7 febrero 1989

El idilio sacude toda las estructuras de Construcciones y Contratas y deja en el aire la situación en el Banco Banesto y el Banco Central

Estalla el escándalo sexual Alberto Cortina-Marta Chávarri al difundirse sus fotos en DIEZ MINUTOS: Las hermanas Koplowitz fulminan al menor de los ‘albertos’

Hechos

  • DIEZ MINUTOS publicó el 7 de febrero de 1988 portada las fotos que demostraban la relación D. Alberto Cortina, presidente de Construcciones y Contratas (accionista mayoritario del Banco Central) mantenía una relación con Dña. Marta Chávarri pese a estar casado con Dña. Alicia Koplowitz.

Lecturas

En el número de la revista Diez Minutos del 7 de febrero de 1989 se desvela la relación íntima existente entre el directivo de Construcciones y Cóntrata  D. Alberto Cortina Alcocer, marido de la principal accionista D. Alicia Koplowitz, y consejero del Banco Central y el Banco Banesto, con Dña. Marta Chávarri (esposa de la marques de Cubas). Adelantando el fin del matrimonio del Sr. Cortina Alcocer con Dña. Alicia Koplowitz Romero, propietaria junto a su hermana de Construcciones y Cóntratas.

El 7 de marzo de 1989 D. Alberto Cortina Alcocer es forzado a dimitir como presidente de Construcciones y Contratas. La Junta General de Construcciones y Cóntratas del 27 de marzo de 1989 sitúa a su primo D. Alberto Alcocer Torra como presidente consejero del grupo constructor y la entrada en el consejo de administración de las propietarias Dña. Alicia Koplowitz Romero y Dña. Esther Koplowitz Romero en un consejo en el que D. Romualdo García Ambrosio sigue siendo consejero ejecutivo. D. Alberto Cortina Alcocer continúa siendo copresidente de Grucycsa, la entidad holding de Construcciones y Cóntratas.

 La agencia Scorpius del periodista D. Javier Núñez, fue quien consiguió la fotografía. 

Desde su puesto de máximo directivo de Construcciones y Contratas [FCC], D. Alberto Cortina Alcócer estaba impulsando junto a su primo una toma de posiciones tanto en el Banco Central como del Banco Español de Crédito (de ambas entidades era accionista Cartera Central, filial de la constructora) para garantizarse de que en caso de que ambos bancos se fusionaran ellos tomaran el control, pero su posición de fuerza se debía en gran medida a su esposa Dña. Alicia Koplowitz.

EL DIRECTOR DE DIEZ MINUTOS DA SU VERSIÓN A LA HEMEROTECA DEL BUITRE:

Todo fue más sencillo que las teorías conspiranoicas que algunas personas han repartido por la necesidad de rellenar espacios, y para no dejar constancia de su ignorancia absoluta de los hechos.
En DIEZ MINUTOS seguíamos todo lo que tuviera que ver con historias de amor, desamor, engaños y desengaños.
Cuando coincidieron tres agencias de prensa en ponerme sobre la mesa del despacho, en la misma semana, que tenían la posibilidad de pillar a esa pareja formada por una marquesa y por un personaje de rabiosa actualidad, en aquellos momentos… no lo dudé, ambos estaban casados y aunque los rumores ya corrían por las redacciones faltaba la prueba gráfica.
Una de las agencias los situaba en Roma, otra en París y la agencia Scorpio dirigida por Carlos Moraleda y Jose Luis García me aseguraron que los estaba siguiendo en un hotel de Viena.
Yo dí Ok a las tres agencias.
Y fue la agencia Scorpio la que unos días después se presentó con las fotos de Viena.
Era un reportaje clásico de la prensa del corazón dos personajes casados cada uno por su parte, que se les veía abandonar juntos un hotel en Viena.
Pero ahí comenzó la prensa autodenominada «seria» a llevar la historia al terreno financiero y lo que quisieron.
Yo ahí no tengo nada que decir. La imaginación es libre y a falta de información, allá cada cual con la barbaridad que se les ocurra.
Por cierto la portada, a última hora tuve que rebajarla para colocar la última hora, la terrible muerte del primo del entonces Rey Juan Carlos, degollado y muerto al encontrarse un cable cruzando la pista de esquí por la que se deslizaba.
Sí que me llevaron a juicio por esa portada. Una vez más.

