22 enero 1969

La Dictadura intenta presentarlo como un suicidio, mientras que la Oposición denuncia que le dispararon y lo arrojaron para ocultar torturas

Trágica muerte del joven estudiante antifranquista Enrique Ruano al caer por una ventana, Franco decreta el ‘Estado de Emergencia’

Hechos

El 20 de enero de 1969 el joven estudiante D. Enrique Ruano, afiliado a una asociación opositora a la Dictadura franquista murió al caer por una ventana mientras le perseguía la policía.

Lecturas

Enrique Ruano Casanova, estudiante universitario en Madrid y miembro del ilegal Frente de Liberación Popular, uno de los grupos políticos clandestinos de oposición al Gobierno del General Franco, murió el 20 de enero de 1969, a resultas de una caída desde la ventana de un edificio, al que había sido llevado por la Brigada Político Social, que le había detenido tres días antes.

Una cadena de manifestaciones en las universitarios en Barcelona se trasladó a Madrid, donde Enrique Ruano fue detenido el 17 de enero de 1969, por arrojar en la calle propaganda de un Partido Comunista, y trasladado a Comisaría. Tres días más tarde, fue llevado a un edificio de la calle General Mola de Madrid, para efectuar un registro de la vivienda, y allí cayó por una ventana del séptimo piso.

La muerte de Enrique Ruano, fue considerada por el conjunto del movimiento antifranquista como un asesinato, y se produjeron diversas movilizaciones en protesta por los hechos lo que llevó al Gobierno franquista a, por primera vez en su historia desde la década de los cuarenta a declarar el ‘Estado de Emergencia’ en todo el país.

RESPONSABLES POLÍTICOS DEL CRIMEN

1957.Camilo General Camilo Alonso Vega. Máximo responsable de las fuerzas de Seguridad (y represión) del Estado y, por tanto, máximo responsable político de cualquier muerte producida a manos de miembros de la Serguridad del Estado, incluyendo la muerte de D. Enrique Ruano.

Fraga_ministra_franco D. Manuel Fraga Iribarne. Ministro de Información, trató de culpar a la ‘subversión’ de la muerte y apartar toda responsabilidad a la Dictadura franquista.

FILTRACIÓN DEL DIARIO PERSONAL DE LA VÍCTIMA

El Minsiterio de Información filtró a la agencia Cifra unos fragmentos de una carta de Enrique Ruano a su psicólogo en la que este reconocía que se había planteado el suicidio. La agencia Cifra difundió unos fragmentos mediante los cuáles se presentó esa carta como si fuera un diario.

En el ámbito de periódicos generalistas de Madrid sólo dos publicaron esos fragmentos de diario el día 22 de enero: el diario ABC dirigido por D. Torcuato Luca de Tena y Brunet y el diario EL ALCÁZAR dirigido por D. Lucio del Álamo. Pero ABC hizo algo más: publicar un editorial presentando a Ruano como un joven débil manipulado por el comunismo lo que llevó a los padres del fallecido a demandar al periódico de Prensa Española y a su director.

REPROCHES ENTRE PERIÓDICOS POR LO SUCEDIDO

El diario PUEBLO, uno de los primeros en lamentar la muerte del Sr. Ruano a través de un artículo de Dña. Pilar Narvión, publicó un texto de su director D. Emilio Romero al decretarse el Estado de Emergencia en el que culpaba a ‘determinados periódicos’ de haber generado el ambiente propicio para la subversión. No fue sólo PUEBLO, el periódico DIARIO SP que ya dirigía D. Cristobal Páez y el periódico EL ALCÁZAR que dirigía D. Lucio del Álamo hicieron acusaciones similares.

Ninguno citó expresamente a qué periódicos se referían, pero no era muy difícil saber que se referían al Diario MADRID y al periódico NUEVO DIARIO  Y, quizá, en menor medida INFORMACIONES y YA. (EL ALCÁZAR se había pasado de bando al cambiar de propiedad)

22 Enero 1969

¿Cómo vamos a ayudaros?

Pilar Narvión

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Unas horas después de conocerse en Madrid la noticia del suicidio de un estudiante madrileño de quinto curso de Derecho que había sido detenido, he emprendido vuelo hacia París. Pocas veces he abandonado España con más profundo pesar, más inquieta. Quizá el hecho de haber sido testigo presencial de los sucesos de mayo aquí ha marcado mi sensibilidad de una manera especialmente viva para el agudo problema a escala mundial que ha planteado la responsabilidad de nuestra generación la de los jóvenes que nos siguen.

