29 enero 1999

Javier Pradera (EL PAÍS) aprovechó la polémica para cargar tanto contra Cascos como contra el Sr. Ramírez

Una viñeta de Gallego y Rey en EL MUNDO desata las iras del Vicepresidente Álvarez Cascos contra Pedro J. Ramírez

Hechos

El 29.01.1999 el diario EL MUNDO publicó una viñeta de los humoristas gráficos Sres. Gallego y Rey, que causaron un cruce de cartas entre el Vicepresidente del Gobierno, Sr. Álvarez Cascos y el director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez.

Lecturas

Realmente lo puso a huevo. A principios de 1999 se celebró un congreso nacional del Partido Popular en el que D. José María Aznar defenestró a D. Francisco Álvarez Cascos como Secretario General del PP y puso en su lugar a D. Javier Arenas, por lo que se puede deducir que el hasta ese momento ‘número 2’ del PP – que fuera apodado como ‘el General Secretario’ y del que no se esperaba que siguiera mucho tiempo como Vicepresidente – no se encontraba en su mejor momento y estaba un tanto irascible.

El diario EL MUNDO publicó una portada para ilustrar el congreso en la que se veía a D. José María Aznar y los principales dirigentes del PP caracterizados como ‘Tintín’ y los otros personajes. (El Sr. Rato era el profesor Tornasol, el Sr. Mayor Oreja el Capitán Haddok, etc.). En ese dibujo ‘Tintín’/Aznar pegaba un puntapié para sacar e la foto al perro Milú que tenía la cara de D. Francisco Álvarez Cascos.

El Sr. Cascos reaccionó publicando una carta brutal contra el Sr. Ramírez en la que le expresaba lo mucho que le ofendía esa viñeta, que entendía un agravio personal y también un agravio al personaje de ‘Hergé’ (¿???). Pero la cosa no quedaba aquí en esa misma carta el Sr. Cascos pedía abiertamente al Sr. Ramírez el despido de su corresponsal en Asturias, Dña. Ana Gallego por haberse alineado con el rival del Sr. Cascos, D. Sergio Marqués en la guerra interna del PP asturiano. La mejor frase del Sr. Álvarez Cascos era la que usaba para cerrar su carta: “Tienes una deuda personal conmigo demasiado profunda”.

Pero si el Sr. Cascos esperaba ver temor en el Sr. Ramírez se equivocaba, se respeta a los que tienen capacidad de poder, y el Sr. Cascos estaba ya de salida por lo que – y a pesar de que la carta había sido enviada como mensaje directo al Sr. Ramírez y no como ‘una carta al director’, como tal la publicó el Sr. Ramírez en la que ponía en evidencia lo ridículo que era que se mosqueara por una viñeta.

Naturalmente para el Grupo PRISA no pasó desapercibida esa polémica y el encargado oficial de la guerra contra EL MUNDO, D. Javier Pradera, publicó el 7 de febrero de 1999 el artículo ‘Contra la prensa libre’ en el que, una vez dejaba constancia de la “Sensibilidad enfermiza de una persona débil e insegura” (no era la primera vez que el Sr. Pradera dedicaba aguijones al Sr. Cascos que lo había denunciado al Defensor del Lector), pasó a centrarse en su enemigo mediático:

“Cascos es también el vehículo de su amenazante mensaje sobre las deudas pendientes de Pedro J. Ramírez. El director de EL MUNDO tan exigente siempre con sus colegas en todo lo relativo a la transparencia informativa, tiene la obligación de contar a sus lectores cuáles son las impagables deudas reclamadas por Cascos”.

Hubiera sido verdaderamente valioso que el Sr. Cascos relatara cuáles eran esas deudas impagables. Ni lo hizo el político, ni lo hizo el Sr. Ramírez como única respuesta se limitó a descalificar al Sr. Pradera con adjetivos similares a los que ya había usado antes, esta vez acompañado por una foto del Sr. Pradera con el Sr. Felipe González en la bodeguilla el 8 de febrero de 1999.

