16 mayo 1906

El nombre de la empresa periodística será Sociedad Editorial Española S. A. y estará presidida por el periodista liberal Miguel Moya Ojanguren

Se constituye el ‘Trust’: una única empresa controlará los diarios EL IMPARCIAL, EL LIBERAL y EL HERALDO DE MADRID

Hechos

El 15 de mayo de 1906 se constituye la Sociedad Editorial Española S. A.

Lecturas

NACE EL TRUST DE MIGUEL MOYA OJANGUREN

El 16 de mayo de 1906 se presenta la Sociedad Editorial de España, que editará conjuntamente los periódicos El Imparcial, El Liberal y El Heraldo de Madrid, así como los periódicos regionales El Liberal de Sevilla, El Liberal de Barcelona, El Liberal de Bilbao y El Liberal de Murcia.

El comité ejecutivo de la Sociedad Editorial de España está presidido por D. Miguel Moya Ojanguren, con D. José Ortega Munilla como Vicepresidente, D. José Gasset Chinchilla como Secretario y D. Antonio Sacristán Zavala como secretario. D. Alfredo Vicenti Rey será el director de El Liberal, D. Luis López Ballesteros director de El Imparcial y José Francos Rodríguez director de El Heraldo de Madrid.

La Correspondencia de España y El Mercantil Valenciano informan de que se va a constituir un ‘Trust’ de periódicos formado por El Liberal, El Imparcial, El Heraldo de Madrid y el ABC. Este último desmiente que vaya a formar parte de él aunque reconoce que ha estado en negociaciones, pero sin llegar a acuerdo alguno. El periódico La Correspondencia de España así como El País Republicano exponen sus argumentos contrarios a que se cree un ‘Trust’ de periódicos. El Liberal, principal periódico del ‘Trust’ replica sus argumentos.

LOS PERIÓDICOS DEL TRUST:

ElImparcialLiberal_PortadaHeraldoMadridCabecera

En Madrid el ‘Trust’ de D. Miguel Moya Ojanguren controlará tres periódicos, el diario EL IMPARCIAL, considerado como el diario más influyente del siglo XIX en España. El diario EL LIBERAL y el periódico EL HERALDO DE MADRID que hasta ese momento estaba considerado el órgano de expresión del político D. José Canalejas.

CANALEJAS SE DESVINCULA DE EL HERALDO DE MADRID

 El político liberal D. José Canalejas que hasta ahora controlaba el periódico EL HERALDO DE MADRID ha anunciado que vendía las acciones del matutino, aunque se da por supuesto que el periódico seguirá manteniendo una línea editorial favorable a él.

Sobre el Trust de la prensa

ABC (Director: Torcuato Luca de Tena Álvarez Ossorio)

5-05-1906

Leer

Una aclaración. Por LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA de anoche nos enteramos de que EL MERCANTIL VALENCIANO, periódico con el cual no tenemos cambio, ha publicado un telegrama de su corresponsal en Madrid, acogiendo la noticia de que ha sido firmada la escritura constituyendo el trust de la prensa, en el cual entran los diarios EL LIBERAL, EL IMPARCIAL y EL HERALDO DE MADRID, agregando que ‘parece que existe la idea de suspender la publicación de ABC’.

Como la noticia que se refiere a ABC es en absoluto falsa y perjudica a nuestra publicación, nos creemos en el caso de hacerlo constar así y de explicar a nuestros lectores la verdad de lo ocurrido.

Es cierto que a nuestro director, señor Luca de Tena, se le invitó a formar parte de una Sociedad constituida por dos importantes diarios, y no lo es menos que no se llegó a un acuerdo. Se le propuso entonces la compra de los edificios y de los periódicos BLANCO Y NEGRO y ABC, sin que hasta la fecha exista ningún convenio, pues ni siquiera se ha discutido una sola de las bases.

Claro es, por lo trato que no se ha hablado de la desaparición de ABC ni sobre este punto habría admitido nuestro director discusión alguna.

ABC, que en los once meses que lleva de existencia ha conseguido codearse por su circulación e importancia con los diarios más antiguos, no está destinado a morir y sí a vivir cada día más prósperamente, mientras el público siga favoreciéndole como hasta ahora.

Hablemos del ‘Trust’

EL LIBERAL (Director: Alfredo Vicenti)

7-05-1906

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No porque se traiga y se lleve el nombre de EL LIBERAL unido para aviesas combinaciones al de otros estimados colegas, ni porque reconozcamos a nadie salvo al juez, el derecho de someternos a interrogatorio, sino porque el asunto puesto a la moda, anda tergiversado y desnaturalizado en todas las lenguas, vamos hoy a molestar a nuestros lectores con algunas consideraciones generales acerca del famoso trust en que se nos complica.

