19 enero 1995

En un artículo de EL PAÍS que es replicado por Pablo Sebastián en EL MUNDO calificando a Savater de 'gallo del Morón'

Savater asegura que ‘un átomo’ de Felipe González tiene más decencia que Pablo Sebastián, Raúl del Pozo y Campmany juntos

Hechos

El 19.01.1995 Fernando Savater publicó el artículo ‘Conversión imperfecta’ en el diario EL PAÍS.

Lecturas

El 19 de enero de 1995 Fernando Fernández-Savater Martín publica en El País un artículo con referencias despectivas a Pablo Sebastián Bueno (El Mundo), Raúl del Pozo (El Mundo) y Jaime Campmany Díez de Revenga (ABC).

Sus enfrentamientos con D. Pablo Sebastián serán especialmente recurrentes, un mes después le calificará de ‘bribón imbécil‘ y en 1996 ambos tendrán una dura polémica desde sus respectivos periódicos.

19 Enero 1995

Conversión imperfecta

Fernando Savater

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Dos átomos de Felipe González encarcelados sumarían más que las tóneladas de honradez de Pablo Sebastián, Jaime Capmany, Raúl del Pozo y seis o siete reservas cuyos nombres guardo

A diferencia del comprensivo padre de la parábola evangélica, que acogió con alborozo al hijo pródigo, los sumos sacerdotes del antifelipismo no están dispuestos a aceptar a los nuevos conversos sino tras imponerles severas y humillantes penitencias. Y es que el antifelipismo siempre ha sido una religión exigente, y más ahora, cuando ha adoptado los modales feroces del integrismo. El principal -yo diría que único- dogma del antifelipismo consiste en, creer que todo lo llevado a cabo, directa o indirectamente, por el Gobierno socialista. encabezado por Felipe González, de la entrada en la OTAN al GAL, pasando por la reforma del mercado laboral, la política educativa, la reforma militar, los 130 novelistas de Carmen Romero, la corrupción, el AVE y la Expo, la cooperación en la guerra del Golfo y en Bosnia, la despenalización del aborto, Rubio, Roldán, etcétera, forma una unidad inconsútil y toda ella perversa. El mal sin mezcla de bien alguno. Algunos extremistas incluyen también en esta catástrofe ciclópea lo que. hizo Felipe ‘González antes de ser jefe de Gobierno, la transición, Suresnes, las actividades de Isidoro, la infancia proféticamente autoritaria, todo, lo que se dice iodo. Felipe no es una persona, ni siquiera un líder político, ni una antonomasia de los socialistas; es el título de un tríptico del Bosco, lleno de figuritas atroces que saquean, engañan, fornican y asesinan a mansalva sobre el fondo tormentoso de la carta de ajuste de Televisión Española.Para el antifelipista, quien no reza tres veces al día -en columna de prensa, tertulia radiofónica y televisión privada- las debidas jaculatorias contra el maligno pertenece, al reino infiel de las tinieblas, es decir: al felipismo. Aplicando su lógica integrista, supone que el felipista tiene también un solo dogma: creer que todo lo realizado por Felipe González y sus muchachos es estupendo, providencial. Por supuesto ejemplos de este felipismo no le faltan, de modo que puede vivir satisfactoriamente en su santa cólera. Pero, sucede que, como el felipismo ha sido durante largo tiempo religión mayoritaria, sus perfiles hace bastante que se han difuminado un tanto: hay felipistas practicantes pero poco creyentes, felipistas selectivos, felipistas tibios, felipistas a ratos, felipistas por resignación o temor de cosas peores, felipistas escépticos, irónicos, críticos; incluso felipistas por asco invencible a los antifelipistas (ahora estos últimos forman ya quizá la fracción mayoritaria). Naturalmente, el integrismo antifelipista no sólo no acepta tales matices, sino que los considera agravantes: cuanto más pretende un felipista discriminar entre lo bueno y lo malo del felipismo, más incurablemente reo de felipismo es.

De modo que la conversión a la religión salvadora del antifelipismo no es en modo alguno cosa fácil. No basta con abjurar de la corrupción, por ejemplo, o renunciar al GAL, a sus pompas (fúnebres) y a sus obras, firmando el primer manifiesto que te pongan delante. Las jornadas de expiación sobre la nieve ante las puertas de la ciudadela antifelipista no durarán tres días ni tres meses, sino quizá 30 años. Por definición, la conducta del infiel siempre es sospechosa: si protesta es la rata que abandona el barco, si «se defiende es el puerco aferrado a su pesebre y si se calla meneando la cabeza es un cordero, de cuyo silencio intelectual ya hay tanta bibliografía. En fin, qué le vamos a hacer.