Durante las casi dos horas de vuelo, mi pensamiento no podía arrancar de España. Doce años de experiencia más allá de nuestras fronteras me hacían temer una nueva oleada de titulares de la Prensa extranjera, un paso atrás en el camino de la comprensión de la imagen normal de nuestro país, que tanto trabajo no ha costado imponer. Sentía que dejaba atrás, en España, una herida abierta, la de nuestra juventud, y que los extremismos recientes de Barcelona, el suicidio de Madrid, la total negativa al diálogo, iban a hacer muy difícil la labor de tantos responsables de buena voluntad con los que he tenido ocasión de hablar estos días.

Titular había, querida juventud española, que ocupaba toda la primera página de los periódicos de la tarde, y era realmente dramático, era el grito de angustia de un adulto, el grito doloroso del Presidente checo ante los dos suicidios de Praga. “Yo os suplico que pongáis fin a estos actos terribles, que llevan a la nación a una tragedia general: de los contrarios, alguien vendrá a ocupar nuestra plaza”.

Como yo, en mi avión Madrid-París, como todos los adultos que sentimos por vosotros una pasión sin medida, que estamos a vuestro lado a la hora de vuestra justicia y de vuestra razón, con muchas más razones que yo, con mucha más autoridad que yo, Ludving Svoboda asiente el terrible peligro de la bofetada airada de la autoridad suprema de la reacción a la violencia por la violencia, se dirigía, ante ese desgarrador grito de Svoboda, que un bien simbóligco adulto os está dando el toque de alarma, el toque de atención, avisando que todo tiene su límite, que no se puede tentar impunemente una y otra vez al poder, y el poder no está en vuestra manos. En cada sitio por su razón o por su sinrazón, la juventud se inquieta a tal punto que los adultos responsables comienzan a perder la paciencia, incapaces de encontrar el camino del diálogo y terminarán imponiendo el monólogo que naturalmente, no será el vuestro, y como siempre que la autoridad paterna descarga en un momento de cólera, pagarán justos por pecadores; los palos irán a caer sobre las espaldas del más débil, del menos escurridizo, del inocente de turno, y será la madre – ese cuerpo real del país, que ni es joven ni viejo, ni profesor ni alumno, ni hace otra cosa que trabajar y molerse por el pan nuestro de cada día – la que pague, como siempre las consecuencias de todos los trastos rotos de la discordia familiar, una discordia de tales dimensiones, tan a escala universal

El periódico añade que tanto el señor Ruano como los otros cuatro detenidos con él pertenecen al partido comunista. Cuando se lee el dramático llamamiento de Svoboda, que ocupa hoy las primeras páginas de los periódicos y se piensa en los suicidas de Praga frente al comunismo ruso y en el nuestro de Ruano, nos atenaza la más grande de todas las angustias, la de ver a nuestra juventud disparada hacia los puntos más dispares de la rosa de los vientos de opuestas ideologías, y adivinar que en su carrera generosa buscan, pero no encuentran, la diana de una verdad, y en estas condiciones. ¿Cómo vamos a saber ayudarles en su camino?

Pilar Narvión

22 Enero 1969

Víctima sí ¿Pero de quién?

ABC (Director: Torcuato Luca de Tena)

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A la luz de los esclarecedores y terribles documentos que obran en nuestro poder, y que publicamos muy reducidos a continuación, podemos afirmar que el pobre muchacho, Enrique Ruano Casanova, de cuyo suicidio dimos cuenta en nuestro número de ayer, ha sido, en efecto, una víctima.  Víctima sí, pero ¿de quién? De los textos entresacados de las páginas del diario del desventurado suicida se desprende cegadoramente esta triste verdad: Enrique Ruano Casanova – hijo de una familia dignísima y respetabilísima de Madrid – padecía una tremenda crisis depresiva, un invencible complejo de inferioridad, una frustración patética de sus posibilidades intelectuales y el claro sentido de sentirse oprimido, utilizando otras manos: ‘los otros son el inferno’ dice uno de los párrafos de su diario. La veracidad del documento queda además avalada por referencias familiares y circunstancias privadas (muchas de las ucales hemos omitido) que nadie, excepto él mismo, podía conocer.

