10 septiembre 2015

El político, también ex presidente del Parlamento Europeo, realizó su alegato en la cadena privada LA SEXTA (de Atresmedia) en su programa 'El Intermedio'

TV3 cancela una entrevista al ex ministro catalán Josep Borrell tras saber que iba a hacer un alegato en contra de la independentismo

Hechos

El 10.09.2015 se hizo público que TV3 suspendía una entrevista a D. Josep Borrell en el programa Els Matins para hablar de su libro ‘Las cuentas y los cuentos de la independencia’.

Lecturas

TERTULIANO DE TV3 CRITICA EL SESGO DE LOS PROGRAMAS

En declaraciones a el diario EL MUNDO publicadas el 15-09-2015, el tertuliano de TV3, Sr. Nacho Martín Blanco consideró que «Las tertulias de TV3, la televisión que pagamos entre todos los catalanes con nuestros impuestos, no son debates plurales, pero no tanto porque la composición de las mesas sea siempre prácticamente monocolor –que también–, sino, sobre todo, porque lo son en cuanto a la temática. Son meros monográficos sobre la independencia».»Cualquier pretexto es bueno para hablar de la independencia de Cataluña, ya sea el referéndum escocés, la entronización del Papa, la abdicación del Rey, el relevo en la secretaría general del PSOE o incluso la muerte de Adolfo Suárez. ¿Será el Papa Francisco más sensible que su antecesor, Benedicto XVI, a los anhelos independentistas? ¿Hubiera tenido Adolfo Suárez una actitud más complaciente que Rajoy? ¿Moverá ficha el nuevo monarca, Felipe VI?», explica el tertuliano sobre el tipo de preguntas que se formulan. El Sr. Nacho Martín Blanco, a quien nunca han dejado de invitar por no defender la tesis soberanista, sí define las tertulias como «un debate de todos nosotros contigo», como le dijo el sociólogo Salvador Cardús tras la Diada del año pasado. «Es decir, de todos ellos conmigo, o más bien una encerrona en donde el discrepante, precisamente por serlo, aparece ante la opinión pública como una anomalía».

12 Septiembre 2015

Todos los sectarismos

Salvador Sostres

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La cobertura de la manifestación de ayer en Barcelona fue de un entusiasmo tan naíf que hacía dudar del resultado del test psicotécnico de sus presentadores, si es que algunos se sometieron a él. Que personas que se dedican a jerarquizar lo que es noticiable se continúen tomando en serio el folklore anual de la Diada, y continúen presentado cada una de estas demostraciones poco menos que como el prólogo de una inminente independencia, no sólo atenta contra cualquier serenidad sino que es la demostración de una muy escasa inteligencia.

Y esta falta de inteligencia es la que también hallamos en la realización de la cobertura, un insólito espectáculo del despropósito, propio de aficionados, con una descoordinación como si al mando estuviera el propio Quico Homs, y con clamorosos fallos que no serían perdonables ni en una televisión local.

Y así, TV3, que siempre había destacado por la categoría con que era capaz de retransmitir los grandes eventos, y por su remarcable sentido de la elegancia, ha acabado sucumbiendo a su inmoralidad y se ha convertido en una televisión fea. Almas de poca calidad, degradación en el espejo.

En los últimos cinco años, desde que Mas accedió a la Generalitat, TV3 ha perdido definitivamente los papeles y ha optado por la burda propaganda gubernamental, utilizando para ello a los profesionales más mediocres, tal vez los únicos dispuestos a arruinar cualquier prestigio con su modo de pisotear ya no el periodismo sino la mera higiene sintáctica.

Los tertulianos de la casa son siempre los mismos y vagan de programa en programa. Los elige la policía política de Quico Homs, consejero del a Presidencia y una de las nulidades intelectuales más sonrojantes de mi país. Funcionan los vetos, funcionan las obediencias bienpagás, y esa grandilocuencia provinciana, y hasta rural, que rebaja cualquier idea a proclama.

Mi querido amigo Bernat Dedéu, filósofo, independentista y que dedica buena parte de su vigorosa producción a escribir en favor de este asunto, se vio por el más elemental sentido de la decencia, obligado hace unas semanas a declinar la invitación a una tertulia de TV3 porque todos los convocados eran independentistas. La cadena se vio obligado a rectificar, invitó a ds de otro modo de pensar y finalmente Bernat pudo acudir al debate.

TV3 practica todas las categorías del sectarismo. El antisemita, con corresponsales en Jerusalén que justifican el terrorismo de Hamas o de Hezbolá; el antiamericano, con reporteros en Washington que han dado una simplista e insultante visión de los Estados Unidos, llegándoles a culpar de los ataques criminales que sufren con el argumento de que son la respuesta a su imaginaria opresión imperialista; y también ese odio furibundo a la derecha, a la que siempre acusa de fascista. También en el sectarismo relativista, TV3 ha sido puntera. Muy notables personajes del panorama mediático nacional tuvieron en TV3 su primera oportunidad, y usaron el escaparate para difundir la más casposa y trasnochada propaganda socialista, con todos los tópicos de la corrección política y todos los fracasos de la Historia.