Cuando tengamos de qué hablar, hablaremos, y hablaremos largamente, extensamente, minuciosamente, como importa a los que viven del público y no podrían seguir viviendo sin poseer su omnímoda confianza.

NI en su noble aspecto profesional ni en su legítimo aspecto industrial representa el periódico una agrupación de fábricas, cuyos productos sean de primera necesidad y de consumo obligatorio.

No está en su mano embargar lectores ni imponerles tarifas. El que gusta de la hoja impresa, estima a los que la redactan, participa de sus ideas y presta crédito a sus juicios e informes, la adquiere y se complace diariamente en su lectura. El que se va defraudado, la deja y toma cualquier otra que responda mejor a sus aficiones, a su pensamiento o a sus instintos.

De todos los mercados, ese es el único en que no hay posibilidad material de acaparamiento. Reunidos todos los periódicos de Madrid y de provincias en una sola mano, cualquier modesto diario, fundado con unos cuantos miles de pesetas, y que fuera mar independiente o más desinteresado, se les llevaría de calle la totalidad de los clientes y de los lectores.

Y he ahí deshecha con unas pocas palabras, hijas del sentido común, la estupenda Babel que últimamente han levantado varios fantasiosos comentaristas.

Débese esto, en gran parte, al misterioso prestigio que entre nosotros si alcanzan ciertos vocablos extranjeros. Una cosa bautizada con nombre inglés y que parezca responder a usos de la Gran Bretaña, mejorados o empeorados en la América del Norte, da siempre idea de negocios magnos, pero turbios en que la equidad, la razón y el derecho salen forzosamente atropellados por la violencia, por el privilegio y por la codicia.

¡El trust de los periódicos! Jamás se ha pronunciado tanto y tan mal la palabra trust por multitud de dignas personas que no la conocían sino de cuarta o quinta referencia.

Para que no se pierda todo, y protestando de nuestro horror a la pedantería, echemos algunas definiciones por delante. Trust significa confianza, crédito, seguridad, y, en términos forenses, cargo, depósito, fidecomiso. To trust, encargar, confiar, tratar a crédito. Trustee, truster, flador, curador, tenedor de bienes encomendero, apoderado.

Podrá haberse torcido el concepto en sus aplicaciones; pero convengamos en que no hay nada de pecaminoso en su origen.

Viniendo al caso actual y dejándonos de didascálicas ridiculeces, importa ya advertir que el propósito de los que intentan fundar una Sociedad de carácter progresivo y defensivo, ningún parentesco tiene, según lo poco que nosotros sabemos de sus líneas generales, ni con los enigmáticos trust, ni con los bien conocidos ‘monopolios’.

Innumerables dislates se les han ocurrido para analizar el intento a los fiscales y jueces prematuros. No el pensar en lo más lleno, en lo más elemental en lo más simple.

En que los periódicos, como instrumentos de cultura y como empresas industriales están hoy amenazados por asechanzas, por vejámenes, por explotaciones y por peligros de que hasta hace poco se creían exentos.

¿No se acuerdan ya los suspicaces y gratuitos censores de las recientes discusiones parlamentarias? ¿No han visto allí crecer y abultarse la sombra de una ley especial, con la cual serán dueños los gobiernos presentes o futuros de embargar el material de un periódico de suspender su publicación y, en última instancia, de suprimirlo?

No, no se han percatado de eso los aristarcos, cuyo espíritu crítico se asemeja al de los mastines aldeanos, que en cuanto oyen el ruido de un tren se lanzan a la vía para ladrar y perseguir a la locomotora. Ni de que es perfectamente natural y lícito entre trabajadores similares unificar los esfuerzos y los servicios, no en lo que tengan de peculiar, sino en lo que tengan de común, y juntarse y coligarse, no para imponer tarifas o tasas a una clientela libérrima adventicia e incercible, sino para formar el cuadro ante cualquier linaje de imposiciones ajenas.

Han imaginado, en cambio, las más raras y pintorescas hipótesis.