A la luz de los hechos resulta infinitamente despreciable y perverso por parte de quienes le arrastraron fuera de la ley haber utilizado para la acción subversiva a un pobre muchacho tocado de una clara y típica psicopatía, convirtiéndole en un desarraigado de la sociedad en la que vivía. Resulta estremecedora la sensación de verse atrapado en otras manos, como lo revela el infortunado muchadho a lo largo de us patético diario: ‘Me encuentro vendido’; ‘siento que me chupan la sangre’; me siento dominado…

Son afirmaciones desgarradoras. Todo el respeto que nos invade al leer este diario – pues ¿cómo no sentirlo al penetrar en la intimidad de un alma perseguida y enferma, de un ser acorralado que palpita en la angustia? – se torna indignación y encendida repulsa al ver aprovechada así, tan despiadadamente, su debilidad, su incapacidad para reacciones y sobreponerse; para romper la red donde esta cogido.

La detención de los cuatro comunistas, en una de cuyas posteriores diligencias consumó su triste propósito suicida Enrique Ruano Casanova, ha sido pretexto para que los revoltosos volvieran ayer a perturbar gravemente el orden universitario. Banderas rojas con la hoz y el martillo, banderas republicanas, carteles subversivos, Asambleas tumultuarias, agresiones a coches de policia…

Lógico es preguntarnos, ante esta serie de violencias: ¿Cómo se puede pretender que la sociedad quede inerme, permanezca indefensa, sin intentar, por todos los medios legítimos, la búsqueda, detención y aislamiento de los revoltosos?

Crespones negros han llorado el suicidio de un muchacho. Pero esta muerte, que todos desploramos, ¿a la cuenta d quién hay que cargarla? ¿Puede rechazarla acaso, como obra suya, la subversión? Víctima sí, ¿pero de quién?

23 Enero 1969

Decir ¡Basta!

DIARIO SP (Director: Cristobal Páez)

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Lo que acaece en la Universidad está comenzando a rebasar los límites de la tolerancia. En el clima que se ha creado la institución es un corcho que flota a la deriva. Una universidad así ni puede tolerarla el profesorado ni la sociedad, pues resulta absolutamente intolerable como organización y como espectáculo.

Han llegado las cosas a tal extremo de confusión que los iniciales deseos de diálogo manifestados por los escolares son hoy la burda caricatura de sí mismos: chillidos y guirigay. Difícilmente podrá ofrecerse, por una vía de erudición histórica, un panorama más desconsolador. La moderación, el respeto y la disciplina brillan por su ausencia; se ha desatado la violencia a mansalva, y uno tras otro, se suceden los números de fuerza.

La Universidad actual es la parcela más conflictiva y desmoralizadora del país. Y el único lugar de España en donde a la luz del día se ultraja lo que algunos millones de hombres honrados tienen, al margen de cualquier encasillamiento político, por símbolo inviolable de su Patria: la bandera. Y lo que no han hecho los obreros ni los campesinos, a quienes les sobran hombría y motivos para el afán revolucionario, lo están haciendo con repugnante reiteración los representantes de la sociedad que más aproximan al estadio de la prosperidad material y el privilegio social.

No propugnamos ni propugnaremos una solución de arbitrismo y demagogia para acallar las voces que se alzan en demanda de una España mejor. Pero no catalogaremos por igual a todas las que hoy se oyen, porque algunas de ellas suenan con el metal estridente del rencor y la furia del despotismo. Si estas voces se impusieran, cortarían el resuello a las demás y la empresa de hacer de España un gran proyecto de vida en común acabaría en el pudridero.

No nos proponemos concitar adhesiones para estimular al Gobierno a lanzarse a una acción que tenga como única finalidad la conservación del orden. Nosotros no subrodinamos la justicia al orden, ni preferimos que prevalezca este sobre la injusticia. Por ello sólo nos mueve en estos momentos, nada leves, apelar a la sociedad para que, entre todos sus miembros, se restablezca el imperio del deber. Que los intoxicados con la anarquía sigan – si pueden o quieren – su juego demoledor; pero que los demás,tanto la gran masa estudiantil que se desenvuelve en la lucidez cuanto los profesores que no han hecho añicos el sentido de la autoridad moral, y los padres de los escolares, se den cuenta de que la tolerancia tiene un límite y que las grandes urbes universitarias de España – Madrid y Barcelona sobre todo – corren serio peligro de convertirse en puntos de ignición que carbonicen la paz y la alegría del futuro próximo del país.