Jesús López Campos a LHdB el 11-09-2023.

Las tres semanas que cambiaron la prensa del corazón.

Jesús Locampos

Director de DIEZ MINUTOS en 1989

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Lo que les voy a contar jamás se ha publicado, pero les juro que aunque parezca increíble es absolutamente verídico. Verano de 1985, la familia Valdés, los hijos de Joaquín Valdés, el fundador de la revista más transgresora de la época, DIEZ MINUTOS, que había alcanzado el cenit del éxito durante la etapa en la que dirigió el semanario Javier Alonso Osborne, sufre un revés de accionistas, por lo que los Valdés pierden la mayoría durante un periodo de tiempo. Javier, que intuye un sufrimiento profesional que no se merece ni desea, plantea su dimisión como director de la revista más impactante del momento y es fichado inmediatamente por Eduardo Sánchez Junco, director y dueño de HOLA.

Un motorista llega al camping de Mazarrón (Murcia) con un mensaje de urgencia para quien entonces era el segundo de Javier [Jesús Locampos] y que en ese momento se encuentra de vacaciones. La nota es rotunda: “Llame urgentemente a la revista”. Entonces no existían los móviles y desde una cabina telefónica el periodista se pone en contacto con la nueva empresa de su revista que le hace saber que, a la mayor brevedad posible, debe presentarse en Madrid para hacerse cargo de DIEZ MINUTOS [28]. El periodista cuelga y marca inmediatamente el teléfono de Javier Alonso Osborne quien le confirma que ha dejado la revista y le aconseja que pille el tren profesional que está pasando en este momento. También le confiesa que él ya ha firmado con HOLA.

El que hasta entonces había sido Reportero, Redactor, Redactor Jefe y Subdirector de DIEZ MINUTOS, se convierte en el director de revistas del corazón más joven del país. Tiene sólo treinta y tres años. Cuando se sienta en el despacho se encuentra con una empresa distinta a la que ha dejado antes de irse de vacaciones. Ha pasado de ser el segundo de la redacción al responsable absoluto de la revista y ni la redacción ni él mismo tienen muy claro que no se vaya todo al garete. Pero sólo un año después las cifras hablan por sí solas y tras otro giro accionarial vuelven los Valdés y se encuentran con una revista que no sólo no ha perdido ni un solo lector, sino que ha alcanzado cotas impensables ante una situación semejante.

Milagros Valdés, hija de don Joaquín, el alma de la editorial Gráficas Espejo, se convierte en directora editorial tanto de DIEZ MINUTOS como de EL EUROPEO, los dos productos que publica esa editorial. Hay una conexión total entre los directores de la casa, el de DIEZ MINUTOS [Jesús Locampos] y Mara Malibrán, quien entonces era el responsable de EL EUROPEO, con Milagros. El gran secreto es algo que hoy día suena a extraño: libertad total para los periodistas y apoyo absoluto de la empresa.

El día que se escriba un libro de la historia de la prensa del corazón, Milagros Valdés tendrá que aparecer en un capítulo aparte sólo como ejemplo para todas las multinacionales y algunos editores actuales que no tienen ni la más ligera idea de las relaciones entre el representante de la empresa y el director/periodista. Hoy día, en muchos consejos de dirección, aún siguen buscando el motivo por el que no venden los ejemplares que antes vendían. Fácil: porque no dejan trabajar a los periodistas, sino que les obligan a tragar con el resultado de unos estudios de mercado que sirven para una revista de muebles, pero jamás para una revista del corazón. No importa. Mejor que sigan en las nubes, porque así aumentan el prestigio de quienes colaboramos en construir un segmento editorial que envidió el resto del mundo.