Que el padre Martín había dejado prevenido el trust en su testamento para acabar de una vez con la democracia y para reconquistar a España ad majorem dei gloriam. Que el marqués de Urquijo y un grupo de banqueros ultraconservadores, puestos al servicio de Roma, y tal vez al de Maura, aprontaban un fuerte puñado de millones a fin de raer en una vigorosa alega de conjunto la escasa cizaña que aquí ha quedado de l Revolución de Septiembre. Que daba el dinero la Trasantlántica para que su considerable subvención, en el momento de renovarse, no tropezase y se fuese a pique. Que lo facilitaban varias casas inglesas, para obtener la concesión de fabulosas escuadras. Y que andaban en ello las empresas de ferrocarriles, siempre anhelantes de la consabida prórroga.

No se ha hablado de alguna tercera empresa de los puertos francos de Canarias por motivos de índole particularísima, y tampoco se ha insinuado que el pagano era el Gobierno, porque a todo el mundo le consta que hay periódico, EL LIBERAL entre ellos, que reparte anualmente a sus acciones cantidades superiores a las que cobran ha haberes todos los ministros juntos.

A lo cual dirá si que conserve unos a darmes de substancia gris.

¿Y cómo, ni a título de qué, seguiría el público comprando y leyendo esos periódicos, al ver que sus escritores predilectos – ya que hoy los periodistas antes anónimos han rescatado casi por entero su personalidad – cambiaban desvergonzadamente de camisa y se trocaban de socialistas o demócratas, en burgueses o neos asalariados?

Por cierto, y notado sea entre paréntesis, que el trust, aún sin nacer, ha prestado a la nación un importante servicio. De lo alegado contra él por neutros y conservadores, se infiere que esos conservadores y esos neutros votaran y trabajaran  como nosotros para anular el privilegio de la Trasatlántica y para impedir la prórroga de las concesiones de ferrocarriles en cuanto llegue la ocasión oportuna.

No; no se pretende nada de eso por la Sociedad Editorial en proyecto, que será en primer término, si se constituye, una Sociedad de periodistas. Se trata quizá de algo que tome a su cargo todo lo que hay de industria en la producción intelectual, granjeando de paso a esa producción más libertad y mayores provechos.

Por desusado tachan el proyecto los misoneístas. ¿Pues no han visto años ha, a una sola entidad dirigiendo en París la marcha de tres peri´dicos? ¿No saben que los más autorizados y sesudos diarios de aquella capital tienen alquilada su cuarta plana a personalidades o Sindicatos financieros? ¿Ignoran que en Inglaterra hay muchos grandes periódicos cuya dirección y cuya redacción se concretan a poner a una hora dada tantos o cuantos millares de números en manos de una empresa meramente administrativa?

REPLICA A EL LIBERAL

LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA (Director: Leopoldo Romeo)

9-05-1906

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Nosotros no hemos empleado nunca la palabra trust en su acención literal, sino en su amplio sentido. Y por eso hemos tenido buen cuidado de decir ‘trust, Sociedad acaparadora, Empresa monopolizadora o como quiera ser llamada’, indicando con esto, que el nombre no hace a la cosa y que se trataba de un acaparamiento de rotativos. Y demostración plena de que se trata de acaparamiento rotativo es el hecho de que la Sociedad tiene ya EL IMPARCIAL y EL LIBERAL y no sabemos de cierto si EL HERALDO DE MADRID, aún cuando la noticia no ha sido rectificada, como base fundamental del negocio, y en tratos ha estado con casi todos los demás rotativos.

 

Es decir, que la idea madre de los iniciadores ha sido formar una Sociedad, Sindicato, Empresa, trust, o como quiera ser llamada esa unificación de Empresas, en donde entrasen todos los rotativos.

 

Y eso es precisamente un trust, porque Trust es fideicomiso. To Trust es encargar a otro de negocios comunes y Truster es el que estando apoderado de negocios ajenos los administra en común. Es decir, que los diarios rotativos que constituyan esa Sociedad forman un Trust que negociará sus asuntos comunes, siendo su truster la gerencia que los administre. Por eso se llama a la unión de varias fábricas trust y truster al señor que lleva la suprema dirección, advirtiendo que la idea de trust no supone que no haya fábricas libres; supone solamente la unión del mayor núcleo para no hacerse competencia e imponer la ley al consumidor.

 

De modo que si aun empleado la palabra trust en su acepción más literal y restringida, hubiésemos pecado de ligereza censurable, puesto que el día en que una Empresa sea la dueña de todos o casi todos los rotativos, será un trust, aun cuando la palabra no suene bien en los oídos de los empresarios. Las cosas son lo que son y no lo que conviene que sean.

