19 noviembre 2000

Se despeja el camino para que Artur Mas quede designado 'de facto' como sucesor de Pujol, aunque eso suponga cerrar el paso al líder de Unió, Josep Antoni Durán Lleida, que también aspira a ese cargo

11º Congreso de Convergencia Democrática de Catalunya – Artur Mas es nombrado Secretario General con la bendición de Pujol

Hechos

En noviembre de 2000 se celebró XI Congreso de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) en el que D. Jordi Pujol fue reelegido presidente de CDC y D. Artur Mas fue designado nuevo Secretario General.

Lecturas

D. Jordi Pujol, fundador del partido CDC, seguirá siendo presidente, cargo que ocupa desde enero de 1989.

D. Artur Mas asume la secretaria general sustituyendo a D. Pere Esteve – que fue ratificado en el congreso de 1996 –  como ‘número 2’ del partido. El Sr. Pujol también quiere al Sr. Mas como candidato de CiU en las próximas elecciones catalanas.

El Sr. Esteve no tomará bien el relevo, y terminará rompiendo con CDC y trasladándose a ERC.

DOCE AÑOS COMO SECRETARIO GENERAL.

D. Artus Mas ocupará el cargo de secretario general de CDC hasta marzo de 2012, cuando será sustituido por D. Oriol Pujol. 

13 Noviembre 1999

El 'hereu'

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Lo mejor del congreso que ayer concluyó Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) es que se haya celebrado. Cuando el panorama español tiende a henchirse de gubernamentalismo, resulta una buena noticia que otros grupos del centro-derecha fragüen sus ideas y lancen sus propuestas sin aspavientos.Más aún si se trata de un nacionalismoperiférico que, a diferencia de otros, acredita su lealtad constitucionalista y su defensa del Estado de derecho. En España se puede ser de derechas y de izquierdas, neonacionalista español o independentista, si se respetan el marco de convivencia pacífica pactado y sus reglas concretas, sin que eso ponga en peligro nada. Conviene reseñar lo obvio para deshacer la estúpida amalgama reduccionista según la cual todo el nacionalismo vasco es mera caja de resonancia de los violentos y todo nacionalismo se equipara al vasco.

Pero no parece que el congreso del partido de Jordi Pujol haya aportado novedades más allá del trámite previsto. No ha alumbrado propuestas frescas. Tampoco ha resuelto los retos característicos de su hora de declive: el liderazgo, el proyecto, las alianzas.

CDC ha optado por Artur Mas, un economista pulcro pero carente de todo carisma, para suceder a su patriarca, Jordi Pujol. La comparación de Mas con otros aspirantes que quedaron en la cuneta -como Miquel Roca o Ramón Trias Fargas- es expresiva. Pero el déficit de habilidades, como demuestra la historia, nunca es irreversible.

Lo más chocante es que el partido de Pujol se haya mostrado impermeable a las tendencias democratizadoras incubadas en otros. El consejero de Economía ha sido candidato único, ungido por la sola voluntad arbitral de su presidente, sin alternativas donde optar. Es unhereu a prueba: deberá probar que la sociedad le valora tanto como su valedor. De momento, su intento de fraguar una ejecutiva integradora parece cosmético: arrasan en ella los radicales frente a unos más modernos roquistas residuales, a quienes se coloca en posición lindante con la impotencia.

Lógicamente, el programa que ha salido del congreso obedece a igual matriz. El «soberanismo», ese circunloquio del independentismo que no se atreve a confesar su utopía, y que envuelve una práctica estrictamente regionalista, ha campado por sus respetos. Nada constructivo añade a la historia de CDC.

La señal de que es un concepto vacío es que cubre una política de alianzas sucursalista respecto al Partido Popular -mal compensada por los guiños retóricos a Esquerra-, al que reputa de quintaesencia del nacionalismo inverso, el casticista. Así, CDC ha fijado buena parte de la herencia de Pujol. Pero se trata de una herencia a beneficio de inventario.

12 Noviembre 2000

Los trabajos del sucesor Mas

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Tras una carrera meteórica, en la que ha sobrepasado a dirigentes históricos con mucho más peso en el partido, Artur Mas será elegido hoy secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). La entronización de Mas, pilotada personalmente por Jordi Pujol, tiene como principal objetivo situarlo en el escaparate político para que pueda ser el candidato a la Presidencia de la Generalitat.

De Artur Mas, igual que de Al Gore, se dice que es una especie de Madel Man con escaso tirón político y personal, aunque más adecuado sería compararle con el Hércules de la mitología, a juzgar por la tarea que tiene por delante. Le queda casi todo por hacer. Para empezar, debe redefinir la estrategia nacionalista, después de que su antecesor, Pere Esteve, apostara por el acelerón nacionalista de la Declaración de Barcelona, lo que provocó el declive electoral de CiU. Por cierto, que Esteve se despidió ayer del cargo con un discurso lamentable en el que quiso camuflar el fracaso de su gestión con algunos brindis al sol, culpando a sus socios de UDC de los malos resultados electorales y diciendo que España «no son 17 comunidades, sino cuatro naciones».

En la entrevista que hoy publica EL MUNDO, el nuevo secretario general huye de este radicalismo y se inclina por la moderación. «La independencia no es el camino, Cataluña tiene el derecho a decidir su futuro en algún momento de la Historia, pero no en un horizonte de bastantes años». Una postura sensata en la que probablemente ha influido la penosa situación en la que se encuentra el PNV por su estrategia independentista y los pactos con EH.

Desde el punto de vista interno, Mas se enfrenta al reto de apaciguar las tensiones para que no salte por los aires la coalición con UDC, cuyo líder, Duran Lleida, no le aceptará por las buenas como sucesor de Pujol. Para restañar las heridas abiertas, será necesario que Mas logre la autoridad moral y política que Pujol siempre ha tenido. Finalmente, debe redefinir las relaciones con el Gobierno del PP, ahora que CiU ya no tiene la llave de la gobernabilidad. Si logra culminar estas tres tareas, le espera aún la prueba definitiva, ya que tendrá que enfrentarse en las elecciones a Pascual Maragall, un temible adversario que, según encuestas recientes, le saca varios cuerpos de ventaja.