3 junio 2015

La política reconoce que cometió un error por haber participado en la comisión que decidió dar subvenciones a la empresa de su familia, pero niega que ello suponga ningún delito

Tania Sánchez, ex concejal de Izquierda Unida, investigada por el trato de favor del Ayuntamiento de Rivas a su hermano

Hechos

En 2015 Dña. Tania Sánchez Melero fue investigada por las subvenciones que el ayuntamiento de Rivas VaciaMadrid dio a su hermano D. Rubén Sánchez, cuando ella era concejal.

Lecturas

03 Junio 2015

Nacho Vidal es mi hermano

Joaquín Vidal

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Nacho Vidal es mi hermano. Con eso he tenido que vivir desde hace cuarenta años, ya ve. Mi hermano Nacho es un tipo rubiales, de ojos claros, apolíneo con innegables dotes para el escarceo, lo que le ha dado grandes alegrías y también (a veces pintan bastos, Nachete), dolores de cabeza. Vamos, ¡como para no saber quién es mi hermano!

Bien sé quién es mi hermano, claro. Hace tiempo que cada uno vive en su cubículo, pero durante años las cosas no eran así. Vivíamos bajo el generoso techo de nuestro progenitor, el padre de Nacho (y Joaquín) Vidal. Ahí sí que lo tenía yo controlado. Tanto, que me tocaba desde temprana edad la apabullante responsabilidad de llevarle al cole. Teniéndolo en casa, a un elemento como Nacho Vidal, mi hermano,como para no enterarse de sus andanzas. Que si le llama Marta la de 3º B (de EGB), que si los amigos lo reclaman para ir al antro de las chuches porque sin él, ay pobres, no son nada con las chicas. ¡La vida y obra de Nacho Vidal, mi hermano, les contaría yo a ustedes! Tras asuntos baladíes como las chuches y la EGB llegó ya la facultad, pases pernoctas clandestinos para nuestros progenitores y ya el colmo, su trabajo siempre rayano con el lado oscuro de la vida. Ya habrán advertido ustedes, a estas alturas, que si yo sé de las vida y obra y andanzas de mi hermano, probablemente se deba a que soy periodista y no político. Los políticos administran nuestras haciendas y vidas, legislan, dan contratos, pontifican, pero no saben nada de sus hermanos.

Aún así, los políticos y políticas (sí, sí, ahí le hemos dado) se permiten mirarnos desde la altura de su dogmatismo con aires de soberbia y superioridad, cuando resulta que les hemos pillado en renuncio. No es por señalar, pero que Tania Sánchez no supiera nada de su hermano y sus asuntillos aun viviendo bajo el mismo generoso techo de papa concejal, ya es para nota. ¡Qué despistada! Yo, de mi Nacho (Vidal), es que lo sé todo.

Si un día me encontrara con que mi Nacho ha firmado contratos por valor de 1,4 millones de euros por el ayuntamiento de papá concejal, fijo que me hubiera enterado, sobre todo para que se marcara un detalle en el puesto de las chuches. Algo así le pasó al pobre Alfonso Guerra. Resulta que su hermano Juan (Juan Guerra, obviamente), en aquellos pueriles años 80 que regresan hoy (sigan atentos y lo verán), le regaló al hijo de Alfonso un caballo. Y Alfonso no receló de que su hermano, menos guapo y rubio que el mío, y con menos estudios, tuviera para más allá del quiosco de chuches y pudiera abonar un ejemplar de ganadería de pura raza. Vaya despiste. ¡Y eso que Tania no es casta!

Estos días en Madrid si no eres imputado, es que no eres nadie. Ni siquiera te llaman para ir a una tertulia, ni te dejan reírte del personal. Si quieres reírte a mandíbula batiente del personal, o te imputan o nada. Por eso seguramente a Sánchez, la hija concejala de papá concejal, no se le decolora el rubio natural del que tanto presume. “No sabía que estaba aprobando contratos para mi hermano”, ha dicho, más o menos. Mira Tania, así te lo digo, yo cuando a mi hermano le daban la paga, vamos que si me enteraba. Normalmente para poner el cazo yo también, o para que se marcara un detalle. Entiéndase que no es fácil tener una infancia y adolescencia en común con alguien como Nacho Vidal, mi hermano. Lo de Tania es otro caso, así, tan metida en la política y cambiar el mundo desde niña. Se entiende, qué agobio.

Una vez coincidí en la tele para un programa de entrevistas de mi admirada jefa, Teresa Viejo, con Nacho Vidal. No, no me he vuelto majara, con el otro Nacho Vidal, el de imitación. Nos caímos bien casi automáticamente, dos rubiales de ojos claros e innegable atractivo, ya me entienden, del tipo apolíneo. No, no era mi hermano. Mi hermano es otro Nacho Vidal, más guapo y se dedica a un oficio innoble y siempre en los límites del lumpen: es periodista. Nacho, el de pega, el de Supervivientes, el del vaso de tubo (ya me entienden), me contó unas anécdotas divertidísimas, me dio unos utilísimos consejos de maquillaje (que me pinte la línea de abajo del ojo), nos pasamos el móvil y se puso a triunfar alegremente con las chicas de la tele. Ni idea de qué contratos le ha dado su padre ni su hermana, si siquiera aunque la hermana sea rubia natural y menos si son para cambiar el mundo o adoctrinar al personal en cante y toque de bandurria.

Por cierto, que además de a Nacho Vidal en mi familia, que es una mina, tenemos también a un Ignacio González. Se lo juro. Pero de eso ya hablaremos otro día. Ahora disculpen que me levante y les deje, que están imputando a unos cuantos más en Madrid y voy a ver si me cae algo. Esto es un no vivir, hasta la victoria final.