 

EL LIBERAL habla con desden de los arislarcos que imaginan raras y pintorescas hipótesis. Seguramente no alude a nosotros el colega, por varias razones. La primera, porque en nuestras columnas no nos hemos querido hacer eco de lo que sabemos son chismes de la maledicencia; la segunda porque tenemos de la Prensa más elevado concepto del que supondría dar crédito a esos rumores, y la tercera, por la razón abrumadora y olvidada por EL LIBERAL, de que cuando todos esos rumores circulaban por las calles estaba nuestro director en las Islas Canarias, y sería peregrino suponer que desde allí y por mágicas artes lanzase por las calles de Madrid las insidias que circulaban

 

¡Pero Dios santo, ¿Acaso ignora EL LIBERAL que los días en que esos rumores circulaban creían las gentes y redactores que varios colegas propalaban que LA CORRESPONDECIA DE ESPAÑA pertenece al trust?

 

Ya ve EL LIBERAL qcomo ese tiro por el disparado, no puede llegar jamás al blanco, y como es lamentable que olvide fechas y detalles.

 

Nosotros jamás hubiésemos hablado del trust sin esas murmuraciones, hablamos de él precisamente por ellas, pues al llegar a Madrid nuestro director se encontró con noticias lanzadas al comentario púlbico y que era menester rectificar por inexactas.

 

No sabemos y agradeceremos a EL LIBERAL que nos lo diga, qué periódicos eran esos de París, pues nosotros conocemos bien la Prensa francesa y sabemos que en Paris no hubo más Empresa con tres periódicos que la Empresa de Jaluzot, el famoso azucarero, condenado a prisión. Es decir, un negociante de azúcar que arruinó a mucha gente y que quiso también monopolizar periódicos, fracasando en su intento pues LA PATRIE y LA PRESSE han tener que ser vendidos recientemente a un Comtié de l´Action Liberate, fuerza política muy honesta y patriótica.

 

Y al hablar de Inglaterra, incurre el colega en análogo error. DAILY TELEGRAPH, DAILY MAIL, DAILY NEWS, DAILY CHRONICLE, THE TRIBUNE y THE TIMES no han soñado ni un solo momento en hacer lo que el colega supone, por ser diarios de ideas. Y si hay alguno que haga lo que EL LIBERAL afirma, será de los que pesan muy poco en la opinión inglesa.

 

Ya ve EL LIBERAL como en esta casa no se habla de memoria y como su argumento extranjero, que podría ser bueno para quienes no conozcan ni lo que sucede en España por ser gentes ignorantes, no tiene bondad alguna para quienes de cuando en cuando, aún sin ser lumbreras, nos asomamos al balcón desde donde se ven las cosas de Europa.

 

¿Peligra la libertad de los periódicos? ¿Peligra la dignidad de los periodistas? ¿Peligra el trabajo de cuantos del periódico viven?

 

Esas interrogaciones son afirmaciones en lo que EL LIBERAL escribe y nosotros no teníamos noticia de nada de eso. Pero cuando el colega lo dice, algo sabrá.

 

Nosotros, que no tenemos para que meternos en casa ajena, no hemos visto esos peligros y opinamos totalmente contrario al colega. Tan contrarios somos en opinión, que el peligro para el trabajo lo vemos en donde el clega supone el remedio a todos esos males. Y conste que nosotros nos limitamos a oponer una afirmación a otra, pues no dejará de ser licito y honorable que si un señor ve un peligro en que los diarios no se asocien, veamos nosotros el mismo peligro a otro mayor, en que los diarios se asocian.

 

Hoy, los diarios tienen ocho o diez empresas que dan el rumbo político a sus directores. Mañana será una sola la que lo trace. ¿Y dónde hay más peligro para la libertad de la Prensa, en que sea uno el que mande o en que sean ocho o diez? Para EL LIBERAL la libertad está en la unidad de mando. Pues que se quede el colega con su teoría y no tema que nadie le dispute la paternidad.

 

Hoy, cuando una Empresa despide a un redactor, halla éste fácil acomodo en otra. Mañana, cuando solo haya una Empresa. ¿Dónde irán a buscar trabajo los que sean despedidos o los que voluntariamente se despiden? Reuna el presidente de la Asociación de la Prensa a los periodistas, pregúnteles su opinión acerca de esa pregunta, y a su respuesta nos atendremos, porque seguramente pensarán como nosotros que el trabajo tiene mayores horizontes en la libre concurrencia que en los trust o empresas fusionadas.

