2 enero 1981

DIARIO16 reprocha que un periódico del Estado cometa semejante error

Un ‘bulo’ sobre un accidente del príncipe Felipe despierta las alarmas sobre posible hemofilia en la Familia Real española

Hechos

El 8.01.1981 el periódico PUEBLO difundió el artículo «Preocupación familiar de los reyes el fin de año. El príncipe de Asturias tuvo que ser atendido en la clínica Covesa» que además anunció en portada.

Lecturas

El 2 de enero de 1981 el periódico PUEBLO, integrado en la prensa pública [Medios de Comunicación Social del Estado] publica un reportaje firmado por ‘Paco Jurado’ en su página 5 y anunciado en portada en el que se aseguraba que el príncipe heredero al trono español, D. Felipe de Borbón, de 13 años de edad, había sufrido un accidente en la nariz que le había causado tal hemorragia que había tenido que ser atendido por la clínica Covesa, deslizando la idea de que el infante pudiera padecer hemofilia. El 8 de enero de 1981 la columnista de DIARIO16m Dña. Carmen Rico-Godoy, se hacía eco del rumor de que el príncipe Felipe podría tener hemofilia y pedía aclaraciones sobre ese tema.

El periódico PUEBLO no volvería a informar sobre ese supuesto accidente pero el número 1.232 de la revista SÁBADO GRÁFICO correspondiente al 27 de enero de 1981 dedica su portada al príncipe D. Felipe de Borbón asegurando que la salud de este es excelente y que no es hemofílico y desmintiendo el reportaje de PUEBLO. Se da la circunstancia que el director de PUEBLO, D. José Ramón Alonso, es colaborador habitual de la revista SÁBADO GRÁFICO. El reportaje de SÁBADO GRÁFICO incluye referencias a este tanto en el editorial de la revista como en el reportaje en páginas interiores al asegurar que el bulo fue causado por ‘un espontáneo’ que publicó una nota en un vespertino madrileño «cuyo director estaba ausente, desgraciadamente» y añadir más adelante «José Ramón Alonso, hombre de lealtades sobradamente contrastadas, estaba ausente de la capital», dando a entender que si el Sr. Alonso Rodríguez-Nadales hubiera estado en Madrid PUEBLO no habría publicado la falsa noticia.

De acuerdo a esta versión el responsable de publicar el bulo de la hemofilia habría sido el Director Adjunto de PUEBLO, D. Florentino López-Negrín, al mando del diario en ausencia del Sr. Alonso y que, ese mismo mes de febrero, fue destituido de ese cargo.

El 5 de febrero de 1981 el periódico DIARIO16 de D. Pedro J. Ramírez publica un reportaje para burlarse tanto del diario PUEBLO como de sus responsables, D. José Ramón Alonso y D. Florentino López Negrín, por haber publicado aquel bulo con el titular ‘Hemofilia en el corazón de la prensa del Estado’.

 

02 Enero 1981

Preocupación familiar de los reyes el fin de año. El príncipe de Asturias tuvo que ser atendido en la clínica Covesa

PUEBLO (Director Adjunto: Florentino López Negrín)

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Una vez más los Reyes de España eligieron para ellos y su familia las heladas pistas de Baqueira Beret para las vacaciones de Navidad y fin de año como razón principal de la gran afición de su majestad Don Juan Carlos I por los deportes de invierno, en los que se encuentra muy avanzado en la práctica el Príncipe Felipe.

Cuando todo hacia presagiar un fin de año familiar y deportivo, conforme a los deseos que hasta Baqueira los había llevado Su Alteza el Príncipe Felipe sufrió un accidente, que alarmó a toda la familia y a todos los presentes.

Una broma inocente o un descuido involuntario hizo que el niño más querido y admirado de los españoles sufriese un fuerte golpe en la nariz con un bolígrafo, que le produciría una abundante hemorragia, que no había forma de parar. Intentado lo indecible por parte de sus familiares, así como por los médicos encargados del cuidado de la Familia Real, y ante la imposibilidad de contener la hemorragia, el Principado de Asturias fue trasladado por vía séres y urgente a la capital de España.

La ausencia del doctor Antolí Candela de la Península – se encuentra en Suiza – y la orden de que se presentase en Covesa para atender al Príncipe dio lugar a la búsqueda y localización de su hijo médico del mismo nombre, en el aeropuerto de Barajas, donde del mismo nombre, en el aeropuerto de Barajas, donde se encontraba en espera de determinadas personas.