Así tuvo lugar el cambio más trascendente de la historia del periodismo del corazón. Se dieron todas las casualidades. Un director joven, decidido, sin ataduras a ningún lobby y absolutamente independiente que contaba con el apoyo incondicional de su directora editorial.

Cuatro años después del nombramiento del nuevo director de la revista, el último jueves de 1988 sale a la calle el número 1.951 de DIEZ MINUTOS. La portada decía: “Marta Chávarri y el Marqués de Cubas, la historia de un maleficio”. En la página 67 de ese número el director hizo malabarismos para contar lo que él ya sabía pero que aún no podía publicar y, bajo el título de ‘Tres Ladys España’ víctimas de rumores de separación, explicaba entre líneas la noticia bomba que nadie se atrevía a adelantar.

Aprovechando los rumores que circulaban sobre una crisis entre la Duquesa (Lady España 1987) y Jesús Aguirre, y los rumores de ruptura de María Vidaurreta (Lady España 1984) y su entonces marido Jorge Verstrynge que acababa de abandonar Alianza Popular, apareció el runrún que recorría todas las redacciones sobre Marta Chávarri (Lay España 1988) y su esposo, el marqués de Cubas.

El texto, escrito de puño y letra del propio director merece la pena recordarlo ahora como una curiosidad periodística donde se relata un hecho que en aquellos momentos es una bomba de relojería por lo que significaba para el mundo financiero y económico de un país que estaba al borde de diversas unificaciones bancarias que podían acabar en fracaso absoluto como saltara una noticia como la que luego saltaría. Es necesario que los lactores se trasladen al año 1988 para entender que había que escribir, aún, entre líneas. Lean: “Entre la jet-set del país, hay un cierto temor a ser designada Lady España porque, según dicen, un extraño maleficio se cierne sobre las ‘afortunadas’ en la proclamación. Algo así como la maldición de Tutankamón, en versión social. Dice la leyenda que todos aquellos que trataron de profundizar en el secreto de la tumba de Tutankamon padecieron posteriormente extrañas enfermedades y situaciones que les llevaron indefectiblemente a la desgracia.

Y ante ese temor fenemino en torno al título de Lady España, nos hemos visto obligados a investigar en lo que ha sucedido con las elegidas en las últimas ediciones. Nos hemos encontrado con tres casos, tres mujeres que sí han dado mucho que hablar: Marta Chávarri, Cayetana de Alba y María Vidaurreta. Es cierto que otras elegidas no han sufrido los problemas que ahora pasaremos a relatar, pero lo que es incuestionable es el lazo común de la designación como Lay de estas tres mujeres, que ha supuesto para ellas el inicio de un calvario de rumores que aunque los han negado constantemente, lo cierto es que, al parecer, presisten por encima de los desmentidos.

En la última edición de 1988 la proclamada Lay España fue la bellísima y siempre juvenil, Marta Chávarri, marquesa de Cubas. El acto de su proclamación se celebró con el máximo esplendor posible, en Ibiza. Horas antes de la fiesta, la propia Marta se reunía con un numeroso grupo de informadores y hablaba de su matrimonio con Fernando Falcó, marqués de Cubas, quien precismaente se encontraba en aquel mismo momento a su vera. El marido habló encendidamente enamorado, sobre su esposa y ella también tuvo palabras de gran cariño para su consorte. Todo era paz y alegría, felicidad y concordia.

Sin embargo, cuando casi no se había apagado el eco de la fiesta ibicenca, el rumor salió a la calle: “La pareja ha entrado en una profunda crisis. Se separan”. El rumor no fue recogido por medio impreso alguno, pero el comentario de una presunta crisis matrimonial corría como un reguero de pólvora.

Continuaba el texto haciéndose eco de los rumores de separación entre la Duquesa de Alba y el cura Aguirre y entre María Vidaurreta y el delfín de Fraga, Jorge Verstrynge, que al final también se produjo. La firma de esta filigrana periodística era S. F., una fórmula que significaba interiormente ‘Sin Firma’.