No decir a tiempo ‘basta’ será entregarse inermes a merced de las agruras y los quebraderos que nos quiera deparar una suerte dejada correr locamente a su arbitrio.

25 Enero 1969

La libertad difícil

Emilio Romero

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Para quienes hemos defendido durante muchos años la transformación de una sociedad casi feudal – como aquella del primer tercio de este siglo – por otra de preeminencia y remuneración justa del trabajo; y la evolución política de un Régimen aparecido tras una guerra civil, desde una situación de rigidez y de autoridad, en la que desemboca todo conflicto armado, a otra de flexibilidad de concurrencia, de amplia vida civil y de libertad, nos entristece el decreto-ley por el que el Gobierno se ve obligado a declarar el estado de excepción en todo el país. Se puede asegurar – ya sin jactancia de protagonismo histórico – que los españoles mayoritarios de los últimos años, la generación de la posguerra, hemos hecho una gran síntesis de la vieja ideología en esas dos grandes vertientes: la justicia social, sin el precio de una revolución; y la libertad política sin el riesgo de la anarquía.

Con algún conocimiento de nuestro pueblo, en función de que nos hemos asomado frecuentemente a la lectura de la historia; y porque circulamos por nuestro país, a nivel de la calle; sin participación efusiva en los triunfalismos del poder; y sin resentimientos, ensoñaciones o frivolidades para manipular en la clandestinidad más de una vez se ha dicho en estos gallitos que el máximo riesgo en el camino hacia la libertad estaría en el modo de su utilización, y en el ritmo de su consumo. Ya estamos dentro de ese riesgo. Hemos vuelto a probar nuestra incapacidad histórica para una convivencia en libertad. Pero todos aquellos que veníamos luchando por el establecimiento de un régimen democrático moderno y no anticuado – más socialista que individualista – con factores efectivos de convivencia y no artificiales de enfrentamiento, no podemos ahora, por habilidad o cazurrería política de preservamos para el futuro: o por cobardía histórica cuya denuncia puede estar al alcance de cualquiera, dejar de señalar, aunque no sea con referencias personales, a los culpables de este frenado temporal de un proceso político que se orientaba claramente aunque con lógicas resistencias hacia la libertad.

¿Qué el Régimen tiene personas y hasta en ocasiones ha realizado actos que contradicen el propósito de ocnstruir un Estado democrático? Esto es evidente. A veces son manifestaciones de buena fe por el miedo a la democracia antigua catastrófica y otras porque lademocracia arroja luz y el silencio encubre tanto las cosas que no deben divulgarse, como aquellas que necesitan saberse. Pero ellos ahora no son los culpables, porque constituyen manifestaciones reducidas en un ambiente general del país hacia la libertad responsable, y hacia la democracia política y económica, y los vientos de la hIstoria no los detienen esas actitudes enquistadas que, por otra parte, tiene toda sociedad dinámica. Ahora los culpables son, exclusivamente, los que han utilizado la tolerancia del Gobierno, la integridad de los Tribunales y las libertades actuales, en un intento clarísimo de acabar ocn el Régimen mismo. Pero son responsables también otros actos de parecida gravedad como son los de habernos desarmado dialécticamente en el Régimen mismo, en la elaltad al sistema, a los que se nos llama ‘evolucionistas’ al os que hemos puesto el acento político principal en orientar us rumbo hacia la libertad y la democraica.

Hay que señalar tres focos principales de esta grave responsabilidad política en el deseo de hacer un gran resumen de los hechos.

– – El descubrimiento de sociedades políticas perfectas por parte de algunos jóvenes universitarios, a nivel de ensñonaciones ideológicas, que si no prosperaron en el terreno abonado del siglo XIX, es imposible su aclimatación en el XX, cuando una soicedad igualitaria y tecnológica ha aventado la ética antigua de las revoluiciones comunistas o anarquistas, sin que ello quiera decir que hayamos slaido de sociedades moralmente impertectas. Esta corriente ideológica y redentorista hacia una soicedad nueva estallada en las mentes más humanamente sensibles de nuestra universidad ha sido intencionadamente y metódicamente atizada por algunos profesores con más vocación política que intelectual: con más pasión de liderazgo en la sombra, que de abnegado servicio intelectual al país en sus insuficiencias o en sus llagas.