 

Y de la dignidad no queremos hablar, porque los redactores españoles con trust y sin trust, lo mismo los que sirvan a esa Empresa que los que sirvan a diarios independientes, serán siempre modelos ante quienes deberemos quitarnos el sombrero porque en ninguna parte del mundo son los redactores más dignos que en España, pudiendo afirmar que el noventa y nueve por ciento irán al cielo vestidos y calzados en fuerza de sacrificios, de privaciones de honradez a prueba de seductoras tentaciones. Por eso no hay necesidad de buscar formularios para asegurar la dignidad de los periodistas que vegetan en esta labor diaria de llenar las hojas periodísticas, sin más porvenir que su modesta mensualidad y sin que nadie les llame a la parte cuando se trata de distribuir beneficios, a pesar de ser ellos quienes con sus talentos hacen el milagro de que los peri´dicos sean cotizados a precios fabulosos.

 

Aplaudimos sin reservas los alturistas deseosos del trust, Sindicatura, Sociedad Editorial, o lo que sea; pero no vemos la necesidad de que sea otra Empresa la que se encargue de reslizar el programa consignado en el párrafo final del artículo de EL LIBERAL, cuando cada periódico puede realizarlo aislado.

 

Para consolidar todos los respetos debidos a la profesión, y para contribuir al fomen to de la verdadera cultura y a la defensa de los verdaderos intereses nacionales, basta y sobra con que cada periódico a ello se consagre, sin necesidad de que todos estén en poder de un trust.

 

Y si el trust se va a utilizar para desasirse de las que el público considera sospechosos, como escribe EL LIBERAL declaramos sinceramente que no necesitamos entrar en el trust, pues el verbo desasir indica una acción auterior de asir y jamás estuvimos asidos a los lazos sospechosos a que EL LIBERAL se refiere. ¡Alta se las componga para desasirse el que asido se encuentre!

 

Como ven nuestros lectores, el artículo de EL LIBERAL no es más que colección de fuegos artificiales, pudiendo aprender de él muy pocas cosas.

 

La principal es que el trust según declaración de EL LIBERAL, será una fuerza empleada en desasirse de todos los lazos que el público considera sospechosos.

 

Y aunque poco, ya es bastante.

VUELTA AL TRUST

EL LIBERAL (Director: Alfredo Vicenti)

9-5-1906

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Rechazar la impertinencia de aquellos que prejuzgan a bulto las ideas y los propósitosajenos, y que parecen aspirar en serio a que nadie se mueva sin rendirles tarifa o sin pedirles consulta es un movimiento primo, no ya en la familia periodística, sino en el género humano.

Pasado ese primer movimiento, comprende el menos sufrido que las cosas del público en público deben ser tratadas, vengan de donde vinieran las incitaciones. En rigor, hay que agradecerlas y aprovecharlas, pues con ellas antes gana que pierde cualquier proyecto honrado, no temeroso, sino deseoso de la luz del día.

Por lo pronto, en esto del llamado trust de la prensa se han desvanecido ya todas las ridículas hipótesis que en un principio  hallaron crédito entre las gentes de rudimentario discurso.

Se alega – y comenzamos por la observación en que coinciden varios comentaristas de nuestro artículo de anteayer – que no hemos hablado de la Sociedad Editorial en formación con toda la claridad que al caso convenía. No se habla de cosas que tienen grados y progresiones cuando se afirma la primera piedra, sino cuando se pone la última. Al colocar esta diremos cuanto haya que decir; ante todo, porque se lo debemos al público, y luego porque sin decírselo no podríamos hacer nada.

A LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA, después de declararnos obligados por la liberalidad con que reprodujo nuestro artículo y por la justicia con que al final del suyo reconoce la sinceridad de nuestras intenciones, no hemos de pagarle afectando displicentes actitudes, ni convidándole, en daño de sus lectores y de loos nuestros, a controversias baldías.

Bástele saber, aunque ya de cierto lo sabe, que al citar ejemplos de la prensa francesa, no nos referíamos a Jules Jaluzot, sino a Fernando Xau, y que lo de pesar más o menos en la opinión, los periódicos ingleses que se editan del modo por nosotros dicho, es asunto en que ni LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA ni nosotros tenemos la balanza.

AL PÚBLICO

La Sociedad Editorial Española

16-05-1906

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Comunicado publicado de manera conjunta en EL HERALDO DE MADRID, EL LIBERAL y EL IMPARCIAL

Con el título que encabeza estas líneas se ha constituido una Asociación de periodistas que se propone mejorar en todos sus aspectos las condiciones de esa obra de difusión de ideas, de propaganda de la cultura y de defensa del derecho de los ciudadanos, que se sintetiza en la hoja diaria impresa.