La publicación de este texto revolucionó el país. Fue el fin de año más nervioso desde el inicio de la transición. Había muchos intereses de por medio. Lo que nadie entendía desde las esferas del poder es que el director de DIEZ MINUTOS [Jesús Locampos] sólo atendía a una razón: el interés sentimental de la historia. Nadie se lo podía creer. En un mundo donde muchos se regían por el sobre con dinero negro, un periodista cuyo objetivo principal fuera el interés de los lectores era un auténtico loco.

Pero la semana siguiente, el primer jueves del año 1989 los teléfonos de los despachos más importantes de España se desayunaron con una nueva portada de DIEZ MINUTOS en la que se veía al marqués de Cubas a punto de agarrar con su brazo derecho a Marta Chávarri en lo que parecía un gesto previo a una despedida y un titular que decía textualmente “Marta Chávarri ya está en París… Los marqueses de Cubas se separan con un beso”. Y un sumario en versales debajo del titular: “Su único hijo, Álvaro, se queda en Madrid con su padre”.

Ese número de la revista se agotó ante la expectación por lo que parecía un auténtico suicidio periodístico por parte de quien regía el semanario. La revista se abría con cinco páginas en las que se ofrecían un amplio posado de Cayetano Martínez de Irujo que declaraba a Carmen Rigalt: “Me he refugiado en las mujeres por falta de cariño” y se destacaban sumarios tan llamativos como: “No conozco todas las fincas de mi madre”. Unas páginas después, dentro de la sección ‘En estos días hablo de…’ y entre distintas informaciones, se ofrecía una fotografía de Ruiz Mateos saludando a Alfonso Armada en presencia de un sonriente Luis del Olmo. Cuatro páginas antes del tema de portada se cuenta el fallecimiento de Pilar Franco, la hermana díscola del dictador que dejó este mundo a los 94 años víctima de un derrame cerebral.

La información de la separación con un beso en el aeropuerto de Barajas entre el marqués de Cubas y su esposa Marta Chávarri como continuación al jeroglífico periodístico que se había dado la semana anterior fue un bordado artístico al que ningún abogado pudo meter mano. El marqués de Cubas, hermano del marqués de Griñón, que a su vez fue marido de Isabel Preysler, se había casado en 1982 absolutamente enamorado de Marta, que era hija de Tomás Chávarri y la primera esposa de este, Matilde Figueroa, hija del marqués de Santo Floro. Observen como se puede contar algo evitando ir más allá del o que podía suponer extralimitarse, pero sin privar de la noticia a los lectores: “Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre una posible ruptura del matrimonio formado por Fernando Falcó y Marta Chávarri. Especulaciones de todo tipo y rumores encaminados en una misma dirección: la presunta relación sentimental de Marta con un importante hombre de negocios. Esa podría ser la supuesta causa de esta crisis que, tras la tregua navideña, parece desembocar en separación definitiva, si nos atenemos a la actitud de Marta, que ha decidido irse a vivir a París por un largo periodo de tiempo – tres meses en principio – y que, al parecer, ha comentado con sus amigas más íntimas que su decisión de separarse de Fernando está tomada.

Los protagonistas de la noticia no han querido hasta ahora hacer declaraciones sobre la delicada situación por la que atraviesan. Por respeto a su intimidad, no desean comentar en público los motivos de esta separación y lo único que Fernando Falcó ha pedido al periodista que a él se acercó al aeropuerto para pedirle alguna aclaración, es que, entendiendo que había que dar la noticia, se tratara al menos con un poco de pudor. ¿Se imaginan como se hubiera dado hoy una noticia así?

Pero todavía quedaba una tercera semana, la definitiva, para culminar lo que fue un seguimiento periodístico sin parangón en la historia del segmento del corazón. La historia del reportaje que supuso el pánico para los poderes fácticos del país se fraguó cuando el director de DIEZ MINUTOS encargó el seguimiento de Marta Chávarri a la agencia Scorpio que codirigían Carlos Moraleda y José Luis García.

