Un polémico ‘accidente’ con una escopeta pone punto final al matrimonio de los Duques de Huéscar, Carlos y Matilde

Las jaquecas de los Alba.- Por Jesús Aguirre , el duque consorte de la Casa, supimos un día de las jaquecas de los Alba que, por mimetismo, él también ha padecido. Pero la jaqueca a la que me refiero es otra. Yo diría, más bien, que se trata de una maldición que, como la de los Grimaldi o los Windsor , parece haberse apoderado de la familia más ducal del mundo. Casualmente, desde que Mar Flores apareció ligada a la vida ¿económica?, ¿sentimental? de uno de sus miembros: Cayetano , el Salvatierra .

¡Dios me libre de pensar mal! Pero ¿será gafe la muchacha? A las pruebas me remito. Este año que termina, con el siglo y el milenio, no es el año más feliz de los Alba. Podría serlo si la consuegra de Cayetana no se llamara Carmen Ordóñez , capaz de sacar dinero hasta de la boda de su hijo con la pequeña duquesa. Tampoco debe ser agradable que, siendo la duquesa felipista y liberal, el yerno sea más que del PP, «facha», de Fuerza Nueva si existiera. Pero mucho más a la derecha.

Para acabarlo de arreglar, la campanada de Matilde Solís , la hoy duquesa de Huéscar , mañana de Alba. Según medios cercanos a la familia, todo ha sido una úlcera gástrica. Si así es ¿por qué tanto revuelo? Me resisto a creer que sea otra cosa aunque se hable de atestados judiciales, armas de fuego o armas blancas. A veces, por atajar los malos rumores, se toman actitudes peores. ¿Por qué intentar mostrar normalidad, acudiendo Carlos a los toros, cuando lo normal era permanecer junto a su esposa en la Unidad de Cuidados Intensivos? No tengo por qué dudar que lo de la úlcera sangrante sea verdad. Verdad o mentira, ¡menuda jaqueca ésta para los Alba! Y, encima, Fernando , lo mejor de la Casa, actuando de bombero para atajar el fuego, peor que aquel otro del 36, que amenaza la Casa.