’, este grito constituye el programa mínimo de una ideología política.

Nada tengo que reprochar hasta ahora a la nueva empresa y menos a los queridos compañeros, amigos todos, correligionarios muchos, que permanecen en LA VOZ.

¿Entonces por qué me he marchado? – preguntaréis si sois curiosos – Pues por una razón análoga a la que da el Tenorio, de Zorrilla, y que aprovecho yo, dirigiéndome a los señoritos bilbaínos, a los jesuitillas de la Papelera y al vestigio semejante al Don Basilio:

“Imposible la hais dejado para vos y para mí”.

Para mí, porque estoy al servicio de los servidores de la República y porque estas trocamudanzas me han convertido en republicano a secas, defensor de la revolución política, en republicano soviético partidario de la revolución social.

No me limito a repetir el apóstrofe de León Gambetta ‘el clericalismo: he ahí el enemigo’, sino que lo amplio considerando enemigo también, y más formidable, al capitalismo.

De bonísima gana iría a un periódico fundado, dirigido y sostenido, o cuando menos controlado por periodistas sin accionistas ni capitalistas, sin industriales, sin empresarios ni patronos; pero éste mi ideal es irrealizable por tres causas: la primera, imputable a los periodistas; la segunda, al público, y la tercera, a la ratonera, cepo y artilugio falsificador y violentador, llamado hiperbólicamente Estado.

Los periodistas son ineptos y no por el individualismo, que no es un mal, antes es un bien, sino por la propensión al rebaño que va borrando las personalidades acusadas, briosas, capaces de llamar de tú a la atuoridad y de tirar por la ventana, o por la escalera, que convertirá el libre periodismo en burocrático cuerpo cerrado hasta el favor de los dioses y de las musas por estar rigurosamente sujeto al escalafón.

El respetable público se entera mal de todo. Favorece al indigno y desampara al honrado expositor de la verdad.

Y como falta confianza en los administradores de justicia y en las autoridades que interpretan las leyes, y como éstas van adonde quieren, no ya reyes, sino ministros, gobernadores civiles y militares, obispos, directores generales de Seguridad y hasta guardias de Seguridad, el periódico de periodistas, de trabajadores exclusivamente, quedaría a merced de lo que llamamos Estado, suerte equiparable la suya, la de un periódico de ideas, a la de una hoja llevada por el viento.

03 Abril 1931

Una baja y un agravio

LA VOZ (Director: Enrique Fajardo 'Fabián Vidal')

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Don Roberto Castrovido ha sido baja en el cuadro de colaboradores de LA VOZ.

Y ha sido baja, no por culpa de la Empresa, ni mucho menos por deseo de la Dirección. La empresa y la Dirección de LA VOZ rogaron con insistencia a D. Roberto Castrovido que siquiera colaborando en LA VOZ, con plena y absoluta libertad, sin más limitación que la que imponen las leyes a los trabajos periodísticos.

Respondió que reflexionaría. El resultado de sus reflexiones ha sido la dimisión. ¿La causa de su actitud? La expone hoy en EL LIBERAL.

Para defender el sovietismo y la revolución social y atacar al capitalismo el Sr. Castrovido abandona LA VOZ y se va a EL LIBERAL. Ignorábamos que EL LIBERAL fuera un diario bolchevique. Casi estamos seguros, porque conocemos a sus propietarios, a su director y a sus redactores de que no lo es.

Lamentamos la resolución del Sr. Castrovido que venía colaborando en LA VOZ desde su fundación.

Tenemos que respetarla y la respetamos.

Si extrañeza nos ha causado la actitud del Sr. Castrovido, más tiene que causarnos la de EL LIBERAL.

EL LIBERAL, periódico de la mañana, con el que siempre hemos mantenido relaciones cordialísimas, podía haber dado cuenta a sus lectores del alta en su colaboración del Sr. Castrovido sin tratar de agraviarnos.

Habla de papeleras y de almadrabas. Nosotros podríamos hablar, refiriéndonos a él, de grasas y de lubricantes. Sin embargo no lo hacemos. Siempre hemos separado lo que debe separarse. Los periódicos dignos de tal nombre tienen un programa y una ideología. LA VOZ tiene ambas cosas. Y las ha mantenido y las mantiene a través de los cambios de Empresa, como saben sus lectores y pueden comprobar a diario.

Cuando el Sr. Urgoiti y La Papelera vendieron sus acciones y sus derechos la Dirección y Redacción de LA VOZ preguntaron al presidente del nuevo Consejo de administración, el ex diputado reformista D. Ramón Solano y Manso de Zúñiga, qué programa y qué ideología eran las suyas.

Don Ramón Solano y Manso de Zúñiga contestó categóricamente que LA VOZ – como EL SOL – no cambiaron absolutamente en nada; que seguirían siendo lo que siempre habían sido, y que los colaboradores podrían decir, con su firma todo lo que quisieran, sin más limitaciones que las señaladas por las reglas del buen gusto y por las leyes vigentes.

Y la Dirección, la Redacción y la mayoría de los colaboradores de LA VOZ respondieron entonces que seguirían en sus puestos mientras la promesa fuera cumplida y que se marcharían si algún día – lo que no esperaban, pues no podían dudar de la palabra de un hombre de honor se intentara modificar en sentido reaccionario la tendencia del periódico.

Sépalo EL LIBERAL de una vez para siempre. En las columnas de LA VOZ no hay papeleras ni almadrabas, como no hay en EL LIBERAL, según afirma y nosotros creemos, lubificantes ni grasas barcelonesas.

Cuando EL LIBERAL mudó de Empresa no modificó su ideología. Ese, exactamente, es el caso de LA VOZ y EL SOL.