— Ciertos sectores o grupos económicos perezosos en la invitación al compromiso de sus trabajadores en la empresa: mantenedores de un apartheid de los trabajadores respecto al capital y distribuidores, por ello, de irritaciones sociales que su oficial espíritu cristiano tenía que haber considerado hace mucho tiempo: ahora se encuentran no solamente con la protesta interior, sino con la salida de esa protesta a la calle, desarmonizando dos convivencias que no deben fracturarse nunca, si se aspira a la paz social de un país: la conivencia interior entre trabajadores y empresarios: y la convivencia exterior entre trabajadores y el poder político. Este ha sido el palenque principal del Sindicalismo en una lucha con resultados positivos parciales, y al que un día se le tendrá que hacer justicia por el denuedo y la buena fe movilizados en ello. Naturalmente, esta situación de desavenencia esencial ha sido adveritda por las sociedades políticas exiliadas y han vuelto a distribuir en determinados sectores del mundo del trabajo fermentos de violencia, resucitando la anticuada y esteril lucha entre pueblo y Estado.

— Y el tecer culpable es la Prensa. Tampoco voy a hacer menciones, ni excepciones. Que cada uno haga su examen de conciencia. Este artículo no aspira a ser polémico, y anuncia desde ahora mismo que se escribe a título de testigo de derecho y no como una invitación a nadie en momentos, por otra parte, en que el lamentable restablecimiento de la censura va a limitar, además de cosas positivas, los exacerbamientos políticos de los periódicos. La historia es esta: un entendimiento equivocado de la libertad de prensa ha hecho buscar obsesivamente todo aquello que antes aparecía prohibido, sin percatarse de que el pasado puede ser un patrimonio, pero nunca un activo. Entonces, en lugar de estimular al pOder para el cambio de una sociedad todavía injusta, y de encuadrar a los gobernantes en un ambiente de diálogo y de rendición de cuentas con los ciudadanos, o sus representantes, los periódicos se han vuelto locos en la menuda chinchorreria política; en los brindis efectivistas a la galería para recibir aplausos y credenciales de pureza y objetividad en los tendidos de sol; y en cierto narcisismo periodistico de más cuño político que profesional.

Pero no ha pasado esto con la prensa, sino otro fenómeno mucho más grave, como es el de la aprición súbita en ella, de grupos políticos y económicos de presión con sus móviles particulares respectivos; y además muchos de éstos, complicados e implicados en realidades de poder financiero, oriundos de la alta burguesía o de apuntes de oligarquía económica en la intentona de agarrar un día a la sociedad por la garganta con el poder económico y que ésta fuera teóricamente libre y prácticamente sometida. Se han colocado estas gentes de espalas a la realidad de una sociedad dinámica y han utilizado a la Prensa para el despliegue de aquellas ambiciones. Pero como a veces el Régimen resulta impermeable para la circulación de determinados personajes y mercancias, entonces el objeto fué su deterioro desde los peiródicos con pavorosa responsabilidad suicida, porque ni esos personajes ni esos grupos, si llegara el momento de un debilitamiento de poder, contarían con la adhesión del pueblo español excitado, ni serían capaces de intaurar una disciplina colectiva. El Gobierno, como todos los Gobiernos del mundo, hace algunas cosas bien y otras mal: una mirada constante a determinados peiródicos contemplaba siempre un semblante catastrófico de la realidad; todo era malo y sombrio: y la reticencia estaba al cabo de la calle. Es también verdadero que otros diarios ofrecían exclusivamente un semblante optimista; todo era bueno y plausible; pero los primeros han sido intensamente excitantes de ciertas áreas de credulidad nacional; han animado nuestra inclinación al desorden.

