20 marzo 1942

Aparentemente no hubo ningún móvil político en su muerte, sino los dolores de su enfermedad

Dolores Ibarruri ‘La Pasionaria’, nueva Secretaria General del PCE tras el suicidio de José Díaz Ramos en la Unión Soviética

Hechos

20 de marzo de 1942 falleció D. José Díaz Ramos tras caer por una ventana.

Lecturas

El 20 de marzo de 1942 falleció D. José Díaz Ramos tras caer por una ventana. El Sr. Díaz Ramos era secretario general del PCE desde septiembre de 1932 cuando fue expulsado su antecesor D. José Bullejos.

Aunque Dña. Dolores Ibarruri Ruiz ‘Pasionaria’ asuma la secretaría general del PCE, como ‘figura fuerte’ de la ejecutiva queda situado D. Vicente Uribe, fiel a las consignas del PCUS y de Stalin al igual que ‘Pasionaria’

¿’SUICIDIO’ O ‘PURGA’ STALINISTA?

jose_diaz Dña. Dolores Ibarruri ‘La Pasionaria’ será la nueva Secretaria General del PCE con el visto bueno de la Unión Soviética reemplazando al líder del PCE, D. José Díaz, que se suicidó arrojándose por una ventana. La versión oficial es que se suicidó ante los dolores que sufría por su enfermedad. El hecho de que su muerte se produjera en la época de las purgas stalinistas podía hacer pensar en esa opción, pero nunca aparecieron pruebas o testimonios que reforzaran esa dirección.

LA DERROTA DE JESÚS HERNÁNDEZ

jesus_hernandez El nombramiento de la Sra. Ibarruri para liderar el PCE suponía una seria derrota para D. Jesús Hernández que, como ministro de Instrucción Pública en el Gobierno del Frente Popular había sido uno de los principales líderes comunistas durante la Guerra Civil Española.

El Sr. Hernández sería muy crítico con la actitud del Gobierno de la URSS en las reuniones para ‘analizar’ la derrota de la izquierda en la Guerra Civil Española acusando a los líderes de pretender humillar a todos los dirigentes menos a la Sra. Ibarruri y a su marido, el Sr. Antón.

Memorias

Santiago Carrillo

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En 1942 murió José Díaz. Se le había reproducido el cáncer del estómago que ya le habían operado tres veces y cuando el peligro se cernió sobre Moscú, fue enviado al Cáucaso. Allí se le reprodujeron los dolores y sabiendo que no había remedio – como me había dicho al despedirme en Moscú – decidió poner fin a su vida echándose por un balcón. Escribió una breve carta de despedida a Dolores en la que le encomendaba ‘velar por la unidad del partido cmo por las niñas de sus ojos’.

Esa carta, de puño y letra de Pepe, en la que decía también que los dolores se habían vuelto insoportables, la conocí bastantes años después. No sé quien había decidido en Moscú ocultar que Pepe se había suicidado; por lo visto alguien que consideraba el suicidio como una debilidad y que la extraordinaria historia del dirigente comunista no debía terminar con ese borrón. Lo cierto es que tan asburda decisión dio pábulo a la más diversas fábulas y especulaciones políticas. Entonces, a pesar de las palabras de Marx ‘nada humano me es ajeno’ los comunistas propendíamos a cultivar las imágenes de cromo de nuestros dirigentes.

No dude que la continuadora de José Díaz, como secretario general, debía ser Dolores Ibárruri, que había compartido con el finado la cabecera del Partido en los años difíciles de la guerra. Pero – como supe más tarde -en aquel momento se libraba en Moscú una dura batalla, pues al puesto optaba entonces Jesús Hernández, residente también en la capital soviética, que había conseguido influir sobre Líster, Enrique Castro y otras personalidades del Partido para que le apoyasen en sus ambiciones.

Hernández gozaba en Moscú del status de corresponsal de prensa extranjero, pues enviaba artículos sobre la marcha de las operaciones a periódicos latinoamericanos. Los corresponsales extranjeros tenían acceso a economatos especiales donde ellos y los diplomáticos podían proveerse de artículos de alimentos y bebidas que no estaban al alcance de los demás mortales en la ciudad. El feliz afortunado que gozaba de tales privilegios podía cultivar amistades y adhesiones y Hernández que, además era un hombre hábil y simpático, no se privó de utilizarlos para propiciar su candidatura.