Han iniciado y  llevado a ejecución tal pensamiento periodistas que comenzaron juntos hace muchos años  el aprendizaje de esta dura y honrada profesión, que no han interrumpido ni un día el ejercicio de ella, que no han entrado nunca en la disciplina y en las combinaciones de los partidos políticos que no han gozado ni aspirado a gozar las posiciones oficiales, que han luchado incesantemente contra lo que estimaron dañoso al interés público, sin que a los estímulos puros que guiaron sus plumas se mezclaran codicias de lucro o vanagloria. Treinta años de trabajo, realizados ante la opinión, acreditan la buena voluntad de los que lo han ejecutado.

Han procurado siempre concertarse con el espíritu público, y están seguros de que ni en un solo momento han faltado a lo que una vocación decidida les señalaba como deber fervorosamente proclamado. La Sociedad Editorial de España no es, pues, obra de hombres de partido ni de hombres de negocios: es sencilla y humildemente obra de periodistas.

EL IMPARCIAL y EL LIBERAL se han unido constituyendo la Sociedad Editorial de España. Esta sociedad ha recabado el concurso y la propiedad de EL HERALDO DE MADRID.

La Sociedad Editorial de España no se funda para monopolizar la influencia de la prensa política ni para reducir a un centro común de acción las campañas de los periódicos.

La Sociedad Editorial de España no se funda para favorecer negocios ni intereses de ninguna Empresa o Sociedad mercantil.

EL IMPERCIAL, EL LIBERAL, EL HERALDO DE MADRID, periódicos que pertenecen a la Sociedad Editorial de España conservarán su actual fisonomía, su tradicional carácter, la representación que les es propia en los distintos matices de la opinión liberal. Cada uno de estos periódicos tendrá en sus directores y sus redacciones la garantía de la absoluta independencia del criterio que ha de serles totalmente respetado.

Nada, pues, de monopolio del pensamiento. Nada de imposiciones de un dictamen común que se traduzca en el rumbo que EL IMPARCIAL, EL LIBERAL y EL HERALDO DE MADRID Hayan de seguir.

La Sociedad Editorial de España es una Sociedad anónima constituida con un capital de diez millones de pesetas representadas por 10.000 acciones de a mil pesetas cada una.

Es poseedora de los periódicos:

  • EL IMPARCIAL
  • EL LIBERAL
  • EL HERALDO DE MADRID
  • EL LIBERALL DE SEVILLA
  • EL LIBERAL DE BARCELONA
  • EL LIBERAL DE BILBAO
  • EL LIBERAL DE MURCIA

Se propone ampliar su acción editorial con otras publicaciones gráficas, literarias, científicas, bibliotecas populares, de recreo y de cultura, etc., etc.

EL Comité Ejecutivo de la Sociedad Editorial de España lo componen:

  1.  D. Miguel Moya Ojanguren – Presidente
  2.  D. José Ortega Munilla, Vicepresidente.
  3. D. José Gasset y Chinchilla, secretario.
  4. D. Antonio Sacristán y Zavala, Inspector gerente.

Han sido nombrados directores de los periódicos mencionados, los señores siguientes:

  •  Director de EL IMPARCIAL: D. Luis López-Ballesteros (reemplaza a D. José Ortega Munilla)
  •  Director de EL LIBERAL: D. Alfredo Vicenti (reemplaza a D. Miguel Moya Ojanguren)
  •  Director de EL HERALDO DE MADRID: D. José Francos Rodríguez.
  • Director de EL IMPARCIAL DE SEVILLA: D. Alfredo Murga
  • Director de EL LIBERAL DE BARCELONA: D. Dario Pérez
  • Director de EL IMPARCIAL DE BILBAO: D. Eladio Albéniz
  • Director de EL LIBERAL DE MURCIA: D. Mariano Perni.

La industrialización de la prensa

EL PAÍS (Director: Roberto Castrovido)

18-05-1906

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A un negocio periodístico se reduce en puridad, el tan traído y llevado trust de la prensa, como impropiamente se le ha calificado. ‘Es sencilla y humildemente – se ha dicho – obra de periodistas’. Dos periodistas ilustres, asociados a dos hombres de administración, constituyen, en efecto, el Comité ejecutivo de la Sociedad; pero observese que para realizar esas funciones de hombres de negocios, abandonan las de periodistas verdaderos, en las cuales tanta gloria conquistaron. Obsérvese también que en la primera manifestación colectiva de este Comité Ejecutivo se tien buen cuidado de poner la horca antes que el lugar, de echar desde luego el muerto a los directores de los tres periódicos asociados: ‘si fracasan, ellos serán los responsables’.