Ahora el panorama que tenemos dleante es el siguiente: se estaba a punto de establecer el régimen jurídico de asociaciones políticas para una ocncurrencia en libertad dentro del terreno dej uego que permiten las leyes; y estudia el Gobierno, en estos insantes un proyecto de LEy Sindical que habría de enviar en breve plazo a las Cortes. Lógicamente, este Decreto estableciendo el estado de excepción ha de incidir sobre estos asuntos capitales en el rumbo hacia una democracia. EN el fondo, ese nuevo régimen de asociaciones políticas y de organizaciones: y la nueva Ley Sindical, constituyen la disposición del Régimen para el diálogo y la concurrencia de opiniones en las arenas políticas y en las económico-sociales. No son, ni más ni menos, que la foniguración de una democracia para coexistir y no para exterminarse posiblemente insuficiente o imperfecta, pero una democracia.

El mundo occidental no ha cejado en reocmendar directa o indirectamente a Franco la evolución del sistema político fundacional hacia un régimen democrático de posible homologación – aunque no fuera literal – con los suyos. El General Franco conoce bastante bien el país y ha sido lento y prudente en el proceso; pero ha seguido esas recomendacione. Sospecho que cuando ya se levnataban algunas voces inquietas contra la tolerancia del Gobierno con la nueva revolución, el General parecía que las contestaba así: esperad un poco; primero tienen que enterarse bien los españoles neuvos sobre lo que nos agita la libertad: y después el mundo. Quien ha de tener razones sou yo y no los organizadores desde dentro odesde lejos de paraisos liberales.

En estos momentos tengo que recordar con admiración a un eminente médico español que reside en Méjico, Rafael Méndez, uno de aquellos jóvenes catedráticos de la República, que escribía en ÍNDICE hace dos años aproximadamente estas palabras: «Retornará la conciencia política en toda su integridad, y puede volver a darnos lata nuestro gen perturbador». Rafael Méndez, alejado de la política activa, ve ocn decepción el mismo panorama que uno. La libertad en nuestro país, sin perjuicio de los movimientos juveniles revolucionarios a nivel mundial, genera factores de violencia; y nuestros liberales clásicos – hay que decirlo de una vez – no han dialogado jamás, sino que han dejado para la historia de nuestro pensamiento político, soberbios o magistrales monólogos.

Las perturbadoras y la violencia en los últimos días habían llegado a crear un verdadero ambiente de intranquilidad pública. El comienzo de un desasosiego a nivel personal y familiar casudía el espinazo de otda la Nación. Nadie cree que esté en peligro lo sustancial. Pero el temor y la incomodidad eran los temas de todas las conversaciones. Se empezaba a ver el futuro de manera más sombría y desalentadora. El Gobierno se ha visto obligado a limitar temporalmente una serie de libertades. Lo peor de todo es que nadie tiene motivos para estar seguro de que aprendemos la lección.

Emilio Romero

26 Enero 1969

El día H

DIARIO SP (Director: Cristobal Páez)

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Ayer comenzó en España un Día H. El estado de excepción ha enervado un haz de libertades individuales que el ordenamiento institucional había destinado a enriquecer a nuestros políticos.

En este día, sin que las palabras se carguen de una contabilidad de halagos o de temores, deseamos decir algo que nos duele. Queremos decir sin tardanza, que las medidas excepcionales decretadas no pueden computarse a ninguna actitud del pueblo español, al pueblo que trabaja, al pueblo que, con sudor y disciplina realismo y esperanza, edifica una España mejor para sí y para sus hijos. A este pueblo magnífico sufrido y generoso, que da el pecho a las duras y a las maduras, rendimos el sencillo y emocionado homenaje a que se ha hecho acreedor ahora ya antes, es decir, al o largo de nuestra ya larga historia.

Nuestra mirada se vuelve, empero, hacia los que de espaldas a esta sociedad primus inter pares, han actuado sin freno, a impulsos de su particulares ambiciones y egoísmos. A los que comodamente instalados en zonas de influencia sociopolíticos y decisión económica han intentado hacer tabla rasa de la continuidad del Régimen propiciando la división y la fractura de los españoles, atacando frotnalmente las instituciones del ordenamiento  constitucional jugando a dos paños – dentro y fuera – y empujando al paíos hacia la confusión más estrepitosa. El estado de excpeción tiene sus repsonsables y, aunque en estos momentos importa mucho fraguar una voluntad que nos ayude a superar en paz y concordia otra severa prubea, no por eso nos recataremos de señalar a quienes, con medios e instrumentos que emergen de una penumnbra misteriosa, han atizado el cabileñismo y han incesado a los falsos diocesillos de una supuesta libertad destinado a capitalizar la insaciable sed de poner de los grupos de presión.