Ingresado el Príncipe en Covesa fue atendido en primera cura de urgencia por la enfermera  principal del doctor Antoli en la operación de cuerdas bucales que sufrió Don Juan Carlos hace unos meses, como asimismo en los ejercicios de recuperación que tras la operación hubo de realizar Su Majestad. El tapón realizado por la enfermera fue suficiente para detener la alarmante hemorragia, y con ella la preocupación de la Familia Real española. Pasado el susto, el Príncipe de Asturias volvió a Baqueira, donde continúa sus vacaciones escolares.

Un susto inesperado que proporcionó el Príncipe de Asturias a su familia, que afortunadamente, al igual le golpeó en un ojo con un bolígrafo estando en clase, no tuvo mayores consecuencias que la del susto.

Y es que los príncipes también son niños a la hora de su comportamiento, aunque puedan dejar a sus padres, por la natural preocupación, sin la celebración de la noche de fin de año.

La falta de gravedad tanto en la operación de cuerdas bucales de Su Majestad, como en el traslado urgente del Príncipe Felipe hasta Covesa, motivaron la falta de nota oficial de la Casa Civil en evitación de alarmas innecesarias.

Paco Jurado

08 Enero 1981

La familia real

Carmen Rico Godoy

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Hay que reconocer que podemos darnos con un canto en los dientes por el Rey que tenemos actualmente. En la larga lista de reyes españoles no es fácil encontrar un monarca razonablemente sensato y Juan Carlos I está a la altura de sus colegas europeos. Por eso horroriza un poco esa manía que tiene nuestra Familia Real de viajar todos juntos en el mismo vehículo.

No se trata de ser agorero, pero los accidentes ocurren y más vale prevenir. Anitugamente, los miembros de la Familia Real viajaban separados, precisamente para evitar que la mala pata acabara con la dinastía.

¿Por qué ha sido abandonada esta costumbre? Sólo de pensar en el lío que se organizaría si se nos estropearan al mismo tiempo el Rey, la Reina y el Príncipe Felipe dan ganas de prohibirles que viajen.

Y hablando del Príncipe, también nos gustaría que nos explicaran detalladamente el presunto accidente que tuvo días pasados. Dicen que sufrió una hemorragia de nariz bastante importante, causada por un bolígrafo.

La noticia ni se ha confirmado ni todo lo contrario. Y los libros de historia cuentan que la hemofilia es una enfermedad frecuenta en las familias reales europeas, enfermedad que transmiten las mujeres, pero que sólo la sufren los hombres. Si realmente lo del Príncipe Felipe no fue nada grave, que nos lo describan en HOLA con todo lujo de detalles. Si es otra cosa más importante, que nos lo digan también, que hoy día la medicina está muy avanzada y los espíritus también. Los españoles nos sentimos con derecho a saber exactamente qué hace y que no hace, qué le pasa y qué no le pasa a la Familia Real, porque para eso es nuestra.

14 Enero 1981

¡Ojo con la Corona!

SÁBADO GRÁFICO (Editor: Eugenio Suárez)

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La pasada semana saltó a los medios de información un rumor de los que hacen época, concerniente a la salud del príncipe Felipe de Borbón, heredero de la Corona de España. Basado en una ‘información’ de un espontáneo aparecida en un vesperino madrileño – cuyo director estaba, desgraciadamente, ausente – apareció de rebote en otras numerosas publicaciones y fue recogido por las agencias internacionales de prensa, con el inevitable eco en el extranjero. Así funciona la información: una simple gacetilla de penúltima página puede acabar dando la vuelta al mundo, porque hoy el ritmo es trepidamente, el viaje de las noticias (o del os bulos), supersónico, y el daño que se puede hacer, a veces es irreparable.

No está muy claro aún el origen del bulo sobre la herida del príncipe Felipe hecha por un golpe de bolígrafo y de la consiguiente hemorragia pretendidamente ‘incontenible’. Puede, puede que un informador se haya visto sorprendido por su buena fe. Ocurre, por desgracia, con frecuencia. Pero en este caso hay, aparentemente algo más. El bulo fue retocado de toda una serie de datos, de nombres, de circunstancias con visos de bien fundamentados, destinado todo ello a proporcionar credibilidad. Era, sin duda, un bulo bien urdido. Y es difícil de creer que un ‘free lancer’ (informador por libre) que parece vivir de la venta de su producción a los medios informativos se exponga a cerrarse todas las puertas en el futuro para meramente colocar un trabajo. No encaja.

Por lo tanto, como se está haciendo en determinados círculos, si el informador está libre de sospecha habrá que preguntarse por el origen, por las fuentes que propiciaron semejante iniciativa.