Y no consideramos lícito que a una fraternidad periodística muchas veces demostrada, a lo menos por nuestra parte, se responda ahora con agravios y agresiones que cualquiera diría están inspiradas exclusivamente por un espíritu de competencia mercantil.

04 Abril 1931

Almadrabas y lubrificantes. ¡Basta ya de insidias!

EL LIBERAL (Director: Francisco Villanueva)

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Nos hacemos cargo de la situación de nuestro querido colega LA VOZ, no le guardamos ningún rencor por la destemplanza con que ayer contestaba a la forma en que recibimos en estas columnas la colaboración de Roberto Castrovido. El ilustre periodista se creyó en el caso de explicar a sus lectores el ‘cómo’ y el ‘por qué’ dejaba la colaboración de LA VOZ y aceptaba la que le tenía ofrecida – ¡desde hace mucho tiempo! – EL LIBERAL.

Hablaba con este motivo el maestro Castrovido de la Papelera, de las almadrabas, de tiburones y de atunes, y nosotros le recibíamos diciéndole que aquí estaría como en su propia casa, porque aquí no había más papeleras que las de las mesas de redacción, ni almadrabas, ni tiburones, ni atunes. Era una leve glosa de lo que él había escrito y estábamos muy lejos de creer que con ello pudiera molestarse un colega con el que siempre tuvimos la mayor cordialidad en las relaciones. Lo cierto es que se ha molestado. Debemos a atribuirlo a la hipersensibilidad que le ha producido el cambio de Empresa y sus efectos en el público; pero no tenemos más remedio que salir al paso de la insidia para que no cunda.

“Nosotros podríamos hablar, refiriéndonos a EL LIBERAL de grasas y de lubrificantes. Sin embargo, no lo hacemos”.

¿Y por qué no lo hace? Está en el deber de hacerlo después de haberlo insinuado. Nosotorsl e requerimos para que lo haga. Y suponemos no nos hará esperar más tiempo del que tarde en aparecer su número de hoy.

Vamos a facilitarle el camino saliendo ¡POR ÚNICA VEZ! Al paso de esa insidia que se viene esgrimiendo contra los gestores de la Sociedad Editora Universal, nuestros queridos amigos los Sres. Busquet.

Al efecto, les hemos interrogado sobre sus negocios y nos han hecho esta explícita declaración que nadie podrá rectificar.

  • La firma Busquet Hermanos y Compañía – nos han dicho – ha salido de la nada, no hay inconveniente en declararlo; no ha recibido ingresos inconfesables por ningún concepto, ni por ninguna parte, ni ha sido tampoco favorecida por el gordo de Navidad. Su situación actual la debe única y exclusivamente, a sus CUARENTA AÑOS DE TRABAJO CONSTANTE, ¿y por qué no decirlo? Al acierto que ha tenido en la dirección de los negocios creados por ella o en los que tuvo participación. Somos importadores y vencedores de lubrificantes DESDE HACE CUARENTA AÑOS, seguramente los decanos ya de los que se ocupan en este negocio en España. No soms, ni hemos sido nunca, representantes de la Standart; somos y hemos sido simpelemnte compradores de productos de esa entidad, como de muchas otras cosas del mismo ramo, lo cual no es lo mismo que tener representación. Ningún Gobierno ha tomado una sola decisión de carácter particular para favorecernos a nosotros, ni la hemos pedido nunca. Todas sus resoluciones han sido siempre de carácter general.

Ya está explicado, de una vez para siempre, lo de los lubrificantes. Se trata de un negocio perfectamente lícito, que se ejerce hoy por Busquet Hermanos en peores condiciones que nunca, por las restricciones impuestas por el Monopolio de Petróleos; un negocio tratado por esa razón social, de absoluta solvencia mundial, DURANTE MÁS DE CUARENTA AÑOS; un negocio que se veía desarrollando a base de marcas que constituyen una propiedad y del que no pudo despojar a nuestros amigos la dictadura, porque para ello hubiera tenido que expropiarles las marcas… Y prefirió desglosar del Monopolio el comercio de lubrificantes, evitándose así el desembolso de muchos millones de pesetas en concepto de indemnización.

Podemos, pues continuar usando los lubrificantes de Busquet Hermanos en nuestra sala de máquinas y donde nos plazca, sin que por ello se conmuevan los cimientos de la casa de EL LIBERAL con un ‘delenda’ cualquiera….

¿Ocurría lo mismo con la Papelera? ¿Sucede igual con lo de las almadrabas? Pues si es así, lo celebraremos mucho.

Y conste que nada de esto quiere decir que nosotros comparamos el criterio absurdo de que con ‘dinero monárquico’ no pueden editarse periódicos republicanos. Entendemos, por el contrario que el dinero no es monárquico, ni republicano, católico ni protestante, socialista ni individualista.

El capital es un factor, como el trabajo, que busca en la producción una renta y que no tiene confesión de ninguna clase.

Querer que hasta el dinero sea confesional es laborar por la guerra civil, y justifica que Castrovida de una idea de mal efecto que le ha producido lo ocurrido en EL SOL y en LA VOZ diciendo que hay que decir del capitalismo lo que Gambetta dijo del clericalismo: “voila Fenemi”.

Y conste también que ni por espíritu de competencia mercantil, que no tenemos por qué sentir, ni por ninguna otra razón, deseamos interrumpir la cordialidad de nuestras relación ni con la Redacción ni con la dirección de LA VOZ, en la que todos son unos excelentes camaradas, ni con la nueva Empresa, que para nosotros es una continuación de la anterior. Lo cortés no quita lo valiente, y por encima de las más opuestas ideologías sabemos convivir con nuestros compañeros en la Prensa y con nuestros amigos en  todas partes.