Buscar un negocio en una empresa periodística, es cosa natural, conveniente y hasta indispensable. Todo periódico exige grandes gastos, cada vez mayores, necesario en buscar ingresos que sostengan la publicación y proporcionen legítima ganancia. Siendo esto así, tan sencillo y llano, ¿por qué se censura generalmente y con violencia, que se convierta en negocio una profesión de las llamadas liberales?

Marca el negocio de la Sociedad Editorial de España una nueva fase en la evolución del periodismo español hacia su completo industrialismo. Se ha creado una Empresa industrial que va a fabricar periódicos, revistas y libros como pudiera producir mercancías. ¿Logrará salvar el dualismo entre lo material y lo intelectual? ¿Se favorecerá el provecho, el interés, a espensas de las ideas? Este es el riesgo, el único riesgo que interesa al público, a la nación, en cuanto puede influir en la cultura y en su moral.

Se pretende anticipadamente huir de ese peligro, aplicando al negocio el sistema federal: el periodista gozará de su independencia en su respectivo periódico que será autónomo. Ya EL HERALDO DE MADRID no puede ser llamado canalejista; ya EL IMPARCIAL no tiene relación alguna política con D. Rafael Gasset y D. Julio Burell, hombres públicos y personajes salidos de aquella redacción. Son ya verdaderamente periódicos impersonales, sin vínculo alguno con los partidos y los hombres políticos.

Perfectamente. Más en el caso que a la autonomía de cada diario se le determina una norma, un rumbo, al decir que cada uno de ellos seguirá siendo lo que fue: EL HERALDO DE MADRID continuará, pues, defendiendo la política monárquico democrático radical de la que es verbo el Sr. Canalejas, EL IMPARCIAL continuará siendo liberal templado y dinástico fervoroso y EL LIBERAL republicano sin filiación en los partidos que defienden la República. Con este arbitrio creen que desarraigan por completo el sectarismo, el personalismo, la estrechez de miras y la inflexibilidad de carácter, vicios atribuídos a lo pobres, pero honrados periódicos de partidos.

Los que subsisten, después de la evolución de la prensa, paralela, a la que han sufrido los partidos políticos, carecen de esas malas cualidades.

No sobrevive ni un periódico de partido a la antigua usanza; ni uno de aquellos estrechamente sometidos al jefe, cuya consigna recibía el director diariamente, con un consejo de notables, con dependencia administrativa de los comités. EL último vestigio de estos viejos periódicos, que ha hecho una labor digna de loa, desapareció acaso con EL ESPAÑOL de Maura, aparte de la prensa tradicionalista. EL SIGLO FUTURO es Nocedal.

EL PAÍS es periódico de ideales no de partido. Defiende y defenderá mientras exista la República; apoya a la Unión Republicana; pero su independencia y su libertad de vida y decriterio son omnímodas. No es sectario, es consecuente; no es personaista; no estrecha, sino amplia y generosa cree la mira de salvará España por la República, y no es inflexible sino con lo que juzga perjudicial para la patria y la libertad.

Es muy fácil caer en el excepticismo por huir de la intransigencia que llaman sectaria. Muy fácil.

El escepticismo, uno de los mayores males nacionales fomentará contra su propósito, fatalmente, la Editorial. El lector de sus periódicos no dará valor a las distintas ideas que cada uno sustenta, en cuanto sepa que para la Empresa vale lo mismo la monarquía que la República.

Y no puede argüirse que los tres son liberales y demócratas, diferenciándose únicamente en la forma de gobierno. Importantísimo es ya esto; pero si continúa cada cual fiel a sus antecedentes, en otras muchas cuestiones han de separarse.

Una hay ahora, planteada, la de Cataluña, de sumo interés, y , sin embargo, para la empresa editora lo mismo le da el casi federalismo defendido en mil notables artículos por el ilustre Vicenti que el centralismo intransigente de EL IMPARCIAL, el cual confunde con el separatismo toda la reivindicación autonomista, por débil y modesta que sea. Y algo de esto tenemos con el clericalismo, y algos con las personas. Canalejas y Moret no han sido gratos para EL LIBERAL que loos ha fustigado, como políticos, duramente, EL HERALDO DE MADRID verá un ídolo en Canalejas, y EL IMPARCIAL un semidios en Moret. ¿A quién va creer el público? A nadie.