«Pradera se cree que todos estamos hechos con su patrón. EL MUNDO no tiene deudas impagables con nadie. No está cortado con su patrón».

01 Febrero 1999

Carta del Vicepresidente

Francisco Álvarez Cascos

Leer
Tienes una deuda personal conmigo demasiado profunda para que se pueda solventar con decoro.

Al dejar la Secretaría General del Partido Popular quiero expresarte y dejar constancia de la profunda decepción personal que me produce el comportamiento del periódico que diriges, especialmente en los últimos tiempos.

Pocos podrán presentarte las pruebas que yo tengo de comportamiento responsable hacia tu persona, con ocasión de la campaña que sufriste para perjudicar tu carrera, sin hacerte ni una sola pregunta. Y he podido comprobar, una vez más, que ni siquiera la gratitud es capaz de matizar la avidez de notoriedad que te ciega para no ver las que sufren los demás, y para apuntarte a ellas.

Por no remontarnos más lejos, por ejemplo a este verano, el pasado día 20 de enero, el texto de mi intervención en Oviedo que te envié por la mañana, a petición tuya y de tu director adjunto, en exclusiva, embargado hasta las 9 h. 30′ de la noche, estaba siendo divulgado insólitamente a media tarde por tu corresponsal en Asturias, Ana Gallego, entre medios de comunicación regionales. Incluso, el texto acabó en el despacho del presidente del Principado. Ayer mismo, Ana Gallego seguía ejerciendo de corresponsal de EL MUNDO desde Oviedo.

Y también ayer mismo, la viñeta de la primera página y del cuadernillo especial dedicado al Partido Popular era otro buen ejemplo del estilo de tu periódico. Lo de menos es que, como en la foto que publicaste el día que acudí a la Sala 2ª del Supremo, o como en otro cuaderno dominical de 1993 dedicado a identificarme con el dóberman descalificador, tu periódico se haya convertido en el ariete principal de una campaña felipista, esta vez en forma de Milú. Lo más triste es que vuestro entusiasmo por acuñar esa imagen llega al límite de manipular a Tintín, personaje entrañable a quien en sus aventuras siempre acababa salvando Milú, y que nunca hubiera sido capaz de la innoble conducta que le atribuís en la viñeta. Hergé no te hubiera perdonado la falsificación. Y yo, tampoco.

Tienes mi respeto profesional como director de EL MUNDO y también una deuda personal conmigo demasiado profunda para que se pueda solventar con decoro.

Francisco Álvarez-Cascos

01 Febrero 1999

Respuesta del director de EL MUNDO

Pedro J. Ramírez

Leer
Que alguien tan curtido como tú se sienta ofendido por la broma de unos humoristas no deja de ser una muestra de humanidad que prueba que bajo la más dura piel de rinoceronte puede latir un corazón sensible. Pero, a la recíproca, tú debes admitir, querido Paco, que quejarse a estas alturas de lo que unos malvados pintamonos le hagan a un perrito con tu efigie, erosiona gratuitamente tu brillante leyenda de ogro acorazado.

Querido Paco:

Aunque los casi diecinueve años que llevo dirigiendo periódicos me han enseñado lo complicadas que son siempre las relaciones entre políticos y periodistas, tu carta de hoy me ha causado una pena especial porque la considero ante todo injusta.

Es cierto que cuando hace año y medio se urdió y materializó el montaje destinado a desprestigiarme tú fuiste quien con más contundencia aludió a ello en el Parlamento, como parte de la campaña de desprestigio contra los jueces, políticos y periodistas que habíamos investigado la trama de los GAL. Lo que tu ahora presentas como acto de «responsabilidad» a nosotros nos pareció una muestra de coherencia por parte de quien, como tú, ha rendido importantes servicios a la democracia -así se subrayaba en nuestro editorial del sábado- al plantar cara, con todas las consecuencias, a la corrupción y el crimen de Estado.