Carlos y José Luis eran y siguen siendo asiduos del Club Internacional de Majadahonda, en la salida noroeste de Madrid por la A6, más conocida como la carretera de La Coruña y cuando recibieron la llamada del director de DIEZ MINUTOS se miraron a los ojos. No entendían cómo les ponía en marcha en un tema en el que ellos ya estaban y que no había manera humana de que él supiera del seguimiento que su agencia ya había dispuesto. Lo que Carlos y José Luis no sabían entonces es que Jesús había movilizado un total de cuatro agencias, la suya una de ellas.

Alberto Cortina se trasladaba diariamente desde su finca toledana de Las Cuevas hasta el despacho de Construcciones y Contratas en la Torre Picasso de Madrid. Otro equipo de periodistas hacía el seguimiento y una mañana de enero los reporteros se encontraron con la sorpresa de que el chófer del entonces marido de Alicia Koplowitz desviaba su destino hasta el aeropuerto de Barajas. El vuelo privado de Alberto Cortina tenía como primera parada París, pero allí le esperaba en la misma pista Marta Chávarri y juntos reemprendieron el vuelo hasta Viena.

En el aeropuerto de París tuvo lugar una secuencia repleta de ansiedad cuando los periodistas que les seguían perdieron la opción de conocer a dónde se iban a dirigir Alberto y Marta. El destino quiso que Carlos Moraleda reconociera a una azafata de tierra de Iberia con la que le unía una vieja amistad. Así consiguió conocer el final del vuelo de aquel avión privado que acaba de reiniciar viaje.

Carlos y su compañero tomaron el siguiente vuelo en línea regular hacia Viena. Una vez en la capital austriaca se dedicaron a llamar uno por uno a los principales y más lujosos hoteles de la ciudad. Exactamente, al hablar con el tercer hotel y tras preguntarle por el ‘señor Cortina’ acertaron. Se trataba del hotel Palais Schwarzenberg, un palacete ideal para enamorados que necesiten discreción. Carlos miro su reloj y marcaba las cuatro de la tarde del 22 de enero de 1989. Ese fue el momento en el que se pudieron captar las imágenes más polémicas de la historia de la prensa del corazón: Alberto Cortina, marido de Alicia Koplowitz, y Marta Chávarri, esposa de Fernando Falcó, marqués de Cubas, pillados juntos abandonando el hote.

Fue la última semana de enero de 1989. Todas las revistas salieron con un único tema en portada: la muerte del Duque de Cádiz degollado por un cable mientras esquiaba en Colorado. La revista DIEZ MINUTOS fue la única que salió a los kioskos con la portada dividida en dos bloques. Arriba el sorprendente y dramático final del primo del Rey don Juan Carlos, cinco años después de que falleciera uno de sus hijos tras un fatídico accidente de coche. Abajo, y ocupando tres cuartas partes de la portada, la bomba del año: “Coincidieron en Viena el pasado 22 de enero… Las fotos de Marta Chávarri, marquesa de Cubas, y Alberto Cortina”. El titular junto a dos fotos en las que la pareja salía de un hotel vienés. Las palabras sobraban.

La mañana del jueves en el que la revista salió a la calle se bloqueó la centralita de Gráficas Espejo. Todo el mundo quería hablar con el director. Las emisoras querían conectar en directo con quien se había tirado a la piscina a favor de los lectores sin tener en cuenta el disgusto nacional que iba a sufrir el mundo económico, a punto como estaba de una fusión bancaria de alto nivel.

