16 mayo 1939

El periodista asegura ser un admirador de Catalunya, aunque es contrario al uso del idioma catalán

El ministro Serrano Suñer nombra al falangista Luis de Galinsoga nuevo Director de LA VANGUARDIA Española, ex director del ABC

Hechos

El 16.05.1939 el diario LA VANGUARDIA Española recogió el nombramiento de D. Luis Martínez de Galinsoga como nuevo director del periódico.

Lecturas

Constantes árticulos y editoriales a favor de la dictadura:

«Franco ha de reflejar ante la posteridad y para ejemplo de estadistas y de gobernantes una impavidez, una fortaleza de ánimo, un temple, en suma, gracias al cual España se siente cada vez más firme y segura de su presente y de su porvenir». (D. Luis Martínez de Galinsoga, LA VANGUARDIA Española, 1-10-1959)

EL CONDE DE GODÓ  ‘ENTREGA’ A GAZIEL

Para recuperar el control de LA VANGUARDIA y el de su empresa editora, TISA, D. Carlos Godó, ‘Conde de Godó’, no sólo ha tenido que aceptar la designación de D. Luis de Galinsoga como director, también ha tenido que justificar por qué LA VANGUARDIA respaldó la creación de la Generalitat de Catalunya en 1931 en lugar de oponerse a ella como hizo el ABC. El Sr. Godó al declarar ante las autoridades franquistas responsabilizó de todo ello al director del periódico en ese periodo, ‘Gaziel’, odiado por extremistas de ambos bandos, y que, según el Sr. Godó, había sido cómplice de los nacionalistas catalanes en la ‘incitación a la rebelión’.  Consiguiendo así el conde de Godó quedar exonerado mientras que que a ‘Gaziel’ se le prohibía poder volver a escribir en prensa en ningún periódico del Estado.

GALINSOGA PRESCINDE DE JOSEP PLA

 El escritor catalán D. Josep Pla, que había figurado como Subdirector de LA VANGUARDIA en el breve tiempo en que la dirección había sido ocupada por D. Manuel Aznar Zubigaray, no formará parte del equipo de D. Luis de Galinsoga. El Sr. Pla abandonará Barcelona, pero no se descarte que colabore en otro tipo de publicaciones (revistas).

08 Junio 1939

Hablar como Franco

Luis de Galinsoga

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Estaría bien,  y sería encantadora la multiplicación del caso, que en cada tienda de España una poligiota aguardase tras el mostrador la llegada de los eventuales compradores de cualquier nacionalidad del mundo. Lo que no está bien en este momento, sangrante todavía España de la guerra feroz que nos ha costado arrancar su soberanía y su unidad a las garras internacionales difusas y de algunas naciones muy concretas, es exhibir como un título y un mérito preferente al seo más o menos chapurrado de los idiomas que no son el nacional de España. En esa guantería, por ejemplo, en que yo ví días pasados el cartelillo pedante, y con tan sospechoso resablo de los tiempos señoreados por el signo liberal, ‘oh parla français’, es enternecedor que haya un dependiente que en efecto habla francés. Al fin y al cabo se trata de un adorno que nunca va mal a la marea de una guantería. Pero, sobre ser nadante, no es necesario mostrar con tanto retintín esta suficiencia fiológica. ¿No recuerdan la deliciosa crítica aquella de Eca de Queiroz? Una vieja dama portuguesa, que sin poseer más que su idioma vernáculo, cerrado o intransigente, anduvo por todo el mundo y en ningún hotel posada o  fonda le faltó el par de huevos pasados por agua que solía tomar como cena; jamás supo nombrar los huevos sino en su hermético portugués ‘miñoto’ y jamás se preocupó de aprenderlo de otra manera, porque siempre, indefeotiblemente y sin fallo, le bastó dirigirse al camarero, ahuecar sus manos batiéndolas como las alas de una gallinay modular esta universal onomatopeya: ‘qui-qui-riqui’. El francés o la francesa que entren en la guantería en donde ‘On parle français’, necesitarán aún marcha menos no sepan una palabra de español, para adquirir unos magníficos guantes.