En un partido de hombres, Dolores Ibarruri, pese a ser la figura más popular, no tenía fácil ser nombrada secretaria general. Se habría realizado una aviesa campaña de desprestigio del más puro carácter machista basada en que se había separado de su marido para unirse a Francisco Antón; lo que Hernández y sus seguidores habían hecho repetidamente, cambiar de cónyuge era imperdonable en Pasionaria aunque lo hubiera hecho una sola vez. La campaña de la que se le hizo objeto fue una de las bajezas mayores concoidas durante la emigración. Fue tan dura que a partir de entonces Dolores renunció a toda su vida personal, rompió su relación y aceptó la secretaria general del partido como un cáliz amargo que había de procurarle escasas satisfacciones personales.

A partir de la designación de Dolores, Hernánez con ENrique de Castro prepararon su viaje a México con intención de reproducir allí la batalla que habían perdido en Moscú. Pero en México las ambiciones de Hernández volvieron a ser derrotadas. El despecho parió dos libros, uno de Hernández – «Yo fui ministro de Stalin» – y otro Enrique Castro -» Hombres made in Moscú» – a cuál más infecto.

Al mencionar a Dolores, como la heredera política de José Stalin estaba lejos de imaginar la batalla que se desarrollaba en la sede de la IC. Si el cargo hubiera ido a Hernández, la crisis en el partido habría sido gravísima, carecía de autoridad moral para ocupar la máxima responsabilidad. (Pag. 358-360).

Santiago Carrillo, crónica de un secretario general

Fernando Claudín

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En 1942 se produce la muerte José Díaz. Durante muchos años nadie supo, salvo algunos funcionarios soviéticos, Pasionaria, y tal vez otros dirigentes de máxima jerarquía del PCE, que José Díaz puso fin a su vida arrojándose por ua ventana de la clínica de Tbilisi, la capital de Georgia, adonde había sido evacuado cuando los ejércitos hitlerianos llegaron a las puertas de Moscú. Ni isquiera Jesús Hernández menciona el hecho aunque su libro está publicado en 1953 y él había salido de Moscú más de un año después de la muerte del secretario general del PCE. Hasta hoy siguen desconociendose a ciencia cierta las razones del suicidio. ¿DEcisión de poner fin a los sufrimientos de una enfermedad incrable? ¿Desesperanza ante la posibilidad, que en aquel momento parecía muy verosímil, de que la Unión Soviética fuera derrotada? ¿Desilusión profunda ante lo que era realmente la patria del socialismo? La desaparición de José Díaz abre una crisis que se resolvió a favor de Pasionaria contra la opinión de un importante núcleo de cuadros políticos y militares del partido que proponían a Jesús Hernández. El litigio fue resuelto a favor de Pasionaria por Dimitrov y Manuilski, tal vez porque Jesus Hernández no ofrecía suficientes garantías de fidelidad a Moscú, según su testimonio.

Uribe temía que Jesús Hernández, al que no podía ver – y la aversión era recíproca – pudiera tener mayores posibilidades que él si se descartaba a Pasionaria

El país de la gran mentira

Jesús Hernández

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«En vez de una reunión de camaradas responsables que estudiaban unos acontecimientos históricos, me encontré con una especie de tribunal con la misión de investigar la vida y milagros de cada dirigente del partido. Allí no quedó títere con cabeza. Todos, absolutamente todos menos Pasionaria y – ¡Como no! – ‘la revelación de nuestra Guerra Antón’, como tuvo el tupé de declarar Pasionaria. A los ministros nos pusieron como chupas de domine. A Líster y a Modesto se les vapuleó de tal forma que sus barretas y entorchados no los hubiera envidiado un cabo furriel. La reunión se preparó con una doble finalidad. Salvar toda responsabilidad de la URSS y elegir como jefe efectivo del PCE, heredera de José Díaz».

(D. Jesús Hernández en ‘El País de la Gran Mentira’).