1 marzo 1943

El periodista José María Alfaro y la mano derecha de Franco, Carrero Blanco, serán los Vicepresidentes de Las COrtes

Se reabren Las Cortes, ahora como institución de la Dictadura, presidida por el franquista vasco Esteban Bilbao

Hechos

El 16.03.1943 D. Esteban Bilbao cesó como ministro de justicia para asumir la presidencia de Las Cortes

Lecturas

El 16 de marzo de 1943 D. Esteban Bilbao Eguía, hasta ese momento ministro de Justicia, fue designado por el dictador de España, D. Francisco Franco Bahamonde, nuevo presidente de Las Cortes. (El nuevo ministro de justicia es D. Eduardo Aunós Pérez).

De esta forme vuelven a abrirse La Corte en las que en vez de diputados habrá procuradores designados por el dictador con el objetivo de representar los distintos sectores sociales y políticos de la España franquista.

La mesa de Las Cortes queda formada de la siguiente manera:

  • Presidente – D. Esteban Bilbao Eguía.
  • Vicepresidente 1º – D. José María Alfaro Polanco.
  • Vicepresidente 2º – D. Luis Carrero Blanco.
  • Secretario 1º – Marqués de la Valdavia.
  • Secretario 2º – D. Jesús Rivero Meneses.
  • Secretario 3º – D. Antonio Pagoaga.
  • Secretario 4º – D. José Miguel Guitarte.

Ese 16 de marzo se abren solemnemente Las Cortes con un discurso de D. Esteban Bilbao Eguía, que rinde homenaje a figuras del bando nacional asesinadas por el bando del Frente Popular durante la Guerra Civil como D. Víctor Pradera, D. Ramiro de Maeztu, D. José Calvo Sotelo, D. José Albiñana, D. Joaquín Beunza y, por encima de todos, D. José Antonio Primo de Rivera Sáenz de Heredia.

ESTEBAN BILBAO RECUERDA A LOS DIPUTADOS ASESINADOS POR LA GUERRA CIVIL

En su discurso de toma de posesión el Sr. Bilbao citó a los diputados de derecha que habían asesinado por la Guerra Civil.

«Silenciarlo sería una ingratitud, los acentos clarividentes de aquellos precursores voceros tenaces de una protesta heroica, que habiendo vislumbrado las luces del cercano día, no pudieron compartir con nosotros esta hora feliz premio reservado, sin duda por la providencia al mérito de valioso sacrificio: José Antonio Primo de Rivera, cuya noble juventud se levantaba en esos escaños ardiendo en llamaradas, con la convicción de un apostol y la impaciencia de un martir; Víctor Pradera, voz de la tradición, debelador incansable de nacional anhelo supremo de su corazón enamorado de la Patria, Ramiro de Maeztu, cuyo pensamiento macizo descargaba sobre la frente del adversario las voces recias de sus victoriosos apóstrofes; José Calvo Sotelo, cuya figura arrogante iluminaba con el fulgor de su próximo martirio, se alzaba desdeñosa frente a la amenaza cobarde de sus vengativos contradictores; Albiñana, Joaquín Beunza y tantos y tantos otros, que yo no podría recordar aquí, vícitimas de su patriotismo y su fe.»