Porque, ¿qué se puede deducir de alguien o de algunos que lanzan ese dardo envenenado de que el futuro Rey de España está aquejado de una enfermedad que pondría constantemente su vida en peligro? La respuesta tampoco e un razonamiento exclusivamente nuestro : se busca trasladar la inestabilidad general que acusan las Instituciones del país a la única que hasta ahora ha quedado por encima de arremetidas y desgastes, la Corona.

Está claro, por suerte, que, haya nacido el bulo de un plan malicioso o de una mera irresponsabilidad profesional, no se trata más que de eso: de un bulo. Y los datos médicos que aportamos en este número de SÁBADO GRÁFICO parecen zanjar definitivamente en cuestión.

Pero el calumnia que algo queda es una máxima bien conocida, por ejercitada, en este país. Habrá todavía muchos que, pese a los desmentidos y los datos aportados, opondrán el qué van a decir y continuarán extendiendo el bulo. De alguna manera, el mal hecho no es ya completamente reparable.

Y los españoles, sobre todo los que tenemos responsabilidades innegables es un capítulo tan fundamental para la marcha de un país como es la información, estamos obligados a evitar daños a la Corona. Al menos aquellos que hacemos de la democracia y de las libertades una razón de ser y de existir. Y la razón es clara: hasta los más ciegos y refractarios admiten hoy que la transición del régimen anterior al Estado de Derecho que se está construyendo no hubiera sido posible – y tampoco lo sería hoy – sin el papel fundamental jugando por la monarquía. Y esto lo decimos desde una empresa que nunca ha sido confesionalmente monárquica.

Por tanto, cuando se toca a esta última instancia, a ese refugio final de estabilidad que es la Corona, todas las precauciones son pocas. Ni se pueden lanzar ni recoger rumores, bulos y demás sin acudir antes a una verificación exhaustiva de los hechos y de las fuentes. Y que no se nos diga que eso  va contra la libertad de expresión, porque quien tal afirme demostrará que no tiene ni idea de lo que es el periodismo responsable.

SG

05 Febrero 1981

HEMOFILIA EN EL CORAZÓN DE LA PRENSA DEL ESTADO

Florentino Alonso Pinzón

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Es ésta una historia sencilla, la historia de un joven príncipe que pasaba alegre sus vacaciones invernales en cierto lugar del Pirineo leridano. También es la historia de un oscuro alto cargo-adjunto de la prensa del Estado, de una tertulia y una noticia – falsa – que, incomprensiblemente llegó al corazón mismo de la prensa del Estado.

Es ésta una historia sencilla, la historia de un joven príncipe que pasaba alegre sus vacaciones invernales en cierto lugar del Pirineo leridano. También es la historia de un oscuro alto cargo-adjunto de la prensa del Estado, de una tertulia y una noticia – falsa – que, incomprensiblemente llegó al corazón mismo de la prensa del Estado.

A nadie se le escapa que puedan existir noticias desestabilizadoras; es uno de los riesgos del poder de la prensa. Sin embargo, a nuestro hombre no le ocupaban esos pensamientos aquel día frío de enero. Nuestro hombre trabajó con normalidad – poco – esa mañana. Probablemente echó de menos el café del que era cliente habitual, pero reconoció que se trataba del día de cierre semanal, nada extraño, y entonces había que cambiar el rumbo, girar levemente hacia la izquierda el peso de la costumbre y entrar en otro establecimiento, más incómodo con esa inevitable incomodidad que cercena los mecanismos mentales de quien se deja arrastrar hasta la inconsciencia por lo cotidiano.

Y en el diario el mismo asunto: ninguna primicia, ningún golpe de Estado, ningún divorcio escandaloso que llevarse a la máquina de escribir, ningún fichaje espectacular en el complicado mundo del balón redondo.

Una mañana pacífica

Todo permanecía en orden, como debe ser. Allí estaba el portero, luciendo su uniforme gris tras esos cristales que constituían una especie de garita de lujo, un “¿Usted que desea?” o “¿Usted por quién pregunta?” sumamente reconfortante y tranquilizador, no fuera a ser, de pronto, que alguien se cuela y le molesta a uno en ese instante, precisamente en ese instante cuando ya tenemos casi terminado el crucigrama y hemos volcado en ello la responsabilidad toda de nuestra mañana, de una mañana de pacífico y honrado trabajo.

De hecho, nuestro hombre almorzó con asombrosa puntualidad y hasta se permitió la rutina de dedicar cierta consabida charla familiar con el camarero después de una – siempre la misma – estudiada broma que hablaba indefectiblemente de la escasa calidad de la comida. Se trataba, pues, de un día cualquiera de enero, un día cuya máxima sorpresa constituía, precismaente la falta absoluta de sorpresas

Un café y un taxi

También, como siempre, redundando en ese tedio que tantísimo reconforta a los personajes carentes de espíritu de aventura, el hombre miró su reloj y vio que la hora coincidía con el último sorbo del café, señal inequívoca, honorable guiño para tomar el taxi y dirigirse – con estricta puntualidad – a la tertulia.