Periódicos y revistas sociedades y financieras surgidas como hongos sin el menor respaldo popular han pretendido poner a España su servicio. Ante esta situación anómala y patriótica el estado de excepción se nos antoja – y como tal lo recibimos – como una cirugía que se propone consolidar las libertades reales y auténticas, al alcance del pueblo y extirpar lo que, en el limpio juego democrático es mera suplantación, falsificación y superchería.

27 Enero 1969

Los mercaderes de la democracia

EL ALCÁZAR (Director: Lucio del Álamo)

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Al comentar las penosas causas que han impuesto el estado de excepción a nuestra joven y aún endeble sociedad democrática, varias colegas no se han limitado al fácil expediente de señalar el anarcocomunismo como único protagonista y responsable. “El estado de excepción – escribe inapelablemente SP – tiene uss responsables, y aunque en estos momentos importa mucho fraguar una voluntad que nos ayuda a superar en paz y concordia otra severa prueba, no por eso nos recataremos de señalar a quienes con medios e instrumentos que emergen de una penumbra misteriosa, han atizado el cabileñismo y han incensado  a los falsos diosecillos de una supuesta libertad destinada a capitalizar la insaciable se de poder de los grupos de presión.” El periódico lo mismo que el sábado por la noche PUEBLO, concreta más esas responsabilidades y señala dem odo especial a la Prensa: “Periódicos y revistas, sociedades financieras surgidas como hongos sin el menor respaldo popular, han pretendido poner a España a su servicio. Ante esta situación anómala y patológica, el estado de excepción se nos antoja – y como tal lo recibimos – como una cirugía que se propone consolidar las libertades reales y auténticas al alcance del pueblo y extirparlo que, en el limpio juego democrático, es mera suplantación, falsificación y superchería”.

Aquí se ha dado la increíble novedad de que los grupos de presión, sus poderosos instrumentos y voceros constituían un sistema perfectamente integrado en todos los estamentos políticos y económicos de la sociedad española. Tales grupos que, en cualquier país capitalista habrían representado una garantía de firmeza para cualquier evolución democrática, no han representado entre nosotros más que formas conspiratorias de un proceso demagógico contra la libertad de los españoles. Una conspiración de tipo totalitario en la que han atizado visiblemente la rebeldía con la esperanza de que la violencia impondría una solución de fuerza y para la cual estaban perfectamente preparados sus cuadros administrativos y burocráticos. Los mercaderes de la democracia, los que han llevado al zoco de sus ambiciones, atada de pies y manos la libertad que los españoles alzaron en alto el 14 de diciembre de 1966, han de quedar incapacitados para repetir la intentona. De la nueva prueba, como dice SP; ha de surgir la definitiva y gran esperanza.

Cierto que el respeto a la autoridad es un concepto unitario y cerrado. Cuando se ríe zafiamente del acoso a la fuerza pública, se prepara también el descrédito y la pedrea sobre los bancos, los conventos y los periódicos, porque la revolución es implacable con sus amigos tontos y con sus colaboradores cucos. Es verdad que en la hora del incendio cada pecador tendrá que cumplir su penitencia; pero el primer deber de la autoridad es impedir que estalle el incendio. Y para ello es preciso que todos nos miremos las caras. ¿No era esa, al fin y al cabo, la gran definición de Kennedy? “La democracia sólo existe allí donde los ciudadanos y hombres libres se reconocen con mirarse a la cara”. ¡Pues manos a la obra!

18 Julio 1992

Un dolorido sentir: Enrique Ruano

Jesús Aguirre (Duque de Alba)