Las estupideces que ocurrieron ese día sólo las conoce el propio periodista y los más íntimos. Un alto cargo actual conocidísimo del mundo del periodismo [Juan Luis Cebrián] se pasó setenta y dos horas intentando frenar la publicación de esas fotografías porque entonces llenaba el estómago con la nómina de una empresa que tenía mucho que perder, al parecer, si esas imágenes veían la luz. Una tertuliana de las que gustan de ser reconocidas como prestigiosas en e mundo de la radio y las columnas de diversos periódicos [Pilar Cernuda] tuvo la osadía de decir en una cadena de emisoras que ella sabía de fuentes extraordinarias que el director de la revista que había publicado esas fotos que habían revolucionado el mundo financiero del país, había recibido una compensación económica multimillonaria por parte del entonces enemigo directo del grupo financiero que salía perdiendo con la  publicación de la noticia [El Banco Banesto de Mario Conde]. Para reflexión de propios y extraños: esa criatura sigue ejerciendo la profesión de comentarista en diversas emisoras y periódicos. Y aún recibe premios periodísticos.

Pasado un tiempo se escribieron varios libros sobre el asunto porque ese ejemplar de DIEZ MINUTOS removió los cimientos del mundo financiero y, de repente, un imperio económico que estaba en manos de los maridos pasó a manos de sus mujeres, después de la separación matrimonial inevitable ante la constatación de un hecho, sin opción a ningún tipo de dudas. Sé que no se lo van a creer, pero ni uno solo de los presuntos prestigiosísimos autores de esos libros que relataron con una imaginación sin precedentes la supuesta historia real de cómo ocurrió la realización de ese reportaje, ninguno, insisto, se puso en contacto con el director de la revista para conocer la verdad. Entenderá el lector por qué los periodistas del corazón nos sonreímos con cierto cinismo cuando la prensa que se autodenomina ‘seria’ trata de menospreciar nuestro segmento informativo. En muchos casos no saben, no entienden y además aburren a sus propios lectores. Que no se gasten más en estudios de mercado.

Lo que siguió a ese jueves podría llenar muchas páginas, pero sólo vamos a referir las que escribió en su momento Basilio Rogado en su libro ‘Negocios del corazón. La trastienda de las exclusivas de los famosos’ donde salva a DIEZ MINUTOS de la culpabilidad de que fue objeto cuando medio país se le echó encima asegurando que eran los responsables de la ruptura de dos matrimonios.

Así escribía Basilio sobre el tema: “Ni la mujer (de Cortina) ni el marido (de Chávarri) engañados se enteraron por la prensa de la infidelidad de sus respectivos cónyuges. Las fotos sólo sirvieron para constatar la realidad y como disparo para anunciar el comienzo de una larga carrera hacia la mayor crisis financiero-sentimental de los últimos años. Alicia, mucho más lista, como mujer que es, fue la primera en saberlo: y fue ella quien se lo comunicó al marqués de Cubas, Manuela Argenta, la cocinera de los marqueses, se lo contaba así a Manuel Agustín, otro reportero de Scorpio: “Recuerdo que en los primeros días de diciembre del pasado año – se refiere a 1988 – me parece que era un fin de semana, el caso es que recibió una llamada. Era una voz femenina y me preguntó por el señor marqués; yo pregunté: “¿de parte de quién?”, y me dijo: “Soy Alicia Koplowitz. Me puse mala y fui al salón, donde estaban los señores viendo la tele. Le dije a don Fernando: “Señor marqués, le llaman por teléfono”. El me preguntó que quién era y yo le dije que era la señora Alicia Koplowtiz. Se levantó, se dirigió al teléfono y habló durante unos minutos. Nunca podré olvidar la cara de la señora. Al regresar, doña Marta le preguntó de mucha insistencia: “¿Qué te ha dicho, Fernando, que quería Alicia?”. El señor marqués le dijo que era una cosa muy grave. Ahí quedó todo”.

Pero sigamos con a historia de las tres semanas que cambiaron la visión de la prensa del corazón, porque a partir de la publicación del número 1.955 de DIEZ MINUTOS, con un precio de portada de 170 pesetas, el poder financiero y político de este país miró con otros ojos a un segmento informativo que hasta entonces sólo les divertía y menospreciaban porque, al fin y al cabo, sólo tocaba historias de mansiones y famosos. Por primera vez en la historia de este país una revista del corazón, publicando un reportaje puramente del corazón, como era la historia de una marquesa que se encontraba con un señor que no era su esposo a muchos kilómetros de su hogar y saliendo de un hotel ponía de los nervios a una estructura económica que, tras las separaciones que llegaron inmediatamente y la reestructuración, terminó dando el poder absoluto a las hermanas Koplowitz. Y ocurrió algo sorprendente. Se inició la guerra más despiadada contra la prensa del corazón.