No, no. Mucho cuidado con estas licencias respecto al lenguaje y con estapader posiciones del enérgico, inexorable y altivo espíritu que incumbe a esta hora. Nos ha costado demasiada sangre, demasiada ruina y demasiadas torturas el rescate de nuestra personalidad una a indivisa, para que no estemos resueltos a esgrimir toda intransigencia y todo empeño y toda hazaña para defender el legado de los muertos por España. No haya con estos equívocos, ni trampas, ni regateos miserables, ni reservas taimadas, respondo a la unidad y soberanía del verbo. Ustedes, señores míos de la guantería, pueden hablar en su trato íntimo como les acomode y será a todas luces provechoso que el dependiente que habla francés les ilustre sobre tan dulce lengua. Pero ustedes tienen su tienda en pie y venden guantes y pueden permitirse el lujo de sostener a esc dependiente tan leído, porque hay un Ejército de España que ha redimido la ciudad en donde ustedes negocian. Y la ha redimido, como a España entera, para que España recoge una personalidad histórica que intentaron escindir en mil trozos para repartidas la vestidura de su unidad, como la túnica del Señor de los Judíos. Y esa personalidad tiene su atributo externo más diferencial e histórico y, por lo tanto, más claro en el verbo. Quédense para la recóndita intimidad los coqueteos lingüísticos, la expansión más o menos romántica o más o menos reticente de otras lenguas. Pero en la presencia de un español ante sus compatriotas y ante el mundo – y usted, señor de la guantería, se presenta ante el mundo y ante sus compatriotas cuando venda que guantes – tenga usted la dignidad de su propia redención y haga usted el honor debido a su redentor. Porque la consigna es clara y no tiene refugio:

Si queremos ser dignos de esa redención y honrar a quien nos ha redimido, todos los españoles debemos hacer estas tres cosas: pensar como Franco, sentir como Franco y hablar como Franco que hablando naturalmente, en el idioma nacional ha impuesto su Victoria.

Ajuste de cuentas de Gaziel a Godó

Gaziel

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Desde que la tempestad estalló, Carles Godó se hizo el escurridizo, sin querer saber nada de mí, dejándome en la estacada mientras yo me jugaba la vida por defender su diario. Se fue temblando a Burgos, lloriqueando, diciendo a todos que la culpa de no haber ‘La Vanguardia’ atizado a la Guerra civil, como había hecho el ‘ABC’ de Madrid, era exclusivamente mía. Todo el mundo sabía que era él mismo quien me había nombrado director único de su diario y el contrato firmado entre nosotros – y que aún conservo – le daba plenamente el derecho de prescindir de mis servicios en cualquier momento.

En aquella vista, lo que no se podía hacer, por monstruoso, era acusarme de manera tan injusta e inhumana como hizo el chico Godó, justamente cuando me vio caído y abandonado. Me acusó de incitación a la rebelión,  acusación que a tantos desgraciados les había costado recibir cuatro balas o llevar pijama por muchos años.

‘La Vanguardia Española’ me borró del registro civil. Para ella, sistemáticamente, yo no existo. He publicado siete u ocho libros, pero ‘La Vanguardia Española’ no ha dicho nunca ni una palabra. Cuando colaboradores han intentado decir algo sus artículos les han sido devueltos por la dirección – fuera la de Galinsoga, la de Aznar o la de Echarri –  por orden del señor conde de Godó.

Así volvió a cumplirse en mí aquella inhumanidad legendaria, que ya clama al cielo, el hecho de que todos los directores de ‘La Vanguardia’ fueran bárbaramente predestinados a morir pobres, dejados de lado por la empresa, tras haberlos exprimido como limones mientras a ellos el jugo les enriquecía fabulosamente.

"Mis conversaciones con Franco"

Francisco Franco

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2-2-1957

Hablando de la prensa con Franco me dice: “Tiene bastantes defectos, casi toda la prensa es insulsa. Hay periódicos como LA VANGUARDIA que son muy combativos, pero a Galinsoga hay que frenarle a veces”.

4-03-1957

Hablo con Franco de Galinsoga; Franco me dice: “Galinsoga es un poco duro en sus artículos y generaliza mucho”. Yo le he defendido en el sentido de que por ser muy apasionado por el régimen y por el Caudillo, a veces se le iba la pluma”.