Tampoco era cosa de hacer comentarios – ¿Qué le iba a decir al taxista?, ¿qué cosa espectacular podía contar después de una jornada cualquiera? – así que cedió a una marcha en silencio, recapacitando a veces – sólo cuando el semáforo frenaba el curso natural del automóvil – acerca de sus vacilantes inclinaciones políticas.

Inclinaciones que, en los últimos tiempos, se habían volcado, también como siempre, por el partido del poder.

La tertulia

Entró. Se trataba de una tertulia regentada por una conocida restauradora del acien régime y nada tan familiar como aquel saludo – buenas tardes, señor – mientras le retiraban el abrigo y experimentaba esa sensación mitad mezquindad mitad grandeza de la cual él sólo registraba la última, una estúpida manera de creerse importante. Alcanzó la mesa y se sucedieron los saludos. Todo parecía normal hasta que observó el desmesurado brillo de aquella mirada. Lo que se intuía como monótono acontecer iba a transformarse en un cúmulo sin par de prodigiosos acontecimientos.

Y es precisamente en este punto donde empieza nuestra historia. Nadie podía pensar que dos destinos tan opuestos como el del Príncipe de Asturias y nuestro oscuro personaje fueran a coincidir en aquella tertulia y a esa misma hora. Tampoco nadie supo qué palabras cruzaron nuestro hombre y el hombre de la mirada encendida, a quien le habían pasado la noticia de su vida. Sin pérdida de tiempo, arrebatado por tan diáfana primicia, nuestro hombre se levantó, y, tras balbucear alguna frase ininteligible, arranco hacia el vestuario.

Como por un toque mágico, por un destino que supera al de los dioses, todo, absolutamente todo, había cambiado. Y nuestro hombre feliz llegó a su diario y transmitió la gran noticia: “El Príncipe Felipe ha sido ingresado en un hospital madrileño”. Causa: “Una hemorragia nasal, después de caer en accidente de esquí”, “¿Y le han traído desde Baqueira Beret?”, se preguntaba un redactor con los ojos abiertos como platos. “¡Confirmalo!”, gritaba nuestro hombre, crecido ante la evidencia de los acontecimientos. La confirmación fue fulminante: “Está comunicando”, transmitió otro redactor con cansancio.

En Baqueira comunican

En efecto, en la estación invernal de Baqueira Beret el teléfono comunicaba. Nuestro hombre, alto cargo adjunto del diario, no vaciló en desarrollar una intuición altamente periodística: “Si el teléfono comunica es que la noticia es cierta”. Pero no todo podía ser así de sencillo. El siguiente paso era comunicar con el director [José Ramón Alonso], una empresa relativamente fácil si el director no estuviera tomando el sol en Benidorm. Al final, el director al teléfono y la misma frase: “Confírmalo”.

De nada valió la perplejidad y hasta la oposición de la redacción para publicar la noticia. Posteriormente, se supo que era falsa y, en un alarde de cinismo el director – hombre de lealtades contrastadas – que encandilando había dado el publíquese y había ofrecido de ocho a diez mil pesetas por la primicia se limitó a decir: “Esto pasa cuando uno no está al pie del cañón”. Cierto semanario gráfico [SÁBADO GRÁFICO] publicaba más tarde un artículo suyo donde declinaba cualquier responsabilidad y culpaba a la redacción de un desaguisado que, de ser cierto, hubiera supuesto el fantasma de la hemofilia en la Corona Real, con cuanto ello implicara de desconcierto y desestabilización. Más tarde, nuestro hombrecillo-adjunto huiría a paradero desconociddo y meditaría con toda probabilidad, lo que perdió aquel día gris de enero: los anhelados favores de la Corona – “Fíjense ustedes cuánto se ha preocupado por la que acontece a la Familia Real – y la posibilidad de replciar alto en los mecanismos del poder.

Aunque parezca mentira, los hechos relatados sucedieron en el diario PUEBLO, cuyo director José Ramón Alonso, ocupará en tiempos de la dictadura gran cantidad de cargos – entre ellos el de director de RNE – para pasar hoy a ocupar todavía más. Pero ésa es ya otra cuestión… En la página segunda del mismo diario se lee: Director – José Ramón Alonso. Director Adjunto: Florentino López Negrín.

Florentino Alonso Pinzón