Por mi parte, confieso con la testa cubierta de ceniza que estoy en la vía proficiente del antifelipismo. Aunque debo admitir que lejos aún de la conversión total. Por ejemplo: creo firmemente que si queda probado que Felipe González organizó los GAL debe ser juzgado, condenado y encarcelado. Y que en tal caso poca, decencia política se le podria suponer, quizá sólo un átomo o dos. Pero también creo que allí, en la mazmorra cruel, esos dos átomos sumarían más que las tóneladas de honradez de Pablo Sebastián, Jaime Capmany, Raúl del Pozo y seis o siete reservas cuyos nombres guardo in pectore. Padre, ¿hay aún salvación para mí?.

22 Enero 1995

Se avecina el destape de la gran conspiración

Aurora Pavón (Pablo Sebastián)

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Y aquí estamos tiritando y a la espera del torpedo oficial. ¡Pobre Fernando Savater! ahora que se pasó al enemigo, con la cabeza rapada y llena de ceniza, renace fiero González, cual Ave Fénix rapaz, de entre las suyas, dejando en evidencia al profesor de la ética felipista, desplumado y cacareando como el «Gallo de Morón»

Dicen que Jordi Pujol vino a Madrid a hablar con Felipe González «porque no se fía de los teléfonos». A eso hemos llegado. Hace unos días el «honorable» llamaba a los concursos de televisión en directo y decía: «Oiga Rubalcaba, dígale al presidente que estamos con él». Pero las cosas cambian, hay secretos de Gobierno que se dicen de Estado -como los crímenes del GAL, que pueden ser de Gobierno y no de Estado- y tenemos en puertas de la montaña el parto inesperado de un ratón llamado «mister Z», el jefe de la «gran conspiración». Asunto del que no se puede hablar por teléfono, porque te escuchan los amigos de Narcís que no sabemos para quién trabajan. Por eso vino Pujol con urgencia a Madrid.

Algo muy gordo están tramando para la semana entrante y nos tememos lo peor. Porque la situación económica y financiera española no puede ir a más y está costando un dineral al Banco de España, al INI y a los bancos privados a los que «obligan» a intervenir para mantener la situación. Los inversores lo saben, la Unión Europea también, y se espera que un país de los llamados nórdicos interrogue a Bruselas sobre el riesgo de que un tal «mister X» pueda presidir la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, y manchar de sangre, con sus manitas, el mantel.

Si a ello le añadimos el renacer de Filesa y de Ibercorp, y la incertidumbre política, la cara de complicidad con la que los nacionalistas amigos de González se preparan para a ir a las elecciones municipales, pues ya dirán ustedes cómo ven el panorama nacional. Y no digamos las caras del PSOE ante los comicios, sin perder de vista la crisis socialista que ahí está. Los renovadores saben que los GAL han caído de su lado, y que el guerrismo les señala y se lava las manos ante esta grave acción, aunque Amedo también citara a Alfonso Guerra como uno de los «informados» por los mandos intermedios de la trama, cosa que parecía lógica por su anterior condición de vicepresidente.

Pero, puestos a precisar, el GAL es «renovador». Y cuentan que Guerra, lejos de ir a Moncloa a reforzar la falsa unidad del PSOE, fue a pedirle a González que deje el poder, que salve lo que sea del partido y empiecen a negociar con el PP la salida electoral y en el PSOE el nombre del sucesor. A lo que González, ciego, frío y loco de poder respondió para desanimar a su «enemigo» interior: ¿Sabes lo de Marino Barbero? Guerra palideció, y el presidente, «generoso» con quien venía vestido de verdugo, le tranquilizó y le dio datos de su arma secreta, la «gran conspiración», a la que Guerra aludió, parco, en televisión.

González empieza a desvelar su feroz plan a los mas íntimos. Y cuenta a Pujol lo mismo que a Guerra y lo mismo que a sus amigos «renovadores», y a los traidores e impacientes, que comenzaban a moverle el sillón con el editorial del diario gubernamental «Final de etapa», en cuya redacción dicen que participó Javier Solana. Y es que, y González tiene algo de razón, los guerristas y renovadores, a la vista del sillón medio vacío del poder se impacientan y pierden los nervios. Y luego el patrón los deja en ridículo, les mira fiero a los ojos, les dice eso de: «¿Hay alguien en el partido que piense que lo puede hacer mejor que yo?» Y todos con la vista fija en el revólver que brilla sobre la mesa del campeón, mueven la cabeza y dicen no.

Y a pesar de lo «Brutos» -traidores- que son, el presidente, el gran González, les hace una concesión. Y aquí empieza el cuento largo y sinuoso de la «gran conspiración» con la que piensan que tienen atenazado a Baltasar Garzón, convencidos de que van a anular la actuación judicial por unas supuestas irregularidades del juez en la instrucción. La famosa trama de «mister Z», de la que nos vienen hablando y amenazando desde hace varios días, con un planificado calendario y escalada de hechos que conviene recomponer para acercarnos al plan.