También es verdad que adoptaste esa posición sin hacerme «ni una sola pregunta». Siempre he dado por hecho que ya entonces existían los suficientes elementos de juicio para saber a qué atenerse, pero estoy a tu completa disposición si, a pesar del tiempo transcurrido, aún hay algo relevante que te parezca oportuno preguntarme.

Entrando en la casuística de tu condensado memorial de agravios, me sorprende lo que dices de la corresponsal en Asturias. Es la primera noticia al respecto. He pedido a mis colaboradores que averigüen si es cierto lo que alegas y te tendré informado del resultado de nuestras pesquisas.

Puesto que después te remontas a un suplemento de hace más de cinco años, estoy seguro de que en la colección de EL MUNDO de todo este periodo encontrarás muchos más motivos de legítima satisfacción que de incomodidad o enfado. Y no como expresión de «gratitud», sino como ecuánime reflejo de tu decisiva contribución a la regeneración de la vida pública tras la situación-límite creada a mediados de los 90. Ahora bien, ninguna trayectoria es lineal, en toda labor humana hay siempre luces y sombras y, como bien sabes, el nuestro es un periódico extraordinariamente plural en el que caben todas las opiniones.

Supongo que no sugerirás en serio que he sido yo quien, ofuscado por «la avidez de notoriedad» que me «ciega», he ordenado, propuesto o siquiera insinuado a Gallego y Rey cuáles debían ser las caricaturas ni cuál el guión del dibujo humorístico que la sección política les encargó con motivo del Congreso del PP. Tal vez en los partidos políticos o incluso en la administración pública las cosas sucedan así, pero desde luego no en los periódicos, o al menos no en EL MUNDO. ¿Acaso debía haberles censurado?

Estoy seguro de que cuando pasen las emociones de estos días, tú mismo encontrarás exagerada y pintoresca la imputación de que este periódico se ha «convertido en el ariete principal de una campaña felipista -hasta ahora nos habían dicho de todo menos eso-, esta vez en forma de Milú».

Tengo que reconocer que el que alguien tan curtido como tú se sienta ofendido por la broma de unos humoristas no deja de ser una muestra de humanidad que prueba que bajo la más dura piel de rinoceronte puede latir un corazón sensible. Pero, a la recíproca, tú debes admitir, querido Paco, que quejarse a estas alturas de lo que unos malvados pintamonos le hagan a un perrito con tu efigie, erosiona gratuitamente tu brillante leyenda de ogro acorazado.

En lo que cualquier tintinólogo de pro te dará toda la razón es en que Milú «siempre acaba salvando» a su amo. De ahí que, apurando la comparación, tenga tanta lógica que el presidente Aznar subraye públicamente -como lo hizo la semana pasada en EL MUNDO- lo inestimable que le resulta el tenerte entre sus más directos colaboradores.

Deja que sea Hergé quien, efectivamente, les arregle las cuentas a estos malandrines de Gallego y Rey en el Parnaso de dibujantes e ilustradores. Como bien sabes, El cetro de Otokar, por ellos parodiada como El centro de Aznar, no es sino una más de las múltiples aventuras de sus personajes. Aquí queda aún mucha historia que contar y muchas historietas por dibujar. Tal vez la próxima sea Tintín en el lago de los tiburones y tú puedas desempeñar un papel que te haga más justicia.

Aunque la condición de deudor que me atribuyes no deja de abrumarme, EL MUNDO será el primero en subrayarlo.

Y no por una cuestión de «decoro», sino como fruto de la imparcial valoración de cuanto estás significando en estos años dentro de tu partido y de tu país. Afectuosamente.