Y apunta directamente al pastizal que se ha blanqueado en esta televisión:

En la misma medida, y en la misma dirección, TV3 ha servido de plataforma para blanquear ingentes cantidades de dinero público. Su anterior directora, Mònica Terribas, firmó inconcebibles e injustificados contratos millonarios con las productoras de los accionistas del diario independentista ARA, próximo a Esquerra cuando Esquerra estaba en la Generalitat, y pagaba; y hoy más próximo a Convergència, porque quien paga es Convergència. Cataluña se entiende mucho mejor cuando se asume que miramos TV3.

13 Septiembre 2015

Cataluña y el país del ideal

David Jiménez

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Tanto habla Artur Mas del país del que quiere separarse que apenas sabemos nada del que quiere construir: qué sistema judicial vigilaría a sus políticos, teniendo en cuenta que sería creado por una casta que ha institucionalizado la corrupción; qué medios de comunicación garantizarían la pluralidad, si ha convertido TV3 en un órgano de propaganda que sería la envidia de dictaduras bananeras; qué voluntad tendría de gobernar para todos, si desde hace años margina en la cultura o la universidad a quienes disienten; y cuál sería la calidad de su Estado de Derecho, si ha demostrado su disposición a seguir sólo aquellas leyes que le convienen.

En el país del ideal que propone Mas, «nuevo, mejor y más justo», qué importancia tendría la legitimidad democrática si su líder asegura estar dispuesto a declarar la independencia aunque su lista soberanista no alcance el 50% de los votos; qué garantías habría de que la Historia no sería manipulada cuando convenga, si se ha hecho sin disimulo hasta ahora; qué sentido de la responsabilidad hacia las nuevas generaciones, cuando la educación ha sido puesta al servicio del adoctrinamiento nacionalista.

No parece arriesgado prever que en ese país habría subvenciones de sobra para quienes se alineen con el pensamiento único y una larga travesía en el desierto para cualquiera con espíritu crítico; que se crearían fantasías adicionales con las que seguir justificando gestiones incompetentes y corruptelas; que se mantendría la capacidad de manipulación de una clase dirigente que no ha tenido el coraje de enfrentar a su potencial electorado ante las verdaderas consecuencias de su desafío, empezando por su salida de la Unión Europea o el coste económico de su aventura.

En el país del ideal de Mas, si atendemos a la Historia reciente, el empresariado viviría intimidado e incapaz de articular un mensaje propio por miedo a represalias; el chantaje del 3% seguiría financiando un sistema político putrefacto; y unos catalanes lo serían más que otros, con personas tan poco sospechosas de anticatalanismo como Josep Borrell entre los relegados a segunda categoría. «Usted no es catalán, usted ha nacido en Cataluña», le dijo en una ocasión Jordi Pujol al ex ministro, según nos contaba en una entrevista que publicamos el viernes. Porque al parecer, en esa Cataluña independiente, construida alrededor del resentimiento y la exclusión, los carnés de catalanidad y las lecciones de moralidad serían repartidas por quienes tienen cuentas en Suiza.

Mas promete la independencia y a cambio sólo pide a los catalanes que sacrifiquen la tolerancia que siempre ha sido parte de su identidad, que den la espalda a su historia y asuman la falacia de que no pueden convivir dentro de España. Tiene razón Borrell, aunque no pueda exponerla en TV3, cuando dice que los independentistas cuentan con la ventaja de tener un himno al que vitorear y otro al que pitar. Mas ha rodeado su quimera del romanticismo de las luchas de los pueblos oprimidos, creando un ambiente en el que negar las fantasías independentistas es una traición a los tuyos. Y, sin embargo, basta quitarles el disfraz de héroes de la patria a muchos de los promotores de la secesión para que se revelen tal como los describía ayer Enric González: «Corruptos que se han envuelto en la bandera catalana».

Sólo en un ambiente en el que la realidad ha sido aplastada por las emociones pueden los mismos líderes que han establecido la mordida permanente del 3% ponerse al frente de los que gritan que España les roba. Sólo en un lugar donde la narrativa nacionalista ha monopolizado el mensaje pueden dirigentes que acallan voces discordantes presentarse como víctimas de la falta de libertad, cuando disfrutan de tanta que pueden saltarse las leyes sin consecuencias. Sólo bajo el encantamiento de una gran mentira, al servicio de la cual se ha puesto el dinero público de todos los catalanes, podría un proyecto que promete una Cataluña más aislada, dividida y sometida a las ambiciones personales de unos pocos ser el país ideal.