El calendario de la conspiración

Cuando estalla el escándalo, González y Serra insisten, una y otra vez, en la independencia del poder judicial, en que hay que dejar trabajar en paz al juez. Incluso el presidente y el ministro Belloch critican a Barrionuevo sus declaraciones sobre Garzón, el primer aviso público de la «gran conspiración». A la vez, conocidos bufones del palacio de La Moncloa empiezan a propagar en los medios mas significativos del «pacto de los editores», Prisa y «Z» -con perdón-, la base teórica de la conspiración: del triángulo judeo-masónico, integrado por Pedro J., Garzón y Amedo, tal y como se vió en la portada de Tiempo. Teoría que van aireando por ahí los «dobermans» de Moncloa, los «joaquines», Almunia y Leguina.

Todo esto es el preámbulo, el introito al sacrificio que el gran González está preparando y que está al caer. Y mire usted por donde, y de acuerdo con una cuidada y precisa estrategia, aparece el preso Julián Sancristóbal en TVE denunciando, ¡por fín! la conspiración contra Felipe González, señalando a Garzón, insinuando que cierta prensa o periodista puede estar ahí, y amenazando -como hacía De la Rosa en la radio- con tirar de la manta oficial y desvelar, en fecha próxima, y con un testigo el nombre de «mister Z» y la misteriosa conspiración contra González.

Inmediatamente el diario gubernamental El Pais cambia el ritmo y publica un editorial recogiendo velas sobre aquel otro de «Final de etapa». Y, en vez de advertir como merece a Sancristóbal, advierte a Garzón de los peligros que existen si la instrucción del sumario GAL se ha hecho mal. Y le dice que él, y nadie mas, será el culpable si luego se anulan las actuaciones judiciales y todos salen de la cárcel y hay que volver a empezar, o dejarlo como está. Mientras, Almunia Amán, integrista felipista, confirma sin peros la acusación de Sancristóbal. Y González, reunido con jóvenes y «jóvenas» -que decía su mujer-, en un ambiente cándido y «au coin du feu», dice saber el «por qué, diez años después, salta el caso GAL».

Y cuando ya están los motores calientes llaman a capítulo, a Madrid, a los señores socios del nacionalismo Arzalluz y Pujol. Y el vasco se entrevista con Serra y sale eufórico poniendo a parir a jueces y periodistas (otra señal) y Pujol sale sonriente y moliendo trigo con las manos. Tranquilo y relajado y convencido de que debe estarse quieto y no dudar, ni pasear en andas a Adolfo Suárez, porque ha podido meter el dedo en la llaga de su Santo Tomás, y ya cree otra vez que González tiene cuerda suficiente para ahorcar a sus adversarios y seguir en el poder.

Y aquí estamos tiritando y a la espera del torpedo oficial. ¡Pobre Fernando Savater! ahora que se pasó al enemigo, con la cabeza rapada y llena de ceniza, renace fiero González, cual Ave Fénix rapaz, de entre las suyas, dejando en evidencia al profesor de la ética felipista, desplumado y cacareando como el «Gallo de Morón», aquel piloto bombardero de las mezquitas de Bagdad que llenaba los teatros con los «fondos reservados», para él, del ministerio de Cultura. El morito González no está muerto. No se precipiten sobre su cadáver o sobre su sillón.

El morito prepara su venganza y la bomba de la conspiración, si no es un simple cohete que hace ¡pum!, será lanzada por un cañón recortado para que tenga amplio efecto liquidador. Volvemos al «dos por el precio de uno»: jueces y prensa, ejemplarizados, a ser posible, en EL MUNDO y Garzón. Como se descuiden -comentan en privado en el búnker del poder- las togas ilustres del Poder Judicial, Manzanares y compañía, se van a tragar sus discursos y las asociaciones de jueces y fiscales sus comunidades sobre el Estado de Derecho, o ¿no le van a aplicar a Garzón el peso de la ley?

Así andan de crecidos en las catacumbas de Moncloa. Piensan que atacando a prensa y jueces -«el impulso democrático purificador»- los españoles se olvidarán de los veintiséis asesinatos de los GAL. De Rubio, Roldán, Galeote, Sancristóbal, Alvarez, Planchuelo, Justo, Vera, Corcuera, Barrionuevo, y «mister X». Creen que un golpe de mano de este alcance o -¿será el inquietante Belloch el encargado de propagar la cochina maniobra?- meten en casa a la pinza de Anguita con Aznar.

Y no saben el favor que se hacen, porque si dañan lo poco que queda de dignidad en la vida nacional, jueces y prensa, todo se habrá acabado. Y los españoles verán la corrupción del régimen en todo su esplendor. Y al final, como en las películas, más tarde o más temprano, vendrá justiciera la verdad y veremos a «mister X» en prisión. El fin del régimen, y la rebelión de las togas llegará. No sabemos cuándo pero llegará, como está llegando en GAL, Filesa e Ibercorp. Y lo de Italia será una broma comparado con la crisis española, que aunque gane tiempo, ahí está.