Pedro J. Ramírez

07 Febrero 1999

Contra la prensa libre

Javier Pradera

Leer
La airada carta del vicepresidente no sólo expresa la sensibilidad enfermiza de una persona débil e insegura: es también el vehículo de su amenazante mensaje sobre las deudas pendientes de Pedro J. Ramírez

Las cartas cruzadas del pasado fin de semana entre el vicepresidente primero del Gobierno y el director del diario EL MUNDO ilustran las siempre difíciles y peligrosas relaciones de los periodistas con los políticos. Cascos expresaba su profunda decepción personal con el diario dirigido por Pedro J. Ramírez; la ruptura por EL MUNDO del embargo informativo impuesto por el vicepresidente del Gobierno sobre una exclusiva más bien boba (su discurso de agradecimiento al ser nombrado ‘ovetense del año) y la publicación de una caricatura de Cascos como si fuese el perrito Milú de Tintin son los desproporcionados motivos de ese profundo desencano. La excesiva susceptibilidad es incompatible con el oficio de político, en el caso de Cascos, célebre por sus brutales e injuriosos ataques contra los adversarios, sorprende además que este boxeador de puño de hierro tenga mandivula de cristal. Pero la airada carta del vicepresidente no sólo expresa la sensibilidad enfermiza de una persona débil e insegura: es también el vehículo de su amenazante mensaje sobre las deudas pendientes de Pedro J. Ramírez.

El vicepresidente del Gobierno pasa factura al director de EL MUNDO por su solidaridad a cuenta de la campaña de desprestigio – realmente inicua – emprendida contra su imagen mediante la publicidad dada a un episodio de vida íntima aún sin precisar el alcance de la ayuda prestada desde su cargo oficial. También lamenta Cascos que la generosidad de conceder al diario EL MUNDO la ridícula exclusiva de su discurso (en el que se jactaba de ser un asturiano de culu moyau y denunciaba a los bolcheviques nostálgicos infiltrados en la prensa) no fuese recompensada por su director con la censura de esa caricatura y con el despido de la redactora responsable de no haber respetado el embargo. La referencia final a la ‘deuda personal’ de Pedro J. Ramírez con Cascos (‘demasiado profunda para que se pueda solventar con decoro’) es un aviso intimidatorio más que un lamento.

Por su parte, el director del diario EL MUNDO, famoso por sus sermones sobre deontología periodístico, hace un papel más bien triste en su respuesta – encabezada por un ‘Querido Paco’ – a una carta que considera ‘ante todo injusta’. La exclusiva antes mencionada da pie para suponer que Cascos proporcionó anteriormente al diario EL MUNDO información privilegiada de mucho mayor calado; las fuentes de ese periodismo de investigación del que suele jactarse Pedro J. Ramíre quedan bajo sospecha. El director de EL MUNDO, tan exigente siempre con sus colegas en todo lo relativo al a transparencia informativa y a la independencia frente al poder tiene la obligación de contar a sus lectores cuáles son las impagables deudas reclamadas por Cascos.

Javier Pradera

08 Marzo 1999

Pradera cree que todos estamos hechos con su patrón

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer
EL MUNDO no tiene deudas inconfesables con nadie. No está cortado con su patrón.

bodeguilla

Javier Pradera, consejero espiritual de EL PAÍS, se permitía ayer «suponer» (sic!) que EL MUNDO tiene «impagables deudas» con Alvarez Cascos. Pradera, que desconfía del periodismo de investigación -ya se ve que él prefiere el periodismo de suposición- aprovechaba su diatriba para referirse a «las peligrosas relaciones de los periodistas con los políticos». ¡Qué valor! ¡Que quien hable de eso sea alguien que, como ilustra la fotografía de arriba, era privilegiado visitante de La Bodeguilla de González en La Moncloa; alguien que se vio en serios problemas profesionales por poner su labor de teórico periodista al servicio de la campaña del PSOE en favor de la OTAN; alguien a quien Anguita tuvo que preguntarle en cierta infausta ocasión si era periodista o recadero de González! EL PAÍS se está especializando en los análisis intrusistas: pone a hablar de ética a los consejeros bancarios y de independencia informativa a los dependientes de bodeguilla. Olvídelo Pradera: EL MUNDO no tiene deudas inconfesables con nadie. No está cortado con su patrón.