El periódico ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin industrial, y el periodista ya n es Fulno artista o político que utiliza aquel medio para exponer sus ideas, se convierte en un asalariado, en un proletario, en algo que se enajena con los bienes inmuebles, en quisicosa.

La evolución nos llena de tristeza y únicamente nos consuela la esperanza de que, al completarse, favorezca la social al convertir a los intelectuales en proletarios.

Conversemos

EL LIBERAL (Director: Alfredo Vicenti)

19-05-1906

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Rehuimos, cuanto es decoro y en conciencia podemos,  las controversias periodísticas a la antigua usanza; pero nos agrada, nos desentumece y hasta nos sirve de reposo el conversar sobre asuntos de transcendencia general con aquellos colegas que los aprecian y los juzgan desde elevados puntos de vista. Esa satisfacción es mayor tratándose de EL PAÍS, con quien nos crean parentesco numerosos vínculos y coincidencias espirituales.

Al pie de su artículo de ayer. ‘La industrialización de la prensa’ pondríamos nuestra firma, en todo lo que a la esencia, atañe, salvando únicamente nuestro criterio respecto a algunas particularidades que atañen no más a la forma.

Es completamente exacto lo que EL PAÍS dice y ejemplo vivo el colega de la independencia con que un periódico si bien leal y adicto a una idea generosa, sabe sustraerse a conveniencias disciplinas e imposiciones partidarias.

Pero ¿Dónde está el mal que señala porque la Sociedad Editorial de España quiera que EL IMPARCIAL, EL HERALDO DE MADRID y EL LIBERAL continúen siendo lo que siempre han sido? ¿Es norma, es mandato, es hipoteca de la libertad del escritor, el deseo de que cada cual sienta y hable según hasta ahora ha venido hablando y sintiendo?

La libertad de expresión se agranda en proporción al número de los que pueden actuar o pesar en el ánimo de quien la ejercita.

El que depende de un solo patrono industrial o político, no tiene jamás la independencia que el que depende de diez o de veinte y bien cabe afirmar que esa independencia es total cuando la empresa está formanda por centenares de personas, entre las cuales no existe tal vez ni el lazo social dimanado del trato mutuo.

¿Por ventura no se fundan en eso la superioridad de la forma republicana ante la monárquica, y la ventaja que al gobierno personal lleva el gobierno representativo?

Cree EL PAÍS que los lectores, al saber que para la Empresa tanto vale la monarquía como la República no se fiarán de las ideas que los tres periódicos sustentan, aún siendo, como son los tres demócratas o liberales.

Por lo que toca a discrepancias mayores que las que EL PAÍS nota en la cuestión de Cataluña son las que existen, comenzando por el inteligentísimo colega, entre loos dignos miembros de la Unión Republicana. El Sr. Lerroux se va de Barcelona antes de que llegue el señor Salmerón porque en lo relativo a la solidaridad opina de distinta manera. Otro tanto les pasa en Madrid a muchas colectividades y personalidades de la Unión y hay quien protesta ya contra ciertas inteligencias ante la perspectiva de las elecciones futuras.

Lo propio aconteció en la época de las guerras coloniales. De veinte individuos que formaban el Directorio del partido republicano nacional, precursor de la Unión Republicana, solamente tres votaron por la autonomía de Cuba. Y sólo dos, el Sr. García Moreno y otro, cuyo nombre se omite, afirmaron que, de no bastar el régimen autonómico se debía otorgar de buen grado la independencia.

No es perniciosa esta diversidad, sino fecunda. Lo pernicioso es la uniformidad geométrica que ha relajado los vínculos interiores de España por atenerse a la trabazón tan violenta como insegura de la superficie.

No. El periodista salva su criterio y su independencia de los cambios de editor, cosa que antes no sucedía y el propio editor le reconoce aquel derecho, muy en contra de lo establecido por añejas y fatales costumbres.

El periodista de hoy es alguien. Es tanto, que muchas veces, con su talento y con su rectitud, dignifica y hasta redime al periódico en torno del cual se cernían antes vulgares prejuicios o infundadas sospechas.

En la obra intentada y que habrá de realizarse con el apoyo de los mismos que hoy la miran de través, se aspira a fines de cultura y de progreso muy superiores a los meramente políticos.

Para la política, en la acepción mezquina que suele darse al concepto, la unidad y la uniformidad están en su punto.

Para conseguir positivos avances, el instrumento adecuado tiene que poseer la libertad, la variedad y la diversidad de que en sus creaciones y evoluciones se sirve la Naturaleza.

Agrupando tendencias y no sumando individuos, es como progresan las naciones y los Estados.