Desde enero de 1989 algunos medios informativos dependientes del poder económico o político resolvieron que había que cargarse a la prensa del corazón fuera como fuese. Lo más curiosos es que lo que ellos no pudieron conseguir está a punto de conseguirlo la ignorancia supina de algunos empresarios editoriales que ante el éxito de este segmento informativo se gastaron cifras insultantes para quedarse con logotipos que una vez en su poder no supieron que hacer con ellos.

Hay casos que merecerían un libro aparte para poder contar cómo algunos seres que hoy en día dan conferencias sobre periodismo se han cargado, con una decisión suya, productos informativos que llevaban varias décadas en el mercado con un éxito de ventas y de aceptación sin precedentes.

Un ejemplo doloroso y divertido es cuando entra un grupo empresarial a hacerse cargo de una revista del corazón y el responsable del grupo se dirige al director de la revista con una telefoto de EFE en la mano, en la que aparece un hombre muerto, doblado debajo de una roca con los pantalones bajados a la altura de las rodillas y con una gallina entre sus manos, también aparentemente muerta. El texto que acompañaba a la foto explicaba que el fallecido se encontraba realizando un presunto acto de zoofilia con el animal cuando una roca se desplazó en tan ‘delicado momento’ cayéndoles encima a la ‘extraña pareja’ y provocando el fallecimiento de ambos. Ese responsable editorial ‘invitó’ al director a que colocara esa foto en la portada de la revista ya que en su opinión era un verdadero bombazo. El director trató de explicarle, primero, que una revista del corazón tiene un público objetivo que es femenino y él no consideraba que ese público aceptara una imagen como aquella y mucho menos que comprara una revista con una portada así para llevársela a su casa. Y segundo, que el director y responsable de la revista era él por lo que sólo él era quien decía lo que debía ir en portada, así como el contenido total del semanario. El resultado: la empresa editorial, sólo unos meses después, despidió al director. Esta situación ya verán más adelante como se repite.

El último batacazo empresarial está en la mente de todos los que nos dedicamos al oficio de contar historias y nos hacemos cruces ante la acumulación de seres vivos capaces de cometer tanta cantidad de errores sin que nadie les pare los pies. Una pena. Pero os periodistas no tenemos nada que ver.

05 Febrero 1989

El Respeto a la vida privada

ABC (Director: Luis María Anson)

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En las naciones occidentales democráticas existen ciertas publicaciones sensacionalistas o amarillistas que hozan en las vidas privadas de los personajes políticos, financieros o artísticos, sorteando con audacia las limitaciones de unas leyes cada vez más severas. Pero las revistas de información general, los diarios serios y las emisoras responsables, o bien silencian o bien tratan estos asuntos con la prudencia que exige el rigor informativo. En España, no. En España los buitres plantean en ocasiones desde publicaciones teóricamente serias.

Un asunto protagonizado por un empresario respetable [D. Alberto Cotina], asunto que pertenece a su vida privada y que privadamente debe resolver, ha sido ocasión para que el cielo periodístico se nuble por el aleteo de tanto buitre dispuesto a la más baja insidia, entrando a saco en la vida privada de varias personas a las que, ya se ve que inútilmente, protege, en su privacidad, la Constitución. Es un espectáculo bochornoso. Es un espectáculo que produce vergüenza ajena. Estamos en un patio de monipodio. España se convierte a gran velocidad en una corrala de comadres, maledicentes y calumniadores. Somos ya la nación del chisme, el correveidile y la murmuración. Vivimos en un patio público de comadrejas y habladurías. Son muchos los que piensan que habrá que reaccionar frente a todo esto si no queremos degranar definitivamente la vida en una nación de vieja historia, de profunda cultura, de religiosidad acentrada, de respetabilidad mantenida a lo largo de los siglos, como es España.