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Es mes de julio, y un julio sofocante en el Madrid de esta madrugada. El sistema de seguridad me impide abrir los ventanales, bocas tales que gritan hacia adentro, y así aliviar el fuego improvisado de la candela. (Encima de la chimenea un joven inglés y caballero, que pintó Romney, se te asemeja Enrique). He decidido reducir a pavesas notas suyas y algunas otras mías que, tras conversaciones muy teóricas con él ya durante paseos por la Universitaria, ya en mi casa de entonces, escribí sin adivinar su ígneo destino.Su verdad a riesgo que se haga vieja en mi recuerdo y, según alguien dijo, un griego alejandrino buen prosista y mejor poeta, la mentira es el trasunto medio de toda verdad envejecida. No me imagino a Enrique viejo, ni siquiera su memoria. Soy una de las últimas personas que lo vio vivo. Carlos Zapatero, triste y a su pesar corresponsal japonés, me comunicó por teléfono a eso de las tres de la mañana que Enrique había muerto. In paradisum, recé despavorido; y pensé enseguida en su bellísima madre: «Mi querida madre, no tengas cuidado: llevo la bandera», que exhorta el corneta Cristóbal Rilke. Desde entonces «el ánimo se cansa de cabalgar de día y por la noche, sí, de cabalgar siempre; ¡y es grande la añoranza!».

Tenía imán como el mejor abanderado. Aprendió despacio, más transmitía intensamente a otros lo que intuía apenas. Pude guiar su fe cristiana que vacilaba entre sus dudas y las mías: «Creo, Señor, ayuda tú mi incredulidad». Y me fue más difícil despojarle de complejos frente a Javier Sauquillo, pequeñajo y feúcho y verdaderamente listo en marxismos y otras actualidades. Desconocía en aquel tiempo que Ruano trataba con Carlos Castilla del Pino, con el cual luego intimé yo tanto. Sabía en cambio que frecuentaba un piso, cuya dirección me ocultó tenazmente. Murió en la escalera interior de aquella casa y desapareció enseguida, como por arte de la peor magia, el portero de la Finca. Un ministro sirvió a un periódico de la mañana y madrileño la supuesta locura del joven muerto que se apoyaba en las anotaciones que escribía para facilitar su amistad con el médico de Córdoba. Un alumno de Filosofía y Letras me abordó muy contrito mucho más tarde; había transmutado a Enrique Ruano en un Antínoo sin emperador Adriano. El poema de dicho alumno apareció en el mismo diario. No lo había yo leído y me alertó Elías Díaz, con quien topé por casualidad en las bajuras de mi barrio.

Me propusieron los de Cuadernos para el Diálogo celebrar una Eucaristía pública y con mucha gente a más de los espías de la Brigada Social. Rehusé, puesto que me constaba que Ruano vivió sus últimos anos sin relación alguna con Dios y con la Iglesia. Misa hubo y a cargo de un jesuita que se llama Antonio Marzal. Los reverendos padres siempre fueron maestros en epiqueyas para el éxito. Mi mejor oración fue dedicar a Ruano en mi libro Sermones en España cuatro sobre la muerte. Los señorines de Orientación Bibliográfica, que así se llamaba la censura de libros en el Ministerio de Información, insistieron en que prescindiese de la dedicatoria; me negué en rotundo. La salida del libro se retrasó por tan sentida causa más de un año. Que te lleven los ángeles.

En mi actual cuarto de trabajo en Liria, su fotografía, que me envió desde la calle Conde de Aranda su madre, luce entre una de Virgina Woolf y otra de Aranguren, tomada ésta en el campus universitario la primera vez que José Luis volvió a pisarlo tras su ridícula expulsión de la docencia que había obtenido en buena lid. La suya, la de Ruano, parece que prosigue con empeño, a la lid me refiero. Tras estas líneas contribuiré con el obsequio de mi lamento silencioso al mejor de todos los resultados: que nadie acabe como acabaron con Enrique Ruano. Él continúa ondeando la bandera entre canciones de cuna que ansío escuche alguien. Mi lector, por ejemplo.

El Análisis

¿OLVIDADO POR SER MADRILEÑO?

JF Lamata

El anarquista catalán Salvador Puig Antich fue condenado a muerte en un Consejo de Guerra por haber asesinado a un policía. A él se le recuerda como héroe y mártir y con homenajes anuales.  Paredes y Otaegui fueron dos etarras vascos que asesinaron a Guardias Civiles y fueron condenados a muerte. Y un sector del nacionalismo vasco los recuerda como héroes en el Aberri Aguna y como mártires del pueblo.

Pero el joven D. Enrique Ruano, que no mató a nadie, y cuyo único delito fue repartir octavillas democráticas en una universidad apenas si es recordado por los antifranquistas, y a penas a tenido algún homenaje ocasional, siendo tan víctima – o bastante más – que los antes citados. ¿Olvidado por ser madrileño?

J. F. Lamata