La opinión pública responsable reacciona ya con asco ante lo que está ocurriendo en nuestro país.

06 Febrero 1989

Algo más que unas fotos rosas

TRIBUNA (Director: Julián Lago)

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Las fotografías comprometedoras de Alberto Cortina y Marta Chávarri son algo más que pasto fácil de mentidero social. Son incluso, algo más que simples fotografías, son retratos en la segunda acepción del diccionario académico: descripción de las cualidades físicas y morales de una persona. En este caso dos.

Ni siquiera de dos personas privadas que tienen derecho a vivir su vida como quieran. Detrás de esas delicuescentes imágenes, con la dudosa calidad y el valor evidente de lo fugaz está la sombra de toda una clase social.

Aquel profeta del periodismo del corazón que fue el Aretino, dijo, hace cinco siglos que ‘la ambición en el estiércol de la gloria’. Hay una nueva clase social, enfebrecida por la ambición, que sería abusivo identificar con los banqueros pero que en ellos encuentra hoy su modelo. Todo y ahora, parece ser su lema.

En los escenarios madrileños se representa estos días una comedia expresionista y desorbitada del mundo de Banca. El Frank V del suizo Dürrenmatt es una caricatura de las ambiciones desmedidas de los hombres del dinero. Tras ese perfil regocijante, de puro exagerado, late una verdad. Nunca, como en la España de hoy, se habían erigido algunos recién llegados en espécimen social, en representación de unas ambiciones y unos comportamientos que sólo aspiran a poseer, a poseerlo todo y cuanto antes.

Empresarios en las lindes de la madurez que parecen querer recuperar no se sabe qué tiempo perdido y mujeres cuyas apetencias pican a la altura máxima del poder, se han convertido en protagonistas sociales. Tras ellos, como muestras de pírricas victorias, quedan los restos, siempre lamentables de naufragios personales y familiares.

Alberto Cortina y Marta Chávarri son una parábola. Su anécdota se yergue en categoría. Lo que podría ser un respetbale acontecimiento sentimental se convierte en vergonzante chapuza que salpica estrategias económicas y movimientos políticos. Por si fuera poco, hace dudar de la necesaria templanza de quien aspira a un control económico de altos vuelos.

Alberto Cortina pone en riesgo en una inhábil maniobra, los millones de su burlada esposa legal que él había representado hasta ahora. Se queda desoladamente solo.

Cuando Aberto Cortina se siente en los solmenes sillones del Banco Español Central de Crédito, el resto de los consejeros tendrá que sentir el escalofrío de la extrañeza. Decir extrañeza es un eufemismo. Ellos sabrán encontrar vocablo más justo.

Ya se ha acusado muchas veces el repentino protagonismo de los hombres del dinero. Lo peligroso no es tal protagonismo, sino que el poder se establezca en tan confusas solvencias personales.

07 Febrero 1989

Polémica entre Urbaneja y Julián Lago

DIARIO16

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Fernando González Urbaneja portavoz de Cartera Central, reconoció ayer, en declaraciones hechas a un medio radiofónico, que su empresa está preocupada por las informaciones que relacionan a Alberto Cortina con la marquesa de Cubas, Marta Chávarri. La inquietud del grupo que dirigen los Albertos se manifiesta, según su portavoz en una doble dirección: por un lado, por la dimensión personal, y por otro, porque la imagne pública que se está dando dañe a la empresa.

En relación a la entrevista a Alicia Koplowitz, esposa de Alberto Cortina, que publica la revista TRIBUNA, el portavoz de Cartera Central indica que, según la jerga periodística es ‘una entrevista robada’.

Sin embargo Julián Lago, director de TRIBUNA ha respondido a tales acusaciones afirmando que la entrevista duró tres cuartos de hora, que estuvo presente la hermana de Alicia Koplowitz y que la propia entrevista dio el visto bueno a la misma.